36. El cuerpo es mortal, pero el alma es inmortal ¿Acaso no es mortal sólo el cuerpo; pero el alma o espíritu que actúa en el cuerpo, inmortal?

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La Biblia nos enseña que solamente Dios es inmortal (1 Tim. 6: 15.16). Si Dios es el «único que tiene inmortalidad», es evidente que no pueden existir otros seres inmortales. Nosotros y todos los seres creados por Dios tenemos el don de la inmortalidad condicional. Como el hombre la perdió porque no respetó la condición: la obediencia, y la perdió por el pecado o sea la desobediencia (1 Juan 3: 4), se nos aconseja que la busquemos (Rom. 2: 7). Nótese que quien tiene que buscar algo es porque lo ha perdido. En efecto, el hombre perdió la inmortalidad por causa del pecado.

El que la busca la hallará, pues Dios mismo por medio de Jesucristo «sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio» (2 Tim. 1: 10). Por eso quien cree en Jesús no se perderá, mas tendrá vida eterna (Juan 3: 16). ¿Cuándo recibiremos de nuevo la inmortalidad perdida? Será en ocasión de la venida del Señor, cuando lo mortal será revestido de inmortalidad y «se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria» (1 Cor. 15: 51-54). Es decir que hasta entonces la muerte fue victoriosa sobre sus víctimas. No las había liberado para que vayan a estar con Dios.
Obsérvese que el pasaje citado (1 Cor. 15: 51-54), explica que los que serán revestidos de inmortalidad, estaban «durmiendo» el sueño de la muerte. El que duerme está en estado de inconsciencia, con la esperanza de despertar, pero mientras duerme no está actuando en otra parte (Sal. 104: 29; 146: 4; 115: 17; Ecl. 9: 5, 6, 10; Eze. 18: 4). Por lo tanto, los muertos descansan y no están actuando a través de un alma o espíritu.

Siendo tan clara la Escritura respecto a la inmortalidad, es evidente que no existe un alma inmortal después de la muerte. Y esta enseñanza bíblica queda corroborada como verdadera cuando nos hacemos las siguientes reflexiones:

1. Si el alma fuera el verdadero yo, y su naturaleza es refractaria a la burda materia, ¿qué necesidad tiene del cuerpo? ¿Por qué hizo Dios alma y cuerpo, si bastaba para la existencia feliz del hombre poseer solamente el alma?

2. Si el alma necesita formar un todo con el cuerpo para experimentar la conciencia de la felicidad, entonces se supone que los justos que ya están en el cielo no podrán gozar de una plena felicidad, pues les falta el cuerpo.


3. Si, por otro lado, el cuerpo es innecesario para tal efecto, ¿qué necesidad de la resurrección de los muertos? ¿Regresará el alma a su antigua «cárcel», el cuerpo, para llevarlo al cielo o al infierno?

4. Si el alma sola puede sufrir los tormentos del infierno, ¿por qué debe resucitar el malo y retomar un cuerpo que el alma no necesita? O a la inversa, si las culpas son del cuerpo, ¿para qué los sufrimientos del alma?

Estos evidentes contrasentidos demuestran que la teoría de la inmortalidad del alma no es verdadera. Y, por lo tanto, no es bíblica.


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