EL ANILLO DE BODAS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO-DÍA

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El anillo de bodas ha sido un problema sensible en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo-día. Es importante recordar que Elena G. de White y otros líderes adventistas salieron de la iglesia metodista y de otras iglesias, las cuales tenían una firme posición contra el uso de joyas, incluyendo los anillos. Cuando estas iglesias bajaron sus normas en la última mitad del siglo XIX, los Adventistas sintieron la presión de seguir la inclinación.

La situación que confrontaron los Adventistas se refleja en un artículo titulado " La Práctica de usar Oro, " publicado en la Review and Herald, en 1869. El autor, Daniel Bourdeau, un Norteamericano que hablaba francés que laboró entre los franceses en Canadá, los Estados Unidos, y Europa, escribió:

" No muchos años desde que fue considerado un pecado por los Bautistas, los Metodistas, y otras denominaciones, de usar oro; y yo recuerdo bien cuando los bautistas a quienes pertenecía, y quienes disfrutaban más del espíritu de Dios que los que hacen ahora, lo hicieron una regla de llevar una labor en amor, con los miembros que usaban oro. Pero realmente durante varios años las diferentes denominaciones han sufrido un gran cambio en este punto, y han adoptado casi universalmente la práctica de usar oro y otros vanos adornos. " ( Daniel T. Bordeau, “The Practice of Wearing Gold,” Review and Herald, October 5, 1869), p. 117. )

Un factor que contribuyó a esta nueva tendencia fue las sucesivas olas de inmigrantes que llegaban a playas norteamericanas en la última segunda mitad del siglo XIX.

Comprensiblemente, estos inmigrantes trajeron con ellos sus costumbres, incluyendo la de usar joyas, especialmente anillos de bodas. Las varias denominaciones se adaptaron a la nueva situación asumiendo una actitud permisiva hacia el uso de joyas.

La nueva y creciente Iglesia Adventista sentía la misma presión. Así que no es sorprendente que Elena G. de White tuviera que dirigir la invasión de joyas. Ella contó la historia de una señora recién bautizada que había dejado sus joyas costosas. Durante una visita a Battle Creek esta nueva conversa se sorprendió de ver a sus hermanas en la fe usando varias clases de joyas. Un día visitó con una hermana que ocupaba una posición responsable en una institución Adventista en Battle Creek. En el curso de la conversación expresó su intento de disponer de algunas joyas que guardaba en su Baúl y llevó los beneficios a la tesorería del Señor. La hermana de más experiencia intentó disuadirla, diciendo: ¿" Por qué vende usted esto? Yo lo usaría si fuera mío". Para demostrar lo que quiso decir con lo que dijo, se quitó el anillo de oro en su dedo, y se lo dio a un no creyente. Y entonces comentó, " Nosotros no somos tan excesivamente escrupulosos como antes ". El nuevo converso quedó sorprendido, pero decidió adherirse a los principios bíblicos de modestia y sencillez que había aceptado unirse a la iglesia adventista. (Vea Mensajes selectos, tomo 3, págs. 281, 282.)

La Influencia negativa sobre los demás. Esta historia revela una razón fundamental que Elena G. de White aconsejó a los adventistas contra el uso de joyas, principalmente, la influencia negativa sobre los demás. En 1881 escribió:

" Aquí el Señor, a través de su apóstol, habla expresamente contra el uso de oro [1 Timoteo 2:9-10]. Dejen los que han tenido la experiencia de verlo de que no descarrían a otros por su ejemplo. Ese anillo que rodea su dedo puede ser sencillo, pero inútil, y su uso tiene una mala influencia sobre los demás. " ( Ellen G. White, Testimonies for the Church ( Mountain View, California, 1948), tomo. 4, p. 630. )

Llamar a un sencillo anillo "inútil " puede parecer áspero, pero debemos entender este comentario en el contexto de ese tiempo. En Estados Unidos los anillos eran todavía usados principalmente como adornos. El uso del anillo en las ceremonias nupciales, como hemos visto, era todavía una opción en la mayoría de las iglesias norteamericanas. Como veremos, Elena G. de White no condenó el uso del anillo de bodas en los países donde la costumbre es obligatoria." ( Ellen G. White, Testimonios para los Ministros (Mountain View, California,1958), pág. 180. )

Por consiguiente, el " anillo " sencillo que tenía en mente, lo más probable era un anillo con adornos. Tales anillos eran " inútiles " porque no cumplían ninguna función útil. Usar Anillos con adornos o de otra clase de joyas, era para Elena de White no sólo una salida " de las sencillas enseñanzas de la Biblia, " sino también una influencia negativa sobre los demás ( . Ellen G. White, Testimonies for the Church ), tomo 4, pág.. 630. )

 Elena G. de White entendió la importante verdad que el Cristianismo es más fácil asimilarlo que enseñarlo. A lo largo de su ministerio apeló a la modestia y sencillez para influir en las personas para Cristo. "Vistámonos de una manera tan modesta y apropiada que seamos recibidos dondequiera que vayamos. Las joyas y los vestidos costosos no nos darán influencia. Pero el ornamento de un espíritu manso y pacífico ­resultado de la devoción al servicio de Cristo­ nos dará poder con Dios. " Mensajes selectos Tomo 3, pág 284.

Influencia negativa sobre el yo . Una segunda razón importante de que Elena G. de White aconsejó a los adventistas contra el uso de joyas y ropas extravagantes que los animaban a la vanidad y el orgullo. "Los que se aferran a los adornos prohibidos en la palabra de Dios acarician orgullo y vanidad en el corazón. Desean llamar la atención. Su vestido dice: Mírame; admírame. De este modo, la vanidad inherente en la naturaleza humana está firmemente en aumento por la indulgencia. Cuando la mente se fija sobre agradar solamente a Dios, todo el embellecimiento innecesario de la persona desaparece" (Testimonies for the Church, tomo 4, pág. 645.)

La indulgencia en la vanidad y el orgullo por la exhibición de joyas y vestidos costosos

"ahoga el deseo de hacer el bien" 67(Ibid) porque cuando las personas llegan a ser obsesivas por el embellecimiento del cuerpo, tienen menos interés, tiempo, o dinero para las necesidades de los demás.

La Mayordomía responsable. Esto lleva a la tercera razón que Elena G. de White amonestó a los Adventistas a no usar joyas, a saber, la mayordomía responsable.

Creía correctamente que Dios nos llama a ser mayordomos responsables de nuestro tiempo, salud, y dinero. "Cada dólar ahorrado por la negación del yo de adornos inútiles puede darse a los necesitados, o ser colocados en la tesorería del Señor para sostener el evangelio, para enviar misioneros a países extranjeros, para multiplicar las publicaciones de llevar rayos de luz a las almas en las tinieblas del error. Cada dólar usado innecesariamente priva al que gasta de una oportunidad preciosa de hacer el bien. " (Ibid 646)

Igual que Wesley, Elena G. de White estaba muy consciente de las necesidades de los pobres y de una iglesia en ciernes. Ella estiraba cada dólar para cubrir las muchas necesidades de los programas de expansión de la iglesia. Veía su dinero como el dinero de Dios para ser gastado con sensatez. "¿Cuánto dinero [tiene] ha gastado para agradar su imaginación y ganar la admiración de corazones tan vanos como el vuestro? Era dinero de Dios. ¡Cuánto bien debiera usted hacer con él! " ( Ibid., p. 646. )

La Declaración del Anillo de Bodas . El interés de Elena G. de White por la mayordomía responsable nos ayuda a entender su posición sobre el anillo de bodas. Debiera notarse que, contrario a lo que muchos Adventistas piensan, el anillo de bodas no era un asunto candente en la mente de Elena G. de White. Esto se muestra por el hecho de que en todos sus escritos de alrededor 100,000 páginas, encontramos sólo una declaración explícita sobre el anillo de bodas.

Esta declaración importante primero apareció en una carta que ella escribió en 1892 desde Melbourne, Australia, dirigida a " Mis queridos Hermanos y Hermanas".

Esta declaración fue publicada más tarde en 1923 en la compilación titulada “la economía debe ser practicado en todas las cosas”. ( Ver Testimonios Para los Ministros, pág. 177) en ese tiempo que Elena G. de White estaba en Australia dirigiendo el comienzo de la obra Adventista en ese vasto continente. Los miembros eran pocos, 376 para ser específico, (General Conference Bulletin 1889, págs. 47-50) pero las necesidades eran muchas. La iglesia estaba en dificultades financieras, como el programa de edificación, se empezó con la construcción de una casa publicadora. La situación financiera era tan apretada que cada centavo era necesario para aliviar la situación. Lamentó el hecho que a pesar del problema financiero, algunos miembros estaban gastando su dinero en muebles extravagantes, comida, y ropa, en lugar de ponerlo en la tesorería de la iglesia.

Los misioneros norteamericanos que luchaban por vivir con un salario magro fueron también llevados a comprar anillos de bodas costosos para cumplir con la costumbre.

En el contexto de esta situación difícil y complicada Elena G. de White escribió su declaración sobre el anillo de bodas: "Algunos han sentido una preocupación con respecto al empleo del anillo de matrimonio, pues creían que las esposas de nuestros ministros debían conformarse a esta costumbre. Todo esto es innecesario. Tengan las esposas de los pastores el anillo de oro que une sus almas a Cristo Jesús, un carácter puro y santo, el verdadero amor, la mansedumbre y la bondad que son el fruto que lleva el árbol cristiano, y su influencia será segura por doquiera. El hecho de que la falta de consideración hacia la costumbre determina observaciones no es una razón buena para adoptarla. Los norteamericanos pueden dar a entender su posición declarando sencillamente que la costumbre no se considera como obligatoria en nuestro país. No necesitamos usar la señal, porque no somos infieles a nuestro voto matrimonial, y el uso del anillo no sería ninguna evidencia de que somos fieles. Tengo una profunda convicción sobre este proceso de fermentación que parece estar en marcha entre nosotros, para inducirnos a conformarnos a la costumbre y a la moda. Ni un solo centavo debiera gastarse en un anillo de oro para testificar que estamos casados. " (Testimonios para los Ministros, pág. 180)

Esta declaración está claramente dirigida a los misioneros norteamericanos de servicio en Australia que no habían usado antes anillos matrimoniales, porque en Norteamérica no era obligatorio. Elena G. de White sentía que no había necesidad por el que los misioneros norteamericanos compraran anillos. Su consejo estaba basado en cuatro principales consideraciones.

Primero , no era difícil para los misioneros norteamericanos explicar por qué usaban un anillo de bodas, ya que no era su costumbre nacional.

Segundo , la costumbre era irrelevante, ya que usar un anillo no era una prueba de la fidelidad matrimonial.

Tercero , el dinero gastado para comprar los anillos podría usarse para cubrir las necesidades financieras urgentes de la iglesia.

Cuarto , usar anillos matrimoniales podría tener el proceso de fermentación para animar la conformidad a la moda y la costumbre". Éstas eran consideraciones legítimas las cuales en gran magnitud aun hoy son relevantes.

La Reforma gradual . Es importante notar que Elena G. de White respetaba, sin apoyar, la costumbre de llevar el anillo de bodas en países donde era obligación. Su declaración continúa: " En países donde la costumbre es imperativa, no tenemos ninguna preocupación por condenar a aquellos que tienen su anillo matrimonial; úsenlo si pueden hacerlo a conciencia; pero no sientan nuestros misioneros que el uso del anillo aumentará su influencia en un tilde o una jota. Si ellos son cristianos, esto se manifestará en la semejanza a Cristo que revelará su carácter, en sus palabras, en sus obras, en el hogar, en su relación con los demás; " Testimonios Para Ministros, pág. 180.

La frase "llévenlo si pueden hacerlo a conciencia " sugiere que Elena G. de White no daba un manto de apoyo en el uso del anillo matrimonial aun en países donde era una obligación social. El "si" sugiere ese igual 1que aun en tales países algunos pueden tener dificultad de reconciliar el uso del anillo con su conciencia. Esto puede ser verdad cuando la conciencia está iluminada por una mayor comprensión del origen, significado, e impacto espiritual del anillo matrimonial.

Personalmente debo confesar que yo podría usar un anillo matrimonial concientemente hasta ahora, (aunque nunca lo he hecho) porque yo lo veía solamente a través de las cristales de mi cultura como símbolo de status matrimonial.

Por la misma razón he disuadido a mi esposa de nunca usar su anillo matrimonial. Sin embargo, ahora que he aprendido sobre su origen pagano, su impacto negativo sobre la historia del cristianismo, y su potencial influencia de fermentación sobre mi vida espiritual y los demás, nunca consideraré usar un anillo matrimonial en la conciencia. Me agrada que mi esposa también ha venido a ver el anillo matrimonial desde de una perspectiva diferente.

Elena G. de White entendió esta importante verdad: para tener las reformas exitosas deben ser exigidas no tan rápido que las personas puedan entender nuevas verdades. Este es el porqué ella no objetó a nuestros miembros a usar anillo de bodas en Australia o Europa. Entendía que les tomaría tiempo entender " el proceso " de fermentación del anillo de bodas. Su filosofía está bien expresada con el consejo que dio sobre la reforma en la alimentación, la cual se aplica a la reforma en el vestido y las joyas: " no podemos ir mas rápido de los que podemos llevar a aquello con nosotros, cuyas conciencias e intelectos están convencidos de las verdades que nosotros defendemos.

Debemos encontrar a las personas donde están. Algunos de nosotros hemos estado muchos años en llegar a nuestra posición presente en la reforma pro salud. Es una obra lenta conseguir una reforma en la alimentación. Tenemos poderosos apetitos por conocer… En las reformas es mejor dar un paso corto que ir un paso más allá de la marca. Y si hay error en todo, déjelo que sea del lado cercano a la gente.

( Ver " Testimonies, tomo 3, pág 20 )

El Respeto de Elena White por la Costumbre Local . William C. White, hijo de Elena G. e White relató dos episodios, en los cuales ilustran el respeto de su madre (no el apoyo) por la moda local de usar aro matrimonial. El primero es de Europa donde Elena G. de White sirvió de 1885 a 1887. A finales de 1885, en Basilea un ministro Adventista estaba predicando una noche contra el uso de joyas, incluyendo los anillos. Una señora interrumpió al predicador para preguntar si el anillo de bodas estaba incluido. Sin vacilación, respondió, " Sí, todos".

El incidente generó una considerable controversia, ya que en Europa el aro matrimonial no era visto como un adorno.

Cuando el asunto se informó a Elena G. de White, según su hijo W. C. White, que estaba presente en la reunión, " Ella [Elena G. de White] dijo que donde se demandaba el uso del anillo de bodas por costumbre como asunto de fidelidad, nuestros predicadores no deben presionar el asunto de ponerlo aparte." (W. C. White, carta a D.C. Babcock, 6 de agosto de 1913, pág. 1.)

Refiriéndose al mismo episodio en un lugar donde el uso del anillo era considerado obligación, W. C. White escribió de nuevo en otra carta: " Ella [Ellena G. de White] dijo que era correcto para nosotros discernir una diferencia entre el uso de anillos como asunto de adornos y el uso del anillo de bodas como una marca de lealtad al marido. " (W. C. White, carta a J. W. Siler, 9 Agosto 1916)

Debe notarse que la tal diferencia se aplica a países donde el uso del aro matrimonial era demandado por costumbre.

El segundo episodio involucra al mismo W. C. White. Mientras estaba en Australia trabajando con su madre, encontró a una joven señora, Ethel May Lacey, de quien se enamoró. Ella era británica, viviendo en Tasmania. Su padre se había retirado a Australia del servicio policíaco británico. Su familia y amigos veían el anillo de bodas como esencial. Conociendo la objeción de Elena G. de White a los misioneros norteamericanos usando el anillo matrimonial, May decidió hablar sobre el asunto con su futura suegra (Elena G. de White). Poco después ella informó la conversación a su novio, " Willie, " diciendo,: " Ella [Elena G. de White] dice que no tiene ninguna objeción de lo que lleva." (Ethel May Lacey, carta a William C. White, 13 Febrero 1895)

Después que ellos establecieron su nueva casa, y todos les conocieron, ella se quitó el anillo y nunca lo uso más, porque ella no se sentía cómoda con el. (Ibid).

A la luz de esta experiencia W. C. White explicó que su madre no objetaba " usar un anillo como muestra de lealtad en aquellos países y entre las personas donde tal costumbre estaba completamente establecida, [que] la salida de esa costumbre sería universalmente mal entendida. " (W. C. White, carta a W. E. Ingle, sanatorio, California, abril 14, 1913.)

Estas consideraciones nos llevan a concluir que Elena G. de White nunca se imaginó que su consejo sobre el anillo de bodas llegaría a ser una regla, por lo cual qué cada miembro Adventista alrededor del mundo tenía que vivir. En los países donde el uso del anillo de bodas era obligación, ella lo dejó a la conciencia individual para decidir si debe o no seguir la costumbre. Sin embargo, nunca vacilóen expresar su fuerte preocupación de que el uso de anillo contribuye al proceso semejante al de la fermentación animando la conformidad con la moda. Sus fuertes preocupaciones no estaban sin mérito. Hemos encontrado históricamente que permitir el anillo de bodas ha dado a muchos el pretexto para usar anillos de adornos, aretes, collares, pulseras, etc. Nosotros veremos que este " proceso " de fermentación ha afectado también a la Iglesia Adventista.

Punto de Vista Adventista Desde 1925 . El uso del anillo en las ceremonias nupciales llegó a estar bien establecida en la mayoría de las iglesias protestantes durante la primera parte del siglo XX. No es de sorprender, que algunos adventistas también querían una "ceremonia " con anillos. Para desanimar tal práctica, la cual habría apoyado el amplio uso del anillo matrimonial y eventualmente los anillos de adornos, en el Concilio de Otoño de 1925 los líderes de la iglesia votaron una medida, la cual más tarde sería incluida en el manual de iglesia de los Adventistas del Séptimo Día:

“Resolvemos. . . que nosotros vemos desagrado sobre la ceremonia de anillos, y sobre los ministros oficiando matrimonios de creyentes e incrédulos o con los que no son de nuestra fe. " (Manual de Iglesia 1932, pág. 175).

Esta declaración apareció en varias ediciones del Manual de iglesia hasta 1951.

La desaprobación de la " ceremonia " con anillos por el Manual de Iglesia no disminuyó el uso de joyas, especialmente los anillos. Esto llevó a los líderes de la iglesia en Norteamérica a llevar de nuevo el asunto tres años después al Concilio Otoñal de 1935. En esta ocasión se expresaron más explícitamente: "Nuestros miembros de iglesia han sido desde el principio gente sencilla. Nuestra norma llama a descartar las joyas, especialmente aquellos artículos mencionados en las Escrituras y el Espíritu de Profecía, tales como los anillos, aretes, pulseras, y collares; apelamos para una lealtad mayor a estas normas importantes dadas por Dios. " (Medidas del comité del concilioOtoñal de la Conferencia General, Louisville, Kentucky, octubre 29 a noviembre 5, 1935, pág 24)


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