¿Cuáles son los libros que hay en el cielo?
Angel Manuel Rodríguez Doctor en Teología
Quisiera saber más acerca de los libros celestiales. ¿Por qué están allí? ¿Por qué son tan importantes?
Para poder dar una respuesta completa, tendría que examinar todos los pasajes bíblicos que hacen referencia a los libros celestiales. Pero esto me llevaría más espacio del que dispongo. Por lo tanto, prefiero limitar nuestra discusión a sólo uno de los libros: el libro de la vida.
1. Guardaban registro. Los israelitas guardaban registro de los nombres de los ciudadanos de sus ciudades. Las genealogías eran importantes para determinar los derechos legales y sociales, y las funciones religiosas (Esd. 2:62). Borrar un nombre de esos registros era severamente castigado por la ley (Eze. 13:9). Isaías le da a esta práctica un significado escatológico cuando anuncia que, en el reino mesiánico, «el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes» (Isa. 4:3). Se podría concluir que el registro de una ciudad puede ser llamado «un libro de la vida», en el sentido de que, quienes están en la lista, viven allí y gozan de los privilegios y las responsabilidades de un ciudadano.
2. El registro de nombres en el libro celestial de la vida. La Biblia menciona un registro celestial en el que están anotados los nombres de los que pertenecen al Señor (Luc. 10:20; Éxo. 32:32; Sal. 69:28; Fil. 4:3; Apoc. 17:8; Dan. 12:1). Ese libro contiene sólo los nombres de los que han elegido ser ciudadanos de la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:27; 17:8). Jesús animó a sus discípulos a regocijarse porque «sus nombres están escritos en los cielos» (Luc. 10:20), y Pablo se refiere a sus colaboradores como aquellos «cuyos nombres están en el libro de la vida» (Fil. 4:3). Algunos han inferido, sobre la base de Apocalipsis 17:8, que los nombres de los creyentes han estado escritos en el libro desde la fundación del mundo. El texto describe el preconocimiento divino, pero no la predestinación en el sentido de una decisión arbitraria que fija el destino eterno de una persona. La inclusión de los nombres en el libro de la vida está fundamentada en la cruz (Apoc. 13:8).
3. La preservación y la eliminación de los nombres del libro de la vida. Moisés le pidió al Señor que borre su nombre del libro de la vida, si esto posibilitaba que los israelitas fueran perdonados por Dios (Éxo. 32:32, 33; Sal. 69:28). Pero los nombres son preservados o borrados por medio del juicio de Dios (Dan. 7:9, 10; 12:1, 2). Es por la mediación de Cristo que los nombres del pueblo de Dios son retenidos en el libro de la vida (Apoc. 3:5). Sólo los nombres de los que han caído de la gracia serán borrados de ese libro (Apoc. 3:5; 20:12, 15).
4. El significado del libro de la vida. La información bíblica con respecto al libro de la vida nos conduce a varias conclusiones.
a. La Biblia utiliza claramente la práctica social de guardar registro de los nombres de los ciudadanos de una ciudad determinada para ayudarnos a entender las realidades celestiales. La práctica social ilustra y señala algo más significativo en el reino celestial. La liberación de las personas de la oscuridad para entrar en el reino de Dios no sólo es celebrada en el cielo, sino también registrada en él.
b. El libro de la vida subraya el hecho de que los que pertenecen a Cristo ya son ciudadanos de la ciudad celestial. Sus nombres ya están escritos en el libro mayor celestial, y son considerados ciudadanos de ese reino, con sus privilegios, prerrogativas y responsabilidades.
c. La decisión de registrar los nombres de los creyentes en el libro de la vida no es arbitraria o accidental. No fue una ocurrencia tardía, sino que forma parte de la intención divina antes de que ellos real y voluntariamente decidan ser miembros de la ciudad de Dios. El preconocimiento divino y la libertad humana no se excluyen.
d. Lo que hace posible la inclusión del nombre del creyente en ese libro es al mismo tiempo lo que posibilita retenerlo allí: la gracia perdonadora de Dios. En tanto el pecador arrepentido persevere en la fe y retenga un espíritu de dependencia de Dios y sumisión a él por medio de la intercesión de Cristo, su nombre no será eliminado. Él es verdaderamente ciudadano del reino celestial.
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