Los Juegos en el Antiguo Testamento
a. Deportes físicos
Al igual que en los países vecinos del Cercano Oriente, la vida de la mayor parte de los hebreos no les dejaba mucho tiempo ni inclinación para los deportes físicos. Cuando los judíos helenizantes introdujeron la afición griega por los deportes en la época de Antíoco Epifanes (1 Mac. 1.10–14; Jos., Ant. 15.268), y Jasón, el sumo sacerdote, los estimuló (2 Mac. 4.7–17), los hebreos la consideraron irreligiosa. No obstante, casi no podemos dudar de que, a pesar de la ausencia de referencias explícitas, las carreras, los lanzamientos, y la caza se practicaron en ocasiones en que no se los hacía por necesidad. Como los egipcios y los babilonios, el pueblo de Palestina seguramente disfrutaba de los concursos de levantarmento de pesas y de la lucha. La prolongada lucha de Jacob podría reflejar tanto una habilidad práctica en ese deporte como el reconocimiento de reglas que prohibían las tomas por debajo del cinturón (Gn. 32.24–26). La expresión “cadera y muslo” (Jue. 15.8) podría ser un término técnico de la lucha. Se ha sugerido que el combate de grupos en Gabaón comenzó como una justa (2 S. 2.14), ya que aferrarse al cinturón del contrincante era una vieja práctica en ese deporte. El tiro con arco y flecha podía ser un juego de destreza en el que se apuntaba a blancos fijos (1 S. 20.20; Job 16.12; Lm. 3.12), como puede verse en relieves asirios, como también un arte de tipo marcial.
b. Juegos de azar
En varios lugares se han descubierto tableros para juegos, incluso en Tell el Ajjul y Bet-semes. Se hacían de marfil (Meguido, ca. 1350–1150 a.C.), piedra (Gezer, ca. 1200 a.C.), o madera, y tenían Forma humana” o de “violín”, con agujeros para clavijas destinadas al juego de los “55 hoyos”, del tipo que comúnmente se encontraba en Egipto y Mesopotamia. Se jugaba a las damas en tableros de 20 ó 30 cuadros, hechos de piedra, arcilla, ébano, o marfil, y a veces con un hueco en la parte posterior para guardar las fichas. A diferencia de los modernos métodos de juego, como base de los movimientos se arrojaban dados (de los que se encontró uno hecho de marfil, perteneciente al ss. XVII a.C., en Tell Beit Mirsim), huesos de nudillos o palillos de suertes. También se hallaron lugares para juegos y mostradores piramidales o cónicos, y fichas de “halma” en Laquis. En Elam y Babilonia se conocía el ajedrez de tipo chino ya en el 3º milenio a.C., y bien puede haberse practicado en Palestina también. Había juegos de tablero poco usuales, como los descubiertos en Ur, Nínive, y Tell Halaf, Siria (s. VIII), pero todavía se desconoce el método de juego. Los hebreos, al igual que sus vecinos, consideraban las suertes (pur; Adivinación) como un modo de determinar la voluntad divina, y por ello algunos juegos de tablero tenían también significación religiosa.
c. Juegos para niños
Los niños jugaban en las calles (Zac. 8.5), imitando a sus mayores en la vida diaria, o en bodas y funerales. Los varones pueden haber aprendido los juegos egipcios en equipo que se ven en algunas pinturas, y pueden haber practicado algún tipo de cinchada, mientras que las niñas se entretenían con malabarismos o juegos de pelota, incluido el juego de la mancha en equipos, con una jugadora montada sobre la espalda de otra. Se han encontrado pelotas recubiertas de cuero. También se han recuperado silbatos, matracas, ollas de juguete, carros (algunos con ruedas) y animales, lo que prueba la invariable atracción que ejercen los juguetes sobre los niños más pequeños. Es poco probable que todas las hondas halladas hayan sido usadas solamente para propósitos serios, como espantar pájaros de los plantíos, o evitar que los rebaños se alejasen del lugar. No hay pruebas de que las figurillas o las pequeñas estatuas con articulaciones móviles encontradas en varios lugares hayan sido muñecas. Es más probable que se tratara de objetos de culto. La gente de todas las edades se divertía haciendo mímica, saltando a la cuerda, haciendo girar trompos, y jugando con argollas.
d. Diversiones
Las fiestas, las canciones, la música, y especialmente el baile, eran las formas comunes de recreo. En cada ocasión festiva doméstica se aprovechaba para practicarlas (Jer. 31.4), inclusive en las fiestas celebratorias de las cosechas (Jue. 9.27; 21.21), y en las funciones públicas y de estado, como, por ejemplo, la coronación de un rey (1 R. 1.40) o la celebración de una victoria (Ex. 15.20; Jue. 11.34; 1 S. 18.6). El arte de contar cuentos, y el de proponer adivinanzas también eran muy estimados (Jue. 14.12; Ez. 17.2; 1 R. 10.1). ( Dara )
Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; J. A. G. Larraya, “Juego”, °EBDM, t(t). IV, cols. 778–783.
H. J. C. Murray, A History of Board Games other than Chess, 1952; P. Montet, Everyday Life, 1958; Iraq 1, 1935, pp. 45–50; 4, 1938, pp. 11ss; 8, 1946, pp. 166ss; ANEP, 1976, pp. 212–219 (ilustraciones) ; E. W. Heaton, Everyday Life in OT Times, 1956, pp. 91–92.
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