El Juego de Fútbol
Apreciado hermano:
En su carta, que fue recibida esta mañana en nuestra oficina, Ud. nos dice que le gustaría saber qué ha escrito ella acerca del fútbol, y cómo se lo podría aplicar a un juego de pelota bien supervisado.
Antes que hablemos del fútbol, permítame llamar su atención a una presentación más general que preparé para uno de nuestros alumnos en uno de nuestros colegios y que trata de los deportes en general. Me refiero primeramente a este trabajo, debido a ciertos principios que establece, y si no los contiene este documento me gustaría hacerlo por medio de una carta personal a Ud.. Por favor, lea este documento como una parte de mi contestación a su pregunta.
Enfocando ahora más particularmente las declaraciones concernientes al fútbol, las encontramos en muchos de sus libros. El libro La Educación aclara el asunto de la siguiente manera:
“Con frecuencia los maestros se sienten perplejos cuando tienen que tomar decisiones acerca de la recreación apropiada para sus alumnos. La gimnasia es útil en muchas escuelas, pero si no se tiene cuidado, a menudo se la lleva al exceso. Muchos jóvenes, al querer ostentar su fuerza en el gimnasio, se han dañado para toda la vida.
“El ejercicio en el gimnasio, por bien dirigido que sea, no puede sustituir al aire libre, para la cual deberían proveer más oportunidades nuestras escuelas. Los alumnos deben ser más temidos que la indolencia y la falta de propósito. Sin embargo, la tendencia de la mayor parte de los deportes atléticos es causa de preocupación para los que se interesan por el bienestar de la juventud. Los maestros se sienten preocupados al considerar la influencia que tienen estos deportes, tanto sobre el progreso del estudiante en la escuela, como sobre su éxito en su vida ulterior. Los juegos que ocupan una porción tan grande de su tiempo, apartan su mente del estudio. No contribuyen a preparar a la juventud para la obra práctica y seria de la vida.
Su influencia no tiende hacia el refinamiento, la generosidad, o la verdadera virilidad.
“Algunas de las diversiones más populares, como el fútbol y el boxeo, se han transformado en escuelas de brutalidad. Tienen las mismas características que tenían los juegos de la antigua Roma. El amor al dominio, al orgullo por la mera fuerza bruta, el temerario desprecio manifestado hacia la vida, están ejerciendo sobre los jóvenes una influencia desmoralizadora que espanta» (p. 201).
Ud. observará aquí que ella reconoce que debe haber recreaciones para los jóvenes, pero ella deja afuera el fútbol, habla de él como una escuela de brutalidad y anticipa los resultados desafortunados de esta clase de deportes.
En un mensaje dado en octubre de 1893, dirigió a maestros y alumnos de nuestro colegio de Battle Creek, y de nuestra otras instituciones educativas, hace una referencia tangencial al fútbol en estas palabras registradas en La Educación Cristiana, pp. 415 y 416.
“Trabajad y enseñad, trabajad a la manera de Cristo, y entonces no haréis el trabajo mediante vuestra débil capacidad sino que tendréis la cooperación de lo divino combinado con la aptitud humana conferida por Dios. «Echando sobre él todo vuestro cuidado, puesto que él cuidad de vosotros. Sed sobrios, sed vigilantes [no en jugar al fútbol ni en aprender los juegos censurables que deberían hacer sonrojar a todo cristiano con mortificación al reflexionar]; vuestro adversario el Diablo, como león rugiente, anda en derredor, buscando a quien devorar». Sí, está en vuestro patio de recreo mirando vuestras diversiones, cazando a cada alma a quien encuentra sin cautela, sembrando sus semillas en las mentes y rigiendo el humano intelecto. En nombre de Cristo, haced alto en el Colegio de Battle Creek y considerad el efecto que tienen sobre el corazón, el carácter y los principios, esas diversiones copiadas de las costumbres de otros colegios. Habéis estado progresando, invariablemente, en los caminos de los gentiles; y no según el ejemplo de Jesucristo, Satanás está en el terreno del colegio; está presente en cada ejercicio de las aulas. Los alumnos, cuyas mentes se han excitado profundamente en los juegos, no se hallan en la mejor condición para recibir la instrucción, el consejo y la represión, que son para ellos de la mayor importancia en esta vida y para la vida inmortal futura.
«Fue también en 1893, cuando escribió con relación a nuestros colegio de Battle Creek, y de como después de un gran reavivamiento espiritual que se había vivido en la escuela, el trabajo se vio grandemente anulado por la excitación que produjo cierta competencia deportiva. Ella comenta: en Mensajes Selectos, Vol. 1, p. 152:
“Un período de gran luz y de derramamiento del Espíritu santo es seguido, con mucha frecuencia, por un tiempo de gran oscuridad. ¿Por qué? Porque el enemigo obra con todas sus energías engañosas para que pierdan su efecto las profundas motivaciones del Espíritu Santo de Dios en el ser humano.
“Cuando los alumnos del colegio se entregaron a sus juegos de competencia y al fútbol, cuando se dejaron absorber por las diversiones, Satanás vio propicia la oportunidad para introducirse y dejar sin efecto al Espíritu Santo de Dios que quiere modelar y usar a los seres humanos.
“Es fácil alejar la influencia del Espíritu Santo mediante la pereza, la conversación y el juego. Caminar en la luz significa mantenerse avanzando en la dirección de la luz.
«Yo creo que estas declaraciones que le hemos compartido presentan un cuadro bastante claro. Si Ud. tiene los libros de los cuales ellas han sido tomadas, por favor búsquelas y léalas en su totalidad. Ud. observará que la preocupación de su consejo está basada sobre la diversión y la excitación que se producen y que incapacitan a los jóvenes para las cosas más serias de la vida, y sobre la brutalidad del fútbol que desarrolla características desfavorables en las vidas juveniles.
Del otro documento que le sugerí que leyera como parte de mi carta, Ud. puede observar que ella reconoce el lugar de la recreación en la vida de los jóvenes; ella puntualiza que no condena el simple ejercicio de jugar a la pelota. Al desarrollar ella los principios involucrados, vemos que el mayor peligro está en la glorificación de ciertos jugadores, al mal uso del tiempo y del dinero, y la infatuación en juegos que pueden virtualmente socavar los intereses religiosos. Estos son los principales básicos que debemos extraer de ellos. Su condena no se dirige al ejercicio que obtienen nuestros jóvenes al jugar, sino que señala peligros, como ya lo hemos hecho notar.
Ahora bien, en su carta, Ud. pregunta cómo podemos aplicar estos consejos al fútbol (Ver nota de pie 1, p. 43). Entiendo que en estos juegos no hay brutalidad, y si ése fuera el caso, creo que el problema se ubica en una categoría diferente. Si el juego es mantenido en sus elementos simples, en el que un grupo de jóvenes obtiene recreación corriendo y arrojando una pelota, y evitamos que se produzcan los problemas que nos son puntualizados en estas declaraciones que revelan los principios vitales en estos deportes de contacto corporal, entonces podría decir que esta forma de jugar al fútbol no sería incorrecta.
Permítame decirlo de esta manera: no creo que la condenación general del fútbol que se advierte en estas declaraciones, se aplicaría a un fútbol tal. Ella aconseja que saquemos de nuestro programa de recreación esas cosas que son perjudiciales y que las reemplacemos por algo que sea perfectamente inofensivo. Vemos su declaración en Testimonies for the Church, Vol. 1, p. 514:
“Me fue mostrado que los guardadores del sábado como pueblo, trabajan demasiado duramente, sin permitirse a sí mismos un cambio o períodos de descanso. La recreación es necesaria para aquellos que están ocupados en trabajo físico, y es mucho más esencial aún para aquellos cuyo trabajo es mayormente mental. No es esencial para nuestra salvación, ni para la gloria de Dios, que mantengamos la mente trabajando constante y excesivamente, aunque ello fuera sobre temas religiosos. Hay entretenimientos tales como el baile, los naipes, el ajedrez, las damas, etc., que no podemos aprobar puesto que el Cielo los condena. Estos entretenimientos abren la puerta a un mal mayor. No sólo no son beneficiosos en su tendencia, sino que tienen una influencia excitante, que en algunas mentes produce tal pasión por esos juegos que finalmente lleva al juego y a la corrupción. Todos estos juegos deber ser condenados por los cristianos, y se los debiera reemplazar por algo perfectamente inocuo.
“Vi que nuestros feriados no debieran ocuparse en una forma semejante a la que tiene el mundo; a pesar de ello, no debieran pasar ignorados porque ello producirá insatisfacción en nuestros hijos. En estos días cuando existe el peligro de que nuestros hijos se vean expuestos a influencias malas y lleguen a contaminarse con los placeres y excitación del mundo, estudien los padres la forma de encontrar algo que sustituya esos entretenimientos más peligrosos. Haced que vuestros hijos comprendan que lo que estáis buscando es su bien y su felicidad.
“Unanse varias familias que viven en la misma ciudad o pueblo, dejen las ocupaciones que los han estado desgastando física y mentalmente, y hagan una excursión al campo, a la orilla de algún hermoso lago o un atractivo bosque, donde el paisaje de la naturaleza sea bello. Para una ocasión tal deberían proveerse de alimento simple y nutritivo, de las mejores frutas y cereales que sea posible obtener, y poner su mesa debajo de la sombra de algún árbol o bajo el abierto dosel del cielo. La caminata, el ejercicio y el paisaje avivarán el apetito, y gozarán juntos de un banquete que envidiarían los reyes.
“En tales ocasiones los padres y los niños debieran sentirse libres de las preocupaciones, del trabajo y de la perplejidad. Los padres deberían volverse como niños con sus niños, haciendo que todos les resulte lo más placentero posible. Que todo el día sea dedicado a la recreación. El ejercicio al aire libre para aquellos cuyo empleo los mantiene de puertas adentro y en ocupaciones sedentarias, será beneficioso para la salud. Todos los que puedan hacerlo deberían sentir que es su deber hacer algo así. Nada ser perderá y será mucho lo que se ganará. Podrán así volver a sus ocupaciones con nueva vida y nuevo ánimo para ocuparse de sus trabajos con energía, y estarán mejor preparados para resistir la enfermedad.» Testimonies, Vol. 1, pp. 514, 515.
Cuando tratamos de estas cosas en nuestras escuelas, debemos distinguir entre los beneficios que obtenemos de la recreación sencilla que significa un cambio de ocupación y que trae actividad física para los jóvenes, y aquellas cosas que se vuelven bastante organizadas, que llevan a la competencia con otras escuelas y a una excitación que deteriora el programa de la escuela y también el bienestar espiritual de la juventud involucrada.
Confío en que esta información le será útil. Con mi mejor deseo, le saludo afectuosamente como su hermano,
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