El Período de los Jueces, 2da. Parte

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Si procuramos colocar en orden consecutivo todos los acontecimientos del período de los jueces, su cronología se torna problemática. No hay necesidad de dudar de las cifras, pero el tratar de hacerlas armonizar con los acontecimientos descritos en los últimos capítulos de Josué y los primeros de 1 Samuel ha dado lugar a opiniones y soluciones diversas. El relato es tan somero que quizás omita datos acerca de la relación existente entre los diversos jueces y los intervalos de opresión. El hecho de que se relate la obra de un juez sin siquiera insinuar la existencia de otro juez en otra parte del país, no elimina la posibilidad de la existencia de jueces contemporáneos.
Los datos del libro de Jueces.
El autor del libro de los Jueces no se proponía presentar todos los detalles de la historia de su período. Su propósito era mostrar cómo los israelitas, en repetidas ocasiones, abandonaron a Dios, cayeron presa de sus enemigos y después fueron rescatados para recibir una nueva oportunidad. No tenía importancia para la enseñanza del libro la posibilidad de que esos acontecimientos hubiesen sido sucesivos o contemporáneos en diversas partes del país. Por lo tanto, el autor no proporcionó todos los detalles referentes al tiempo, aunque conservó cuidadosamente el número de años de cada juez y de los períodos de opresión, los que se presentan de la siguiente manera:
Josué y los ancianos que le sobrevivieron b x años cap. 2: 7
Opresión bajo Cusan-risataim 8 » » 3: 8
Liberación por Otoniel; la tierra reposa 40 » » 3: 11
Opresión bajo Eglón de Moab 18 » » 3: 14
Liberación por Aod; la tierra reposa 80 » » 3: 30
Opresión bajo Jabín y los cananeos 20 » » 4: 3
Liberación por Débora; la tierra reposa 40 » » 5: 31
Opresión bajo los madianitas 7 » » 6: 1
Liberación por Gedeón; la tierra reposa 40 » » 8: 28
Abimelec reina sobre Israel 3 » » 9: 22
Tola juzga a Israel 23 » » 10: 2
Jair juzga a Israel 22 » » 10: 3
Opresión bajo los amonitas (y filisteos) 18 » » 10: 7,8
Liberación por Jefté 6 » » 12: 7
Ibzán juzga a Israel 7 » » 12: 9
Elón juzga a Israel 10 » » 12: 11
Abdón juzga a Israel 8 » » 12: 14
Opresión bajo los filisteos 40 » » 13: 1
Sansón juzga a Israel 20 » » 15: 20

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410 más x
El período de x años es un lapso de longitud desconocida, probablemente de varias décadas, durante el cual los israelitas sirvieron «a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué» (Juec. 2: 7), y después apostataron. Aun sin tomar en cuenta los x años anteriores a la primera 131 opresión, tenemos un total de 319 años hasta el final de los 18 años de la invasión amonita; refiriéndose a ese tiempo, Jefté habló de unos 300 años. Estos 319 más x podrían sumar 350 o aún más. El total de 410 años más x, que sería el lapso total de los jueces y de los períodos de opresión, llegaría probablemente a más de 450. Es evidente que no todos estos períodos fueron sucesivos.
Algunos períodos se superponen.
El registro indica claramente que algunos de estos períodos de los jueces y de servidumbre se superponen. Los 20 años de Sansón están comprendidos en los 40 años de opresión filistea, pues se dice que «juzgó a Israel en los días de los filisteos veinte años» (Juec. 15: 20). Además, en relación con la afirmación de que los filisteos oprimieron a Israel durante 40 años (cap. 13: 1), se predijo que Sansón solamente comenzaría «a salvar a Israel de mano de los filisteos» (vers. 5). Así, si los 20 años de Sansón están comprendidos en los 40, el total se reduce de 410 más x a 390 más x.
Pero los 40 años de opresión filistea parecen haber sido simultáneos, al menos en parte, con los 18 años de servidumbre bajo los amonitas, porque se dice que «se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón» (cap. 10: 7). Luego sigue la descripción de la opresión amonita y de la liberación hecha por Jefté (caps. 10: 8 a 12: 7), y la enumeración de los tres jueces que le sucedieron, personajes de poca monta, de quienes se da poco más que la duración de su actuación como jueces, un total de 25 años (cap. 12: 8-15). Después de esto, el cap. 13 vuelve a la opresión de 40 años de los filisteos para narrar la vida de Sansón, y cómo éste «comenzó» a librar a Israel de manos de los filisteos. Así las Escrituras indican que la opresión filistea fue simultánea con la opresión amonita. Los amonitas, que habitaban la meseta de Transjordania hacia el borde del desierto, pasaron con gran celeridad sobre las tribus orientales de Israel (a saber Gad, Rubén y la mitad de Manasés que vivían al este del Jordán) llevándose cuanto hallaron a su paso, y continuaron su pillaje durante 18 años. Finalmente invadieron el territorio de Judá, Benjamín y Efraín al oeste del Jordán (cap. 10: 8, 9; cf. PP 600). Los israelitas, acosados desde el este, no tuvieron oportunidad de emplear su fuerza unida para defender el oeste, donde los filisteos, en la parte sur de la costa marítima, incursionaban en Judá y Dan y amenazaban a las tribus occidentales.
Otros períodos fueron probablemente simultáneos.
Evidentemente, si algunos de los períodos del libro de Jueces fueron simultáneos, según parece indicarlo el registro, es probable que también lo fueran algunos de los otros, y que ocurrieran en diferentes partes del país, aunque no se puede decir con precisión cuáles períodos se superponen ni por cuánto tiempo. Esto parece más probable cuando notamos que los jueces estaban geográficamente dispersos: Otoniel era de Judá; Débora, de Efraín; Barac, de Neftalí; Aod, de Benjamín; Gedeón, de Manasés; Tola, de Isacar; Jair y Jefté, de Galaad, al este del Jordán; Ibzán y Elón, de Zabulón; Abdón, de Efraín; y Sansón, de Dan. Durante este período las tribus vivían en territorios ampliamente esparcidos, mayormente en zonas montañosas, separados por regiones dominadas por los cananeos, a quienes nunca habían podido echar totalmente del país, y cuyas fortalezas controlaban las principales rutas de comunicación en los llanos. Difícilmente alguno de estos jueces rigió a gran parte de los israelitas. Aun en tiempos de crisis, cuando uno de ellos luchaba por repeler a los opresores, no acudían todas las tribus para expulsár al invasor. Quizá no todas las tribus fueron oprimidas a la vez y, en consecuencia, las liberaciones fueron más o menos locales. 132
Los 300 años de Jefté.
Más aún, si tiene alguna exactitud el cálculo de 300 años hecho por Jefté, correspondientes al período de la ocupación hebrea de las ciudades de los amorreos, hubo necesariamente una superposición de períodos antes de su tiempo, porque el total, excluyendo el período de Josué y los ancianos que le sobrevivieron, es de 319 años.
No es necesario suponer que los 300 años a que se refirió Jefté fueran exactos, porque al mencionarlos estaba luchando contra los invasores amonitas, y en el fragor de la contienda no pudo haberse detenido a buscar los registros o a consultar a una persona que recordase los sucesos para obtener así la cifra exacta; simplemente usó números redondos. Este número probablemente fue redondeado tomando la centena inmediatamente superior al número real, y no la inferior. También es posible que hubieran transcurrido exactamente 300 años cuando Jefté hizo su afirmación. Si así fuera, tenemos la fecha exacta en relación con el éxodo, puesto que las aldeas de Hesbón fueron tomadas de Sehón, rey de los amorreos, en el 40.º año del éxodo (1406/05 AC según la fecha del éxodo usada por este comentario). Por tanto, 300 años según el cálculo inclusivo, contados desde la adquisición de ese territorio, llevarían al año 1107/06 AC.
Los jueces posteriores.
Si los 40 años de opresión por parte de los filisteos terminaron con la batalla de Eben-ezer (1 Sam. 7: 5-14) -el acontecimiento que con mayor probabilidad puso fin a este período-, entonces en los períodos de gobierno de los jueces que siguieron a Jefté deben haber existido también superposiciones, quizá más extensas que las que ocurrieron antes de él. Sansón sería contemporáneo de Jefté; y Elí, quien murió luego de desempeñarse como juez durante 40 años (ver cap. 4: 4, 11, 18), 20 años antes de la batalla de Eben-ezer (ver caps. 6: 1; 7: 1, 2, 11-14), debe haber sido mayor que Jefté o Sansón. Si el arca estuvo en Silo durante unos 300 años (PP 550), computados a partir de un momento 6 ó 7 años después del comienzo de los 300 años de Jefté, y fue llevada de Silo a la batalla donde fue capturada por los filisteos, podemos concluir que la muerte de Elí -ocurrida después de esta batalla- aconteció por la época de Jefté. El arca, una vez devuelta por los filisteos, fue colocada en Quiriat-jearim, donde ya había estado 20 años cuando los israelitas vencieron decisivamente a los filisteos en Eben-ezer.
En este momento Samuel fue constituido juez (cap. 7: 6, 15-17). No se nos dice por cuántos años fue juez, pero sabemos que con él terminó el período de los jueces. Algunos consideran que este lapso acabó con la coronación de Saúl, cuando la monarquía reemplazó al gobierno teocrático de los jueces, pero otros lo extienden hasta la muerte de Samuel, ya que éste siguió desempeñándose como juez (cap. 7: 15), aunque el juez ya no era el principal magistrado después de haberse establecido la monarquía. Nada se dice de la edad de Samuel, salvo que nació cuando Elí ya no era joven; que recibió su primer mensaje de Dios cuando era aún niño; que tenía suficiente edad como para ser conocido como profeta antes de la muerte de Elí (cap. 3), aunque aparentemente era demasiado joven para ser juez hasta 20 años más tarde (cap. 7). Un fragmento de manuscrito hallado en una caverna del mar Muerto, que contiene partes de 1 Sam. 1 y 2, dice que Elí tenía 90 años, no en el momento de morir (como lo afirma la LXX), sino en algún momento después que Samuel fuera puesto bajo su cuidado (ver com. cap. 2: 22). Si Samuel hubiese tenido unos 3 años cuando fue llevado a Elí (ver 1 Sam. 1: 24; cf EGW, RH, 8-9-1904), habría tenido por lo menos 11 años cuando Elí murió a los 98. Es posible que este fragmento conserve una cifra original, que más tarde se perdió; pero no podemos definirnos teniendo como base esta suposición. Samuel fue juez durante suficiente tiempo como para 133 llegar a ser tan anciano que ya había delegado a sus hijos a lo menos parte de su trabajo, antes de que los israelitas demandasen tener rey (cap. 8: 1-5). Si vivió durante la mayor parte del reinado de Saúl, según lo indica el relato, debe haber sido sumamente anciano al morir. Samuel es el eslabón que une el período de los jueces con el de la monarquía. Parece, pues, que la primera parte del libro de 1 Sam. cubre un período contemporáneo con la última parte del libro de los Jueces, probablemente los caps. 10 al 16.
Los jueces y los 480 años.
En el caso de haber ocurrido las superposiciones aquí indicadas, es sumamente posible que dentro del espacio de 480 años mencionado en 1 Rey. 6: 1 pudieran haber ocurrido los siguientes acontecimientos: la peregrinación de 40 años en el desierto, la conquista de Canaán, el período de los ancianos que sobrevivieron a Josué, la subsiguiente apostasía, el período de ejercicio de los diversos jueces, algunos de ellos simultáneos, incluyendo el período de Samuel y los reinos de Saúl y David. No existe ninguna manera de computar exactamente la duración del período de los jueces ni las superposiciones exactas, pero se ha incluido un esquema cronológico sugerente en el artículo sobre historia en la pág. 38. Este bosquejo sólo representa aproximadamente lo que pudo haber sucedido. No obstante demuestra que las cifras del libro de los jueces pueden interpretarse de una manera razonable mediante superposiciones que concuerdan con la situación histórica, y con la interpretación de que los 480 años son el lapso exacto del período que va desde el éxodo hasta el 4.º año de Salomón, año que se incluye en ese cómputo.
Los que siguen la cronología más larga de los jueces, y consideran que todos los períodos fueron sucesivos, interpretan los 480 años como la suma de los períodos reales de los jueces, excluyendo las épocas de opresión o usurpación (ver t. I, pág. 198), y consideran que el período total fue de más de 500 años. Esto da por resultado una fecha anterior para el éxodo. Un sistema cronológico anteriormente empleado por algunos autores muy conservadores, que interpreta que fueron sucesivos los períodos de los jueces, llega a un total de 594 años para el período desde el éxodo hasta el 4.º año de Salomón, pues interpretan que los 480 años fueron el número total de años de la teocracia, durante los cuales Israel estuvo verdaderamente bajo un gobierno designado por Dios, sin contar los seis períodos de servidumbre ni los tres años de usurpación de Abimelec. Superponiendo el período de Elí con la opresión filistea, y el de Samuel con Elí, y haciendo una resta del total, llegan a la conclusión de que los x años de los sucesores de Josué fueron 13. Este esquema, que exige ciertas suposiciones acerca de las cuales no hay evidencias, nunca ha obtenido el apoyo de los eruditos bíblicos.
La cronología del arzobispo Ussher, publicada por primera vez en 1650 (ver t. I, págs. 188, 204), ubicaba el éxodo en 1491 AC; al primer juez, Otoniel, en 1406; y el comienzo del reinado de Saúl, en 1095. A esta fecha se llega ubicando el 4.º año de Salomón como el 480.º desde el éxodo, en 1012 AC. Esta fecha se basa en la suposición de que hubo interregnos (ver pág. 144) y en la conjetura de Ussher de que el templo fue completado en 1004, o sea 1.000 años antes del nacimiento de Cristo.
Muchos eruditos consideran que por 480 años simplemente se indican 12 generaciones, calculadas en 40 años cada una. Esto equivaldría a descartar por completo el número 480, porque un cálculo aproximado de 12 generaciones no puede constituir la base de una declaración específica de tiempo equivalente a un «año 480» exacto.
Si la expresión «en el año cuatrocientos ochenta» no significa un año específico sino una aproximación general, ¿cómo hemos de saber que «el año dieciocho de Josafat» o «el séptimo año del rey Artajerjes» o el «año undécimo de Sedequías» no 134 son más que aproximaciones? Cuando la Biblia hace declaraciones precisas sobre fechas, y usando esas declaraciones puede elaborarse sin alteraciones una cronología detallada, no parece haber una razón adecuada para suponer que no se basan en datos exactos. Admitimos que en ciertos casos los autores bíblicos redondean los números, especialmente en el caso del número 40, pero tal posibilidad no debería descartar las cifras reales que armonizan con otras para dar un sincronismo exacto así como están. No hay razón para dudar de que cuando un escritor ubica cierto acontecimiento en determinado año, se refiere en realidad a ese año preciso.
Es verdad que muchos escritores que no aceptan la Biblia como un relato histórico exacto, alteran las cifras a su gusto para hacerlas concordar con sus propias teorías. Algunos reducen aún más el período de los jueces, considerando que 1 Rey. 6: 1 es erróneo. Los que ubican el éxodo en el siglo XII o XIII se ven obligados a hacer esto, lo cual no es elaborar una cronología basada en los datos proporcionados por la Biblia, sino corregir los registros bíblicos según la teoría individual de cada uno. Puesto que el propósito de este comentario es explicar la Biblia, no cambiarla, cualquier cronología incorporada en él debe basarse en las cifras presentadas en la Biblia. Si las fechas no pueden explicarse en forma satisfactoria, deberá admitirse que se trata de un caso de cronología bíblica incompleta. De ahí que los 480 años deban incluirse en esta categoría.
Este comentario emplea la interpretación más sencilla del período de 480 años, calculado según el cómputo inclusivo (la frase dice «en el año cuatrocientos ochenta», y no «cuatrocientos ochenta años»), como período literal y exacto, que concluye con el 4.º año de Salomón. La superposición de la actuación de los jueces, exigida por este cómputo, es aceptada como una interpretación razonable de los datos existentes, sin que por ello se intente adoptar una posición dogmática en cuanto a los detalles de las fechas de los jueces. El bosquejo presentado en el artículo sobre historia (ver pág. 38) muestra lo que pudo haber pasado, pero nadie puede saber exactamente cómo ocurrieron los hechos. No debe por ello considerarse que el relato tiene menos valor para el lector.


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