«En el espíritu y con el poder de Elías»
Malaquías 4:5-6
»Yo os envío al profeta Elías antes que venga el día de Jehová,
grande y terrible.6Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres,no sea que yo venga y castigue la tierra con maldición».
«Como en los días de Elías, cuando Dios tenía siete mil que no habían doblado sus rodillas ante Baal, hoy tiene muchos en el mundo que están caminando de acuerdo con la luz que han recibido. Tiene en reserva un firmamento de escogidos que todavía resplandecerán en medio de la oscuridad. En los lugares donde solamente se podría esperar que hubiera cardos y espinas, aparecerán árboles cargados de frutos de justicia. En tales lugares habrá quienes rindan frutos más dulces al Señor que los que viven en lugares más favorecidos. Esparcirán a su alrededor la fragancia de su gracia a medida que florezcan en los lugares menos promisorios» (Carta 39, del 28 de febrero de 1903, dirigida J. Wessells).
«En medio de la apostasía general, Elías no trató de ocultar el hecho de que servía al Dios del cielo. Los profetas de Baal eran cuatrocientos cincuenta, sus sacerdotes cuatrocientos, y sus adoradores se contaban por miles; a pesar de ello Elías no aparentó estar del lado popular. Abiertamente, permaneció solo. . .
Con claros acentos como de trompeta, Elías se dirigió a la multitud: «Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?» . . . ¿Donde se encuentran los Elías de hoy?» (Testimonies, tomo 5, págs. 526, 527).
«Su celo por la gloria de Dios y su profundo amor por la casa de Israel presentan lecciones para la instrucción de todos los que permanecen hoy como representantes de la obra de Dios en la tierra» (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág. 1034).
«Nuestro mensaje debe ser tan directo como el de Juan. El reprendió a los reyes por su iniquidad. Aunque su vida estaba en peligro nunca permitió que la verdad languideciera en sus labios. . . . En esta época de apostasía casi universal Dios llama a sus mensajeros para que proclamen su ley en el espíritu y poder de Elías. Así como Juan el Bautista, al preparar al pueblo para el primer advenimiento de Cristo, les llamó la atención a los diez mandamientos, así nosotros hemos de dar con voz segura el mensaje: ‘Temed a Dios y dadle honra porque la hora de su juicio es venida.‘ Con el mismo fervor que caracterizó al profeta Elías y a Juan el Bautista, hemos de esforzarnos en preparar el camino para el segundo advenimiento de Cristo.»-4 BC 1184.
Mirando primero el altar de Jehová, que estaba derribado, y luego a la multitud, Elías clamó con los tonos claros de, una trompeta: «¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?» (PR 108).
«En el espíritu y con el poder de Elías, Juan denunciaba las corrupciones de los judíos, y levantaba su voz condenando sus pecados prevalecientes. Sus discursos eran sencillos, al punto y convincentes» (RH 7-1-1873).
Hoy también es necesario que se eleve una reprensión severa; porque graves pecados han separado al pueblo de su Dios. La incredulidad se está poniendo de moda aceleradamente. Millares declaran: «No queremos que éste reine sobre nosotros.» (Luc. 19: 14.) Los suaves sermones que se predican con tanta frecuencia no hacen impresión duradera; la trompeta no deja oír un sonido certero. Los corazones de los hombres no son conmovidos por las claras y agudas verdades de la Palabra de Dios. Son muchos los cristianos profesos que dirían, si expresasen sus sentimientos verdaderos: ¿Qué necesidad hay de hablar con tanta claridad? Podrían preguntar también: ¿Qué necesidad tenía Juan el Bautista de decir a los fariseos: «¡Oh generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?» (Luc. 3: 7.)
Así han argüido hombres que debieran haberse destacado como fieles guardianes de la ley de Dios, hasta que la política de conveniencia reemplazó la fidelidad, y se dejó sin reprensión al pecado. ¿Cuándo volverá a oírse en la iglesia la voz de las reprensiones fieles?
Los ministros que procuran agradar a los hombres, y claman: Paz, paz, cuando Dios no ha hablado de paz, debieran humillar su corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad y de valor moral. No es el amor a su prójimo lo que los induce a suavizar el mensaje que se les ha confiado, sino el hecho de que procuran complacerse a sí mismos y aman su comodidad.
El verdadero amor se esfuerza en primer lugar por honrar a Dios y salvar las almas. Los que tengan este amor no eludirán la verdad para ahorrarse los resultados desagradables que pueda tener el hablar claro. Cuando las almas están en peligro, los ministros de Dios no se tendrán en cuenta a sí mismos, sino que pronunciarán las palabras que se les ordenó pronunciar, y se negarán a excusar el mal o hallarle paliativos.
El Señor aborrece la indiferencia y la deslealtad en tiempo de crisis para su obra. Todo el universo contempla con interés indecible las escenas finales de la gran controversia entre el bien y el mal. Los hijos de Dios se están acercando a las fronteras del mundo eterno; ¿qué podría resultar de más importancia para ellos que el ser leales al Dios del cielo? A través de los siglos, Dios ha tenido héroes morales; y los tiene ahora en aquellos que, como José, Elías y Daniel, no se avergüenzan de ser conocidos como parte de su pueblo. La bendición especial de Dios acompaña las labores de los hombres de acción que no se dejan desviar de la línea recta ni del deber, sino que con energía divina preguntan: «¿Quién es de Jehová?» (Exo. 32: 26.) Son hombres que no se conforman con hacer la pregunta, sino que piden a quienes decidan identificarse con el pueblo de Dios que se adelanten y revelen inequívocamente su fidelidad al Rey de reyes y Señor de señores. Tales hombres subordinan su voluntad y sus planes a la ley de Dios. Por amor hacia él, no consideran preciosa su vida. Su obra consiste en recibir la luz de la Palabra y dejarla resplandecer sobre el mundo en rayos claros y constantes. Su lema es ser fieles a Dios.
Hermano cristiano, Satanás conoce tu debilidad; por lo tanto aférrate a Jesús. Permaneciendo en el amor de Dios, puedes soportar toda prueba. Sólo la justicia de Cristo puede darte poder para resistir a la marea del mal que arrasa al mundo. Introduce fe en tu experiencia. La fe alivia toda carga y todo cansancio. Si confías de continuo en Dios, podrás comprender las providencias que te resultan ahora misteriosas. Recorre por la fe la senda que él te traza. Tendrás pruebas; pero sigue avanzando. Esto fortalecerá tu fe, y te preparará para servir. Los anales de la historia sagrada fueron escritos, no simplemente para que los leamos y nos maravillemos, sino para que obre en nosotros la misma fe que obró en los antiguos siervos de Dios. El Señor obrará ahora de una manera que no será menos notable doquiera haya corazones llenos de fe para ser instrumentos de su poder.
«El espíritu que prevalece en nuestro tiempo es de incredulidad y apostasía. Es un espíritu que se cree iluminado por el conocimiento de la verdad, cuando no es sino la más ciega presunción. Se exaltan las teorías humanas y se les hace reemplazar a Dios y a su ley. Satanás tienta a los hombres y mujeres a desobedecer al prometerles que en la desobediencia hallarán una libertad que los hará como dioses. Se manifiesta un espíritu de oposición a la sencilla palabra de Dios, un ensalzamiento idólatra de la sabiduría humana sobre la revelación divina. Los hombres permiten que sus mentes se llenen a tal punto de oscuridad y confusión por la conformidad con las costumbres e influencias humanas, que parecen haber perdido toda facultad de discriminar entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y el error. Se han alejado tanto del camino recto que consideran las opiniones de algunos así llamados filósofos como más fidedignas que las verdades de la Biblia. Las súplicas y las promesas de la Palabra de Dios, sus amenazas contra la desobediencia y la idolatría, parecen carecer de poder para subyugar sus corazones. Una fe como la que impulsó a Pablo, Pedro y Juan es considerada anticuada, mística e indigna de la inteligencia de los pensadores modernos.» (Patriarcas y profetas pág. 110, 133)
Características del Mensaje de Elías
1. fue atrevido al predicar, aún ante los reyes.
Elías dijo a Acab, «Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los Mandamientos del Señor y siguiendo a los baales» (1Reyes 18:18).
Elías no mostró temor al predicar su mensaje en forma directa y sin rodeos ante gobernantes y gobiernos. Jesús dijo que esto ocurriría otra vez en los últimos días. «…y os llevarán ante gobernantes y reyes por mi causa, por testimonio a ellos» (Marcos 13:9).
No debemos buscar la aprobación de los hombres, sino de Dios. Para establecer un gran reavivamiento el mensaje de Elías debe ser una proclamación atrevida y sin temor de la verdad transparente y no comprometida que a veces no goza de popularidad.
«Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones, apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.» (2 Timoteo 4: 3,4).
2. Mantenía una dieta y estilo de vida sencillos.
«Te ruego me traigas también un bocado de pan en tu mano» (1 Reyes 17:11).
Elías era conocido por su dieta simple y su modo de vida rústica. Estos rigores básicos mantenían sus facultades mentales claras y sus cuerpos fuertes capacitándolos para la tarea especial que Dios los llamó a realizar.
Del mismo modo, en los últimos días, la iglesia debe despertar a la verdad acerca de la conexión estrecha entre cuerpo y espíritu. Lo que comemos y bebemos, al igual que nuestros hábitos personales de vida, tienen un efecto directo en nuestra claridad mental y habilidad para discernir la verdad. El poder para resistir la tentación puede remontarse en parte a una dieta simple y un estilo de vida moderado. Recuerde que el pecado sobrevino a la raza humana como resultado de comer algo equivocado.
«¡Dichosa, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no por banquetear!» (Eclesiastés 10:17)
«Así si coméis o bebéis o hacéis otra cosa hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31).
3. Su vestimenta era sencilla y modesta.
«Un varón vestido de un manto de pelo y un cinto de cuero.» (2 Reyes 1:8).
En un tiempo en que los reyes y sacerdotes solían usar adornos lujosos y túnicas largas y ornamentadas, la modestia y sencillez de Elías y Juan constituían un reproche punzante.
Vivimos en una época en la que nunca antes se ha dado tanta atención a la moda y a la ostentación en forma tan arrogante. La meta principal de los diseñadores de modas modernos es destacar la sexualidad de la persona. Tristemente, todo es permitido -desde las perforaciones corporales hasta los tatuajes- aún entre cristianos profesos. Una vez más, la iglesia necesita desesperadamente a los Elías de los últimos días que den testimonio de Cristo dando un ejemplo de humildad y sencillez a través de vestimenta y apariencia modesta.
«Y vestíos del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y santidad» (Efesios 4:24). «También que las mujeres se atavíen con ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni con oro, ni con perlas o vestidos costosos» (1 Timoteo 2:9)
4. Creía en hacer discípulos.
«Elías partió de allí y encontró a Eliseo y Elías pasó ante él y echó sobre él su manto» (1 Reyes 19:19).
Las Escrituras relatan que Elías no sólo convirtió a Eliseo en su discípulo, sino que también visitaba las escuelas de los profetas (también traducido «los discípulos de los profetas») que estaban esparcidas por toda la tierra de Israel (2 Reyes: 2). Estos centros de entrenamiento combinaban la instrucción espiritual con la práctica de destrezas de trabajo y los jóvenes entrenados allí iban por todo Israel a enseñar a otros los caminos de Dios.
En forma similar, el último gran movimiento de Dios no será dirigido únicamente por el clero, sino por laicos llenos del Espíritu. Es por esto que el mensaje de Elías debe concentrarse en entrenar, hacer discípulos y movilizar a cada miembro de la iglesia de Dios.
5. Predicaba un bautismo de arrepentimiento y muerte al yo.
«Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque el Señor me envía al Jordán» (2 Reyes 2:6).
Una de las señales distintivas del mensaje de Elías es el llamado al pueblo hacia el río Jordán -símbolo de arrepentimiento y bautismo. Los hijos de Israel tuvieron que cruzar el Jordán para entrar a la Tierra Prometida, así como nosotros entramos a las aguas del bautismo y cruzamos a una nueva vida.
«El entonces descendió. Se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios y su carne se volvió como la de un niño y quedó limpio» (2 Reyes 5:14).
«Por tanto, id a todas las naciones, haced discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19).
6. manifestó humildad.
«Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, se postró en tierra, con su rostro entre las rodillas» (1 Reyes 18:42).
Antes de que Cristo vuelva, el pueblo de Dios habrá aprendido a reflejar el carácter manso y humilde de Jesús en una época de arrogancia y orgullo.
«Oh, hombre, el Señor te ha declarado qué es lo bueno y qué pide de ti. Sólo practicar la justicia, amar la bondad y andar humildemente con tu Dios» (Miqueas 6:8).
7. sufrió persecución religiosa.
«Entonces Jezabel envió un mensajero a decir a Elías: Que los dioses me traten con todo rigor si mañana a esta hora no he puesto tu persona como la de ellos (que habían sido asesinados)» (1 Reyes 19:2).
En el Antiguo Testamento, una reina pagana llamada Jezabel se casó con Acab, rey de Israel. Jezabel y su hija, Atalía, persiguieron al pueblo de Dios e intentaron convencer a Acab para que matara a Elías y a otros profetas.
La persecución sufrida por Elías pronto se repetirá. En los últimos días, «la madre de las rameras» y sus hijas perseguirán al remanente del pueblo de Dios, a los Elías de los días postreros, según nos relata Apocalipsis.
«Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y fue a combatir al resto de la descendencia de ella, los que guardan los Mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (Apocalipsis 12:17).
«Y en su frente tenía escrito un nombre, un misterio: La gran Babilonia, madre de las rameras y las abominaciones de la tierra. Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús» (Apocalipsis 17:5,6).
8. Le interesaba glorificar a Dios en grado sumo.
«Respóndeme, oh Señor. Respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Señor, eres el Dios verdadero y que tú estás volviendo el corazón de ellos» (1 Reyes18:37).
La prioridad principal de aquellos que prediquen el mensaje de Elías será glorificar a Dios. Estarán enteramente consagrados a la causa de Dios como lo hizo Elías. Estarán dispuestos a cualquier sacrificio para que otros sean salvos; en otras palabras, empleados hasta el cansancio en la obra de Dios.
«Así, hermanos, por la tierna misericordia de Dios, os ruego que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto espiritual» (Romanos 12:1).
9. Reparó el altar de Dios.
«Entonces Elías dijo al pueblo: ‘Acercaos a mí’. Y todo el pueblo se llegó a él. Y él reparó el altar del Señor que estaba arruinado» (1 Reyes 18:30).
El mensaje de Elías será un llamado de trompeta para regresar a «la fe que una vez fue confiada a los santos» (Judas 1:3). Hoy, cuando tantos dicen que las enseñanzas de la Biblia son anticuadas y necesitan revisarse para adaptarlas a los tiempos, necesitamos recordar urgentemente que Dios dijo: «Yo, el Señor, no cambio» (Malaquías 3:6).
«Reedificarás las ruinas antiguas, levantarás los cimientos puestos hace muchas generaciones y serás llamado reparador de muros caídos, restaurador de calzadas para andar» (Isaías 58:12).
10. Su mensaje provocó reavivamiento y reforma.
«Envía ahora y junta a todo Israel en el monte Carmelo Y Elías se acercó al pueblo y les dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, seguidlo» (1 Reyes 18:19-21).
En los días de Elías, el pueblo de Dios se había corrompido por las influencias paganas a su alrededor y había comprometido la verdad de Dios (1 Reyes 19:14; Mateo 3:1,2). Este valiente profeta trajo un mensaje que produjo reavivamiento y reforma en el pueblo de Dios.
En nuestros días, una vez más gran parte del mundo cristiano parece estar tibio y mundano. Si el juicio va a comenzar en la casa de Dios (Ezequiel 9:6; 1 Pedro 4:17), entonces el reavivamiento seguramente ha de iniciarse allí también. Como el plan de Dios es que su pueblo difunda el mensaje al mundo entero, Él debe enviar primero el mensaje de Elías a su iglesia.
En el Antiguo Testamento, Elías condujo al pueblo al arrepentimiento y de regreso a Dios en el monte Carmelo. Entonces oró y Dios envió abundante lluvia para terminar la sequía. Del mismo modo, Juan el Bautista hizo un llamado al arrepentimiento y a aceptar a Jesús. Poco después, recibieron la lluvia temprana del Espíritu Santo en el Pentecostés. Los Elías modernos también habrán de predicar un mensaje de arrepentimiento. Entonces, cuando la iglesia se humille, la lluvia tardía del Espíritu de Dios caerá.
El mensaje de Elías encaminará a la gente hacia Dios. Elías- «El profeta Elías llegó y dijo: Oh, Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios» (1 Reyes 18:36).
El deseo ardiente de los Elías contemporáneos será volver la mirada de la gente hacia Jesús, que lo conozcan y tengan vida eterna.
Si el Señor creyó que era importante enviar un mensajero especial para preparar a Israel para la primera venida de Jesús, ¿cuánto más importante es para Él enviar un mensaje especial y mensajeros para despertar a la iglesia para la segunda venida de Jesús -el punto culminante de la redención?
Dios Los Bendiga
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