El evangelio de Tomás
El supuesto ocultamiento por la Iglesia Católica del descubrimiento de Nag Hammadi.
El presente artículo pretende aclarar algunas de las dudas que frecuentemente han surgido a raíz de la utilización del «Evangelio de Tomás» en producciones fílmicas recientes.
¿Hechos reales?
En la trama de algún filme de 1999 aparece el descubrimiento de un evangelio anterior a los aceptados en la Biblia y escrito en arameo occidental -la lengua de Jesús-, y la Iglesia Católica es el villano que trata de ocultar este descubrimiento para protegerse del derrumbamiento.
El tema de ciertas verdades y documentos ocultados por la Iglesia Católica no es ninguna novedad, y ha significado una rica veta de fantasía ampliamente explotada en la literatura y cine recientes.
Lo del evangelio arameo es fantasioso, lo cual es perfectamente válido al entrar en los límites de una cierta licencia poética, pero se justifica la posición contra los supuestos representantes de la Iglesia católica al final de la película con una tergiversación a propósito de lo que se conoce como el «Evangelio de Tomás».
Pretendiendo fundamentar el filme en hechos reales, se concluye con un enunciado escrito que reza más o menos:
En 1945 fue descubierto en Nag Hammadi, Egipto
«Las palabras secretas de Jesús»
conocido como el Evangelio de Tomás.
El Vaticano inmediatamente consideró el escrito hereje.
Dicho escrito existe en realidad, y contiene las palabras atribuidas a Jesús que se repiten en el filme como parte del imaginario evangelio arameo:
«Parte un madero
y allí estoy yo;
levanta una piedra
y me encontrarás allí»
Pero la Iglesia Católica jamás vio este escrito como una amenaza; al contrario, estudiosos de todo el mundo, católicos y no, se dieron a la tarea de abordar este fascinante descubrimiento.
Por el contenido rápidamente fue identificado como perteneciente a un movimiento que tuvo su auge durante los siglos II-III d.C., llamado gnosticismo.
Este movimiento, ubicado geográficamente sobre todo en Egipto, era una mezcla de corrientes filosóficas de origen griego y judaico, con un fuerte sabor mistérico, lleno de supuestas revelaciones secretas, y muy selectivo. En un determinado momento, los gnósticos asumieron como su protagonista al Jesús de los cristianos. Es decir, un movimiento no cristiano se apropió del Jesús del Cristianismo y lo hizo gnóstico.
En sentido estricto, el gnosticismo no llega ni siquiera a herejía, pues no surgió dentro de la Iglesia.
Pero los cristianos de los siglos II-III, con exponentes como Orígenes y Atanasio de Alejandría, tuvieron que defenderse de este movimiento que distorsionaba la figura de Jesús, asumiéndolo como «el principal gnóstico».
Son abundantes los escritos que se conservan de esta época, donde ya se ve cómo el cristianismo lucha duramente en los momentos mismos de su nacimiento.
El que se haya descubierto recientemente el «Evangelio de Tomás» significó para la Iglesia Católica y para los investigadores de todo el mundo, una fabulosa oportunidad de confirmar lo que ya se conocía y de tener más elementos de juicio para estudiar aquella época.
¿En qué consistió el descubrimiento de Nag Hammadi?
En 1945 unos campesinos descubrieron en Nag Hammadi, Egipto, unos códices de papiro que después fueron fechados alrededor del s. IV d.C.
El contenido más asombroso se encontraba en el segundo de los doce códices descubiertos: en los folios 33 al 52 -veinte páginas en total- se encontraba un texto en lengua copta (antiguo egipcio) en perfectas condiciones con las siguientes palabras finales: EVANGELIO SEGÚN TOMÁS
¿Dónde se encuentra actualmente el Evangelio de Tomás?
Se encuentra en el Museo copto del Antiguo Cairo, en Egipto. Es y siempre ha sido propiedad del pueblo y gobierno egipcios, no del Vaticano ni de ningún grupo religioso.
Aunque, precisando, lo que se encuentra ahí son: los 12 códices de papiro en lengua copta sahídica descubiertos en Nag Hammadi en 1945, el segundo de los cuales contiene en los folios 33 al 52 una colección íntegra de dichos introducidos con la frase «Jesús dijo» o «Él dijo»,y que concluye diciendo «Evangelio según Tomás».
Digo «precisando» porque, como se responde en otros apartados, no es un evangelio, no es un original, sino copia de copias anteriores que ya circulaban, al igual que sucede con los fragmentos que conservamos de los verdaderos evangelios.
¿Por qué el evangelio de Tomás no está incluido en la Biblia?
Porque, a diferencia de los evangelios canónicos (los que sí son considerados como inspirados por Dios) no surgió de una comunidad cristiana.
Lo más probable es que haya circulado como un escrito gnóstico, pues tiene un estilo que se asemeja mucho en lo arcano, esotérico y lleno de frases mistéricas a este movimiento.
Y aún cuando hubiera surgido en una comunidad cristiana, lo que determinó que algunos libros fueran aceptados como canónicos y otros no, fue el consenso entre las Iglesias (entiéndase por «Iglesias» las distintas comunidades cristianas pertenecientes a la única Iglesia de Jesucristo).
El testimonio más antiguo de un canon de libros sagrados es lo que se conoce como «Fragmento Muratoriano», que data del s. II, e incluye una lista de los escritos que circulan como inspirados en la Iglesia.
Por otro lado, hay especialistas que afirman que el copto sahídico, la lengua en que se encuentran los códices de Nag Hammadi, nunca se habló entre la gente común y corriente.
Como el gnosticismo era más bien elitista, prácticamente se inventaron su propio idioma: una mezcla de egipcio con palabras y caracteres griegos.
El asunto no es tan sencillo, pues no se sabe si lo que conservamos actualmente responde a un original copto, o si más bien es traducción de un original griego, como parecen mostrarlo algunos fragmentos descubiertos en 1896-1905 en otro pueblo egipcio llamado Oxirrinco.
De cualquier modo, quienquiera que lea los 114 «dichos de Jesús» contenidos en esta obra, agrupados sin un aparente orden lógico, y algunos de los cuales idénticos a los de los evangelios canónicos, se dará cuenta del gran abismo que hay entre el «Evangelio de Tomás» y los cuatro que por dos mil años se han utilizado en la Iglesia.
¿Qué ha aportado el descubrimiento de Nag Hammadi a los estudios bíblicos?
Sobre todo, ha confirmado una hipótesis que ya existía: Que circulaban como un género literario propio colecciones de dichos de Jesús.
Esta hipótesis sirvió desde 1838 de base para explicar el origen de muchos pasajes evangélicos que se encuentran en Mateo y en Lucas, pero no en Marcos. A esta colección hipotética de dichos de Jesús que sirvió de fuente para Mateo y Lucas se le llamó «Q» (en alemán «Quelle», fuente).
Así, esta obra encontrada en el códice II de Nag Hammadi, conocida como el Evangelio de Tomás, es paralela en estilo a «Q», pero no a los evangelios canónicos. [Por Juan García Ruvalcaba. Extractado de Catholic.net, México | Fuente: Diócesis de Tijuana]
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