¿Cómo se clasifican los Salmos?
¿Cómo se clasifican los Salmos?
Se han hecho muchas clasificaciones de los salmos según su tema y propósito. Barnes reconoció cinco clases:
(1) himnos de alabanza a Dios,
(2) himnos nacionales de los hebreos,
(3) cánticos del templo,
(4) salmos sobre temas de pruebas y calamidades nacionales e individuales, y
(5) salmos religiosos y morales.
Kent anotó los siguientes tipos:
(1) amor y matrimonio,
(2) alabanza y agradecimiento,
(3) adoración y confianza,
(4) oración, y
(5) reflexión y enseñanza.
MacFayden clasificó los salmos según once temas:
(1) adoración,
(2) reino universal de Jehová,
(3) el Rey,
(4) meditación,
(5) agradecimiento,
(6) culto,
(7) historia,
(8) imprecación,
(9) penitencia,
(10) petición y
(11) alfabéticos.
Basado en su estudio de las composiciones literarias que tienen la forma de poesía lírica religiosa no sólo en Israel y Judá sino también en las culturas antiguas y contemporáneas de los pueblos limítrofes del Cercano Oriente, Gunkel halló cinco tipos:
(1) himnos, inclusive cantos de Sión y salmos de entronización,
(2) lamentos públicos,
(3) salmos reales,
(4) lamentos individuales, y
(5) cantos individuales de agradecimiento, con un grupo de salmom que se llaman «salmos mixtos».
Clasificándolos según su forma literaria y propósito, Moulton designó los salmos como
(1) introductorios,
(2) monólogos dramáticos,
(3) acrósticos,
(4) coros dramáticos,
(5) coros para la toma de posesión de Jerusalén,
(6) litúrgicos,
(7) himnos festivos,
(8) himnos votivos,
(9) letanías,
(10) elegías nacionales,
(11) himnos ocasionales y
(12) coros festivos.
Para los fines de este Comentario, la siguiente clasificación
-con notas a manera de definición y ejemplos típicos de cada clase-
servirá para demostrar la variedad de ideas y extensión de temas
del Salterio:
a. Naturaleza. Sal. 8, 19, 29, 104. Los hebreos,
que vivían apegados a la tierra, eran amantes de la naturaleza. Sin embargo,
su amor a la naturaleza nunca fue un fin en sí mismo, sino un medio que
les señalaba al Dios de la naturaleza y los inducía a magnificar
su majestad y poder creadores.
b. Históricos y nacionales. Sal. 46,
68, 79, 105, 106, 114. De los grandes incidentes del pasado, por deprimentes
o reanimadores que hubieran sido, los salmistas extraían amonestaciones
en cuanto a la conducta diaria e inspiración para el futuro. Su lealtad
a Dios era siempre el punto central de su patriotismo. Era él quien los
inspiraba en tiempos de crisis nacional.
c. Didácticos. Sal. 1, 15, 35, 71.
Los salmos abundan en consejos morales, éticos y religiosos.
d. Mesiánicos. Sal. 2, 22, 69, 72,
110. Se presenta al Mesías en su carácter divino-humano, en su
humildad y exaltación, en su sufrimiento y gloria, en su servicio sacerdotal
y dignidad como Rey, y en el triunfo final y la bienaventuranza de su reino
eterno. El cuadro que presenta el NT de Cristo como Profeta, Sacerdote, Redentor
y Rey está predicho en los salmos. Se ha dicho que de los salmos casi
podría compilarse un tratado sistemático sobre el Mesías.
Demás está decir que los salmos mesiánicos son también
salmos proféticos. David no solamente fue cantor, sino también
profeta (Hech. 2: 29, 30).
e. Penitenciales. Sal. 6, 32, 38, 51, 102,
130, 143. David se destaca como uno de los grandes penitentes de la Biblia.
Es verdad que pecó gravemente, pero también es cierto que repudió
enérgicamente su pecado, rindiéndose con dolor y contrición
a los pies de su Salvador. Es significativo que de los siete salmos penitenciales,
cinco 630 son atribuidos al rey-poeta, quien, cuando tuvo que hacer frente a
la parábola de] profeta Natán respecto a la corderita, confesó
inmediatamente: «Pequé contra Jehová» (2 Sam. 12: 1-13).
f. Imprecatorios. Sal. 35, 52, 69, 83, 109.
Varios salmos censuran o maldicen a los enemigos de Dios y de su pueblo, por
lo cual su tono parece contrario al espíritu con el cual Cristo declaró
que debiéramos tratar a un enemigo (Mat. 5: 44). Para aclarar esto, expositores
muy diversos han ofrecido las siguientes sugestiones, de valor variado:
1. La expresión de amenaza puede entenderse más como profética que como imperativa. El salmista prevé el castigo; éste no sobreviene en respuesta a su petición. Los verbos que expresan vivo deseo de venganza pueden considerarse como advertencias más bien que como expresiones de anhelo.
2. El carácter concreto del pensamiento y la expresión de los hebreos tendía a asociar al pecado con el pecador como una sola cosa. A la mente hebrea le resultaba difícil albergar la idea abstracta del pecado, salvo en la forma en que lo veía personificado en el pecador. El pecado y el pecador no eran separados, sino compañeros inseparables. Destruir al pecado equivalía a la destrucción del pecador.
3. Los hebreos creían que eran representantes escogidos de Dios entre los impíos. Por eso consideraban que un ataque de los paganos dirigido contra ellos era un pecado contra Dios y, por lo mismo, se sentían obligados a contraatacar. El salmista, consciente de ser ungido de Dios, siempre habla en nombre de Dios. Cuando el enemigo lo acosa, en realidad persigue a Dios. En relación con esto nótese que Moisés, en la apasionada intensidad del vibrante discurso de Deuteronomio, a veces deja de usar el pronombre de tercera persona y, por así decirlo, sin transición o frase explicativa alguna, habla directamente de la boca de Dios (ver Deut. 11: 13-15; 29: 5, 6). Puesto que el salmista escribía bajo la inspiración divina, tenía el derecho no sólo de censurar el pecado sino de pronunciar una sentencia contra el pecador. Estas imprecaciones contra el enemigo pueden compararse con las maldiciones contra los israelitas mismos por caer en el pecado, que se registran en Lev. 26, Deut. 27 y 28; con las censuras de Isa. 5: 24, 25; 8: 14, 15; Jer. 6: 2 l; 7: 32-34; con las vigorosas expresiones mediante las cuales Jesús censuró a los escribas y fariseos (Mat. 23), y con las palabras de los escritores del NT en Hech. 5: 3, 9; Gál. l: 8, 9; 5: 12; Sant. 5: 1-3. Como lo indican estas referencias, las imprecaciones de la Biblia no se limitan a los salmos, ni siquiera al AT. Se las encuentra también en el NT.
4. Hay que entender las acusaciones contra el pecador en armonía con el marco histórico de los tiempos en los cuales se escribieron. Entonces la gente se expresaba con vigor y con vívidas figuras de lenguaje. Los escritores de la Biblia expusieron sus ideas en lenguaje humano y en un estilo familiar para sus contemporáneos. «La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma» (1MS 24).
g. Oración, alabanza y adoración.
Sal. 16, 55, 65, 86, 89, 90, 95-100, 103, 104, 107,142,143, 145-150. La voz
del salmista se oye de continuo en oración: «Con mi voz clamé
a Jehová» (Sal. 3: 4); «Oye mi oración, oh Jehová»
(Sal. 39: 12); y en alabanza y adoración: «Te exaltaré, mi
Dios, mi Rey» (Sal. 145: l), «Bendice, alma mía, a Jehová;
y bendiga todo mi ser su santo nombre» (Sal. 103: l). Todas las vicisitudes
de la 631vida se elevan por encima del medio ambiente y se las presenta como
un tema de alabanza.
h.Peregrinación. Sal. 120-134. Son,
en esencia, canciones populares, llamadas «cántico gradual»
[canción de las subidas] en el sobrescrito. Estos cánticos tal
vez eran entonados por los peregrinos mientras iban a las grandes fiestas en
Jerusalén.
En hebreo estos salmos se llaman shir hamma’aloth (se designa al Sal. 121 como
shir lamma’aloth). Ma’alah deriva de la raíz ‘alah, que significa «subir».
Ma’alah se usa para referirse al ascenso o regreso a la patria desde Babilonia
(Esd. 7: 9), para indicar «escalones» o «escaleras» (Exo.
20: 26; 1 Rey. 10: 19) y «grados de un reloj de sol» (2 Rey. 20: 9).
En el título de estos salmos, ma’alah quizá se refiera a las peregrinaciones
a las fiestas de Jerusalén (cf. su uso en Esd. 7: 9). La Mishna dice
lo siguiente: «Quince gradas llevaban … [del atrio de las mujeres] al
atrio de los israelitas, y éstas correspondían a los quince cánticos
de Maaloth en los Salmos, y sobre ellas cantaban los levitas» (Middoth
2.5). En Sukkah 5.1-4 se describe la primera noche de la fiesta de Tabernáculos.
Se dice que los levitas tocaban arpas, liras, címbalos y trompetas sobre
las quince gradas. La escena estaba iluminada por candeleros de oro en el atrio
de las mujeres y la música seguía hasta el amanecer.
i. Salmos alfabéticos o acrósticos.
Las letras iniciales de los versos de los Sal. 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112,
119, 145 tienen en el texto hebreo una sucesión alfabética. Los
nombres de estas letras iniciales se mantienen en algunas versiones. En la RVR
encontramos los nombres de estas letras al comienzo de cada estrofa del Sal.
119. Los salmos acrósticos son de tres clases:
1. En unos, la primera letra de cada verso está en orden alfabético (Sal. 25, 34, 111, 112, 145; con unas pocas excepciones menores en Sal. 25 y 34).
2. En otros, las letras del alfabeto dan comienzo a versos alternados (Sal. 37) o están al principio de versos que se hallan a intervalos más amplios (Sal. 9 y 10).
3. El Salmo 119 se divide en 22 estrofas de 8 versos cada una, y cada línea de cada estrofa comienza con una misma letra del alfabeto. Las estrofas están precedidas alfabéticamente por las 22 letras hebreas.
El acróstico se usaba, sin duda, para ayudar
a memorizar, lo cual se anticipó a nuestros abecedarios en más
de 2.000 años. Por regla general, no se usan los salmos acrósticos
para mostrar el desarrollo de un tema, sino para hacer repeticiones con palabras
diferentes e ilustraciones variadas. Estilísticamente se caracterizan
por la riqueza de expresión.
La presencia del acróstico -en los salmos
donde se lo emplea- se ha indicado en este Comentario mediante los caracteres
del alfabeto hebreo, colocados en el margen (ejemplo, Sal. 119). Hay una lista
de las 22 letras del alfabeto hebreo en la pág. 15.
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