La Circuncisión y sus beneficios
La Circuncisión entre los hebreos
Circuncisión (heb. mûlâh; gr. peritome). Rito religioso practicado por los hebreos y otros pueblos antiguos, y aún hoy por los judíos, los musulmanes y otros.
Consistía en la eliminación quirúrgica del prepucio de los varones, que los hebreos realizaban al 8vo. día de nacimiento. Entre los hebreos este rito de iniciación indicaba la admisión a la comunidad del pueblo escogido de Dios, y era un símbolo de sumisión a los requerimientos divinos.
Dios demandó la circuncisión de Abrahán como señal del pacto que hizo con él y su descendencia, lo que los hizo representantes del verdadero Dios (Gen 17:1-14). La circuncisión era un prerrequisito para la participación en el rito pascual (Exo 12:48). El padre generalmente realizaba el rito en sus hijos, aunque cualquier israelita podía hacerlo en representación del padre. Se usaban cuchillos de pedernal, aparentemente aún después de haber comenzado a emplearse los de hierro.
Durante la peregrinación por el desierto el rito se había suspendido, pero fue reiniciado apenas entraron en la tierra prometida, antes de la celebración de la primera Pascua observada allí (Jos 5:2-9). Los no judíos que elegían unirse al pueblo de Israel debían someterse a ese rito (cf Gen 34:14-17; Exo 12:48).
En tiempos posteriores también se exigió el bautismo, como asimismo el ofrecer sacrificios. El término “circuncisión” se usó frecuentemente con sentido figurado. Se menciona a los filisteos como “incircuncisos” (Jdg 14:3; etc.), lo cual era cierto literalmente, pero el término llegó a ser prácticamente equivalente a la palabra “pagano” o “gentil”. Jeremías indica que la casa de Israel era “incircuncisa de corazón” (Jer 9:26), y también dice de ellos que sus “oídos son incircuncisos” (6:10). Moisés mismo se consideraba un hombre “torpe [literalmente, incircunciso] de labios” (Exo 6:12) porque hablaba con dificultad. Tener oídos y corazón incircuncisos era no estar dispuesto a seguir las instrucciones divinas.
En tiempos del NT los judíos comúnmente hablaban de sí como los de “la circuncisión” (Gá. 2:8; Col 4:11; etc.). Los judaizantes o partidarios de ella en la iglesia apostólica sostenían que todos los conversos gentiles al cristianismo también debían aceptarla y practicar los ritos y las ceremonias de la fe judía. Durante un tiempo este grupo tuvo éxito en agitar toda la iglesia de Galacia, y procuró minar las labores de Pablo entre los gentiles también en otras partes. Pablo tomó la posición de que la circuncisión literal había perdido su sentido (1Co 7:19; Gá. 5:6), y que la única clase que vale para los cristianos es “la del corazón, en espíritu, no en letra” (Rom 2:28,29).
¿Por qué especificaba la Ley que se realizara la circuncisión al octavo día?
Jehová no lo explicó, ni tampoco era indispensable que lo hiciese. Sus caminos siempre son rectos y no hay duda de que sus razones son las mejores. (2 Sam 22:31.) Sin embargo, en años recientes se han conocido algunas de las razones físicas por las que el octavo día era el tiempo indicado para la circuncisión.
En la sangre no se encuentran cantidades normales del elemento de coagulación llamado vitamina K sino hasta del quinto al séptimo día después del nacimiento. Además, otro factor coagulante conocido como protrombina solo existe en cantidades de más o menos el 30% de lo normal para el tercer día, mientras que para el octavo día su proporción es más elevada que en cualquier otro tiempo de la vida del niño, pues alcanza el 110% de lo normal. De modo que el seguir las instrucciones de Jehová ayudaría a evitar el peligro de hemorragia.
El Dr. S. I. McMillen hace la siguiente observación al respecto: El estudio de la vitamina K y de la tasa de la protrombina permite deducir que el día idóneo para practicar una circuncisión es el octavo día […], [el] día escogido por el Creador de la vitamina K. (None of These Diseases, 1986, pág. 21.)
Prevención de enfermedades
La circuncisión reduce de forma significativa el riesgo de los hombres de padecer VIH, herpes genital y virus del papiloma humano, tres enfermedades de transmisión sexual que no tienen cura. Ese es el resultado de una investigación del National Institute of Allergy and Infectious Disease (NIAID) y la Johns Hopkins University (EEUU), el Rakai Health Science Program y la Makerere University (Uganda) que aparece publicado en la revista «New England Journal of Medicine«.
Estudios previos ya habían demostrado que la práctica de la circuncisión disminuye en más del 50% el riesgo del hombre de contraer el virus del sida en las relaciones sexuales.
Ahora, el equipo investigador ha descubierto que también tiene beneficios contra dos de las enfermedades de transmisión sexual más comunes en el mundo: el herpes genital y el virus del papiloma humano, que pueden causar verrugas y úlceras genitales, tumores anal, de cuello de útero -el segundo que más muertes causa entre las mujeres- y de pene y aumentar el riesgo de contraer VIH.
Los científicos llegaron a esa conclusión tras llevar a cabo dos estudios clínicos con 3.393 hombres sanos de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años. De ellos, 1.684 fueron circuncidados bajo supervisión médica al comienzo del estudio y el resto 24 meses después. La circuncisión redujo el riesgo de contraer herpes genital casi un 25% y el de infección por virus del papiloma humano un 35%.
«Esta investigación confirma los importantes beneficios que la circuncisión tiene sobre la salud, incluyendo la menor transmisión de VIH, herpes genital, virus del papiloma humano y úlceras genitales», explica uno de los autores del estudio, Thomas C. Quinn.
Los investigadores desconocen por qué la circuncisión reduce el riesgo de contraer ambas enfermedades y sin embargo no ofrece ningún tipo de protección contra la sífilis.
El equipo sospecha que tanto el herpes como el virus se multiplican en las células epiteliales de la piel del pene y que el prepucio puede facilitar la llegada del virus a esas células, algo que la circuncisión dificultaría.
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