¿Cuál es el Nombre de Dios?
¿Cuál es el Nombre de Dios?
LOS títulos de Dios presentados en los Escritos inspirados revelan su
carácter y los atributos que posee como Dios. Un estudio del significado
de los diversos nombres bajo los cuales Dios ha querido revelarse aclara la
naturaleza de su trato con el hombre. La palabra hebrea shem, «nombre»,
puede muchas veces traducirse como «persona». Lo mismo ocurre en el
Nuevo Testamento. La frase «bendito el que viene en el nombre del Señor»
(Mar. 11: 9) se refiere sin duda a Jesucristo como representante personal de
Jehová. «Bendito», eulogémenos, aquí se entiende
«que ha sido bendecido y sigue siendo bendecido». Otro ejemplo: «Muchos
creyeron en su nombre» (Juan 2: 23). Es decir, aceptaron por la fe la revelación
de su persona y la obra que les propuso. Creyeron en su persona y lo aceptaron.
De esta manera en el Nuevo Testamento el nombre de Cristo indica lo que él
es. «Su nombre se había hecho notorio» (Mar. 6: 14) indica
que se habían difundido las noticias acerca de Cristo y de su obra.
En la Biblia hebrea textos tales como Exo. 3: 14, 15; 6: 3; 34: 14; Jer. 10:
16; 33: 16, etc., son ejemplos de cómo el nombre divino lleva consigo
la idea de carácter. Shem, «nombre», originalmente quería
decir «señal» o «prenda». El nombre es la señal,
o la prenda de aquel que la lleva. Describe a la persona; le es característico.
En el griego ónoma, «nombre», viene de la misma raíz
de la cual proviene la palabra que se traduce «mente» y el verbo «conocer».
En forma similar, la palabra sánscrita naman, «nombre», se
deriva del verbo gna, «conocer». Por lo tanto, el nombre es equivalente
a una «señal», o «prenda», por la cual se conoce
algo.
Estos hechos son especialmente valederos en lo que se refiere a los nombres
de las Personas de la Deidad. Indican su carácter y sus atributos; constituyen
una revelación de las Personas divinas. Por lo tanto, los títulos
de Dios son una expresión y revelación de Dios en su relación
personal con los hombres mediante el plan de salvación.
Un título general para «Dios», que aparece más de 2.500
veces, es ‘Elohim. Esta palabra tiene forma de plural, aunque cuando se refiere
a Dios, generalmente aparece con el verbo en singular. Algunos eruditos asocian
este término con el verbo árabe «temer», «reverenciar»,
en el sentido de que muestra a Dios como el Ser Supremo, a quien se debe reverencia.
La raíz de esta palabra implica «fuerza», «poder»,
«capacidad». Se usa por primera vez con referencia a Dios como Creador
(Gén. 1: 1). La obra de la creación es una demostración
asombrosa del poder y de la majestad de Dios, de la omnipotencia divina en acción.
El poder creador de Dios 180 despierta en el hombre un temor reverente y un
sentido de dependencia total. El nombre ‘Elohim representa al Dios que se ha
revelado por sus poderosas obras en la creación.
Al referirse a Dios, se usa el sustantivo ‘Elohim casi exclusivamente en plural.
Algunos han entendido que aquí se deja traslucir la doctrina de la Trinidad.
Fue ‘Elohim quien dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza» (ver com. de Gén. 1: 26). Este uso del plural
sugiere ciertamente la plenitud y las múltiples capacidades de los atributos
divinos. Al mismo tiempo, el uso constante de la forma singular del verbo recalca
la unidad de la Deidad y constituye una reprensión para el politeísmo.
En algunas ocasiones se usó la denominación ‘Elohim para referirse
a hombres que estaban ocupando la importante posición de voceros de Dios.
Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés que debía ser para su hermano
Aarón «en lugar de Dios [‘Elohim]» (Exo. 4: 16). Dios le dio
su mensaje a Moisés, quien se lo dio a Aarón, y él a su
vez se lo transmitió a Faraón. Esto se ve nuevamente en Exo. 7:
1, donde Dios le dice a Moisés: «Mira, yo te he constituido dios
[‘Elohim] para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta».
Estos hombres de responsabilidad eran los representantes del único verdadero
‘Elohim, de Aquel que por su gran poder creó todas las cosas, y que por
lo tanto es digno de toda reverencia, temor piadoso y culto de parte de los
hombres creados. También se usa la palabra ‘Elohim para referirse a «jueces»
(Exo. 21: 6; 22: 8, 9) teniendo en cuenta su función como representantes
de Dios.
Para referirse al único Dios verdadero se usa más de 200 veces
la palabra ‘El, forma más simple, y supuestamente más antigua
de ‘Elohim. Moisés, David e Isaías parecen haber tenido especial
preferencia por este nombre. Algunas veces se usa con el artículo, como
en la expresión «el Dios de Bet-el» (Gén. 31: 13; cf.
35: 1, 3), y «el Dios de tu padre» (Gén. 46: 3). También
en este pasaje se pone el énfasis en aquel que es Todopoderoso, el Omnipotente,
el único verdadero Dios. Otras formas elementales, tales como ‘Elah y
‘Eloah aparecen en varios textos, como variantes de una misma raíz, que
expresan siempre la idea de poder y fuerza.
A menudo aparece ‘El como parte de palabras compuestas usadas como títulos
de Dios. Un ejemplo de esto es ‘El-Shaddai. Este título sugiere la abundante
bondad de Dios, las bendiciones temporales y espirituales con las cuales enriquece
a su pueblo. Otros creen que Shaddai viene de una raíz que significa
«ser violento», «despojar», «devastar». Este término,
aplicado a Dios, significaría «mostrar poder». Esto se expresa
en la traducción «Dios Omnipotente» o «Dios Todopoderoso».
Este nombre muestra a Dios como el Poderoso o el que da generosamente.
Shaddai aparece por primera vez en Gén. 17: 1, 2, 4, 6. La traducción
literal de este pasaje sería: «Jehová se le apareció
a Abram, y dijo: Yo soy ‘El-Shaddai; camina delante de mí y sé
perfecto. Y yo haré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré
en gran manera… y serás padre de una multitud de naciones… y te haré
fructificar en gran manera». Este nombre aparece nuevamente en Gén.
28: 3, donde Isaac dice que ‘El-Shaddai bendeciría a Jacob, que lo haría
fructificar y lo multiplicaría. En Gén. 35: 11; 43: 14 y 49: 25,
se encuentran promesas similares de parte de ‘El- Shaddai. Tales pasajes sugieren
la liberalidad de Dios: ‘El, Dios de poder y autoridad, y Shaddai, Dios de riquezas
inagotables, las cuales concede a los hombres.
El título divino más común en el Antiguo Testamento (5.500
veces) es la palabra sagrada YHWH (que algunas veces se translitera JHVH), llamada
Tetragrámaton, es decir, «cuatro letras», refiriéndose
a las cuatro consonantes que la componen. (En el hebreo antiguo se escribían
solamente las consonantes de las palabras.) YHWH aparece en el VVR como «Jehová».
Los judíos consideraban tan sagrado el título 181 YHWH que ni
al leer las Escrituras lo pronunciaban, a fin de no profanar, ni siquiera involuntariamente,
el nombre del Señor (ver Lev. 24: 16). Decían en su lugar la palabra
‘Adonai (ver explicación en la pág. 39). En consecuencia, se perdió
la verdadera pronunciación de YHWH. Se piensa, sin embargo que pudo haber
sido Yahweh.
Unos pocos siglos después de Cristo, ciertos eruditos judíos,
llamados masoretas, añadieron vocales al hebreo escrito a fin de preservar
el conocimiento del idioma hablado. En ese tiempo añadieron a las consonantes
YHWH las vocales de la palabra ‘Adonai. Esto dio lugar a que la palabra se leyera
literalmente Yehowah, transliterada en castellano como «Jehová».
Al no conocer cuál era el sonido vocálico original de YHWH, los
masoretas se propusieron entonces llamar la atención al hecho de que
la palabra debía leerse ‘Adonai. Por eso un lector judío bien
informado, al encontrarse con la palabra Yahweh, leía ‘Adonai. Los primeros
traductores cristianos ignoraban esto, y simplemente transliteraron la palabra
Yehowah, de donde tenemos la palabra «Jehová». Para evitar
este problema, y siguiendo la tradición judía, en otros idiomas
se usa el equivalente de «Señor». La VVR usa sistemáticamente
la transliteración «Jehová» (Exo. 6: 31; Sal. 83: 18;
Isa. 26: 4, etc.).
Ha habido grandes diferencias de opinión entre los eruditos con respecto
al origen, la pronunciación y el significado de la palabra YHWH. Posiblemente
YHWH sea una forma del verbo hebreo «ser», y en este caso significaría
«el que es», «el que existe por sí mismo». Algunos
eruditos afirman que la forma verbal en este caso podría ser causativa,
y que por lo tanto significaría «el que causa el ser»; o que
interpretada mediante la frase ‘Ehyeh ‘asher ‘ehyeh (Exo. 3: 14), significaría
«el que es o será», es decir, «el eterno». Según
esto, el título de Señor o Jehová comprende los atributos
de la autoexistencia y la eternidad. Jehová es el Dios viviente, la Fuente
de vida, en contraste con los dioses de los paganos que no tienen existencia
aparte de la imaginación de sus adoradores (ver 1 Rey. 18: 20-39; Isa.
41: 23-29; 44: 6-20; Jer. 10: 10, 14; 1 Cor. 8: 4). Este nombre le fue revelado
a Moisés en el monte Horeb (Exo. 3: 14). Es el santo nombre del Dios
que guarda su pacto, que ha hecho provisión para la salvación
de sus hijos. Al igual que los otros títulos divinos, representa en hebreo
el carácter divino de su relación personal con su pueblo.
Una profunda sensación de reverencia ante el sagrado carácter
de los nombres de Dios se unía al vivo anhelo de los escribas de mostrar
respeto por esos nombres. Bajo estas influencias, tomaban precauciones especiales
para copiar fielmente los nombres divinos. Se detenían un momento antes
de escribir las letras sagradas. Y el nombre que era considerado por sobre todos
los otros como nombre personal de Dios, era Yehowah.
La expresión «palabra de Jehová» es muy común
en el Antiguo Testamento. Se la encuentra en Gén. 15: 1, en un capítulo
donde el nombre ‘Elohim no aparece. Jehová es el nombre del pacto. Es
el nombre bajo el cual Dios se acercaba a los hombres para comunicarse con ellos
(ver Gén. 18: 1, 2; 28: 13-17; Exo. 33: 9-11; 34: 6, 7).
El nombre Yehowah aparece también en nombres compuestos que manifiestan
más plenamente el poder redentor y preservador de Dios con relación
a su pueblo. Tal es la frase Yehowah-yir’eh, literalmente, «Dios verá»
(Gén. 22: 14), que significa «Dios proveerá» (vers.
8). (La palabra «proveer» implica ver por adelantado.) El punto en
el cual fue probada la fe de Abrahán no fue si Dios aparecería,
sino si Dios proveería. Contiene la promesa de que Dios proveería
el sacrificio necesario para la expiación. Este nombre compuesto es el
fundamento mismo del plan de salvación.
En Eze. 48: 35 se encuentra la expresión: «Jehová-sama»,
que en hebreo se lee Yehowah shammah, y que significa «Jehová está
allí». Esto sugiere la presencia de 182 Jehová entre su pueblo.
Al igual que la expresión usada por Agar respecto de Jehová, ‘El-ra’i,
que es literalmente «Dios que me ve» (Gén. 16: 13), éste
es casi un título. Otras frases descriptivas hebreas tienen un uso similar:
Yehowah-ro’i, «Jehová mi pastor» (Sal. 23: 1); Yehowah-rop’eka,
«Jehová tu médico» (Exo. 15: 26); Yehowah-tsideqenu,
«Jehová nuestra justicia» (Jer. 23: 6); Yehowah-shalom, «Jehová
paz» (Juec. 6: 24). Todos estos títulos ayudan a expresar la parte
que Dios desempeña en el plan de salvación.
Hay otros nombres que sugieren la lucha del creyente: Yehowah-nes, «Jehová
bandera». El sustantivo nes, «bandera», «señal»,
«estandarte», implica un punto en torno al cual se concentran las
tropas. El título Yehowah-tsebaoth, «Jehová de los Ejércitos»
(por primera vez en 1 Sam. 1: 3), lo destaca como Comandante en jefe de todos
los seres creados, como Aquel que llevará a toda su creación a
la victoria final (Rom. 9: 29; Sant. 5: 4). Este título también
aparece bajo la forma ‘Elohim-tsebaoth (Sal. 80: 7, 14, 19; Amós 5: 27).
El título «Jehová de los ejércitos» es quizá
el más sublime de los títulos divinos. Sugiere un pleno control
y señorío sobre el universo entero. Un hermoso ejemplo de esto
se halla en Sal. 24: 9, 10, donde se lee literalmente: «Levantad, puertas,
vuestras cabezas; y levantaos, puertas de eternidad, y entrará el Rey
de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los
ejércitos; él es el Rey de la gloria» (cf. 2 Sam. 7: 26;
Sal. 46: 7; 48: 8; Zac. 2: 9).
Se usa unas 300 veces la palabra hebrea ‘adon en el Antiguo Testamento. Generalmente
se la traduce «señor». Se usa para referirse al dueño
de una propiedad, al jefe de familia, o al gobernador de una provincia. En 1
Rey. 16: 24 se traduce «dueño». Es un título de jerarquía,
honor y autoridad (ver Gén. 18: 12; 24: 12, 42; Exo. 21: 4; Núm.
11: 28; 1 Sam. 1: 15; etc.). Cuando se aplica este término a Dios, se
le da la forma ‘Adonai. Aparece por primera vez en Gén. 15: 2, 8; 18:
3. Hace resaltar su posición como señor y dueño, también
el derecho que tiene de ser obedecido. Algunas veces aparece en conjunción
con Yehowah, traduciéndose «Jehová el Señor»
(Exo. 23: 17; 34: 23). También aparece en combinación con ‘Elohim
(Sal. 35: 23; 38: 15). Véase la tabulación de las combinaciones
de nombres en el artículo sobre «Los idiomas, manuscritos y el canon
del Antiguo Testamento», en este tomo. El título ‘Adonai se encuentra
además en la expresión «Señor de toda la tierra»
(Jos. 3: 11, 13; Sal. 97: 5; Zac. 4: 14; 6: 5; Miq. 4: 13).
Hay otros dos títulos que expresan la idea de «Altísimo»,
«Exaltado». Uno es Elyon, del verbo «levantarse». Se encuentran
ejemplos en Gén. 14: 18-20, 22; Núm. 24: 16; 2 Sam. 22: 14; Sal.
7: 17; 9: 2; 18: 13; 21: 7; 46: 4; 47: 2, etc., hallándose el último
en Lam. 3: 38. El título «Altísimo» de Sal. 92: 8 y
Miq. 6: 6 se deriva de otra palabra hebrea, marom, de raíz diferente,
«elevarse», «ser exaltado».
El nombre ba’al, «baal», que también significa «señor»,
«dueño», es común en el Antiguo Testamento, usándose
generalmente como título de deshonra, por ser el nombre dado a los dioses
paganos. Aparece casi siempre usado en nombres compuestos como Jerobaal, Es-baal
y Merib- baal. Pero también se lo aplica a Jehová, traduciéndose
«marido» (Isa. 54: 5; Joel 1: 8). Por lo tanto, se usa la forma femenina
para indicar la iglesia, la esposa de Dios (ver Isa. 62: 4, «Beula»).
Se usan otros títulos como ‘El-sur, que se traduce «Fuerte»
de Israel (Isa. 30: 29; etc.) y «Roca» (2 Sam. 23: 3; etc.); pero
quizá éstos no puedan llamarse nombres propios. 183
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