¿Cómo entró la Música Pop a la Iglesia? Parte 4

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Calvin M. Johansson 
Doctor en Artes Musicales
Maestría en Música Sacra

La influencia del rock sobre la cultura. Sin lugar a dudas, las presuposiciones naturalistas fomentaron un clima en el cual la música rock floreció. El materialismo, amoralismo, egoísmo, hedonismo y relativismo apoyaron los sonidos musicales del rock y su filosofía textual. Sin embargo, es demasiado fácil concluír que el rock fue simplemente un resultado del naturalismo y subsecuentes puntos de vista más extremos. La relación entre el rock y las asunciones mundiales es compleja. El rock fue más una causa que un efecto. Tenía una agenda, y esa agenda, inculcada en sus letras y más importante en su música, sirvió para modelar la cultura a su propia imagen mundial. El rock fue usado para hacer avanzar el humanismo secular de un punto de vista mundial naturalista y sin dios.

Los músicos del rock tuvieron un poder inmenso. La música sirvió como un catalizador para lanzar la revolución más avasalladora del sistema de valores del mundo occidental que jamás se haya visto desde la época de Cristo. Las nociones tradicionales de moralidad, etica, estética y valores sociales basados en el teísmo judío/cristiano fueron puestas cabeza abajo.
Roberto Bork señala este derrumbe de los valores societarios : "Ahora somos dos naciones. No son, como Disraeli lo señaló, los ricos y pobres, o como las comisiones presidenciales regularmente proclama, blancos y negros. En vez de ello, somos dos naciones culturales. Una abarca la contracultura de los 1960s, que hoy es la cultura dominante…. La otra nación, de quienes adhieren a las normas y moral tradicionales, es ahora una cultura disidente"(13) Cantantes y músicos han llegado a ser los héroes e idolos de la audiencia escogida, los jóvenes. Absorbiendo valores contraculturales por medio de la música que escuchan, los jóvenes acarrean su sistema de valores con ellos cuando maduran en la adultez.

La mayoría de los jóvenes de las iglesias evangélicas de los 60s estuvieron sujetos a la sospecha de padres, pastores y profesores respecto del rock. Eso no los guardó de asimilarlo, sin embargo. Debido a que se escuchaba dondequiera que los jóvenes fuesen, difícilmente pudieron evitarlo. En tanto el tiempo pasó y el rock se hizo más y más extremo tanto en sus letras como en su música, todos, inclusive los adultos, fueron arrastrados por la marea. Eventualmente, se dio por sentado – un hecho de la vida.

El real peligro del rock no es que absorba totalmente la música de adoración – una vivencia congregacional de hip-hop religioso, punk y heavy metal. El peligro real es más sutil. El gran peligro es la influencia insidiosa de la música rock sobre la música del culto de adoración cristiano y sobre los hábitos diarios de escucha de quienes fomentan el campo musical cristiano.

La iglesia no está en peligro inminente de que su música vocal asuma características del rock ácido, aunque algunas iglesias sí lo han hecho. Por supuesto, docenas de solistas de Música Cristiana Contemporánea, bandas y grupos son rockeros a carta cabal. Pero lo más importante es, que la influencia del rock en la música congregacional debiera ser motivo de preocupación.

El rock y el pop religioso. Por lo pronto, el mayor dilema de la Iglesia se encuentra en el amplio campo de la música del culto de adoración, que ha sido influenciada por la música rock. La música religiosa popular está inundando a la iglesia como nunca antes. La mayoría de esta música no puede ser categorizada lisa y llanamente como rock . Sin embargo las formulaciones musicales están un poco fuera del carácter de la música que se supone sea un reflejo del evangelio.
Una mirada más cercana a este gran cuerpo de música indica que aunque no es estrictamente rock, contiene muchas de las características de la música popular. En tanto muy pocas iglesias tolerarían la incursión del hip-hop en el culto de adoración, por ejemplo, la mayoría está por dar la bienvenida a la música con un decidido aire pop. Es, por lo tanto, de más utilidad considerar la amplia categoría de música popular (que incluye al rock) en el Capitulo 10, más bien que el estrecho género del rock. Mirando las formas del pop como un todo se atraviesa por las líneas demarcatorias de subcategorías y se ve el amplio espectro del campo de la música religiosa pop.

Necesitamos considerar la música pop como un género, como una clase, y como un estilo. Tal crítica está distintamente fuera de moda, esa pregunta debiera haberse hecho en favor del pop unos treinta años atrás. Pero la historia ha mostrado que una acomodación mayor a la cultura cambia el evangelio. ¿Quien podría disputar la aseveración de que la música liviana, más "alegre" de parte de los evangélicos ha acompañado una reducción simultánea de la piedad y la disciplina?

Concedido, tal declaración no debiera basarse sólo en el tema de la música. Otros factores han contribuído a ello : una aproximación siéntete-bien a la fe, una cultura de la trivialización, una facilitación de las restricciones morales, el quiebre de la unidad familiar, desconfianza en la autoridad, una erosión de la creencia en la soberanía de Dios, y así por el estilo. Pero en la balanza, la música ha tenido una influencia desproporcionada en la vida de la iglesia.

Vivimos en una cultura pop. Cuan se escriban las historias musicales del siglo 20, el hecho musical más prominente que emergerá será un cambio en gran escala desde la música artistica a la música popular. El cambio dramático puede ser analizado señalando el interés decreciente en la musica clásica al término del siglo. No decimos con esto que la música clásica esté muerta, pero su futuro es al menos incierto. Eventualmente sólo podrá encontrarse como un artefacto de museo si nuestro presente sistema de valores continúa.

Las asociaciones de conciertos para la comunidad, concilios artísticos, y similares han sido forzados a programar más y más conciertos pop para atraer a las audiencias necesarias para mantenerse a flote. Aún las más prestigiosas orquestas sinfónicas han recurrido a agregar atracciones pop o a una serie separada de conciertos pop para mantener financieramente viable a la orquesta. Las sociedades corales tanto como los coros de iglesia que cantan un standard elevado de repertorio, se encuentran en franca disminución.

Los cantantes populares de la primera mitad del siglo mantuvieron una media de belleza vocal en su cantar (Bing Crosby y Dennis Day, por ejemplo) en tanto que la última mitad del siglo experimentó sonidos vocales que en forma creciente llegaron a ser repugnantes. Las máquinas hicieron del negocio de las grabaciones una empresa multimillonaria. Los solistas y grupos pop luego de la Segunda guerra mundial sirvieron para revolucionar la vida occidental en todas sus formas. Al hacer esto les dieron, con la ayuda de estrategas en marketing comercial, una influencia en el moldeamiento del gusto musical. Los planes de estudio de los colegios superiores y de las universidades reflejaron el poco interés en mantenerlos, visto en la desaparición del profesor de piano en la vecindad. En conjunto, el siglo mostró que la música no puede estar divorciada de los rasgos en desarrollo de una sociedad. Los valores de un pueblo se muestran en lo que cantan y tocan.

Notas al pie
1.- David Wilkerson, The Devil’s heartbeat: rock and roll! (Philipsburg,PA,n.d.)
2.- David Wilkerson, Confessions of a Rock ‘n’ roll hater! (Lindle, TX,1982) p.3
3.- David Wilkerson, Set the trumpet to thy mouth (Lindale, TX, 1985) pp.92,92
4.- John Cloud, "An end to the hatred", Time (November 1,1999) p.62
5.- Donald Hustad, The Merry Go round goes round (un published paper, Hardins-Simmons University Simposium, 1994) pp.4,5
6.- Pat Boone y Paul Baker, Why sould the devil have all the good music (Waco, TX, 1979) pvii
7.- 1 Juan 2:15-16
8.- Gálatas 1:4
9.- Santiago 4:4
10.- Will Herberg, "What is the moral crisis of our time?" The intercollegiate Review 2 (Fall 1986) p.9
11.- James Sire, The Universe next door: a basic worldview catalogue, 3rd ed. (Downers grove, ILL., 1997)pp 71,72
12.- See William Kilpatrick, Why Johnny can’t tell right from wrong (New York, 1993) pp.172-189
13.- Robert H.Bork, "True Conservatism" The intercollegiate Review (Spring 1999) p.6


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