Hebreos 4: 9

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Hebreos 4: 9

Creer es suficiente, porque por la fe entramos en el reposo de Dios y no necesitamos la observancia del sábado (Heb. 4: 9).

En Hebreos 4 se hace referencia al sábado de un modo ilustrativo. Es el descanso al cual los cristianos como los judíos pueden entrar; es el mismo descanso espiritual al que Dios había invitado a Israel a entrar. Pero Israel fracasó como nación porque no cumplió con los eternos propósitos de Dios de entrar en «su descanso». Según Hebreos 4: 1-11 queda para nosotros la oportunidad de entrar donde Israel no ingresó. En realidad, el sábado aparece en Hebreos 4 con un significado tridimensional: 1) conmemora la conclusión de la Creación, 2) se refiere a la promesa de entrar temporalmente en la tierra de descanso, 3) finalmente, representa otro día que aún no ha llegado y que llegará a ser una realidad por medio de Cristo.

En realidad, el autor de la epístola no está discutiendo la observancia del sábado en la actualidad, sino más bien la permanencia y el cumplimiento de su bendición, por lo tanto, nada impide observar el sábado literalmente.
Esta observación se justifica plenamente, porque la epístola está dirigida a una comunidad judía que mantenía prácticas judías tales como la observancia del sábado.

Por otra parte, y haciendo hincapié en el último significado que se da al texto, es notorio que ese peregrinar de los israelitas hacia el descanso de la tierra prometida sería, en el propósito de Dios una «figura» de otro descanso más noble y elevado ofrecido a todos los hombres, el descanso que él mismo goza desde la creación del mundo y que alcanzaremos si permanecemos firmemente en la fe de Jesús.

El sábado es un don, una manifestación de la gracia que Dios concedió al hombre desde el mismo principio. No fue el hombre el quien creó el sábado, sino Dios mismo lo otorgó para desarrollar más plenamente la comunión con el hombre. En cierta medida, el sábado transmite semanalmente cierto acento de eternidad. Y en este gratísimo don encontramos una realidad presente llena de elementos anticipatorios.

El Señor nos invitó a ese descanso cuando dijo: «Venid a mí todos… y yo os haré descansar» (Mat. 11: 28). Es el descanso de la gracia.



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