El origen de la Sinagoga
La Sinagoga era el lugar judío de adoración
presidido por una comisión local de ancianos. Se cree que la sinagoga
surgió durante el exilio babilónico, cuando el templo de Jerusalén
estaba en ruinas. La tradición te atribuye su fundación al profeta
Ezequiel. Algún tiempo después del regreso del cautiverio se establecieron
en las ciudades de Judea, en Alejandría. Antioquía de Siria, Roma
y prácticamente en cada ciudad importante del Imperio Romano (Hch. 15:21).
Para fundar una sinagoga se necesitaban 16 judíos varones con el fin
de constituir su comisión de ancianos o "dirigentes". En Palestina
había tanto para los judíos nativos como para los de la diáspora,
quienes habían regresado a la tierra de sus antepasados. Por eso, en
tiempos del NT había en Jerusalén una sinagoga llamada "de
los libertos" (6: 9), probablemente constituida por judíos o sus
descendientes que, en algún momento, fueron llevados cautivos por los
romanos y que después habían sido puestos en libertad. Pablo encontró
sinagogas judías no sólo en Corinto, Efeso y Tesalónica,
sino en lugares más distantes como Salamina en la isla de Chipre, en
Antioquía de Pisidia, en Iconio y Berea, en Grecia
El templo y sus servicios estaban bajo el control
de los sacerdotes; en cambio, la sinagoga era dirigida por laicos judíos.
Nunca se ofrecieron sacrificios en ella. Al principio, la sinagoga era principalmente
un lugar destinado a la lectura y la exposición de la ley, pero con el
tiempo se desarrolló un servicio religioso más complicado, y más
tarde sirvió también de escuela y de tribunal para la administración
de justicia de acuerdo con la ley de Moisés (Mr. 13:9). En tiempos del
NT había muchos más judíos que vivían fuera de Palestina
que en ella, y la sinagoga en cada comunidad judía servía para
preservar la religión, la cultura y la conciencia racial del pueblo.
Los asuntos de la sinagoga y de la comunidad a la que servía estaban
bajo el control de una comisión de ancianos (Lc. 7:3-5), a cuyo jefe
la RVR le da el título de "principal" (Mr. 5:22; Lc. 8:49;
13:14). Sus deberes consistían en proveer todo lo necesario para los
servicios religiosos de la sinagoga, nombrar hombres capaces de entre la congregación
para orar, y leer y exhortar. Había otro funcionario de categoría
inferior, al que se daba el nombre de jazzan, una especie de diácono,
a quien se le confiaban deberes más humildes, como ser trasladar los
rollos de la ley y los profetas desde su arca, volverlos a poner en ese lugar,
y también para propinar castigos corporales a los que se condenara a
esa pena.
Existen ruinas de sinagogas, algunas construidas
en los primeros siglos de la era cristiana, en diversos sitios de Palestina,
especialmente en Tell Hfm, generalmente identificada con Capernaum y Corazín.
La inscripción más antigua de una sinagoga es la de Teodoto, de
la cual hay una traducción que aparece en un artículo de esta
Diccionario bajo el encabezado "Libertos". Se descubrió una
sinagoga sumamente interesante durante las excavaciones de Dura Europos; es
del siglo III d.C. y está bien conservada. Sus muros interiores estaban
cubiertos con pinturas en colores de escenas del AT. Los restos del edificio
fueron trasladados, y se lo reconstruyó en el Museo de Damasco. Algunas
sinagogas ostentaban complicadas ornamentaciones con los símbolos nacionales
de Israel: rollos de hojas de vid, racimos de uvas, el candelabro con 7 brazos,
un cordero pascual, la vasija con maná, y muchos otros objetos y escenas
de las Escrituras del AT. En épocas posteriores ciertos elementos de
origen pagano también hallaron cabida en su ornamentación. Su
principal habitación contenía una mesa de lectura, una silla para
el encargado de la exhortación, y una caja o arca que contenía
los rollos de la ley y los profetas. Generalmente, había bancos para
los miembros más ricos de la congregación (Stg. 2:2, 3); los que
estaban más cerca del lector eran los "primeros asientos" (Mt.
23:6). Las mujeres se sentaban en otro lugar, probablemente en la galería.
Se requería la asistencia de los miembros tanto los sábados como
los días de fiesta.
De acuerdo con nuestros conceptos, el servicio era largo. Una reunión
típica constaba de 5 partes, en el siguiente orden:
1. Recitación al unísono de
la shema{, una confesión de fe que se basaba principalmente en pasajes
como Dt. 6:4-9, 11:13-21 y Nm. 15:37-41. Antes y después de la shema{,
un miembro de la congregación estaba de pie junto al arca de la ley para
ofrecer, en nombre de todos, una séptuple oración, cada parte
de la cual confirmaba la congregación con un "Amén".
Entre las secciones 6ª y 7ª de la oración, los sacerdotes que
estuvieran presentes ascendían a la plataforma del arca, levantaban las
manos y pronunciaban al unísono la bendición aarónica (Lv.
9: 22; Nm. 6: 23-27).
2. La pârâshâh, o lectura
de la porción determinada de la ley para ese sábado. La reverencia
requería que el rollo que contenía la Ley (los 5 libros de Moisés)
se desenrollara detrás de un velo, fuera de la vista de los miembros
de la congregación hasta el texto a leer. En tiempos del NT y después
existía un ciclo regular de 3 años, en el que la Ley se leía
por completo, de modo que había una parte definida y predeterminada para
cada sábado, dividida en 7 secciones de por lo menos 3 versículos
cada una. Se le pedía a un miembro diferente de la congregación
que leyera cada una de esas subdivisiones, y se consideraba un mérito
y un privilegio participar en el servicio. Si alguien cometía la más
mínima falta era reemplazado inmediatamente por alguna otra persona.
Otro miembro traducía cada lectura al arameo, la lengua del común
del pueblo, versículo por versículo, para evitar la posibilidad
de que se confundiera la traducción con el texto verdadero de las Escrituras.
3. La haftârâh,
o lectura de los profetas. Si bien el rollo de la Ley estaba adosado a 2 cilindros
de madera, el de los profetas, que se consideraba menos sagrado, consistía
en un solo cilindro y se lo podía desenrollar a la vista de la congregación.
No hay evidencias de que se estableciera un cielo para la lectura de los profetas
en tiempos de Cristo, aunque quizás así era. Es posible que el
principal de la sinagoga le entregara el rollo a la persona elegida para la
lectura, quien tal vez seleccionaba el pasaje que leería (Lc. 4:17).
Más tarde, se escogía una porción definida de los profetas
para acompañar a cada parte asignada de la Ley. A la persona encargada
de la lectura de los profetas se la llamaba "el despedidor" o "el
que despide", porque esta lectura, junto con las observaciones y las exhortaciones
que la acompañaban, constituía la parte final de la sección
principal del servicio.
4. La derâshâh,
o "investigación", "estudio", un sermón predicado
por el lector de la porción de los profetas, o algún otro miembro
de la congregación. Mientras los que leían la Ley y los profetas
lo hacían de pie, los que predicaban el sermón se sentaban en
un asiento especial, cerca de la mesa de lectura, que se conocía como
"la cátedra de Moisés" (Mt. 23:2). Sus observaciones,
por lo general, se basaban en la lectura de los profetas, pero también
en la Ley. Por lo común se honraba a las visitas invitándolas
a dar el sermón. Pablo a menudo aprovechó este privilegio para
predicar el evangelio (véase Hch. 13:14-16; 14:1; 17:1, 2, 10, 11; 18:4;
19:8).
5. La bendición, que la pronunciaba
un sacerdote, si había alguno presente; en caso contrario, alguien elevaba
una oración final. En algunas sinagogas se introdujo en el servicio el
canto de salmos.
Bib.: E. L. Sukenik, Ancient Synagogues in Palestine and Greece [Antiguas
sinagogas de Palestina y Grecia] (Londres, 1934); Carl H.
Kraeling y otros, The Synagogue [La sinagoga] en "The Excavations
of Dura-Europos" [Las excavaciones de Dura-Europos]. Informe final VIII,
Parte I (New Haven, 1956).
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