El don de profecía, tema 2

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La necesidad del don de profecía.

LA NECESIDAD DEL DON DE PROFECÍA

A fin de suplir la necesidad de conocer y de buscar a Dios, Él se ha revelado al hombre en muchas formas. Desde el principio lo ha hecho mediante sus siervos los profetas. El profeta se constituye entonces en el eslabón que une la cadena de comunicación una vez rota. Dios quiso revelar su voluntad y sus propósitos a sus hijos, aun estando estos en estado pecaminoso.

Ya no podría hablar cara a cara con ellos, pero les hablaría mediante sus siervos los profetas (Números 12:6).

De esta forma el hombre no ha quedado a merced de Satanás sin esperanza y sin posibilidad alguna de salvación. Satanás hubiese destruido para siempre en el hombre la imagen de su Hacedor y todo deseo de conocerle. Lo ha logrado en parte, pero no en su totalidad. Hoy hay millones que buscan con sinceridad a Dios sin encontrarlo, porque lo buscan donde no está. Y, ¿quiénes fueron los profetas?

El profeta: perfil e imagen.

Dios llamó a sus siervos los profetas desde el principio. Los eligió por su soberana voluntad para que fueran sus portavoces e intermediarios. Los tomó del pueblo mismo a quien deberían ellos servir. No los escogió por pertenecer a una casta especial; no por su sabiduría, ni fama ni fortuna, sino por su marcada sensibilidad a la influencia de su Santo Espíritu. Los profetas eran hombres y mujeres comunes, “de pasiones semejantes a las nuestras” (Santiago 5:17).

En la mayoría de los profetas vemos que estas pasiones a veces desbordaban y se salían de su cauce, haciendo que ellos cometieran graves errores. Pocos son aquellos de los cuales la Palabra de Dios no registra alguna debilidad.

Aun los grandes hombres de la Biblia como Abraham, Moisés, David, fueron víctimas de sus pasiones. Pero Dios decía: “es profeta” (Génesis 20:7) y eso era lo que importaba.

Acerca del profeta se puede decir con seguridad: “Nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado por Dios…” (Hebreos 5:4).

Un autor citado por A. G. Daniells dice acertadamente respecto al llamado del profeta:

Los profetas no heredaban el cargo ni lo recibían por designación humana; sino que

eran llamados por Dios; y el llamamiento era acompañado con frecuencia por un profundo escudriñamiento del corazón” (El Permanente don de Profecía, 27:3).

Es una cosa muy grave y peligrosa que alguien a quien Dios no llama para este cargo

sagrado intente colocarse en él. Algunos lo han hecho, pero de los tales Dios ha dicho:

Jeremías 23:31: “No envié yo a aquellos profetas, y ellos corrían: yo no les hablé y ellos profetizaban”. “He aquí estoy contra los profetas, dice Jehová, que endulzan sus lenguas, y dicen: Jehová ha dicho.”

Por otro lado, es igualmente peligroso que un profeta a quien Dios llama y le ha dado

indicaciones específicas respecto a la conducta a seguir, no obedezca dichas indicaciones.

Un ejemplo claro de este caso se halla en la historia del profeta joven que fue a Bethel para llevar un mensaje a Jeroboam hijo de Nabat, cuando este ofrecía un sacrificio en plena rebeldía al mandato de Dios (Véase 1 Reyes 13:1-10).

Formas en que se comunicaba Dios con los profetas. Las Sagradas Escrituras registran con muchos detalles la manera como Dios comunicaba su voluntad a sus siervos los profetas.

L HOMBRE YL DODE PROFECÍA

Hebreos 1:1: Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

Moisés registra las palabras mismas de Dios, cuando se dirige a Aarón y a María.

Números 12:6: “Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión y en sueños hablaré con él.”

Aquí aparecen las dos formas más comunes en que Dios se comunicaba con los profetas: sueños y visiones. Hay, sin embargo, en las Escrituras otras formas que Dios usó para revelar su voluntad a sus siervos los profetas. Anotamos a continuación algunas de esas formas:

1. Visiones: Generalmente estas eran dadas de noche, aunque también podían suceder de día como en el caso de Daniel (Daniel 10).

2. Sueños: Generalmente eran dados de noche (Génesis 37; Daniel 2:1 y Génesis 20:3).

3. Torbellino: Dios le habló a Job desde un torbellino (Job 38:1)

4. Silbo apacible: De esta manera le habló Dios a Elías (1 Reyes 19:12-13).

5. Fuego: Así le habló Dios a Moisés al darle la misión de sacar a Israel de Egipto

(Éxodo 3:2-6).

6. Urim y Tumim. Dios respondía las peticiones de su pueblo Israel, por medio de estas

dos piedras que estaban en el pectoral del sacerdote (1 Samuel 28:6 y Esdras 2:63).

Dios no hizo excepción de profesiones u oficios en el llamado profético. Al estudiar la vida de los profetas vemos que algunos de ellos desempeñaban oficios humildes, mientras que otros eran príncipes.

Observa la lista a continuación, que por supuesto no es exhaustiva, de algunos ejemplos:

1. Agricultores:…………………………………………………………………..Eliseo (1 Reyes 19:19)

2. Pescadores:………………………………………………………………Juan y Jacobo (Mateo 4:21)

3. Pastores:………………………………………Moisés y David (Éxodo 3:1 y 1 Samuel 16:19)

4. Aduaneros o cobradores de impuestos:……………………………Leví Mateo (Mateo 9:9)

5. Médicos:……………………………………………………………………….Lucas (2 Timoteo 4:11)

6. Músicos:…………………………………………………………..Jedutum y Asaf (1 Crónicas 16)

La lista es larga, y solo anotamos aquí unos cuantos ejemplos para destacar el hecho de que Dios siempre se interesa por los que están dispuestos a cumplir su voluntad.

Dios no hace excepción de géneros en el oficio profético. Así como Dios no hace excepción de oficios para llamar a sus profetas, tampoco se limita a un solo género.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento bíblico, encontramos mujeres que fueron llamadas por Dios para ser profetisas. Veamos algunos ejemplos:

1. María, hermana de Moisés (Éxodo 15:20).

2. Débora, mujer de Lapidot, su esposo. (Jueces 4:4).

3. Hulda (2 Crónicas 34:22).

4. La esposa de Isaías (Isaías 8:3).

5. Ana, de la tribu de Aser (Lucas 2:36).

6. Las hijas de Felipe el evangelista (Hechos 21:9).

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Importancia del oficio profético.

El rol profético en la historia de la humanidad es vital.

No sería posible conocer, comprender y obedecer a Dios, si no hubiera profetas. Considera los siguientes versículos:

1. Proverbios 29:18: “Sin profecía el pueblo se desenfrena, mas el que guarda la ley es bienaventurado” (NVI). “Donde no hay visión, el pueblo se extravía”.

2. 2 Crónicas 20:20: “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas y seréis prosperados”.

3. 1 Tesalonicenses 5:20: “No menospreciéis las profecías”.

Funciones del profeta. El profeta no solo existe para “profetizar” o anunciar eventos

futuros, aunque esa es una de sus funciones.

Es conveniente recordar algunas otras que en algún momento hicieron los profetas:

  1. Ser atalaya (NVI: centinela) (Ezequiel 3:17-21).
  • Ser maestro del pueblo (1 Samuel 12:1-4).
  • Escribir los mensajes que Dios le indicaba (Apocalipsis 1:19).
  • Reprender al pueblo en el nombre de Dios (Mateo 3:7-11).
  • Encontrar cosas perdidas (1 Samuel 9:1-20; 2 Reyes 6:1-6).
  • Orientar en los juicios (Números 15:33).

      7. Dar a conocer la voluntad de Dios sobre si se debía salir a la guerra o no (2 Crónicas 18:14), sugerir movimientos estratégicos durante la batalla (2 Reyes 6:8-23).

8.Interceder por otros (Génesis 20:7).

      9. Resucitar muertos (1 Reyes 17:17-24).

    10. Llamar a reconsagración y reforma al pueblo de Dios (1 Reyes 18:20-21).

    11. Descubrir pecados ocultos y anunciar castigos (1 Reyes 21:1-24; 2 Samuel 11:1-

12:14).

    12. Para ungir reyes (1 Samuel 16:1-13).

    13. Llevar mensajes solemnes a naciones paganas (Jonás; Isaías 15, 17, 18, 19, 23;

Ezequiel 21:28-32; 25:1-2).

Peligros del ministerio profético. Muchas veces las encomiendas divinas dadas a los

profetas estaban rodeadas de sufrimientos, peligros y hasta muerte. Algunos reyes eran

crueles, despóticos y sanguinarios; sin embargo, el varón de Dios debía llevar el mensaje sin importarle el precio que debía pagar.

Muchos sufrieron el rechazo, la burla, fueron perseguidos y hasta muertos. Otros fueron apedreados, azotados y acuchillados por denunciar la maldad y los crímenes cometidos.

  1. Miqueas fue puesto en prisión y sustentado con pan y agua (2 Crónicas 18:26).
  • Jeremías fue amenazado de muerte (Jeremías 26:8).

      3. Urías fue perseguido encarnizadamente hasta ser encontrado y muerto a espada

(Jeremías 26:20-23).

Zacarías fue muerto por orden del rey Joás (2 Crónicas 24:20-21).

La ciudad de Jerusalén, escenario de luchas, sitio donde se practicaron los más negros

pecados por parte de los príncipes, los reyes y el pueblo mismo, fue también el escenario del ministerio de los profetas. En Jerusalén muchos fueron llamados y allí mismo ofrendaron su vida en el cumplimiento de su misión. Por eso Jesús cuando contempla la ciudad llora, y dice:

 Mateo 23:37: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste!”.

No podían hablar sino la palabra misma de Dios. Balaam fue contratado por el rey Balac, rey de Moab, para maldecir a Israel. Aun en medio de su descarrío y su ambición por el dinero, Balaam sabía cuán peligroso era pronunciar sus propias palabras. Por eso en vez de maldecir a Israel; lo bendijo con bendiciones de lo alto.

Por eso Balac en su desesperación le reclama y le dice: “Para maldecir a mis enemigos te llamé, y tres veces los has bendecido ya”. Balaam le responde: “¿No declaré a tus mensajeros: aunque Balac me diera su casa llena de plata y oro, no podré traspasar el dicho del Señor, para hacer cosa buena o mala de mi arbitrio, sino lo que Jehová hable, eso hablaré?” (Números 24:10-13).

Lo mismo expresó Micaías hijo de Imla, al mensajero enviado por el rey Acab, cuando

éste le dice: “Te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos” -refiriéndose a los profetas que anunciaban éxito a los reyes en la campaña contra los sirios-. Micaías le contestó: “Vive Jehová que lo que mi Dios me diga, eso hablaré” (2 Crónicas 18:13).

Algunos tuvieron miedo, al principio, para aceptar el cargo. Ante tal responsabilidad y

compromiso, algunos de los profetas del Antiguo Testamento no querían aceptar el divino llamado al ministerio profético.

Moisés, por ejemplo, le dijo al Señor: “No me creerán”; “no sé hablar”. “¡Ah!, Señor, envía a otro” (Éxodo 4:1, 10, 13).

Jeremías, siendo muy joven, y conociendo la pesada responsabilidad que le aguardaba al ser llamado al oficio profético dijo:

Jeremías 1:6: “¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño”.

Jonás huyó a Tarsis ante la responsabilidad de ir en nombre de Jehová a predicar a Nínive.

 Jonás 1:3: Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

No, no era fácil ser portavoz de Dios. Tenía sus riesgos. Si el profeta no cumplía su ministerio con fidelidad, y el pecador moría por no recibir el mensaje de Dios a través del profeta, la vida del profeta estaba en peligro mortal, pues Dios la demandaba a cambio.

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