Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los CORINTIOS 
  
INTRODUCCIÓN
  1. Título.
  La  evidencia textual confirma que el texto original griego llevaba el título breve  Pros korinthíous B, literalmente: «A los corintios 2». Este es el  título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen,  que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo,  «Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios», no aparece  sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la «segunda»  epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título,  ver la sección 3, «Marco histórico». Es evidente que este título no  formaba parte del documento original.
  2. Autor.
  Tanto la  evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad  literaria paulina de la epístola.  La  evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la  de los apóstoles.  Citas tomadas de esta  epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la  época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en  cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35  años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones  que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los  corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un  gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de  Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su tratado Contra  herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo  de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a  2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.).  Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina,  con frecuencia cita a 2 Corintios (Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12;  Sobre la  resurrección de la carne 40,  43-44).
  La  evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a  Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa  ciudad.  Muchos eruditos bíblicos  consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la  naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias  registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.
  3. Marco  histórico.
  Pablo  visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres  epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje  misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la  iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados  suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto  escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.   Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su  permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que  ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
  Por lo  general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la  redacción de las dos epístolas a los corintios.   La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer  en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech.  19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en  parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en  Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se  refirió a los adversarios de la verdad como «bestias» (1 Cor. 15:  32), y observó que había sido abrumado «sobremanera más allá de» su  fuerza y que había perdido «la esperanza de conservar la vida» (2  Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo  salió de Efeso para Macedonia.
  Viajó a  Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería  un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y  Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía  por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de  oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró  con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito  le traía de Corinto.
  Algunos  piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a  Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó  tristeza y desánimo ( 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más  noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de  reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino  para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).
  Pablo se  refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con  «mucha tribulación y angustia del corazón», y con la cual los había  contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos  piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1  Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente  el espíritu y la naturaleza de esa epístola.   Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta  entre las dos que aparecen en el NT.   Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero  otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2  Corintios.  Se pueden presentar razones  verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos  falta una prueba objetiva.  Por lo tanto,  este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en  2 Corintios (cf.  HAp 260).  Se cree que Pablo escribió esta segunda  epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4),  aproximadamente en el año 57 d. C.  
  Parece que  las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su  propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente  que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la  iglesia.  Se corrobora también el cambio  producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los  Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo  demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia  que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se  completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén  (Rom. 15: 26).
  Después de  esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen  referencias aisladas a la iglesia de Corinto.   Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano  alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían  reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta  ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu  divisionista.  Esta es la última  información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era  apostólica.
  4. Tema.
  El motivo  inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de  Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los  corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas  que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones  de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1  Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar  al que había sido pecador.
  Se da  énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y  Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los  corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un  vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos  a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el  conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el  espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero  elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución  y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como  resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En  esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y  diligencia.
  Parece que  la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el  consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos  abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos  favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades  ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y  perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de  Galacia.  Su propósito era socavar la  obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo  de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido.  Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por  tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba  que tenía temor de presentarse en persona.
  Los  primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y  aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos  estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el  reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los  esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo  intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre  ellos. Para probar su apostolado recurre a sus visiones y revelaciones  recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al  sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no  tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de  Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus  miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.
  La segunda  epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la  segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más  tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir  noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su  decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se  hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la  iglesia.  Y aunque el principal propósito  de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-,  destaca importantes verdades doctrinales.
  5.  Bosquejo.
  I.  Introducción, 1: 1-11.
                A. Saludos, 1: 1-2.
                B. Agradecimiento en medio de la  tribulación, 1: 3-11.
II.  Relaciones recientes con la iglesia de  Corinto, 1: 12 a 7: 16.
                 A. Explicación del cambio en los planes de  viaje, 1: 12 a 2: 4.
                B. Consejo para que el ofensor  inmoral se volviera a Cristo, 2: 5-11.
                C. Ansiedad por tener noticias  de Corinto, y gozo por haberlas recibido, 2: 12-17. 
                D. Credenciales apostólicas, 3:  1-18.
                                1. Credenciales  de Pablo como apóstol genuino, 3: 1-6.
                                2. La gloria de  la comisión apostólica, 3: 7-18.
                E. Los apóstoles sostenidos por  el poder divino en su ministerio, 4: 1 a 5: 10.
                                1. Fortaleza  para resistir: una evidencia de la gracia divina, 4: 1-18.
                                2. La vida y la  muerte teniendo en cuenta la eternidad, 5: 1-10.
                F. El ministerio de  reconciliación, 5: 11 a 6: 10.
                                1. El apóstol  como embajador para Cristo, 5: 11-21.
                                2. La disciplina  es esencial para el apostolado, 6: 1-10.
                G. Exhortación para que los  corintios se separen de los impíos, 6: 11 a 7: 1.
                H.  Regocijo de Pablo por la cordial respuesta de  los corintios, 7: 2-16.
  III. La  colecta para los cristianos necesitados de Judea, 8: 1 a 9: 15.
                   A.  La liberalidad ejemplar de las  iglesias de Macedonia, 8: 1-6.
                   B.  El ejemplo de Jesucristo, 8:  7-15.
                   C. Tito es comisionado y recomendado para recibir la ofrenda de Corinto,  8: 16-24.
                   D. Exhortación para que los corintios hicieran su parte, 9: 1-15.
                                1. Exhortación  para completar la colecta de fondos, 9: 1-5.
                                2. Exhortación a  la liberalidad, 9: 6-15.
IV.  Pablo defiende su apostolado; exhortación a  los impenitentes, 10: 1 a 13: 10.
                   A. Respuesta a los que habían menospreciado a Pablo como apóstol, 10:  1-12.
                   B. Corinto dentro de la esfera de la obra de Pablo, 10: 13-18.
                   C. Rasgos que diferencian a los apóstoles verdaderos de los falsos, 11:  1 a 12:18. 
                                1. Sutileza de  los falsos apóstoles, 11: 1-6.
                                2. Independencia  económica de Pablo de los corintios, 11: 7-15.
                                3. Sufrimientos  de Pablo como apóstol, 11: 16-33.
                                4. Pablo recibía  revelaciones divinas, 12: 1-5.
                                5. Pablo  humillado por un aguijón en su carne, 12: 6-10.
                                6. Pablo no se  enriquecía a expensas de los corintios, 12: 11-18.
                  D.  Exhortación final a los impenitentes, 12: 19 a 13: 10.
  V.  Conclusión, 13: 11-14.
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