El Origen de las Competencias
La comparación o competencia tuvo su origen antes de la creación del mundo, cuando Lucifer se comparó a sí mismo con el Hijo de Dios y dijo, «Seré semejante al Altísimo.» Esta ambición de Satanás produjo guerra en el cielo, cuya consecuencia fue su expulsión del cielo. Satanás usó el mismo principio cuando tentó exitosamente a Eva para que pecara. Le dijo: «seréis como Dios.» Caín comparó su sacrificio con el que había ofrecido su hermano, airado cometió el primer asesinato. Uno de los mayores problemas entre los discípulos de Cristo, y que él trató más arduamente de contrarrestar fue la pregunta «¿Quién es el mayor?»
Pablo advirtió la tremenda ansiedad de competencia entre los hombres y le contrapuso el enfoque inspirado cuando dijo: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.» Rom. 12:10. La única competencia que él aceptaba era la que se presenta en 1 Tes. 4:11: «que ambicionéis vivir en tranquilidad» (B. J.) Pablo hizo claro también en su segunda carta a los corintios que la única comparación que podemos hacer con seguridad es la de medirnos con la medida de Dios: «pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.» 2 Cor. 10:12.
El apóstol Pablo nos presenta una manera mejor para conseguir resultados positivos. En 2 Cor. 5:14 sugiere la más poderosa motivación en el mundo cuando dice: «Porque el amor de Cristo nos constriñe.» La palabra constriñe indica motivación, impulso. Por lo tanto, el amor de Cristo debe ser nuestra motivación.
Escuelas Guardadoras del sábado
Para entender mejor la posición histórica relacionada con los programas atléticos en nuestras escuelas, debemos retroceder a la época del comienzo de las escuelas de iglesia.
En enero de 1872, la sierva del Señor recibió su primera visión con instrucciones relativas al establecimiento de un sistema educativo. A comienzos de junio de ese mismo año, se abrió nuestra primera escuela denominacional oficial en Battle Creek, Michigan, funcionando en lo que había sido nuestra casa publicadora original, ubicada detrás de la nueva oficina de la Review. Dos años más tarde, en enero de 1874, se compraron siete hectáreas para establecer un colegio, al frente del Health Institute, calle por medio. En realidad solamente seis hectáreas fueron reservadas para el colegio.
Ella sufrió un gran chasco, al enterarse que los administradores de la iglesia habían elegido un espacio tan pequeño para la escuela. Ella y su esposo Jaime, habían insistido en la compra de 25 hectáreas de un buen terreno, disponible en las afueras del pueblo.
Ella había visto en visión una escuela en el campo, con industrias y agricultura, lejos de la vida de la ciudad, donde la educación práctica pudiera ser promovida.
Arturo L. White tiene este comentario sobre lo que ocurrió:
A medida que los programas deportivos se fueron desarrollando en las escuelas del mundo, también lo hicieron en nuestro colegio de Battle Creek. Teníamos nuestros equipos de fútbol, béisbol y básketbol. Había incluso algo de boxeo. Los jóvenes…, con sus antecedentes de una vida saludable libre del consumo del alcohol y tabaco, estaban capacitados para actuar bien. Pero no pasó mucho tiempo antes de que los juegos con otros equipos del pueblo, y de otros pueblos, llevara a una gran excitación. Los intereses de una buena porción del cuerpo estudiantil comenzaron a desviarse del objetivo de hacer todo esfuerzo posible para el logro de una preparación adecuada para el servicio, hacia el cultivo de la excitación y el placer. Si este programa hubiera continuado sin ser frenado por los mensajes del Señor, nuestro programa educativo hubiera sido muy afectado por los programas deportivos que comenzaban a introducirse entre nosotros. Arthur L. White, Sports in SDA Academies and Colleges, p. 2.
Fue en este contexto que ella comenzó a enviar advertencias, mencionando específicamente ciertos juegos tales como el fútbol, el béisbol, y el boxeo. Uno de estos mensajes fue escrito al director del Colegio de Battle Creek a comienzos de 1893. Un gran reavivamiento acababa de producirse en el Colegio. En esta carta, ella advierte contra los «juegos de competencia» y el «fútbol». Ella hace resaltar el hecho de que se habían dejado «absorber por las diversiones». Advirtió que «el amor a las diversiones» y la «lucha por la destreza» estaban absorbiendo el tiempo y la atención de los alumnos. También advirtió que Satanás estaba jugando el juego de la vida por los corazones de los alumnos y que él era más experimentado que ellos al conspirar su ruina. (Ver Mensajes Selectos, Vol. 1, p. 152)
Sin embargo, cuando apareció la declaración más importante de ella sobre recreaciones en 1867, sugería que los guardadores del sábado, trabajan demasiado arduamente sin permitirse cambios o períodos de descanso. Ella sugirió que la recreación es tan necesaria como el estudio. (Ver Testimonies for the Church, Vol. 1, pp. 514-520)
El artículo básico de ella sobre educación basado en la visión de enero de 1872, se encuentra en Testimonies for the Church, Vol. 3, pp. 131-160. Este artículo hace bien claro el hecho de que el programa educativo en nuestra denominación debiera incluir tanto las actividades físicas como las mentales.
Unos pocos meses después del reavivamiento de 1892 en el campus del colegio de Battle Creek, y mientras estaba en Australia, un alumno de medicina en Michigan, le escribió pidiéndole consejo acerca de diferentes asuntos. En su respuesta, ella mencionó, entre otras cosas, los deportes. Ella dijo:
“No condeno el simple ejercicio de jugar a la pelota; pero éste aun en su simplicidad, puede llevarse al exceso.
En esta carta menciona varios principios que deben ser considerados en los programas deportivos. Entre otros ella advierte contra el «empleo de medios para la autocomplacencia», la «autovanagloria», «juegos por placer» y «amor y pasión por estas cosas».
Una frase de esta carta es especialmente significativa. ella dijo: «la manera en que ellos han sido conducidos en el colegio no lleva la impronta del cielo». Nótese que los juegos no fueron condenados, sino «la manera» en que se los jugaba. ¿Cuál era esa manera? En esa carta ella declara que los estudiantes estaban «absorbidos», «infatuados», «amadores de los placeres más que de Dios»», que los juegos estaban «llenando sus mentes con pensamientos que los distraían de sus estudios». Ella dijo: «el Señor Dios del cielo protesta contra la pasión ardiente que es cultivada por la supremacía en los juegos, y que es tan absorbente.» Es claro que los juegos se estaban desarrollando en una manera altamente competitiva.
En esta misma carta, sugiere, que a medida que avanzamos en edad, encontramos mejores recreaciones en actividades que proporcionan algo útil como resultado final. (Ver Mensajes Selectos, vol. 2, pp. 321-324.)
Mientras estaba en Australia, se construyó allí un colegio en un predio de unas 750 hectáreas, a algo más de 100 Km. de Sidney. Comentando sobre esta institución ella escribió en la revista denominacional:
En el campo no se hallan próximos a la tentación de las carreras de caballos y partidos de cricket. Cierta vez vi en Sidney una gran multitud en una de las calles. Centenares y centenares, y hasta podría decir miles, se hallaban reunidos. «¿Qué sucede?», pregunté. «Es por el partido de cricket», fue la respuesta. Y mientras hombres jugaban el juego del cricket, y otros los observaban, Satanás jugaba el juego de la vida por sus almas. Por lo tanto decidimos ubicar nuestro colegio donde los estudiantes no viesen ni partidos de cricket ni carreras de caballos. Australasian Union Conference Record, 26 de julio de 1899.
Al preparar su libro guía básico sobre educación, incluyó una declaración sobre recreación. El primer párrafo contrasta diversión y recreación de la siguiente manera:
“Hay una diferencia entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros cuidados y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo, y de ese modo nos permite volver con nuevo vigor al trabajo serio de la vida. Por otra parte, se busca la diversión para experimentar placer, y con frecuencia se la lleva al exceso; absorbe las energías requeridas para el trabajo útil, y resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito en la vida.» La educación, p. 207.
En síntesis, los problemas originados de la glorificación propia y de la ambición de sobresalir entre los jugadores, es claramente una violación del principio de igual oportunidad y crecimiento para todos. Los juegos competitivos parecen ser especialmente objetables. El intenso espíritu competitivo que acompaña las competencias deportivas organizadas, parece estar claramente fuera de armonía con los deseos y planes de Dios para nosotros como sus hijos. «La lucha por la supremacía» en los juegos destruye el carácter antes que construirlo. Resulta claro que la posición que nuestra iglesia ha asumido en relación a los deportes competitivos es sabia.
Esta posición ha sido expresada recientemente de la siguiente manera:
DEPORTES: evitar una obsesión por los deportes; que la institución se refrene de competencias intercolegiales, promoviendo en su lugar la participación saludable en actividades internas y rotativas, con énfasis en el desarrollo de la aptitud física individual. Upholding Church Standards, Education Leaflet Nº 51, p. 7.
Para el estudio más amplio de este tema se sugieren las siguientes fuentes: La Educación, pp. 203-217; Consejos para Maestros, pp. 244-270; Testimonies for the Church, vol. 1, pp. 514-520; vol. 3, pp. 131-160; Mensajes Selectos, vol. 1, pp. 128-143; vol. 2, pp. 321-324; y El hogar Cristiano, pp. 447-481.
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