EL CONFLICTO DETRÁS DE TODOS LOS CONFLICTOS
Sábado 18 de octubre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Josué 5:13–15; Isaías 37:16; Apocalipsis 12:7–9; Deuteronomio 32:17; Éxodo 14:13, 14; Josué 6:15–20.
PARA MEMORIZAR:
“No ha habido día igual ni antes ni después, en que el Señor escuchara la voz de un hombre, porque el Señor luchó por Israel” (Jos. 10:14).
La lectura del libro de Josué nos confronta con las agresivas campañas militares llevadas a cabo por orden de Dios, en su nombre y con su ayuda.
La idea de que Dios estaba detrás de la conquista de Canaán impregna el libro de Josué y se expresa en las afirmaciones del narrador (Jos. 10:10, 11), en las propias palabras de Dios (Jos. 6:2; 8:1), en los discursos de Josué (Jos. 4:23, 24; 8:7) y en las afirmaciones de Rahab (Jos. 2:10), de los espías (Jos. 2:24) y del pueblo (Jos. 24:18). Dios aparece como el originador de estos violentos conflictos.
Esta realidad plantea preguntas inevitables. ¿Cómo entender que el pueblo elegido por Dios llevara a cabo tales acciones? ¿Cómo es posible conciliar la imagen de un Dios “guerrero” con su carácter de amor (por ejemplo, Éxo. 34:6; Sal. 86:15; 103:8; 108:4) sin que se vean afectadas la credibilidad, la autoridad y la historicidad del Antiguo Testamento?
Esta semana y la próxima exploraremos la difícil cuestión de las guerras libradas por mandato divino en el libro de Josué y en otros lugares.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abraham, de quien declaró: «Oyó Abraham, mi voz, y guardó mis preceptos, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes». Génesis 26:5…
Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: «Sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos». Nehemías 9:13. Y Pablo, el apóstol de los gentiles, declara: «La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno». Romanos 7:12.
El mundo entero será juzgado por la ley moral, de acuerdo con la oportunidad que cada uno haya tenido de conocerla, ya sea por la razón, la tradición o la palabra escrita.
Contemplamos en ella la bondad de Dios, quien al revelar a los hombres los principios inmutables de justicia, procura escudarlos de los males que provienen de la transgresión…
La ley es una expresión del pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, se convierte en nuestro pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de las tentaciones que conducen al pecado. «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo». No hay paz para los impíos. Están en guerra contra Dios. Pero el que recibe la justicia de la ley en Cristo está en armonía con el cielo.
Al ser recibida en Cristo, ella obra en nosotros la pureza de carácter que nos traerá gozo a través de los siglos eternos (The Faith I Live By, p. 83; parcialmente en La fe por la cual vivo, 18 de marzo, p. 85).
Hay batallas que pelear cada día. En cada alma se combate una gran guerra entre el príncipe de las tinieblas y el Príncipe de vida… Como agentes de Dios debéis someteros a él, para que planee, dirija y pelee la batalla por vosotros, con vuestra cooperación. El Príncipe de vida está al frente de su obra. Él debe estar con vosotros en la batalla diaria con el yo para que podáis permanecer firmes a los principios; para que cuando las pasiones luchen por la supremacía, puedan ser doblegadas por la gracia de Cristo; para que seáis más que vencedores mediante Aquel que nos amó. Jesús ha estado sobre la tierra. Conoce el poder de cada tentación. Sabe cómo enfrentar cada emergencia, y cómo conduciros a través de cada sendero de peligro. Entonces, ¿por qué no confiar en él? (Conflicto y valor, 21 de abril, p. 117).
Domingo 19 de octubre
EL COMANDANTE DE LOS EJÉRCITOS DEL SEÑOR
Lee Josué 5:13-15. ¿Qué dice este texto acerca del trasfondo de la conquista de Canaán?
Josué 5:13-15
13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? 14 Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? 15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.
Israel acababa de cruzar el Jordán y de pisar terreno enemigo. La fortaleza de Jericó estaba frente a ellos, con sus puertas firmemente cerradas (Jos. 6:1). En este momento, el pueblo no conocía ninguna estrategia bélica. Y lo más preocupante aún era que Israel solo disponía de hondas, lanzas y flechas para enfrentarse a una ciudad fortificada y preparada para resistir un largo asedio.
Las preguntas de Josué acerca de la identidad del extraño visitante recibieron una respuesta poco reveladora: “No”. La respuesta del visitante revelaba que no estaba dispuesto a entrar en las categorías definidas por Josué. En otras palabras, la cuestión fundamental no era si el visitante estaba de parte de Josué, sino si Josué estaba de parte de aquel.
Compara Josué 5:14, 15 con 2 Reyes 6:8-17; Nehemías 9:6 e Isaías 37:16. ¿Qué enseñan esos textos acerca de la identidad de Josué y del Comandante del ejército del Señor?
Josué 5:14-15
14 Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? 15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.
2 Reyes 6:8-17
8 Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. 9 Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. 10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. 11 Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? 12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 14 Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. 15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16 Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Nehemías 9:6
6 Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.
Isaías 37:16
16 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.
Aunque la expresión “Príncipe del ejército del Señor” es única en la Biblia hebrea, la combinación de los términos “príncipe” y “ejército” siempre se refiere a un líder militar. La palabra “ejército” en las Escrituras puede referirse a tropas, ángeles o cuerpos celestes.
El Cristo preencarnado no se aparece a Josué como un simple aliado, ni siquiera como el verdadero Comandante del ejército de Israel, sino como el Comandante del ejército invisible de ángeles partícipes de un conflicto mucho mayor que el de Josué con los cananeos. La respuesta de Josué indica claramente que comprende cuál es la identidad del Comandante. Este es igual a Dios y Josué se postra ante él en señal de profundo respeto y adoración (Jos. 5:14; Gén. 17:3; 2 Sam. 9:6; 2 Crón. 20:18). Josué está preparado para que se le comunique la estrategia propia de una campaña militar que es parte de un conflicto mucho mayor y en el que participa el propio Dios de los ejércitos celestiales.
¿Qué consuelo podemos y debemos obtener del hecho de que el “Príncipe del ejército del Señor” está obrando e interviene en defensa de su pueblo?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando Josué se apartó de los ejércitos de Israel para meditar y pedir a Dios que su presencia lo acompañara de una manera especial, vio a un hombre de elevada estatura, revestido de atuendos militares, con una espada desnuda en la mano. Josué no estaba seguro si pertenecía o no a los ejércitos de Israel, pero tampoco parecía enemigo. En su celo se aproximó a él y le dijo: «¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo».
No era un ángel común. Era el Señor Jesucristo que había conducido a los hebreos por el desierto envuelto en la columna de fuego de noche y en la columna de nube de día. El lugar era santo por causa de su presencia; por eso se le ordenó a Josué que se descalzara.
Entonces el Señor instruyó a Josué en cuanto a lo que debía hacer para tomar Jericó. Todos los hombres de guerra recibieron la orden de rodear la ciudad una vez por día durante seis días, y cuando llegara el séptimo debían rodearla siete veces (La historia de la redención, pp. 182, 183).
Estudiad cuidadosamente la experiencia de Israel en sus viajes a Canaán. Necesitamos mantener el corazón y la mente disciplinados, refrescando la memoria con las lecciones que el Señor enseñó a su antiguo pueblo. Entonces las enseñanzas de su Palabra serán para nosotros interesantes e imponentes, como él concibió que lo serían para ellos.
Cuando Josué salió antes de la toma de Jericó, apareció frente a él un guerrero completamente equipado para la batalla. Y Josué preguntó: «¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?» y él contestó: «Como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora». Si los ojos de Josué se hubieran abierto como los de Eliseo en Dotán, y hubiera podido soportar la visión, hubiera visto a los ángeles del Señor acampados alrededor de los hijos de Israel; porque el disciplinado ejército del cielo había venido a pelear por el pueblo de Dios, y el Príncipe del ejército de Jehová estaba allí para dirigirlo. Cuando Jericó cayó, ninguna mano humana tocó los muros de la ciudad, porque los ángeles del Señor derribaron las fortificaciones, y penetraron en la fortaleza del enemigo. No fue Israel, sino el Príncipe del ejército de Jehová quien tomó Jericó. Pero Israel tuvo que hacer su parte para mostrar su fe en el Capitán de su salvación (Conflicto y valor, 21 de abril, p. 1 17).
Lunes 20 de octubre
GUERRA EN EL CIELO
Josué comprendió que la batalla que estaba por librarse formaba parte de un conflicto mayor. ¿Qué sabemos del conflicto en el que Dios mismo era partícipe? Lee Apocalipsis 12:7-9; Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:11-19 y Daniel 10:12-14.
Apocalipsis 12:7-9
7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Isaías 14:12-14
12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Ezequiel 28:11-19
11 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. 13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. 14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. 16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. 17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. 18 Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. 19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.
Daniel 10:12-14
12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. 14 He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
Dios pobló el universo con criaturas responsables a las que concedió libre albedrío, un prerrequisito para que pudieran amar. Pueden elegir actuar de acuerdo con la voluntad de Dios o en contra de ella. Lucifer, el más poderoso de los ángeles, se rebeló contra Dios y llevó consigo a muchos ángeles.
Isaías y Ezequiel se refieren a ese conflicto, aunque algunos comentaristas intentan restringir el significado de Isaías 14 y Ezequiel 28 al rey de Babilonia y a un gobernante de Tiro. Sin embargo, hay claros indicadores en el texto bíblico que apuntan a una realidad trascendente. Se presenta al rey de Babilonia como si hubiera estado en el Cielo, próximo al Trono de Dios (Isa. 14:12, 13), y se dice que el rey de Tiro residía en el Edén como querubín protector en el monte santo de Dios (Eze. 28:12-15). Nada de esto es aplicable a los reyes de Babilonia y Tiro.
Tampoco puede decirse de los reyes terrenales que fueran intachables y el “modelo de la perfección”. En consecuencia, estos personajes apuntan más allá de los reinos literales de Babilonia y Tiro.
En el capítulo 14 de su libro, Isaías presenta un “proverbio” o “parábola” (heb. mashal), cuyo significado está más allá del contexto histórico inmediato. En este caso, el rey de Babilonia se convierte en paradigma de rebelión, autosuficiencia y orgullo. Del mismo modo, Ezequiel distingue entre el príncipe de Tiro (Eze. 28:2) y el rey de Tiro (Eze. 28:11, 12). El primero está activo en el reino terrenal y se convierte en el símbolo de un rey que actúa en el ámbito celestial.
Según Daniel 10:12 al 14, estos seres celestiales rebeldes obstruyen el cumplimiento de los propósitos de Dios en la tierra. Es a la luz de esta conexión entre el Cielo y la Tierra que tenemos que entender las guerras de Israel aprobadas divinamente. Tenemos que reconocerlas como manifestaciones terrenales del gran conflicto entre Dios y Satanás, entre el bien y el mal; todo ello, en última instancia, con el propósito de restaurar la justicia y el amor de Dios en un mundo caído.
¿De qué maneras vemos la realidad de esta batalla cósmica entre el bien y el mal en el mundo que nos rodea y en nuestras propias vidas?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Satanás ha tratado siempre de infatuar las mentes de los hombres con misterios sutiles. Así engañó a Eva y así trata de seducir a los hombres hoy. Los que citan falsamente la Palabra de Dios en un esfuerzo por sustentar el error, están siguiendo el ejemplo de aquel que engañó a Eva y tentó a Cristo en el desierto. El enemigo sustituyó la Palabra de Dios por sus propias declaraciones engañosas.
El mismo agente engañoso que sedujo a los ángeles en el cielo, está trabajando de manera similar en las mentes humanas hoy. Por medio de sus afirmaciones seductoras ganó la confianza de muchos de los ángeles, y hubo una gran guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles pelearon contra Satanás y sus seguidores engañados…
Hay algunos que habiendo recibido advertencias e instrucción de parte de Dios, deliberadamente se apartaron de los mensajes que les envió. Caminaron como a ciegas hacia las trampas preparadas por Satanás. Él está jugando el juego de la vida para ganar sus almas. Y algunos que podrían estar en condición de ayudar a estas almas enlazadas, han sido ellos mismos tomados cautivos por el archiengañador.
El amor de Dios por su iglesia es infinito. Hizo toda provisión posible para su crecimiento y engrandecimiento. Su cuidado por su pueblo es incesante. Ha dado instrucciones con respecto a los peligros de las teorías falsas y los razonamientos astutos del archiengañador. Ha mandado advertencias, reproches y mensajes para salvar a su pueblo. Pero algunos, como muchos de los discípulos de Cristo, se ofenden porque han malinterpretado los mensajes enviados por Dios.
El Señor permite las pruebas cuando son esenciales para la purificación de la iglesia. Algunos, bajo estas pruebas, piensan que se los está castigando, y en lugar de humillar sus corazones, se oponen indignados. Satanás espera su oportunidad para presentar algún sofisma agradable que cautive las mentes de los que son tentados, a fin de llevarlos a aceptar sus fábulas. Los que son engañados así, se convierten en canales por medio de los cuales otras mentes son seducidas por sentimientos engañosos…
Dios no se goza con la muerte de los injustos. Ha soportado mucho tiempo a corazones obstinados y endurecidos. El que dio a Cristo a este mundo ha dado mensajes de advertencia, pero muchos se han negado a escuchar. Ha soportado por largo tiempo a hombres que no han glorificado su nombre. Ahora llama a su pueblo a hacer un trabajo concienzudo y a remover toda piedra de tropiezo. Despejemos el camino para nuestro Dios (Alza tus ojos, 20 de noviembre, p. 336).
Debido a que no era capaz de presentar directamente sus engaños acerca de Cristo, decidió desprestigiarlo mediante declaraciones e informes falsos. Como resultado de ello hubo guerra en el cielo y Satanás fue expulsado. Se convirtió en el enemigo mortal de Cristo. Su esfuerzo constante consistió en contrarrestar de todas las maneras posibles su gran obra de salvar almas (Cada día con Dios, 4 de septiembre, p. 254).
Martes 21 de octubre
EL SEÑOR ES UN GUERRERO
Lee Éxodo 2:23-25; 12:12, 13; 15:3-11. ¿Qué significa el hecho de que Dios es un guerrero?
Éxodo 2:23-25
23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. 24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios.
Éxodo 12:12-13
12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Éxodo 15:3-11
3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. 4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo. 5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra. 6 Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo. 7 Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca. 8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar. 9 El enemigo dijo: Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; Mi alma se saciará de ellos; Sacaré mi espada, los destruirá mi mano. 10 Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. 11 ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
Durante su prolongada permanencia en Egipto, los israelitas olvidaron al Dios verdadero de sus antepasados. Como demostraron muchos episodios de su peregrinar por el desierto, su conocimiento del Dios de Abraham, Isaac y Jacob se había desvanecido y habían incorporado elementos paganos en sus prácticas religiosas (ver Éxo. 32:1-4).
Cuando el pueblo de Israel clamó al Señor bajo la opresión de los egipcios (Éxo. 2:23-25), el Señor intervino en su favor en el momento oportuno. Sin embargo, el conflicto descrito en los primeros 12 capítulos de Éxodo fue mayor que una simple lucha de poder entre Moisés y el faraón. Según la ideología bélica del antiguo Cercano Oriente, los conflictos entre pueblos se consideraban, en última instancia, conflictos entre sus respectivos dioses. Éxodo 12:12 declara que el Señor ejecutó su juicio no solo sobre el faraón, sino también sobre los dioses de Egipto, esos poderosos demonios (Lev. 17:7; Deut. 32:17) que estaban detrás del poder opresor y del injusto sistema social de Egipto.
Dios está en guerra con el pecado y no tolerará este conflicto para siempre (Sal. 24:8; Apoc. 19:11; 20:1-4, 14). Todos los ángeles caídos, así como los seres humanos que se han identificado definitiva e irrecuperablemente con el pecado, serán destruidos. A la luz de esto, las batallas contra los habitantes de Canaán deben ser percibidas como una etapa previa de este conflicto que alcanzaría su clímax en la cruz y su consumación en el juicio final, cuando la justicia y el carácter amoroso de Dios serán vindicados.
La destrucción total de los cananeos debe ser comprendida a partir de la cosmovisión bíblica, en la que Dios es parte de un conflicto cósmico con los exponentes del mal en el universo. En última instancia, lo que está en juego es la reputación y el carácter de Dios (Rom. 3:4; Apoc. 15:3).
Desde que el pecado ingresó a la existencia humana, nadie puede permanecer en terreno neutral. Solo es posible estar del lado de Dios o del lado del mal. En vista de este trasfondo, la erradicación de los cananeos debe ser vista como un anticipo del juicio final.
La realidad de la gran controversia solo permite optar por uno de los dos bandos.¿Cómo saber de qué lado se está realmente?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La hueste hebrea marchaba en perfecto orden. Primero iba un grupo selecto de hombres armados, revestidos de sus atuendos militares, no para manifestar su pericia con las armas, sino para creer y obedecer las órdenes que se les dieran. A continuación seguían siete sacerdotes con trompetas. Enseguida venía el arca de Jehová, de oro resplandeciente, con un halo de gloria que la envolvía, llevada 184por sacerdotes cubiertos de sus ricas vestimentas especiales que ponían de manifiesto su cargo sagrado. El vasto ejército de Israel seguía en perfecto orden, y cada tribu avanzaba bajo su respectivo estandarte. Así rodearon la ciudad con el arca de Dios. No se escuchaba ruido alguno a no ser las pisadas de la poderosa hueste, y el solemne sonido de las trompetas, cuyos ecos se extendían por las colinas y por toda la ciudad de Jericó.
Con asombro y alarma los vigías de la ciudad condenada observaban cada movimiento y lo comunicaban a los que ejercían autoridad. No podían decir qué significaba todo ese espectáculo. Algunos se burlaban de la idea de que la ciudad pudiera ser tomada de esa manera, pero otros estaban despavoridos al contemplar el esplendor del arca y el aspecto solemne y digno de los sacerdotes y del ejército de Israel que los seguía, con Josué al frente. Recordaban que cuarenta años antes el Mar Rojo se había partido en dos ante ellos, y que hacía poco se había abierto un camino para que pudieran cruzar el Jordán. Estaban demasiado aterrorizados para hacer bromas. Se esmeraban en mantener cerradas las puertas de la ciudad, y en poner a poderosos guerreros para que las guardaran.
Durante seis días los ejércitos de Israel dieron vueltas en torno de la ciudad. En el séptimo día la rodearon siete veces. A la gente se le ordenó, como siempre, que guardara silencio. Solamente debía oírse el sonido de las trompetas. El pueblo debía estar atento, y cuando los trompetistas emitieran un sonido más prolongado, debían clamar a gran voz porque Dios les había entregado la ciudad. «Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente ese día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad… Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó, El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron».
Dios quería demostrar a los israelitas que no podían atribuirse la conquista de Canaán. El Capitán de las huestes de Jehová venció a Jericó. Él y sus ángeles estaban implicados en esa victoria. Cristo ordenó a los ejércitos del cielo que derribaran los muros de Jericó y prepararan así una entrada para Josué y los ejércitos de Israel. Dios, mediante este maravilloso milagro, no solamente fortaleció la fe de su pueblo en su capacidad de subyugar a sus enemigos, sino que los reprendió por su anterior incredulidad.
Jericó había desafiado a los ejércitos de Israel y al Dios del cielo. Y cuando contemplaron la hueste de Israel que marchaba alrededor de su ciudad cada día, sus habitantes se sintieron alarmados. Pero contemplaban sus poderosas defensas, sus muros elevados y sólidos, y se sentían seguros de que podrían resistir cualquier ataque. Pero cuando sus poderosos muros de repente se resquebrajaron y cayeron con un estrépito semejante al de un fortísimo trueno, quedaron paralizados de terror y no pudieron ofrecer resistencia (La historia de la redención, pp. 183-185).
Miércoles 22 de octubre
EL SEÑOR LUCHARÁ POR USTEDES
Según Éxodo 14:13, 14, 25, ¿cuál era el plan original e ideal de Dios respecto de la participación de los israelitas en la guerra?
Éxodo 14:13-14, 25
13 Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
25 y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
En aquel momento de crisis, cuando el pueblo de Israel se vio obligado a entrar en un callejón sin salida, “Moisés dijo al pueblo: ‘No teman. Manténganse tranquilos, y verán la salvación que el Señor les dará hoy. Porque esos egipcios que hoy ven, nunca más los verán. El Señor peleará por ustedes. Estén tranquilos’ ” (Éxo. 14:13, 14). Según el registro bíblico, incluso los propios egipcios comprendieron esa realidad, ya que dijeron: “Huyamos de delante de Israel, porque el Señor pelea por ellos contra los egipcios” (Éxo. 14:25).
La intervención milagrosa de Dios en favor de los indefensos israelitas, carentes de conocimientos militares, se convirtió en el modelo. El Éxodo constituyó el paradigma de la intervención del Señor en favor de Israel. Aquí, Dios no solo es quien libra la batalla, sino que exige a Israel que no luche (Éxo. 14:14). Dios es el Guerrero y la iniciativa es suya. Él establece la estrategia, define los medios y dirige la campaña. Si el Señor no lucha por Israel, este no tiene ninguna posibilidad de éxito.
Elena de White interpreta esto como una expresión del hecho de que “Dios no quiso que obtuvieran la tierra prometida por medio de la guerra, sino mediante la sumisión y la obediencia incondicional a sus mandamientos” (“The Twelve Spies”, Signs of the Times, 2 de septiembre de 1880, p. 1). Al igual que en la liberación de Egipto, Dios pelearía sus batallas por ellos. Todo lo que tenían que hacer era permanecer quietos y presenciar su poderosa intervención.
La historia demuestra que siempre que Israel tuvo suficiente confianza en Dios, no necesitó luchar (ver 2 Rey. 19; 2 Crón. 32; Isa. 37).
De acuerdo con el plan ideal de Dios, Israel nunca necesitó luchar. Fue la incredulidad de ellos, expresada después del Éxodo, lo que llevó a Dios a permitirles participar en la guerra contra los cananeos. Así como no necesitaron levantar una sola espada contra los egipcios durante el Éxodo, nunca les habría sido necesario luchar para conquistar Canaán (Deut. 7:17-19).
“Si los hijos de Israel no hubieran murmurado contra el Señor, él no habría permitido que sus enemigos hicieran guerra contra ellos” (Elena de White, Historia de la redención, p. 135). ¿Cómo podría la murmuración impactar hoy negativamente nuestra vida?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En obediencia al mandamiento divino, Josué reunió los ejércitos de Israel. No debían emprender asalto alguno. Solo debían marchar alrededor de la ciudad, llevando el arca de Dios y tocando las bocinas. En primer lugar, venían los guerreros, o sea un cuerpo de varones escogidos, no para vencer con su propia habilidad y valentía, sino por obediencia a las instrucciones dadas por Dios. Seguían siete sacerdotes con trompetas. Luego el arca de Dios, rodeada de una aureola de gloria divina, era llevada por sacerdotes ataviados con las vestiduras de su santo cargo. Seguía el ejército de Israel, con cada tribu bajo su estandarte…
No se oía otro sonido que el de los pasos de aquella hueste numerosa, y el solemne tañido de las trompetas que repercutía entre las colinas y resonaba por las calles de Jericó…
Durante seis días, la hueste de Israel dio una vuelta por día alrededor de la ciudad. Llegó el séptimo día, y al primer rayo del sol naciente, Josué movilizó los ejércitos del Señor. Les dio la orden de marchar siete veces alrededor de Jericó, y cuando oyesen el fuerte tañido de las trompetas, gritasen en alta voz, porque Dios les había dado la ciudad…
Cuando acabó la séptima vuelta, la larga procesión hizo alto. Las trompetas, que por algún tiempo habían callado, prorrumpieron ahora en un ruido atronador que hizo temblar la tierra misma. Las paredes de piedra sólida, con sus torres y almenas macizas, se estremecieron y se levantaron de sus cimientos, y con grande estruendo cayeron desplomadas a tierra en ruinas. Los habitantes de Jericó quedaron paralizados de terror, y los ejércitos de Israel penetraron en la ciudad y tomaron posesión de ella.
Los israelitas no habían ganado la victoria por sus propias fuerzas; la victoria había sido totalmente del Señor; y como primicias de la tierra, la ciudad, con todo lo que ella contenía, debía dedicarse como sacrificio a Dios… Solo la fiel Rahab, con todos los de su casa, se salvó, en cumplimiento de la promesa hecha por los espías…
La destrucción total de los habitantes de Jericó no fue sino el cumplimiento de las órdenes dadas previamente por medio de Moisés con respecto a las naciones de los habitantes de Canaán: «Del todo las destruirás». «De las ciudades de estos pueblos… ninguna persona dejarás con vida… Muchos consideran estos mandamientos como contrarios al espíritu de amor y de misericordia ordenado en otras partes de la Biblia; pero eran en verdad dictados por la sabiduría y bondad infinitas… Los cananeos se habían entregado al paganismo más vil y degradante; y era necesario limpiar la tierra de lo que con toda seguridad habría de impedir que se cumplieran los bondadosos propósitos de Dios (El Cristo triunfante, 7 de mayo, p. 136).
Jueves 23 de octubre
LA SEGUNDA MEJOR OPCIÓN
Lee Éxodo 17:7-13 y Josué 6:15-20. ¿Qué similitudes encuentras entre estos dos relatos bélicos? ¿En qué se diferencian?
Éxodo 17:7-13
7 Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no? 8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Josué 6:15-20
15 Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. 17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos. 18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. 19 Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová. 20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.
Éxodo 17 registra la primera ocasión en que Israel luchó después del Éxodo, cuando los israelitas se defendieron de los amalecitas. Israel había sido testigo de la omnipotencia divina cuando Dios había afligido a los egipcios y había liberado a los israelitas. Hemos visto que el plan inicial de Dios para Israel no incluía luchar contra otros pueblos (Éxo. 23:28; 33:2). Pero poco después de su liberación de Egipto, los israelitas empezaron a murmurar por el camino (Éxo. 17:3), cuestionando incluso la presencia de Dios en medio de ellos. Fue en ese momento cuando Amalec vino a luchar contra Israel. Esto no fue casualidad. Dios permitió que los amalecitas atacaran a Israel para que aprendieran a confiar de nuevo en él.
Sin comprometer sus principios, Dios desciende hasta el nivel en que se encuentra su pueblo, llamándolo continuamente a volver al plan ideal, a confiar plenamente y sin reservas en la intervención divina. De hecho, la ley de la guerra (Deut. 20) fue dada solo después de los 40 años de experiencia en el desierto, que también fue consecuencia de la incredulidad de Israel. Las nuevas circunstancias exigían nuevas estrategias, y fue entonces cuando Dios exigió a Israel que aniquilara por completo a los cananeos (Deut. 20:16-18).
Además de que la guerra se convirtió en una necesidad para Israel, también supuso una prueba de su lealtad a Dios. El Señor no los abandonó, sino que les permitió ser testigos de su poder en respuesta a su total dependencia de él.
La participación de los israelitas en la conquista queda patente en la conclusión a la que llega Josué al final del libro. Aquí se dice que los cananeos luchaban contra los israelitas (Jos. 24:11). Aunque el colapso de las murallas de Jericó fue el resultado de un milagro divino, el pueblo de Israel tuvo que participar activamente en la batalla y enfrentarse a la tenaz resistencia de los habitantes de la ciudad.
La participación de Israel en el conflicto armado se convirtió en una forma de desarrollar una confianza incondicional en la ayuda de Dios. Sin embargo, siempre se le recordaba a Israel (Jos. 7:12, 13; 10:8) que el resultado de cada batalla estaba, en última instancia, en manos del Señor, y que la única manera en que podían influir en el resultado de un conflicto militar era en virtud de su fe o de su incredulidad respecto de las promesas del Señor. La elección estaba en manos de ellos.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Por rebelión y apostasía el hombre perdió el favor de Dios; no sus derechos, porque él no podía tener valor excepto el que le fuera conferido por el amado Hijo de Dios. Este punto debe ser entendido. El hombre perdió esos privilegios que Dios en su misericordia le presentó como un don gratuito, un tesoro en depósito para ser usado en el avance de su causa y su gloria, para beneficiar a los seres que él había hecho. En el momento cuando la criatura de Dios rehusó obedecer las leyes del reino de Dios, en ese momento se volvió desleal al gobierno del Creador y se hizo enteramente indigna de todas las bendiciones con que él la había favorecido.
Esta era la situación de la raza humana después que el hombre, por su transgresión, se divorció de Dios. Entonces ya no tenía más derecho a una bocanada de aire, a un rayo de sol o a una partícula de alimento. Y la razón por la cual el hombre no fue aniquilado, fue porque Dios lo amó de tal manera que otorgó el don de su amado Hijo para que él sufriera la penalidad de la transgresión. Cristo estuvo dispuesto a convertirse en el fiador y sustituto del hombre a fin de que este, mediante su incomparable gracia, pudiera tener otra oportunidad, una segunda prueba, teniendo la experiencia de Adán y Eva como una advertencia para que no transgredieran la ley de Dios como ellos lo hicieron. Y en cuanto el hombre disfruta las bendiciones de Dios en la dádiva del sol y la dádiva del alimento, debería inclinarse delante del Hacedor en agradecido reconocimiento de que todas las cosas provienen de él. Todo lo que se le devuelve a Dios es tan solo su propiedad, que él nos ha concedido.
El hombre quebrantó la ley de Dios, y por medio del Redentor se hicieron promesas nuevas y frescas sobre una base diferente. Todas las bendiciones deben venir a través de un Mediador. Ahora cada miembro de la familia humana está enteramente en las manos de Cristo, y todo lo que poseemos en esta vida presente -ya sea dinero, casas, tierras, capacidad de razonar, fortaleza física, o facultades intelectuales-, y todas las bendiciones de la vida futura, han sido colocados en nuestra posesión como tesoros de Dios para que sean fielmente empleados en beneficio del hombre. Cada don tiene el sello de la cruz y lleva la imagen y el sobrescrito de Jesucristo. Todas las cosas provienen de Dios. Desde los beneficios más insignificantes hasta la mayor bendición, todo fluye por un único Canal: la mediación sobrehumana asperjada con la sangre cuyo valor supera todo cálculo porque era la vida de Dios en su Hijo.
Ahora bien, ninguna alma puede darle a Dios algo que ya no sea de él. Recuerden esto: «Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos». 1 Crónicas 29:14. Esto debe ser presentado delante de la gente dondequiera que vamos: que nosotros no poseemos nada, ni podemos ofrecer cosa alguna en valor, en obras, en fe, que no hayamos recibido primeramente de Dios y sobre lo cual él puede en cualquier momento poner su mano y decir: «Esto es mío: dádivas y bendiciones y dotes que yo te confié, no para enriquecerte, sino para que las uses sabiamente en beneficio del mundo» (Fe y obras, pp. 19-21).
Viernes 24 de octubre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 521-527 del capítulo “La caída de Jericó” en el libro Patriarcas y profetas de Elena de White.
Cuando la rebelión contra la autoridad de Dios surgió en el universo, solo existían dos opciones: Dios dejaría de ser lo que es de manera esencial, inmutable y eterna, y entregaría el liderazgo de todo el universo a una de sus criaturas rebeldes, o seguiría siendo el Padre santo, justo, amoroso y misericordioso de todo lo que existe. La Biblia presenta la segunda opción como la elegida por Dios y, en consecuencia, el inevitable choque entre su poder y las fuerzas del mal.
Cuando los poderes políticos o socio-históricos asociados a las fuerzas cósmicas caóticas y rebeldes manifestaron la misma actitud desafiante contra Dios, él, como Señor soberano del universo, intervino. La representación de Dios como guerrero se convierte en una prefiguración de esa victoria definitiva que pondrá fin al conflicto cósmico en curso entre el bien y el mal (Apoc. 20:8-10). Además, las guerras libradas por el antiguo Israel por orden de Dios no solo reflejaban el conflicto cósmico, sino que formaban parte de él, como una anticipación histórica del juicio de Dios al final de los tiempos.
“Dios les había dado el privilegio y el deber de entrar a la tierra en el tiempo que les señalara; pero debido a su negligencia voluntaria, se les había retirado ese permiso. […] No quería él que tomaran posesión de la tierra por medio de la guerra, sino mediante la estricta obediencia a sus mandatos” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 413, 414).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cómo te ayuda el trasfondo del conflicto cósmico a entender mejor el hecho de que el Señor ordenara a Israel ir a la guerra?
- Comparte en tu clase tus respuestas a la pregunta del lunes acerca de la realidad del gran conflicto y cómo se desarrolla en el mundo que nos rodea. ¿Cuál es nuestro papel en esta controversia y cómo procuramos cumplirlo?
- ¿Cómo podemos aplicar en nuestra vida espiritual el principio según el cual debemos permanecer quietos y esperar que el Señor luche por nosotros?
- En nuestras discusiones y desacuerdos ocasionales en la iglesia queremos a menudo saber quién está de nuestro lado. ¿Cómo deberíamos cambiar de actitud a la luz de Josué 5:13-15?
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