DIOS PELEA POR USTEDES
Sábado 25 de octubre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 15:16; Levítico 18:24–30; 2 Timoteo 4:1, 8; Éxodo 23:28–30; Deuteronomio 20:10, 15–18; Isaías 9:6.
PARA MEMORIZAR:
“Todos estos reyes y sus tierras tomó Josué de una vez, porque el Señor Dios de Israel peleaba por los israelitas” (Jos. 10:42).
El libro de Josué contiene algunas escenas inquietantes. El concepto de la guerra por orden de Dios –que un grupo de personas reciba y ejecute el mandato divino de destruir a otro– plantea serios interrogantes.
El tema de la guerra por orden divina en el Antiguo Testamento es desafiante. Dios aparece en el Antiguo Testamento como el Señor soberano del universo. Por lo tanto, todo lo que sucede debe, de alguna manera, estar relacionado con su voluntad, directa o indirectamente. En consecuencia, la pregunta: “¿Cómo puede Dios permitir estas cosas?” resulta inevitable. Vimos la semana pasada que Dios mismo está involucrado en un conflicto que es mucho mayor que cualquier guerra o batalla librada en la historia humana, un conflicto que impregna todos los aspectos de nuestras vidas. También vimos que los acontecimientos de la historia bíblica y secular solo pueden comprenderse plenamente a la luz de ese conflicto.
Esta semana continuaremos explorando la complejidad de las guerras aprobadas por Dios, las limitaciones y condiciones que las rigen, la visión final de la paz ofrecida por los profetas del Antiguo Testamento y las implicaciones espirituales de tales guerras.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Las naciones paganas habían mirado con oprobio al Señor y a su pueblo porque los hebreos no habían tomado posesión de Canaán, como lo esperaban, poco después de haber abandonado Egipto. Sus enemigos se habían regocijado porque Israel había errado tanto tiempo en el desierto, y habían declarado en son de burla que el Dios de los hebreos no podía introducirlos en la tierra prometida. Ahora el Señor había manifestado señaladamente su poder y favor al abrir el Jordán ante su pueblo, y sus enemigos ya no podían tenerlos en oprobio (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 5 19, 520).
La destrucción total de los habitantes de Jericó no fue sino el cumplimiento de las órdenes dadas previamente por medio de Moisés con respecto a las naciones de los habitantes de Canaán: «Del todo las destruirás». «De las ciudades de estos pueblos ninguna persona dejarás con vida». Deuteronomio 7:2; 20:16. Muchos consideran estos mandamientos como contrarios al espíritu de amor y de misericordia ordenado en otras partes de la Biblia; pero eran en verdad dictados por la sabiduría y bondad infinitas. Dios estaba por establecer a Israel en Canaán, para desarrollarlo en una nación y un gobierno que fuesen una manifestación de su reino en la tierra. No solo habían de ser los israelitas herederos de la religión verdadera, sino que habían de difundir sus principios por todos los ámbitos del mundo. Los cananeos se habían entregado al paganismo más vil y degradante; y era necesario limpiar la tierra de lo que con toda seguridad habría de impedir que se cumplieran los bondadosos propósitos de Dios.
A los habitantes de Canaán se les habían otorgado amplias oportunidades de arrepentirse. Cuarenta años antes, la apertura del mar Rojo y los juicios caídos sobre Egipto habían atestiguado el poder supremo del Dios de Israel. Y ahora la derrota de los reyes de Madián, Galaad y Basán, había recalcado aún más que Jehová superaba a todos los dioses. Los juicios que cayeron sobre Israel a causa de su participación en los ritos abominables de Baal-peor, habían demostrado cuán santo es el carácter de Jehová y cuánto aborrece la impureza. Los habitantes de Jericó conocían todos estos acontecimientos, y eran muchos los que, aunque se negaban a obedecerla, participaban de la convicción de Rahab, de que Jehová, el Dios de Israel, era «Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra». Como los antediluvianos, los cananeos vivían solo para blasfemar contra el Cielo y corromper la tierra, Tanto el amor como la justicia exigían la pronta ejecución de estos rebeldes contra Dios y enemigos del hombre (Historia de los patriarcas y profetas, p. 525).
Domingo 26 de octubre
LA INIQUIDAD DE LOS CANANEOS
Lee Génesis 15:16; Levítico 18:24-30; Deuteronomio 18:9-14 y Esdras 9:11. ¿Qué dicen estos textos acerca del plan más amplio de Dios al ofrecer la tierra de Canaán a los israelitas?
Génesis 15:16
16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.
Levítico 18:24-30
24 En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, 25 y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores. 26 Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros 27 (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); 28 no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros. 29 Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo. 30 Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios.
Deuteronomio 18:9-14
9 Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. 10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. 12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 13 Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. 14 Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.
Esdras 9:11
11 que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia.
Tenemos que mirar más allá del libro de Josué para entender completamente lo que significaba la iniquidad de las naciones que habitaban Canaán. Las prácticas aborrecibles de esas naciones, como el sacrificio de niños, la hechicería, la adivinación mediante la invocación a los muertos y el espiritismo, nos dan una pista (Deut. 18:9-12).
El descubrimiento de los antiguos textos de la ciudad-estado de Ugarit o Ras Shamra proporciona más información acerca de la religión y la sociedad cananeas, y demuestra que la condena de esta cultura no solo era comprensible, sino también justificada según las normas morales del Antiguo Testamento.
La religión cananea se basaba en la creencia de que los fenómenos naturales que aseguraban la fertilidad estaban controlados por las relaciones sexuales entre dioses y diosas. En consecuencia, concebían la actividad sexual de las deidades en términos de su propio comportamiento sexual humano y realizaban prácticas sexuales rituales para incitar a los dioses y diosas a hacer lo mismo. Este concepto dio lugar a la institución de la prostitución “sagrada”, en la que prostitutas y prostitutos participaban en ritos orgiásticos como parte de sus prácticas religiosas.
Una nación no puede elevarse a un nivel moral superior al de los dioses que adora. Como resultado del concepto que los cananeos tenían de sus deidades, no es de extrañar que sus prácticas religiosas incluyeran, por ejemplo, el sacrificio de niños, algo contra lo que advertía específicamente la Biblia.
La evidencia arqueológica confirma que los habitantes de Canaán sacrificaban regularmente a sus primogénitos como parte de la adoración a sus dioses, que eran en realidad demonios. Pequeños esqueletos aplastados, encontrados en grandes jarras con inscripciones cúlticas, dan testimonio de su degradante religión y de lo que significaba para muchos de sus hijos.
La erradicación de los cananeos, pues, no fue una ocurrencia tardía, algo que surgió a raíz de la decisión de Dios de entregar la tierra de Canaán a los israelitas. Dios concedió a los habitantes de Canaán un tiempo de gracia o misericordia adicional durante el cual tuvieron la oportunidad de conocer a Dios y su carácter por medio del testimonio de los patriarcas que vivieron entre ellos. Tuvieron la oportunidad, pero, obviamente, la desaprovecharon y siguieron con sus horribles prácticas hasta que el Señor finalmente tuvo que ponerles fin.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En la toma de Jericó, el poderoso General de los ejércitos planeó la batalla con tanta sencillez que ningún ser humano pudo atribuirse la gloria. Ninguna mano humana debía derribar los muros de la ciudad, no fuera que el hombre se atribuyera la gloria de la victoria. También hoy, ningún ser humano debe atribuirse la gloria del trabajo que lleve a cabo. Solo el Señor debe ser magnificado. ¡Oh, si los hombres comprendieran la necesidad de buscar a Dios para recibir instrucciones!
El Señor guio a sus ejércitos hacia la ciudad condenada; ninguna mano humana se alzó contra ella; las huestes del cielo derribaron sus muros para que solo el nombre de Dios pudiera tener la gloria. Era aquella la ciudad orgullosa cuyos poderosos baluartes habían aterrorizado a los espías incrédulos. Ahora con la captura de Jericó, Dios mostró a los hebreos que si hubieran confiado en él, sus padres podrían haber poseído la ciudad cuarenta años antes.
La debilidad de los hombres encontrará fuerza y ayuda sobrenaturales en cada conflicto severo para realizar las hazañas de la Omnipotencia, y la perseverancia en la fe y la perfecta confianza en Dios asegurarán el éxito. Mientras la antigua confederación del mal está organizada contra ellos, él les manda que sean valientes y fuertes y que luchen valerosamente porque tienen un cielo que ganar, y tienen en sus filas a Alguien que es más que un ángel, el poderoso General de los ejércitos que conduce los ejércitos del cielo. En ocasión de la toma de Jericó, ninguno de los ejércitos de Israel pudo alabarse de haber usado su fuerza finita para derribar los muros de la ciudad, sino que el Príncipe del ejército de Jehová planeó esa batalla con la mayor sencillez, para que el Señor solo recibiera la gloria y el hombre no se exaltara a sí mismo. Dios nos ha prometido todo poder; porque la promesa es para vosotros y vuestros hijos, y para todos los que están muy distantes, tantos como el Señor llame.
Debe haber una fe y una confianza continuas en el Capitán de nuestra salvación. Debemos obedecer sus órdenes. Las paredes de Jericó cayeron como resultado de obedecer órdenes (Conflicto y valor, 22 de abril, p. 118).
La suerte de Balaam se asemejó a la de Judas, y los caracteres de ambos son muy parecidos. Trataron de reunir el servicio de Dios y el de Mammón, y fracasaron completamente. Balaam reconocía al verdadero Dios y profesaba servirle; Judas creía en Cristo como el Mesías y se unió a sus discípulos. Pero Balaam esperaba usar el servicio de Jehová como escalera para alcanzar riquezas y honores mundanos; al fracasar en esto, tropezó, cayó y se perdió. Judas esperaba que su unión con Cristo le asegurase riquezas y elevación en aquel reino terrestre que, según creía, el Mesías estaba por establecer. El fracaso de sus esperanzas le empujó a la apostasía y a la perdición. Tanto Balaam como Judas recibieron mucha iluminación espiritual y ambos gozaron de grandes prerrogativas; pero un solo pecado que ellos abrigaban en su corazón, envenenó todo su carácter y causó su destrucción…
Un solo pecado que se conserve irá depravando el carácter, y sujetará al mal deseo todas sus facultades más nobles. La eliminación de una sola salvaguardia de la conciencia, la gratificación de un solo hábito pernicioso, una sola negligencia con respecto a los altos requerimientos del deber, quebrantan las defensas del alma y abren el camino a Satanás para que entre y nos extravíe. El único procedimiento seguro consiste en elevar diariamente con corazón sincero la oración que ofrecía David: «Sustenta mis pasos en tus caminos, porque mis pies no resbalen». Salmo 17:5 (Conflicto y valor, p. 114).
Lunes 27 de octubre
EL JUEZ SUPREMO
Lee Génesis 18:25; Salmo 7:11; 50:6; 82:1; 96:10; 2 Timoteo 4:1, 8. ¿Qué dicen estos versículos acerca del carácter moral de Dios? ¿Cómo nos ayuda su estatus como Juez del universo a entender la cuestión de la guerra por mandato divino?
Génesis 18:25
25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
Salmo 7:11
11 Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.
Salmo 50:6
6 Y los cielos declararán su justicia, Porque Dios es el juez. Selah
Salmo 82:1
1 Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga.
Salmo 96:10
10 Decid entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; Juzgará a los pueblos en justicia.
2 Timoteo 4:1, 8
1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
La santidad del carácter de Dios significa que no tolera el pecado. Aunque él es paciente, el pecado debe cosechar su consecuencia final, que es la muerte (Rom. 6:23). El Señor declaró la guerra al pecado sin importar dónde este se encontrara, ya fuera en Israel o entre los cananeos. El hecho de participar en guerras santas no santificaba a Israel ni a otras naciones (Deut. 9:4, 5; 12:29, 30), ni siquiera cuando estas eran usadas por Dios para ejecutar sus juicios contra su propio pueblo elegido. A diferencia de otros pueblos del antiguo Cercano Oriente, la guerra santa se volvió contra los israelitas cuando Dios no luchó por ellos sino contra ellos, permitiendo que sus enemigos los oprimieran (comparar con Jos. 7).
El concepto de guerra santa como parte de la conquista de Canaán solo puede entenderse si se contempla a la luz de la actividad de Dios como juez. Vistas así, las guerras de conquista del Israel de antaño adquieren un carácter completamente diferente. En contraste con las guerras imperialistas motivadas por el deseo de ensalzamiento propio, tan comunes en la antigüedad y en nuestros días, las guerras de Israel no estaban destinadas a alcanzar la gloria nacional, sino a establecer la justicia y la paz de Dios en la Tierra. Por lo tanto, en el centro de la comprensión de las guerras ordenadas por Dios estaban su gobierno y su soberanía, implícitos en su caracterización como guerrero, rey y juez.
Como guerrero y juez, Dios se compromete a implementar, estabilizar y mantener el imperio de la ley, que es el reflejo de su carácter. La imagen de Dios como guerrero, similar a la de juez y rey, afirma que él no tolerará para siempre la rebelión contra su orden establecido. Por lo tanto, se puede afirmar que el objetivo de la actividad de Dios nunca es la guerra ni la victoria en sí, sino el restablecimiento de la justicia y la paz. En definitiva, hacer la guerra y juzgar o impartir justicia son una misma cosa si Dios es el sujeto de la acción.
Reflexiona acerca de Dios como juez justo que no puede ser sobornado ni influido para actuar de manera parcial. ¿Cómo armoniza con el evangelio un Dios que no tolera indefinidamente el pecado, la opresión, el sufrimiento de los inocentes y la explotación de los oprimidos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Tenemos un enemigo poderoso, y no solo odia a todo ser humano hecho a imagen de Dios, sino que con la más encarnizada enemistad odia a Dios y a su Hijo unigénito Jesucristo. Cuando los hombres se entregan para ser esclavos de Satanás, él no manifiesta hacia ellos la enemistad que manifiesta hacia los que llevan el nombre de Cristo y se entregan al servicio de Dios. Los odia con un odio mortal. Sabe que puede contristar a Jesús poniéndolos bajo el poder de sus engaños, hiriéndolos, debilitando su fe, haciéndolos incapaces de prestar a Dios el servicio que se les exige bajo su Capitán Jesucristo. Satanás permitirá cierto grado de descanso a los que están atados como esclavos a su carro, porque son sus cautivos voluntarios; pero su enemistad se despierta cuando el mensaje de misericordia llega a sus esclavos, y estos procuran zafarse de su poder a fin de seguir al verdadero Pastor. Entonces es cuando él procura atarlos con cadenas adicionales para mantenerlos en su cautiverio. El conflicto entre el alma y Satanás comienza cuando el cautivo empieza a tirar de la cadena y anhela ser libre; porque es entonces cuando el agente humano empieza a cooperar con las inteligencias celestiales, cuando la fe se aferra a Cristo. Entonces es cuando el Más Fuerte que el hombre fuerte armado es el ayudador del alma, y el pobre cautivo es fortalecido por el Espíritu Santo para obtener su libertad.
Dios tiene un amor profundo y ferviente por cada miembro de la familia humana; ninguno es olvidado, ninguno es dejado indefenso y engañado para ser vencido por el enemigo. Si los que se han alistado en el ejército de Cristo se visten con toda la armadura de Dios y la usan, estarán a prueba de todos los asaltos del enemigo. Aquellos que realmente desean ser enseñados por Dios y andar en sus caminos tienen la promesa segura de que, si sienten su falta de sabiduría y le piden a Dios, él les dará abundantemente y no los reprenderá. El apóstol dice: «Pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos». Santiago 1:6-8. Dios garantiza cada promesa, y no podemos deshonrarlo más que cuando cuestionamos y dudamos, cuando pedimos y no creemos, y cuando hablamos de duda. Si no recibís inmediatamente lo que habéis pedido, ¿seguiréis en la hosquedad y la incredulidad? Creed; creed que Dios hará exactamente lo que ha prometido. Mantened vuestras oraciones ascendentes, y velad, trabajad y esperad. Pelead la buena batalla de la fe. Decid a vuestro corazón: «Dios me ha invitado a venir. El ha escuchado mi oración. Ha empeñado su palabra de que me recibirá, y cumplirá su promesa. Puedo confiar en Dios, porque tanto me amó que dio a su Hijo unigénito para que muriera por mí. El Hijo de Dios es mi Redentor». «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». Mateo 7:7. «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» Lucas 11:13 (Fundamentals of Christian Education, p. 299).
Martes 28 de octubre
¿DESPOJAR O ANIQUILAR?
Compara Éxodo 23:28-30; 33:2; 34:11; Números 33:52 y Deuteronomio 7:20 con Éxodo 34:13 y Deuteronomio 7:5; 9:3; 12:2, 3; 31:3, 4. ¿Qué revelan estos textos acerca del propósito de la conquista y los alcances de la destrucción?
Éxodo 23:28-30
28 Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti. 29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. 30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.
Éxodo 33:2
2 y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo
Éxodo 34:11
11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.
Números 33:52
52 echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos;
Deuteronomio 7:20
20 También enviará Jehová tu Dios avispas sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren escondido de delante de ti.
Éxodo 34:13
13 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.
Deuteronomio 7:5
5 Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego.
Deuteronomio 9:3
3 Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho.
Deuteronomio 12:2-3
2 Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso. 3 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar.
Deuteronomio 31:3-4
3 Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. 4 Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó.
El propósito original de Dios para los cananeos no era que fueran aniquilados, sino desposeídos. Los pasajes que describen la forma en que Israel tuvo que involucrarse en las batallas de la conquista utilizan términos que hablan de la desposesión, expulsión y dispersión de los habitantes de la Tierra Prometida. Los términos del segundo grupo de textos, los que expresan destrucción y tienen a Israel como sujeto de la acción, se refieren sobre todo a objetos inanimados, como artículos de culto pagano y utensilios. Evidentemente, los lugares de culto pagano y los altares constituían los principales centros de la religión cananea.
La guerra santa estaba orientada principalmente hacia la cultura y la sociedad corruptas de Canaán. Para evitar la contaminación, Israel tuvo que destruir todos los elementos que propagaban la corrupción. Sin embargo, los habitantes de Canaán, y quienes reconocieron a título individual la soberanía de Dios antes de la conquista o incluso en el transcurso de ella, pudieron escapar mediante la migración (Jos. 2:9-14; comparar con Jue. 1:24-26). La única parte de la población cananea condenada a la destrucción fue la que se recluyó en las ciudades fortificadas, continuó rebelándose obstinadamente contra el plan de Dios para los israelitas y endureció su corazón (Jos. 11:19, 20).
Sin embargo, esto plantea una pregunta: si el propósito inicial de conquistar Canaán era expulsar a los habitantes de la tierra y no aniquilarlos, ¿por qué los israelitas tuvieron que matar a tantas personas?
El análisis de los textos bíblicos relacionados con la conquista de Canaán revela que su intención original era dispersar a la población cananea. Sin embargo, la mayoría de los cananeos, al igual que el faraón de Egipto, endurecieron sus corazones y se aferraron a su cultura hasta el punto de que fueron destruidos con esta.
¿Qué elementos y hábitos deben ser desarraigados de tu carácter?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La ciudad de Jericó estaba entregada a la idolatría más extravagante. Los habitantes eran muy ricos, pero todas las riquezas que Dios les había dado las consideraban como el don de sus dioses. Tenían oro y plata en abundancia; pero, como el pueblo antediluviano, eran corruptos y blasfemos, e insultaban y provocaban al Dios del cielo mediante sus obras malvadas. Los juicios de Dios se despertaron contra Jericó, que era una fortaleza. Pero el mismo Capitán de la hueste del Señor vino del Cielo para dirigir a los ejércitos celestiales en un ataque a la ciudad. Ángeles de Dios asieron las masivas murallas y las derribaron. Dios había dicho que la ciudad de Jericó debía ser maldita y que todos deberían perecer excepto Rahab y su familia. Se debía salvar a estos por el favor que Rahab había hecho a los mensajeros del Señor (Testimonios para la Iglesia, t. 3, p. 292).
¿Cómo endurece el Señor los corazones de los hombres? De la misma manera en que fue endurecido el corazón de Faraón. Dios envió a este rey un mensaje de advertencia y misericordia, pero él se negó a reconocer al Dios del cielo y no quiso obedecer sus mandamientos. Preguntó: «¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?»
El Señor le dio evidencia de su poder realizando señales y milagros delante de él. El gran Yo Soy familiarizó a Faraón con sus obras maravillosas, mostrándole que era el gobernante de cielo y tierra, pero el rey eligió desafiar al Dios del cielo. No consintió en humillar su empecinado corazón ni aun delante del Rey de reyes, para poder recibir la luz; estaba determinado a seguir su propio camino, llevando hasta lo último su rebelión. Eligió hacer su propia voluntad, y puso a un lado el mandato de Dios, y la misma evidencia de que Jehová estaba sobre todos los dioses de las naciones, sobre todos los sabios y magos, solo sirvió para cegar su mente y endurecer su corazón.
Si Faraón hubiera aceptado la evidencia del poder de Dios dada en la primera plaga, se hubiera ahorrado todos los juicios que siguieron. Pero su marcada tozudez pedía aún mayores demostraciones del poder de Dios, y las plagas cayeron una tras otra hasta que finalmente fue llamado a mirar el rostro sin vida de su propio primogénito y de los de su raza, mientras que los hijos de Israel, a quienes él tenía como esclavos, no sufrieron daño de las plagas, ni fueron tocados por el ángel destructor. Dios mostró sobre quiénes descansaba su favor, quiénes constituían su pueblo.
Cada evidencia adicional del poder de Dios que el monarca egipcio resistía, lo conducía a desafiar a Dios con más fuerza y persistencia… Este caso es una ilustración clara del pecado contra el Espíritu Santo. «Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». Gradualmente el Señor retiró su Espíritu. Al quitar su poder refrendador, el rey quedó a merced del peor de los tiranos: el yo (Conflicto y valor, p. 89).
Miércoles 29 de octubre
LIBRE ELECCIÓN
Lee Deuteronomio 20:10, 15-18; 13:12-18 y Josué 10:40. ¿Cómo iluminan estos mandatos de Dios acerca de la guerra y de cómo debía proceder Israel con las naciones idólatras la orden divina de destruir completamente a algunos de esos pueblos?
Deuteronomio 20:10, 15-18
10 Cuando te acerques a una ciudad para combatirla, le intimarás la paz.
15 Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. 16 Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, 17 sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; 18 para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios.
Deuteronomio 13:12-18
12 Si oyeres que se dice de alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, 13 que han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los moradores de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no conocisteis; 14 tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en medio de ti, 15 irremisiblemente herirás a filo de espada a los moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y también matarás sus ganados a filo de espada. 16 Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. 17 Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres, 18 cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios.
Josué 10:40
40 Hirió, pues, Josué toda la región de las montañas, del Neguev, de los llanos y de las laderas, y a todos sus reyes, sin dejar nada; todo lo que tenía vida lo mató, como Jehová Dios de Israel se lo había mandado.
El texto hebreo utiliza un término especial para describir la destrucción de personas en la guerra: herem. Esta palabra se refiere a lo que está “prohibido”, “condenado” o “dedicado a la aniquilación”. En la mayoría de las ocasiones, ese vocablo designa la colocación completa e irrevocable de personas, animales u objetos inanimados en el dominio exclusivo de Dios, lo que en un contexto bélico implicaba, en la mayoría de los casos, su destrucción. El concepto y la práctica del herem como erradicación total de un pueblo en la guerra deben entenderse a la luz del conflicto de Dios con las fuerzas cósmicas del mal, en el que están en juego su carácter y reputación.
La neutralidad no es posible desde que el pecado apareció en el mundo. Solo se puede estar de parte de Dios o contra él. Lo primero conduce a la vida eterna; la otra opción, a la muerte eterna.
La destrucción total representaba el juicio justo de Dios contra el pecado y el mal. Dios delegó en su pueblo escogido, el antiguo Israel, y en un momento especial de la historia, la toma de posesión de la Tierra Prometida, la ejecución de sus juicios. La consagración de algo a la destrucción estaba bajo su estricto control teocrático, limitado al período de la conquista y al área geográfica bien definida de la antigua Canaán. Como vimos en el estudio de ayer, quienes estaban consignados a la destrucción se rebelaron constantemente contra los propósitos de Dios, y los desafiaron, sin demostrar nunca un genuino arrepentimiento. Por lo tanto, la decisión de Dios de destruirlos no fue arbitraria ni nacionalista.
Además, Israel recibiría el mismo trato si decidía adoptar el estilo de vida de los cananeos (comparar con Deut. 13). Aunque parezca que los grupos situados a ambos lados de la guerra divina estaban predefinidos (los israelitas heredarían la tierra y los cananeos serían destruidos), los roles podían revertirse, como veremos en los casos de Rahab, Acán y los gabaonitas.
Las personas no estaban ni protegidas ni destinadas arbitrariamente a la destrucción. Quienes se beneficiaban de una relación con el Señor podían perder su estatus privilegiado si incurrían en rebelión, mientras que aquellos sobre quienes pesaba un decreto divino de destrucción podían someterse a la autoridad de Dios y vivir.
¿Qué implicaciones espirituales tiene la actitud desafiante de los cananeos para con Dios en nuestro contexto actual? Es decir, ¿qué consecuencias tienen para nosotros las decisiones que tomamos libremente?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El primer intento por derribar la ley de Dios, hecho entre los inmaculados habitantes del cielo pareció por algún tiempo coronado de éxito. Un inmenso número de ángeles fue seducido; pero el aparente triunfo de Satanás se convirtió en derrota y pérdida, y determinó su separación de Dios y su destierro del cielo.
Cuando se renovó el conflicto en la tierra, Satanás volvió a ganar una aparente ventaja. Por la transgresión, el hombre llegó a ser su cautivo, y el reino del hombre cayó en manos del jefe de los rebeldes. Pareció que Satanás tendría libertad para establecer un reino independiente y para desafiar la autoridad de Dios y de su Hijo. Pero el plan de la redención hizo posible que el hombre volviera a la armonía con Dios y a acatar su ley; y que tanto la tierra como el hombre pudieran ser finalmente redimidos del poder del diablo.
Otra vez quedaba derrotado Satanás, y otra vez recurrió al engaño, esperando transformar su derrota en victoria. Para incitar la rebelión de la raza caída, hizo aparecer a Dios como injusto por haber permitido que el hombre violara su ley. Dijo el artero tentador: «Si Dios sabía cuál iba a ser el resultado, ¿por qué permitió que el hombre fuese probado, que pecara, e introdujera la desgracia y la muerte?» Y los hijos de Adán, olvidando la paciente misericordia, gracias a la cual se le ha otorgado al hombre otra oportunidad, sin pensar en el tremendo y asombroso sacrificio que su rebelión costaba al Rey del cielo, prestaron oídos al tentador y murmuraron contra el único Ser que podría salvarlos del poder de Satanás.
Millares de personas repiten hoy la misma rebelde queja contra Dios. No comprenden que al quitarle al hombre la libertad de elegir, le roban su prerrogativa como ser racional y le convierten en un mero autómata. No es el propósito de Dios forzar la voluntad de nadie. El hombre fue creado moralmente libre. Como los habitantes de todos los otros mundos, debe ser sometido a la prueba de la obediencia; pero nunca se le coloca en una situación en la cual se halle obligado a ceder al mal. No puede sobrevenirle tentación o prueba alguna que no sea capaz de resistir. Dios tomó medidas tales, que nunca tuvo el hombre que ser necesariamente derrotado en su conflicto con Satanás (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 342, 343).
Jueves 30 de octubre
EL PRÍNCIPE DE PAZ
¿Cómo describen los siguientes textos el futuro que Dios había previsto para su pueblo? Isaías 9:6; 11:1-5; 60:17; Oseas 2:18; Miqueas 4:3.
Isaías 9:6
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Isaías 11:1-5
1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
Isaías 60:17
17 En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores.
Oseas 2:18
18 En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura.
Miqueas 4:3
3 Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra.
Aunque el tema principal de la lección de esta semana son las guerras del Antiguo Testamento, encomendadas por Dios y asistidas por él, debemos mencionar la presencia de otro tema igualmente significativo en los escritos proféticos del Antiguo Testamento: la visión futura de la era mesiánica, caracterizada por la paz. El Mesías es descrito como el “Príncipe de paz” (Isa. 9:6), quien establecerá un reino en el que el león y el cordero pastarán juntos (Isa. 11:1-8), donde no habrá destrucción ni daño (Isa. 11:9), donde la paz reinará (Isa. 60:17) y fluirá como un río (Isa. 66:12).
Lee 2 Reyes 6:16-23. ¿Qué revelaciones ofrece esta historia acerca de los propósitos más profundos de Dios para su pueblo y la humanidad?
2 Reyes 6:16-23
16 Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18 Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo. 19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guio a Samaria. 20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de estos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria. 21 Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío? 22 Él le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores. 23 Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.
Consideremos la historia de la alimentación del ejército sirio por iniciativa de Eliseo. En lugar de masacrarlos (2 Rey. 6:22), les mostró el ideal supremo de la paz, que siempre ha sido el deseo de Dios para su pueblo. Es interesante observar que Eliseo era plenamente consciente de la superioridad del ejército invisible que rodeaba al enemigo (2 Rey. 6:17). Dios está implicado en un conflicto cósmico que también ha afectado a nuestro planeta, pero el objetivo final de la redención no es un conflicto perpetuo, ni siquiera una subyugación eterna del enemigo en un estado de esclavitud, sino la paz eterna. Así como la violencia engendra violencia (Mat. 26:52), la paz engendra paz. El relato concluye afirmando que “las cuadrillas de Siria no volvieron más a la tierra de Israel” (2 Rey. 6:23).
Piensa en maneras de emular a Jesús y actuar como agente de paz. Si estás atravesando algún conflicto, ¿cómo puedes ser un instrumento de paz y no de discordia?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dondequiera que se emplee el poder del intelecto, de la autoridad o de la fuerza, y no se manifieste la presencia del amor, los afectos y la voluntad de aquellos a quienes procuramos alcanzar asumen una actitud defensiva y rebelde, y se refuerza su resistencia. Jesús fue el Príncipe de paz. Vino al mundo para poner en sujeción a sí mismo la resistencia y la autoridad. Podía disponer de sabiduría y fuerza, pero los medios que empleó para vencer el mal, fueron la sabiduría y el poder del amor…
«Todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos». Mateo 7:12. Como fruto de una conducta tal se verán resultados bienaventurados. «Con la misma medida que midiereis, os será vuelto a medir». Lucas 6:38. Estos son los poderosos motivos que deben constreñirnos a amarnos unos a otros con corazón puro y con fervor. Cristo es nuestro ejemplo. Él anduvo haciendo bienes. Vivió para beneficiar a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones. No se nos ordena que nos hagamos a nosotros mismos lo que desearíamos que otros hiciesen con nosotros; debemos hacer a otros lo que quisiéramos que ellos nos hiciesen en iguales circunstancias. Siempre se nos vuelve a aplicar la medida con que medimos… El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de cualquier otro principio de acción…
En Jesús usted puede amar con fervor, con sinceridad. Este amor puede aumentar su profundidad y expandirse hasta el infinito… El amor a Dios asegurará el amor al prójimo, y usted se dedicará a los deberes de la vida con interés profundo y abnegado. Los principios puros constituirán el fundamento de sus acciones. La paz interior conducirá aun sus pensamientos hacia corrientes más saludables…
La paz mental, que es el resultado de las acciones y los motivos puros y santos, le dará un tono de vigor y libertad a todos los órganos del cuerpo. La paz interior y una conciencia desprovista de ofensas a Dios, vivificará y vigorizará el intelecto, como el rocío que se derrama sobre las tiernas plantas… Las meditaciones son placenteras porque están santificadas. La serenidad mental que usted puede poseer será una bendición para todos los que se relacionan con usted. Esta paz y esta calma llegarán a ser naturales con el tiempo, y reflejarán sus preciosos rayos sobre todos los que la rodean, para volver de nuevo a reflejarse sobre usted.
Mientras más guste de esta paz celestial y de esta serenidad de la mente, más aumentarán. Es un placer animado y viviente que no sume todas las energías morales en un estupor, sino que las despierta para llevar a cabo una actividad mayor. La paz perfecta es un atributo del Cielo que los ángeles poseen (Exaltad a Jesús, 21 de marzo, p. 88).
Viernes 31 de octubre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 523-527 del capítulo “La caída de Jericó” en el libro Patriarcas y profetas de Elena de White.
Como en el caso de todo contenido bíblico, conocer el contexto y los antecedentes de algo resulta crucial. Según hemos visto, el conflicto cósmico y la figura de Dios como juez son cruciales para entender las guerras libradas por el pueblo de Dios contra los cananeos.
“Dios es lento para la ira. Dio un tiempo de gracia a las naciones impías para que pudieran llegar a familiarizarse con él y su carácter. De acuerdo con la luz dada fue su condenación, porque rehusaron recibir la luz y eligieron sus propios caminos antes que los caminos de Dios. Dios dio la razón por la cual no desposeyó inmediatamente a los cananeos. No se había colmado la iniquidad de los amorreos. Debido a su iniquidad, gradualmente se estaban colocando en el punto en que no podría actuar más la tolerancia de Dios, y serían exterminados. Hasta que no se llegara a este punto y se colmara su iniquidad, se pospondría la venganza de Dios. Todas las naciones tuvieron un período de tiempo de gracia. Las que invalidaron la Ley de Dios se hundieron más y más en la impiedad. Los hijos heredaron el espíritu rebelde de sus padres y se portaron peor que ellos, hasta que los alcanzó la ira de Dios. El castigo no fue menor por haber sido postergado” (Comentarios de Elena de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 2, p. 999).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Qué implica el hecho de que Dios sea nuestro Juez y el Juez supremo del universo? ¿Por qué ese hecho es fundamental para el Evangelio y para nuestra salvación?
- ¿Cómo ilustra el caso de los cananeos la paciencia y la justicia de Dios? ¿Cómo podríamos reflejar el carácter de Dios en nuestra manera de relacionarnos con nuestros semejantes?
- Reflexiona acerca de la naturaleza fundamental del libre albedrío. ¿Por qué respeta Dios nuestra libertad de elección? ¿Qué relación existe entre el amor y la libertad de elección?
- El Antiguo Testamento contiene muchas historias de guerras y conflictos, pero anuncia el establecimiento final de la paz. ¿Qué papel deben desempeñar los cristianos para establecer la paz en su entorno?
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