Cronología de los Profetas del Antiguo Testame
LOS dieciséis profetas -desde Isaías hasta Malaquías- cuyos escritos han llegado hasta nosotros, vivieron durante unos cuatro siglos; más o menos desde el año 800 hasta el 400 a. C. La mayoría de ellos consignó datos cronológicos que permiten ubicar, al menos en forma aproximada, la duración de su ministerio. En el caso de Joel y Abdías no hay una evidencia concluyente en cuanto al tiempo de su actuación, y los eruditos discrepan mucho al respecto.
El cuadro que acompaña a este artículo permitirá que el lector estudie a estos profetas dentro de su marco histórico. Muchos mensajes y profecías sólo pueden entenderse correctamente dentro del marco histórico en que los profetas actuaron y según los acontecimientos ocurridos durante sus vidas.
Ya que es posible ubicar con bastante precisión a los reyes de Judá e Israel, sobre todo los últimos, se presentan en este cuadro los diversos reinados durante los cuales ministraron estos dieciséis profetas, de acuerdo con las fechas que este Comentario emplea en su cronología bíblica provisoria (ver t. II, pp. 79, 127, 146, 166, 748; t. IV, pp. 536-537).
Además, en una columna separada aparecen los reyes de Asiria, Babilonia y Persia, cuyas fechas han sido establecidas. La mayoría de ellos son mencionados en la Biblia, ya en los libros históricos, ya en los proféticos. La última columna da una lista de acontecimientos especiales ocurridos durante el período correspondiente, algunos de los cuales son de carácter político y tienen que ver con los países vecinos de Israel y Judá, mientras que otros acontecimientos son más bien nacionales. Este cuadro sólo muestra los sucesos que se mencionan en la Biblia y que son importantes para entender correctamente los mensajes proféticos.
Los siguientes breves resúmenes contienen las pruebas cronológicas que sirven para ubicar a los profetas en las fechas dadas en este cuadro.
ISAÍAS
Isaías fue el gran precursor de una serie de escritores bíblicos. Los autores del NT reconocen este hecho al citar a Isaías más de 90 veces. Isaías profetizó en el reino del sur, Judá, donde actuó durante un período crítico de la nación. Desempeñó un papel importante durante dos períodos cruciales: (1) en tiempo de Acaz, durante la guerra entre Siria e Israel (cap. 7-11), y (2) en tiempo de Ezequías, cuando Senaquerib sitió a Jerusalén (cap. 36-37). Mediante su propia confianza en Dios estimuló a Ezequías y al pueblo, y de ese modo pudo ayudar a salvar a Jerusalén.
La primera parte de su ministerio parece haber coincidido con los últimos años del reinado de Uzías (véase la Introducción a Isaías), pero su llamamiento al ministerio profético aconteció en 740/739, último año de Uzías (cap. 6: 1). Continuó fielmente con su misión durante tres reinados: de Jotam, de Acaz y de Ezequías (cap. 1:1). Parece que fue odiado a muerte por Manasés, el impío hijo de Ezequías. Cuando Manasés subió al trono como rey exclusivo a la muerte de su padre, más o menos
en el año 686, no perdió tiempo en deshacerse del fiel vidente (PR 281). Según la tradición judía, Isaías fue aserrado. Es posible que en Heb. 11:37 se haga referencia a este hecho.
Todo el ministerio de Isaías, desde Uzías hasta Manasés, debe haber durado más de medio siglo (PR 230, 281).
JEREMÍAS
La historia de la vida de Jeremías es más conocida que la de cualquier otro profeta. Era miembro de una familia sacerdotal oriunda de Anatot. Jeremías fue escogido por Dios para servir como profeta desde antes de su nacimiento (cap. 1: 5), y llamado en temprana edad (cap. 1:6-7). Aunque el vocablo hebreo ná’ar , «joven» o «niño», con el cual el profeta se designa (vers. 6), no indica la edad exacta del profeta cuando fue llamado por Dios, el contexto del pasaje parece apoyar la interpretación de que era aún muy joven, y que quizá tuviera menos de veinte años. Fue llamado en el año 13 del reinado de Josías (cap. 1: 2; 25: 3), alrededor del año 627. Josías también era joven, pues en esa época tenía sólo 21 años.
Jeremías vivió en un período crítico de su nación, y fue llamado a proclamar muchos mensajes de reprensión, y también a pronunciar solemnes predicciones de calamidades que sobrevendrían a su pueblo a causa de su desobediencia. Por causa de sus osados mensajes casi perdió la vida durante el reinado de Joacim, y por eso se escondió (cap. 36: 26). Durante el reinado de Sedequías, último rey de Judá, Jeremías fue encarcelado por considerárselo traidor a la patria (cap. 37: 11-16), pues aconsejó a su pueblo que se rindiera a los babilonios. Después de la caída de Jerusalén en 586, Nabucodonosor permitió que Jeremías quedara con el remanente del pueblo que fue dejado en el país (cap. 40:1-6). Después de que Gedalías -el nuevo gobernador de Judea- fue asesinado los judíos de Mizpa, temiendo la venganza de Nabucodonosor, se marcharon a Egipto llevándose a Jeremías y también a Baruc, su amanuense (cap. 43: 6).
Estando en Egipto, Jeremías clamó contra la idolatría que los judíos practicaban allí (cap. 43-44). Probablemente murió en el país del Nilo. Una tradición judía afirma que fue apedreado por su propio pueblo. Si el apéndice histórico del cap. 52 fue escrito por el profeta, debe haber vivido hasta 561, cuando Joaquín fue liberado de la cárcel por Evil-merodac, rey de Babilonia (cap. 52: 31 ), siendo pues, en tal caso, octogenario. Los que creen que el cap. 52 fue añadido como una posdata inspirada por el amanuense de Jeremías o por uno de sus discípulos, deducen que el profeta había muerto unos 20 años antes, alrededor del año 580 a.C. En el cuadro se dan las dos posibilidades y se indica, por medio de una línea discontinuo, su posible ministerio de dos décadas, de 580 a 560 a.C.
EZEQUIEL
El profeta Ezequiel, también sacerdote, fue uno de los 10.000 judíos llevados al exilio por Nabucodonosor en 597 a. C., cuando el rey Joaquín fue llevado a Babilonia. En el 5.º año del cautiverio de Joaquín, 593/92, Ezequiel tuvo su primera visión junto al «río Quebar», un canal que se encontraba cerca de la famosa ciudad de Nippur, al sur de Babilonia (cap. 1: 1-3). La afirmación de que ese 5.º año del cautiverio también era el «año treinta», resulta enigmática. Se cree que el profeta hace referencia a su propia edad o a los 30 años transcurridos desde la reforma que ocurrió durante el 18.º año de Josías.
Varios de los mensajes del profeta llevan fecha exacta (ver t. III, pp. 95-96), y el último de esos mensajes proféticos que llevan fecha fue recibido en el año 27 del cautiverio de Ezequiel (cap. 29: 17), 571/70. Esto le atribuye a Ezequiel un ministerio de por lo menos 22 años, desde 593/92 hasta 571/70. Sin embargo, es posible que algunas de sus profecías que no tienen fecha hubieran sido dadas posteriormente. Por lo tanto, no es preciso considerar que el año 571/70 fue necesariamente el último de su ministerio.
DANIEL
Daniel fue llevado a Babilonia en el año 605 a. C., durante el año de la ascensión al trono de Nabucodonosor (ver com. cap. 1: 1). Pero fue sólo en el tercer año de su cautiverio, el 2º del reinado de Nabucodonosor, cuando el joven Daniel presentó las primeras pruebas de su vocación profético (cap. 1: 5, 17; 2: 1, 19). Por lo tanto, puede considerarse que el ministerio profético de Daniel comenzó en el año 603.
Por algún tiempo ocupó un encumbrado puesto en el gobierno de Nabucodonosor (cap. 2: 48), y se convirtió en un consejero digno de confianza del gran rey. Al parecer, durante los años de los sucesores de Nabucodonosor, sus servicios no fueron requeridos; sin embargo, aparece otra vez desempeñando un papel importante en la noche de la caída de Babilonia, cuando interpretó la misteriosa escritura de la pared (cap. 5). Poco después de esto, una vez más fue ascendido a un elevado puesto de honor y responsabilidad en el recién formado Imperio Persa (cap. 6).
Todas las visiones de Daniel que se registran en los capítulos 7 al 12 fueron recibidas en los últimos años de su vida: la primera de ellas (cap. 7) en el 1er año de Belsasar (552 o quizá más tarde), y la última (cap. 10-12) en el 3er año de Ciro (536/35 a. C.). Quizá fue en esta ocasión, siendo Daniel ya casi de 90 años, cuando se le mandó cerrar el libro y sellarlo (cap. 12: 4, 13). Por estas razones puede ubicarse el extenso ministerio profético de Daniel aproximadamente desde el año 603 hasta el 535 a. C.
OSEAS
El profeta Oseas era ciudadano del reino del norte de Israel, cuyo gobernante, Jeroboam II, es llamado por el profeta «nuestro rey» (cap. 1: 1; 7: 5). Al compararse algunas de sus profecías con las de Amós, se nota que Oseas fue contemporáneo de aquél, aunque algo más joven (cf. Ose. 4: 3 con Amós 8: 8; Ose. 4: 15 con Amós 5: 5; y Ose. 8: 14 con Amós 2: 5). Comenzó su ministerio durante el reinado de Uzías, rey de Judá, y Jeroboam II, rey de Israel (cap. 1: 1), y continuó hasta el tiempo de Ezequías, rey de Judá (cap. 1: 1). Sin embargo, todos sus mensajes están dirigidos a la nación del norte.
El libro no menciona la caída de Samaria que acaeció en 723/22 a. C.; por lo tanto, puede deducirse que el último mensaje del profeta fue dado antes de la destrucción de Samaria. Por esto puede ubicarse su ministerio desde más o menos el año 755 o antes, hasta aproximadamente el año 725 a. C.
JOEL
Nada se sabe del profeta Joel, excepto que era hijo de Petuel (cap. 1: 1). Su libro se caracteriza por el hábil empleo del idioma, una sintaxis bien equilibrada y una poesía vivaz e impresionante. Pero el libro no contiene ninguna indicación clara del tiempo de la actuación del profeta. Es imposible ubicar cronológicamente la devastadora plaga de langostas tan vívidamente descrita por el profeta, comparada con los terrores del día venidero del castigo. Los eruditos sostienen opiniones muy dispares en cuanto a la fecha del ministerio de Joel. La generación más antigua lo sitúa en el siglo IX a. C., mientras que la mayoría de los comentadores modernos lo colocan en tiempos del rey Josías o en el período postexílico. Puesto que no existe ninguna evidencia decisiva en favor de ninguna de estas posiciones, aquí se presentan las tres:
1.- Joel vivió en el siglo IX.-
Los grandes imperios de Asiria y Babilonia no aparecen en el horizonte del profeta; por lo tanto, parece haber actuado antes de que Asiria tuviera que ver con los asuntos palestinos. Puesto que las hostilidades de los pueblos paganos contra Judá (cap. 3: 4 en adelante) parecen referirse a las que se registran en 2 Rey. 8: 20-22 y 2 Crón. 21: 8-10, 16, y nada se indica en cuanto a las dificultades ocasionadas por Hazael (2 Rey. 12: 17- 18; y 2 Crón. 24: 23-24), se ha llegado a la conclusión de que Joel dio sus mensajes en el período comprendido entre estos dos acontecimientos. Además, se piensa que el ministerio de Joel ocurrió durante los años cuando el sumo sacerdote Joiada actuó como regente de Joás, el niño rey (2 Rey. 11: 17 a 12: 2), lo cual explicaría por qué no aparece el rey en ninguna parte del libro, pero sí se habla de un floreciente culto en el templo.
2. Joel actuó en el siglo VII.-
Esta posición afirma que el ministerio de Joel parece coincidir con los primeros años de Josías, cuando el poderío asirio se estaba acercando a su fin y Babilonia era todavía un reino débil. Por esto el profeta no menciona a ninguno de estos dos reinos. Puesto que Josías ascendió al trono siendo niño, sin duda reinó bajo un regente, lo que explicaría por qué Joel no menciona a ningún rey. Además, el hecho de que los habitantes de Tiro y Sidón no aparecen como enemigos de Judá hasta las últimas décadas de su historia, entre tanto que en el libro de Joel figuran como enemigos de Judá, también parece indicar que el profeta actuó cerca del fin del reino de Judá. A esto puede añadirse la mención de los griegos (cap. 3:6), quienes difícilmente figuraron en la historia del Cercano Oriente antes del siglo VII. Por estas razones, este Comentario ha adoptado la posición de que Joel actuó en el siglo VII, aunque no hay una evidencia decisiva de que ésta sea la única posición aceptable.
3.Joel actuó después del exilio.-
Algunos comentadores han entendido que, puesto que Joel no menciona a ningún rey de Judá, ni de Asiria, ni de Babilonia, y hace referencia a la hostilidad de Tiro y Sidón y menciona a los griegos, deben ubicar el libro después del exilio. Pero es necesario notar que no se hace ninguna referencia a Persia, lo cual podría esperarse en un libro de origen tan tardío. Este hecho debilita el argumento en favor de una fecha postexílica para Joel.
AMÓS
Amós se presenta ante sus lectores como «uno de los pastores», «boyero» ( «pastor»,» BJ) que también recogía «higos silvestres» » (cap. 1: 1; 7: 14). En la introducción de su libro afirma que actuó durante los reinados de Uzías de Judá, y Jeroboam II de Israel. Puesto que éstos son los dos únicos reyes mencionados, puede entenderse que Amós profetizó durante el tiempo cuando ambos eran reyes exclusivos en sus reinos respectivos. Uzías reinó solo en Judá de 767 a 750, y Jeroboam en Israel de 782 a 753; por lo tanto, el ministerio de Amós puede haber ocurrido entre los años 767 y 753 a. C. A pesar de que se menciona que recibió su primer mensaje de parte de Dios «dos años antes del terremoto» (cap. 1: 1), es imposible situar su ministerio con mayor precisión, pues se desconoce la fecha del terremoto. Sin embargo, este sismo debe haber sido muy fuerte, pues lo recuerdan los que vivieron 250 años más tarde, según lo demuestra Zac. 14: 5.
Este profeta fue ciudadano de Judá, pero también fue portavoz de mensajes para el reino de Israel. Varios de sus mensajes fueron dirigidos contra naciones extranjeras. Fue a Bet-el, ciudad santuario del reino del norte, para pronunciar allí mensajes proféticos de advertencia, reprensión y castigo para Israel.
ABDÍAS
El breve libro de Abdías, que consta sólo de 21 versículos, no lleva fecha, y su ubicación cronológica no es segura. La profecía de Abdías, dirigida contra Edom, presupone que había ocurrido recientemente un saqueo de la ciudad de Jerusalén, en el cual muchos judíos habían sido llevados cautivos. Algunos creen que el profeta se refiere a la conquista de Jerusalén en tiempos del rey Joram (2 Rey. 8: 20-22; 2 Crón. 21: 8-10, 16-17), en el siglo IX. Otros creen que el profeta se refiere a la destrucción de Jerusalén a manos de Nabucodonosor en 586 a. C. El hecho de que algunas de las palabras empleadas por Abdías también se encuentren en Jeremías (Abd. 1, 3-4; cf. Jer. 49: 14, 16) y Joel (Abd. 15, 17; cf. Joel 1: 15; 2: 1, 32) difícilmente puede servir como una evidencia para establecer una fecha más antigua o más reciente. Por lo tanto, aquí se adopta la fecha más reciente, sin que por ello se considere que es un error ubicarlo en un tiempo más antiguo.
JONÁS
El profeta Jonás era galileo, de Gat-hefer. En su libro no aparece ningún elemento decisivo para identificar la fecha de su misión a Nínive. Sin embargo, en 2 Rey. 14: 25 se afirma que Jonás también profetizó acerca de la expansión de Israel y que esa profecía se cumplió en el tiempo de Jeroboam II. Esta profecía debe haber sido dada antes de que Jeroboam fuera rey (aproximadamente 793 a. C.) o en los primeros años de su reinado; por lo tanto, es probable que Jonás haya sido el primero entre los profetas que se estudian ahora.
Esa fecha tan antigua para el ministerio de Jonás -en torno de 790 a. C.- coincide bien dentro de la historia asiria. El único período en el cual parece calzar la misión de Jonás a Nínive, con los resultados conocidos, es en el reinado de Adadnirari III (810-782). Durante el reinado de éste, Asiria dejó su religión politeísta por un corto tiempo, y abrazó un culto más o menos monoteísta dedicado a Nabu (ver t. II, p. 62).
MIQUEAS
Miqueas era oriundo de Moreset-gat (cap. 1: 1, 14), probablemente lo que hoy corresponde con Tell el-Yudeidah en la parte sudoeste de Judá. No debe confundirse al profeta Miqueas con Micaías, hijo de Imla, profeta de Israel en tiempos de Acab (siglo IX a. C.). Algunos antiguos comentadores procuraron demostrar que se trataba de una misma persona, debido al empleo que hacen ambos de frases similares (Miq. 1: 2; cf. 1 Rey. 22: 28). Sin embargo, los datos cronológicos presentados por Miqueas se oponen a esta identificación, y demuestran que medió al menos un siglo entre los dos.
Miqueas afirma que su ministerio se efectuó en tiempos de Jotam, Acaz y Ezequías (cap. 1: 1). Puesto que Jotam pasó a ser soberano único después de la muerte de su padre Uzías en 740/39, sin duda debe ubicarse la fecha del comienzo del ministerio de Miqueas después de ese año. Por lo tanto, se ve que fue contemporáneo de Isaías, aunque algo menor que éste. El vocabulario y la terminología de Miqueas tienen mucho parecido con los de Isaías (Miq. 4: 1-4; cf. Isa. 2: 2-4). Jeremías, al citar a Miqueas (Jer. 26: 18 ; cf. Miq. 3: 12) afirma que éste actuó durante el reinado de Ezequías. Todo esto lleva a la conclusión de que Miqueas profetizó desde el año 740 al 700 a. C., aproximadamente.
NAHÚM
Se dice que Nahúm era de Elcos (cap. 1: 1), pero Elcos ( «Elcóš, » BJ) no figura como nombre geográfico en ninguna otra parte de la Biblia. Algunos han procurado identificarlo con Elkesi, en Galilea, con Alkush en Asiria y con una aldea próxima a Eluterópolis en Judá. Sin embargo, no hay duda de que vivió y trabajó en el reino del sur y que su principal profecía estaba dirigida en general, contra Asiria, y contra Nínive en particular. No se dan datos cronológicos, pero el profeta habla de la caída de Tebas ( «No Amón, » BJ; » Noph, » ARV; cap. 3: 8) como un acontecimiento pasado. Esta ciudad, capital del alto Egipto, generalmente conocida por su nombre griego de Tebas, fue destruida por el rey Asurbanipal en 663 a. C. Esto proporciona una fecha límite para la antigüedad de la profecía de Nahúm. Por otra parte, se describe la destrucción de Nínive como un acontecimiento futuro (cap. 3: 7). La ciudad de Nínive, capital de Asiria, fue tomada y destruida por las fuerzas combinadas de Media y Babilonia en el año 612 a. C., por lo cual ésta sería la fecha menos antigua posible para el libro de Nahúm. La descripción gráfica que da el profeta de la catástrofe ocurrida en Tebas deja la impresión de que el acontecimiento estaba todavía fresco en el recuerdo del pueblo. Si bien el poderío de Asiria estaba decreciendo, todavía no estaba cerca de su fin. Por lo tanto, se toma el año 640 a. C., a mitad de camino entre las dos fechas límites, o sea la destrucción de Tebas y la caída de Nínive, como una fecha conjetural razonable para el ministerio profético de Nahúm.
HABACUC
Fuera de su nombre, nada se sabe del profeta Habacuc. Es posible que hubiera sido cantor en el templo, puesto que su tercer capítulo está dedicado » «al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas» » (cap. 3: 19). Aunque no se encuentran datos cronológicos en el libro, ciertas declaraciones permiten ubicar con bastante aproximación las profecías de Habacuc. Se menciona que el templo todavía existe (cap. 2: 20), lo que indica que el libro fue escrito antes de que Nabucodonosor destruyera la ciudad de Jerusalén en 586 a. C. Además, se predice el surgimiento de los caldeos y su invasión del occidente, pero en ese tiempo esto parecía algo increíble (cap. 1: 5-7). Esta situación coincide mejor con el tiempo anterior al surgimiento del imperio caldeo en tiempo de Nabopolasar, quien comenzó a reinar en 626/25 a. C., y que, junto con los medos, ocasionó la destrucción de Asiria. Parecería apropiado asignarle al período de la actividad profética de Habacuc una fecha alrededor de 630 a. C., antes de que los caldeos llegaran a ser una potencia de cierta importancia.
SOFONÍAS
El profeta Sofonías hace remontar su genealogía a un Ezequías, quizá el rey de Judá de este nombre. Afirma que ministró en tiempo del rey Josías (cap. 1: 1), quien reinó de 640 a 609 a. C. Habla de la destrucción de Nínive, ocurrida en 612 a. C., como de un suceso futuro, lo que indicaría que escribió antes de esa fecha. Además, la repetida mención de la impiedad de Judá, descrita como enorme en su día (cf. cap. 1: 4-6, 8-9, 12; 3: 1-3, 7), parece referirse a la época anterior a la reforma de Josías, la cual comenzó en 623/22. Estas consideraciones parecen colocar a Sofonías en los primeros años del reinado de Josías, quizá alrededor de 630 a. C., como contemporáneo de Habacuc.
HAGEO
La reanudación de la reconstrucción del templo en tiempos de Darío I, después de que la obra había sido abandonada por algún tiempo (Esd. 4: 24; 5: 1), se debió al valiente ministerio de Hageo. El libro de Hageo contiene cuatro discursos, cada uno de los cuales lleva una fecha precisa, con día, mes y año del reinado de Darío (para esas fechas ver t. III, pp. 101-102). La secuencia del libro de Hageo indicaría que todo su ministerio conocido no duró más de 3 meses y medio, y que comenzó (cap. 1: 1) el 29 de agosto de 520 a. C., y se extendió, de acuerdo con sus dos últimos discursos registrados (cap. 2: 10, 20), hasta el 18 de diciembre de 520. De todas las fechas de los profetas, la de Hageo es la que puede darse con mayor precisión.
ZACARÍAS
Zacarías quizá perteneció a una familia sacerdotal (cap. 1: 1; cf. Neh. 12: 12,16). Recibió su llamamiento entre octubre y noviembre de 520 a. C., en el mismo año en que aparece Hageo por primera vez (cap. 1: 1. En cuanto a las fechas de Zacarías, ver t. III, pp. 101-103). Algunos meses más tarde se dieron varias otras profecías (Zac. 1: 7 a 6: 15). Luego se nota una pausa de casi dos años en su actividad, al cabo de los cuales Zacarías recibió otro mensaje divino el 6 de diciembre de 518 (cap. 7: 1), registrado en los cap. 7 y 8. Los otros mensajes y profecías, registrados en los cap. 9-14, no llevan fecha, por lo cual no es posible fijar la duración total del ministerio de Zacarías. Si bien se sabe que comenzó su obra en 520, y que siguió hasta 518 a. C., no puede asignarse una fecha definitiva para el fin de su ministerio profético. Algunos eruditos ubican la terminación de su ministerio en el año 510; pero tal vez actuó durante un tiempo más prolongado, y quizá los cap. 9- 14 se escribieron mucho más tarde.
MALAQUÍAS
Como Malaquías significa «mi mensajero», no se sabe si éste es el nombre del autor del libro o simplemente se trata de un autor anónimo. Si se trata de esto último, sería éste el único de los libros proféticos del AT escrito en forma anónima. Sin embargo, no hay una razón válida por la cual no deba considerarse a Malaquías como un nombre propio.
Malaquías es el último en la secuencia de los profetas, y su libro también es el último libro profético escrito en la era precristiana. Sus mensajes muestran que fue escrito después del reino de Judá, cuando el país era regido por un gobernador (cap. 1: 8), o sea durante el período persa. Evidentemente, el templo había sido reconstruido, pues se ofrecían sacrificios en forma regular en el tiempo de las actividades del profeta (cap. 1: 7-10) .Los abusos que Malaquías reprocha son mayormente los mismos que Nehemías encontró al regresar a Jerusalén para iniciar su segundo período de gobierno (Mal. 3: 8-9; cf. Neh. 13: 10-12; Mal. 2: 11-16; cf. Neh. 13: 23-27).
Desafortunadamente no puede situarse con exactitud el segundo período del gobierno de Nehemías, por lo que resulta un tanto difícil ubicar el libro de Malaquías. El primer período del gobierno de Nehemías fue de 444 a 432 a. C. (cap. 5: 14), después de lo cual fue llamado a regresar a Persia. Allí pasó un número no determinado de años antes de que volviera a Judea y descubriera los abusos descritos en el cap. 13. Las vigorosas medidas tomadas por el gobernador pronto remediaron la situación que encontró allí. Esto hace pensar que la obra de Malaquías pudo haber sido posterior al primer período de Nehemías como gobernador, pero anterior a su regreso a Jerusalén desde la capital persa. Por esto probablemente pueda asignarse al libro una fecha alrededor de 425 a. C.
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