«ELENA G. DE WHITE: ¿PROFETA O PLAGIARIA? «
Director, Centro White de la Universidad de Andrews,
Hace aproximadamente veinte años, muchos Adventistas se sintieron
conmovidos por las demandas de un pastor Adventista del Séptimo día
de que la Sra. White había plagiado sus escritos de otros. En un
libro que publicó después, el pastor colocó pasajes de sus escrituras
en columnas paralelas con obras anteriores de otros autores,
reclamando que ella había «copiado» sus escritos y que por
consiguiente sus demandas de haber recibido su instrucción de Dios
eran una mentira.
Los resultados fueron devastadores para la fe de algunos. La gente se
deshizo de sus libros de Elena G.de White mediante ventas en «feria
de las pulgas» y cubos de la basura. Algunos dejaron la iglesia
Adventista del Séptimo día, en tanto otros se quedaron pero se
enorgullecían en rechazar algunas de sus enseñanzas y prácticas que
Elena G.de White había respaldado fuertemente. Incluso aquellos que
no abandonaron su fe en sus escritos, estaban en algunos casos,
intranquilos e inciertos sobre los cargos. Los efectos de esta
controversia permanecen hasta nuestros días.
No es el Primero.
Aunque tales demandas eran nuevas para muchos hace veinte años, el
pastor que las popularizó no fue el primero en haberlas hecho. Tan
sólo unos años antes, en los años setenta, un historiador Adventista
había escrito un libro que examina el involucramiento de la
Sra.White en aspectos de salud. Él concluyó, entre otras cosas, que
sus consejos de salud no eran nuevos o únicos. Ella los había sacado
de otros, él dijo, a pesar de sus demandas de haberlos recibido en
visión. (Los Fideicomisarios de Elena G.de White prepararon una
respuesta detallada a su libro, casi punto por punto .)
Durante años varias personas dentro y fuera de la iglesia han puesto
en marcha demandas similares. El más influyente de los críticos de
Elena G.de White fue probablemente Dudley M. Canright, un prominente
pastor y evangelista en nuestros primeros años . Después de retirarse
del ministerio cuatro veces en duda y desaliento, regresando cada
vez, Canright finalmente dejó el ministerio y la iglesia en 1887. En
1889 él publicó un libro contra las enseñanzas Adventistas del
Séptimo día , y en 1919, el año de su propia muerte y cuatro años
después de la de ella, se publicó su libro contra la Sra. White .
Prominente entre sus imputaciones estaba que la Sra. White había
copiado los trabajos de otros.
Pero el interés en este tema incluso antecede a las demandas de
Canright. En la Review & Herald del 8 de octubre de 1867, la Sra.
White responde a la pregunta, «¿usted recibió sus visiones sobre la
reforma pro salud antes de visitar el Instituto de Salud (operado por
no adventistas) ubicado en Dansville, Nueva York, o antes de que
usted hubiera leído trabajos sobre el tema? «. La Sra. White
contestó que ella había recibido de hecho primero sus visiones, pero
la pregunta implicó la otra posibilidad -que la fuente de su
instrucción pudiese haber sido humana en lugar de divina.
¿Cómo un profeta transmite los mensajes de Dios? ¿Fue honesta la
Sra. White al describir cómo ella los transmitió, considerando
particularmente su uso de fuentes? ¿Obtuvo ella sus mensajes de
otras personas y reclamó que eran de Dios? Estas preguntas merecen
una mirada cuidadosa.
¿CÓMO UN PROFETA TRANSMITE LOS MENSAJES DE DIOS?
Muchas personas parecen creer que un profeta que recibe instrucción
de Dios lo entrega exactamente como Dios se lo dio, sin referencia a
otros materiales de cualquier tipo. Algunos en el mundo evangélico
creen que Dios incluso le dio al profeta las palabras exactas en que
hablar y escribir los mensajes. Ellos ven al profeta como un
secretario pasivo que meramente transcribió las palabras del Espíritu
Santo. En tanto los Adventistas del Séptimo día nunca han adoptado
ese punto de vista, habiendo de hecho seguido el registro hasta un
Congreso de la Asociación General en contra de éste punto ya en
1883, (1) algunos miembros de iglesia pueden sostener tal punto de
vista, quizás sin realmente haberlo pensado bien.
Claramente, en tanto los escritores de la Biblia recibieron sus
mensajes de Dios, ellos no recibieron típicamente la redacción deÉl, o una redacción esperada para que todos se parecieran bastante.
Nosotros podemos fácilmente
diferenciar las cartas de Juan de las epístolas de Pablo, sólo por el
estilo y vocabulario. Sus propias mentes están en el trabajo,
ideando y formando sus mensajes inspirados por Dios en las palabras
de su propia elección.
Además, los escritores de la Biblia pidieron prestado el idioma entre
si e incluso de autores no bíblicos para hacer hincapié en los
puntos que ellos deseaban. (2) Y nosotros notamos que los primeros
tres escritores del evangelio tienen
mucho material en común, algunos de ellos -pero no todos-utilizando
exactamente las mismas palabras . Estas cosas sugieren que la
redacción no viene de Dios, y que los escritores de la Biblia eran
libres de utilizar palabras no sólo de otros escritores inspirados,
sino incluso de autores comunes, para transmitir los mensajes que
ellos fueron inspirados a decir.
Recogiendo y Seleccionando.
Lo que es más, en la introducción a su evangelio, Lucas nos dice que él recogió sus hechos de aquellos que «desde el principio eran
testigos» y quienes «lo entregaron a nosotros» (1:1-4). En este caso,
la inspiración le ayudó a que él seleccionara la información
proporcionada por otros , y con precisión pusiera por escrito la
información sobre Jesús que Dios quiso que fuese entregada.
A la luz de estos ejemplos de las Escrituras de cómo la inspiración
trabaja, ¿sobre qué base nosotros podemos insistir, como el pastor
crítico de Elena G.de White parece hacer, de que si el material no es
original para el profeta, si muestra cualquier relación a escritos
anteriores, el uso que el profeta hace de èl no es por lo tanto
inspirado?. En base a lo que
encontramos en la Escritura, nosotros debemos concluir que la
originalidad no es una prueba de inspiración.
De bastante interés, este mismo punto aparece en un libro que Elena
G.de White poseyó y valoró, uno que fue escrito durante su niñez. La
introducción al libro, El Gran Maestro, por John Harris, contiene
esta declaración:
Originalidad imposible. «Suponga por ejemplo, que un profeta
inspirado se aparece en la iglesia, para agregar un suplemento a los
libros canónicos,-qué Babel de opiniones encontraría que existe sobre
casi cada aspecto teológico! -y cuan altamente probable es que su
ministerio consistiría, o parecería consistir, en la mera selección
y ratificación de aquellas opiniones que estén en concordancia con
la mente de Dios. La originalidad absoluta parecería ser casi
imposible. La mente inventiva de hombre ya ha dado forma a opiniones
especulativas en casi cada forma concebible; anticipando y robando al
futurode su proporción justa de novedades; y dejando muy poco más,
incluso a un
mensajero divino, sino que el oficio de tomar algunas de estas
opiniones, e impresionándolos con el sello del cielo». (3)
El Congreso de1883 de la Asociación General dejó registrada la
creencia de nuestros pioneros: «Nosotros creemos que la luz dada por
Dios a Sus siervos es mediante el esclarecimiento de la mente,
impartiendo así los pensamientos, y
no (excepto en casos excepcionales) las mismas palabras en que las
ideas deben ser expresadas».(4) Las palabras precisas, entonces, no
eran el centro. Ellos buscaban cuidadosamente el pensamiento que se
estaba expresando. Si las palabras entregaran oportunamente el
pensamiento , no se hacía mayor asunto en esas circunstancias si el
(la)profeta los había pensado o los había adaptado de algún otro
autor que había expresado bien las materias.
¿FUE HONESTA LA SRA.WHITE AL DESCRIBIR CÓMO ELLA TRANSMITIO SUS
MENSAJES, SOBRE TODO ACERCA DE SU USO DE FUENTES?
En respuesta a otra pregunta en el mismo artículo de la Review
(Revista Adventista en inglés) referido precedentemente, la Sra.
White escribió, «Aunque yo soy tan dependiente del Espíritu del Señor
al escribir mis visiones como en recibirlas, sin embargo las palabras
que yo empleo en describir lo que he visto son mías, a menos de que
sean aquellas dichas directamente por un ángel, las cuales siempre
encierro entre comillas de cita» El pastor que acusó a la Sra. White
de copiar , volvió esta declaración contra ella, reclamando que las
palabras no eran «suyas» sino tomados de escritos de otras personas.
Él cuestionó su honestidad en informar cómo ella trabajaba.
Lo que ella sostuvo .
Pero en el contexto, la Sra. White no estaba sosteniendo
originalidad sino responsabilidad. La pregunta a la que ella estaba
contestando tenía que ver con supuestos conflictos entre sus
descripciones del largo en la Reforma del vestido que ella había
visto en visión. En respuesta, ella observó que nunca se le había
dado la longitud del vestido en pulgadas ni en ningún otro término
que ella había utilizado para describirlo. Le había sido mostrado el
vestido pero se le dejó a ella describir su longitud en palabras de
su propia elección. Esto es lo que ella quiso decir con «Las
palabras son mías.»
Así entonces, en el cumplimiento de su responsabilidad de traspasar
los conceptos que Dios le había dado,¿tomó a veces la Sra. White
palabras y expresiones de otros, aún sin dar el crédito? Sí, ella lo
hizo. Y ella no hizo ningún secreto de ello. De hecho, ella lo
declaró llanamente en la introducción a uno sus libros de mayor
circulación, El gran conflicto, y dio sus razones para hacerlo:
«Los grandes acontecimientos que marcaron los pasos de reforma que se
dieron en siglos pasados, son hechos históricos harto conocidos y
universalmente aceptados, que nadie puede negar. Esa historia la he
presentado brevemente , de acuerdo con el fin y objeto de este libro
y con la concisión que necesariamente debe observarse, condensando
los hechos en forma compatible con una clara inteligencia de las
enseñanzas consiguientes. En algunos casos cuando he encontrado que
un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas
un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma
conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos
escritores como autoridades sino porque sus palabras resumían
adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de
quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me
he valido de forma similar de las obras que han publicado.» (pp.12 y
13, Conflicto cósmico, ACES, 1985)
La Práctica de Wesley.
John Wesley, el fundador del siglo 18 del Metodismo (en el que Elena
G.de White creció ), describió su propio práctica en la
documentación de sus fuentes. «Hubo una duda en mí durante algún
tiempo», Wesley escribió, «si yo debiera adjuntar a cada nota que
recibo el nombre del autor de quien fue tomada; sobre todo
considerando que yo había transcrito algunas, y resumido muchas más,
casi en las palabras del autor. Pero luego de considerarlo, resolví
no nombrar a ninguno, así nada podría desviar la mente del lector
mantenerse cerca del punto de vista, recibiendo lo que se hablaba,
sólo según su propio valor intrínseco «.(5)
El punto de vista de Elena G.de White parece similar a Wesley. Su
interés primario fue que las personas entendieran su mensaje. Ella no
sentía ninguna necesidad de citar a otros escritores «como
autoridad.» Lo que ellos habían escrito simplemente podría servir
como «una presentación ya preparada y eficaz del asunto.» Para
ponerlo en las palabras de Wesley, ella no quiso nada que «desviara
la mente del lector de mantenerse cerca del punto de vista.»
Las normas de la época.
¿Era tal práctica aceptable en los días de la Sra. White? Sí. Uno de
nuestros editores del Comentario Bíblico encontró que era una
práctica común entre los autores religiosos del siglo 19. «Mientras
editábamos el Comentario Bíblico Adventista», él escribió, «tuve
ocasión de comparar treinta comentarios bíblicos del siglo diecinueve
sobre 1a de Corintios. La primera cosa que yo noté fue hasta que
punto éstos escritores del siglo diecinueve, muchos de ellos bien
conocidos y respetados, se copiaron cantidades significativas de
material entre si sin dar crédito una sola vez. Concluí que laséticas literarias del siglo diecinueve, incluso entre los mejores
escritores , aceptaban, o por lo menos no hacían cuestionamientos
serios, respecto del generoso préstamo literario sin dar crédito.
Elena G.de White reconoció francamente el pedir prestado de varios
escritores históricos en el proceso de escribir El Gran Conflicto, a
veces con y a veces sin crédito. No es justo juzgar a un escritor del
siglo diecinueve por nuestras normas de hoy. Debemos juzgarlos por
sus normas y prácticas aceptadas de sus propios días».(6)
El hijo de Elena G.de White y principal auxiliar en la última parte
de su vida, William C. White, informó que Dios le reveló a ella que
en los escritos de otros ella encontraría la verdad expresada en una
manera aceptable que le ayudaría a traspasar los mensajes que se le
habían dado. «En su experiencia temprana cuando ella estuvo
penosamente angustiada por la dificultad de poner en idioma humano
las revelaciones de verdades que le habían sido impartidas, se le
recordó el hecho que toda la sabiduría y el conocimiento viene de
Dios y se le aseguró que Dios le daría gracia y guía. Se le dijo que
en la lectura de libros religiosos y periódicos, ella encontraría
gemas preciosas de verdad expresadas en lenguaje aceptable, y que se
le daría ayuda del cielo para reconocer éstas y separarlas de la
basura de error con que a veces las encontraría asociadas». (7)
Esta habilidad de distinguir la verdad del error nos trae a nuestro
punto siguiente y al testimonio de un científico no adventista.
La pregunta clave se reduce a esto:
¿RECIBIÓ LA SRA. WHITE SU MENSAJE DE OTRAS PERSONAS Y LUEGO SOSTIENE
QUE VINO DE DIOS?
El Dr. Clive McCay, una renombrada autoridad en nutrición medio
siglo después de los días de la Sra. White, dijo que usted no puede
responder tan fácilmente a esto por lo que ella escribió. El Dr.
McCay, un Unitario que enseñó historia de la nutrición en la
Universidad de Cornell, recibió una copia del libro Counsels on Diet
and Foods (Consejos sobre el régimen alimenticio) de un estudiante
graduado Adventista. Él se sorprendió de lo que leyó allí, cada
declaración identificada por el año de su publicación. Para cada año
señalado, el Dr. McCay sabía quién había estado escribiendo sobre
nutrición y lo que ellos habían escrito. «Quién fue esta Elena G.de
White», él preguntó, «y por qué yo no he oído hablar de ella
antes? »
Impresionado.
El Dr. McCay fue tan impresionado por los escritos sobre nutrición de
Elena G.de White que él escribió una serie de tres artículos para
la Review (Revista Adventista en inglés). Note una porción de su
resumen final:
«Para resumir la discusión: Cada especialista moderno en nutrición
cuya vida se dedica al bienestar humano debe impresionarse .. . por
los escritos y liderazgo de Elena G.de White.
«En primer lugar, sus conceptos básicos sobre la relación entre la
dieta y salud se han verificado hasta un grado inusual por los
adelantos científicos de las últimas décadas. Alguien puede intentar
explicar este hecho notable diciendo: ‘La Sra.White simplemente pidió
prestadas sus ideas de otros.’ ¿Pero cómo habría podido ella saber
qué ideas pedir prestado y qué rechazar de la serie desconcertante
de teorías y enseñanzas de salud en uso en el siglo diecinueve? Ella
tendría que haber sido una persona de lo más sorprendente, con
conocimiento más allá de su tiempo para hacer esto con éxito! . . .
«A pesar de que las obras de la Sra. White fueron escritas mucho
tiempo antes del advenimiento de la nutrición científica moderna, no
existe una mejor guía completa disponible hoy».(8)
Desde los años en que el Dr. McCay hizo sus observaciones, los
adelantos científicos han confirmado su conclusión -y los conceptos
de Elena G.de White sobre la relación entre dieta y salud- aún con
más firmeza.
La sal.
El Dr. McCay se refirió a la dificultad de seleccionar exitosamente
el consejo correcto desde la masa de enseñanzas incorrectas
existentes en los días de la Sra. White. Un ejemplo es el uso de la
sal. Algunos médicos estaban literalmente matando a sus pacientes
con grandes dosis de sal. Otros, como el Dr. Trall, un popular
reformador de la salud entre los Adventistas del Séptimo día,
reconoció la causa de estas muertes y reaccionó prohibiendo cualquier
tipo de sal, diciendo que era un veneno.
¿Cuál fue la posición de la Sra. White? «Yo uso un poco de sal, y
siempre lo hago, porque por la luz que Dios me ha dado, sé que este
artículo en lugar de ser deletéreo, es en realidad esencial ara la
sangre. No conozco cuál es la razón de este asunto, pero le doy la
instrucción como me ha sido dada.» (CRA pág. 410). Ella no siempre
dio la razón, los «por qué y por cuanto», pero el consejo era
correcto y seguro de seguir.
Y su consejo ha resistido la prueba científica del tiempo. La
confirmación, sin embargo, no siempre es inmediata. Tomó
aproximadamente 120 años para la ciencia establecer la verdad de sus
advertencias sobre el tabaco. Y algunas cosas que ella enseñó no han
sido todavía confirmadas por la ciencia. Pero «el camino trazado» es
lo suficientemente visible para que no necesitemos rechazar esos
consejos simplemente porque la ciencia no los ha demostrado todavía.
Y este camino trazado también hace insostenible decir que ella
simplemente recibió sus ideas de otros y las llamó propias. Como
observó el Dr. McCay , ella no podría haber hecho esto con tanto éxito.
Nada Nuevo
Algunos Adventistas del Séptimo día han creído -equivocadamente- que
los consejos de salud de la Sra. White eran nuevas ideas, no oídas
antes de que ella las hubiese recibido. Nosotros ya hemos visto que éste normalmente no era el caso. Nuestros pioneros, de hecho, negaron
específicamente que en materias de salud la Sra.White fuese la
primera en sostener los principios que ella enseñó. En 1866, el
pastor J. H. Waggoner escribió en la Review and Herald (Revista
Adventista en inglés) , «Nosotros no profesamos ser los pioneros en
los principios generales de la reforma pro salud. Los hechos en que
este movimiento se basa han sido elaborados, en gran medida, por
reformadores, médicos, y escritores en fisiología e higiene, y pueden
encontrarse esparcidos a través de la tierra. Pero nosotros
sostenemos que por el método de la elección de Dios [las visiones
dadas a Elena G.de White] han sido más claramente y poderosamente
desplegados, y está de este modo produciendo un efecto que nosotros
no podríamos haber previsto por cualquier otro método».
El pastor Waggoner fue más allá al resaltar un punto importante
sobre sus (de ella) principios de salud: «Como meras verdades
fisiológicas e higiénicas , ellas podrían estudiarse por algunos a su
gusto, y por otros ser dejados de lado como de pocas consecuencias;
pero cuando se colocan en un mismo nivel con las grandes verdades del
mensaje del tercer ángel por la sanción y autoridad del Espíritu de
Dios, y declaradas para ser los medios con que personas débiles
pueden hacerse fuertes para vencer, y nuestros cuerpos enfermos
limpiarse y estar listos para la traslación, entonces viene a
nosotros como una parte esencial de la verdad presente, para ser
recibidas con la bendición de Dios, o rechazadas a riesgo nuestro».
(9)
La motivación
Esta conexión entre la salud y la santidad dieron un fuerte factor
motivacional que ayudó a que las personas hicieran los cambios
necesarios en la dieta y en la forma de vida. Otros reformadores de
salud de los días de la Sra. White, y los posteriores, no ofrecieron
tal motivación, y su trabajo mostró por lejos menos efecto . El Dr.
McCay hizo un comentario sobre la diferencia, al parecer sin
reconocer su origen. Uno de sus otros puntos del resumen era, «Todos
los que intentan enseñar nutrición difícilmente pueden concebir un
liderazgo como el de la Sra. White que fue capaz de inducir a un
número sustancial de personas para mejorar sus dietas». (10)
Como resultado de la instrucción que ella recibió en visión, la
Sra.White tenía un mensaje dado por Dios para traspasar. Otros pueden
haber concebido algunos de los mismos puntos antes . Ella incluso
puede haber utilizado o adaptado sus palabras para concebir dichos
puntos de vista. Pero ella puso el material en una estructura que era
propia, y así tenía nuevo valor y nuevo poder.
El Testimonio de un abogado
Vincent L. Ramik, un prominente y respetado abogado en derechos de
propiedad literaria en Washington, D.C., notó este poder. En 1981, en
medio de nuevos y renacidos cargos de plagio, la oficina legal de la
Asociacion Geneal (la Oficina del Consejero General) usó fondos
donados en forma privada para contratar a Ramik para investigar la
causa legal y la evidencia literaria que demostrasen si la
Sra.White era culpable de plagio, piratería literaria, o infracción
de los derechos de propiedad literaria. Ramik, un Católico romano,
gastó unas 300 horas repasando los casos y leyendo la evidencia
literaria. Además de examinar las presentaciones de los críticos, él
tomó ejemplos de lo que él llamó «una gran sección cruzada de sus
libros», incluso la lectura completa de El Gran Conflicto. En
materias legales, él concluyó, «Si yo tuviera que verme involucrado
en tal caso legal [con respecto a los cargos de plagio, piratería, e
infracción de los derechos de propiedad literaria contra Elena G.de
White], yo había mejor en aparecer como consejero de la defensa
[para Elena G.de White] que para la prosecución. Simplemente no hay
pleito o causa legal! »
Una parte importante de su opinión legal fue su observación con
respecto a cómo la Sra. White había usado las escrituras de
otros. «Elena G.de White usó las escrituras de otros», él dijo, «pero
de la manera como ella los usó, los hizo singularmente suyos, éticamente, así como legalmente. E, interesantemente, ella
invariablemente mejoró lo que ella
‘seleccionó!’ . . . Ella estuvo bien dentro de los límites legales
de ‘el uso correcto’, y todo el tiempo creó algo que era
substancialmente mayor (y aún más hermoso) que la mera suma de las
partes del componente. Y yo pienso que la mayor tragedia es que los
críticos fallan de ver esto. . . .
«La línea final es: Lo que realmente cuenta es el mensaje de la Sra.
White, no meramente los escritos mecánicos -palabras, cláusulas,
frases -de la Sra.White. Teólogos, me dicen, distinga aquí entre la
inspiración verbal y la inspiración plena. Demasiados críticos han
pasado por alto (missed the boat) el mensaje global. ¡Y es una pena,
también!
«Yo, personalmente, he sido movido, profundamente movido, por
aquellos escritos. He sido cambiado por ellos. Yo pienso que soy un
mejor hombre hoy debido a ellos. Y deseo que los críticos pudiesen
descubrir eso! «(11)
CONCLUSIÓN
Nosotros hemos visto que un profeta proclama los mensajes de Dios no
en palabras dadas por Dios sino en aquéllas de propia elección del
profeta, que pueden incluir bosquejos tomados del lenguaje de otros.
La Sra.White abiertamente declaró que ella a veces había usado los
escritos de otros para ayudar a traspasar eficazmente los mensajes
que le habían sido dados. Su manera de hacerlo así concordaba bien
con la práctica aceptada para sus días. Y ella fue el amo de sus
materiales, no su esclavo, adaptándolos a sus propósitos en lugar de
repetirlos como un loro .
Los escritos de Elena G.de White hablan poderosamente aún hoy en día,
mucho más poderosamente que las escrituras de las que ella dedujo
varias de las palabras y expresiones. Cuando nosotros honramos el
contenido de sus escritos, no tenemos nada de que estar avergonzado
de la forma en los escribió.
NOTAS
1). Al votar la reimpresión de los volúmenes existentes de
Testimonios para la Iglesia, las actas de la sesión de 1883 señalan
que muchos de los Testimonios se habían preparado originalmente con
prisa y tenían ciertas imperfecciones gramaticales. Los delegados
votaron, «CONSIDERANDO QUE, Nosotros creemos que la luz dada por Dios
a Sus siervos es mediante el esclarecimiento de la mente, impartiendo
los pensamientos , y no (excepto en raras ocasiones) las mismas
palabras en que las ideas deben expresarse ; por consiguiente,
Resuelto, Que en la reedición de estos volúmenes, se hagan
los cambios verbales acerca de quitar las imperfecciones antedichas,
hasta donde posible, sin cambiar en ninguna forma el pensamiento; y
además,»34. Resuelto, Que este cuerpo fija un comité de cinco para
que se encargue de la reedición de estos volúmenes según los
preámbulos anteriores y resoluciones» (Review and Herald, Nov. 27,
1883, pág. 741. Reproducido en Witness of the pioneers concerning the
Spirit of Prophecy ( Testimonio de los pioneros acerca del Espíritu
de Profecía [Washington, D.C.,: Ellen G. White Estate, 1961], pág. 54)
2) .Las referencias marginales de muchas Biblias ofrecen referencias
cruzadas a otros pasajes de las Escrituras que un escritor puede
estar citando o puede aludir . En Hechos 17:28 Pablo cita a Epiménides el cretense (siglo 6 A.C.) y al poeta Aratus (c. 270
A.C.), un amigo de Zenón, fundador de los Estoicos; en Tito 1:12 él
cita a Epiménides de nuevo.
3).John Harris, The great teacher (El Gran Maestro), 2 ed., 1836,
pp. xxxiii-xxxiv, .
4).Ver nota 1.
5).John Wesley, Explanatory notes upon the New Testament (Notas
Explicativas soobre el Nuevo Testamento),
(Londres: Epworth Press, 1948 reimpresión), Prologue, pág. 8, .
También citado en F. D. Nichol, Ellen G.White and her critics (Elena
G.de White y sus Críticos), pág. 406.
6).Raymond F. Cottrell, «The literary relationship between The Desire
of ages , by Ellen G.White and The Life of Christ , by William Hanna»
(La relación lLiteraria entre El deseado de todas las gentes, por
Elena G.de White, y La Vida de Cristo, por William Hanna) (1979),
pág. 6. Disponible en Ellen G.White Estate.
7)W. C. White y D. E. Robinson, «Brief statements regardin the
writings of Ellen G.White» ( Declaraciones breves respecto de los
escritos de Elena G.de White), Ellen G. White Estate «Elmshaven»
Office, 1933, pág. 5; reimpresa como un suplemento a la Revista
Adventista (en inglés), el 4 de junio de 1981, y disponible en Ellen
G. White Estate. 8).Clive M. McCay, «Adventist Health teachings
further confirmed» (Enseñanzas de salud Adventistas confirmadas),
Review and Herald, 26 de febrero de 1959, pág. 10. Una reimpresión de
todos los tres artículos está disponible en el Ellen G. White
Estate.
9).J. H. Waggoner, «Present truth» (La Verdad Presente), Review adn
Herald, 7 de ago.1866, pág. 77, .El pastor Waggoner era un
prominente pastor y editor. Su hijo E. J. Waggoner es bien conocido
hoy por su parte, con A. T. Jones, en la presentación de renovados
puntos de vista respecto de la justificación por la fe en el Congreso
de 1888 de la Asociación General
10).Clive M. McCay, «Adventist Health teachings further
confirmed»(Enseñanzas de salud adventistas confirmadas), Review and
Herald, 26 de febrero de 1959, pág. 10. Una reimpresión está
disponible en el Ellen G. White Estate
11)»There simply is no case» (Simplemente no hay causa) Entrevista
con Vincent L.Ramik, Adventist Review, Sept. 17, 1981, pág. 6, . Una
reimpresión está disponible en Ellen G.White Estate.
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