ELENA DE WHITE ¿SABÍA HEBREO Y GRIEGO?
Cómo detalles de las lenguas originales emergen en sus escritos proféticos
Eric Richter director asociado de Ministerio.
L a escritora estadounidense Elena de White (1927 1915) es reconocida por la Iglesia Adventista del Séptimo Día como portadora del don de profecía. Durante sus más de 70 años de ministerio recibió cerca de 2.000 sueños y visiones, y sirvió en tres continentes como escritora, predica dora, evangelista, y promotora de temperancia y salud. Sin embargo, probablemente su mayor legado sea una amplia producción literaria que, al momento de su muerte, se calculaba en “más de 100.000 páginas, incluyendo 24 libros en circulación, 2 manuscritos de libros listos para su publicación, más de 5.000 artículos, más de 200 tratados y folletos agotados, unos 6.000 manuscritos copiados a máquina (cerca de 40.000 páginas) que incluían cartas y manuscritos generales, y aproximadamente 2.000 cartas escritas a mano, segmentos de su diario y otros documentos que se convirtieron en 20.000 páginas mecanografiadas”.1 La Iglesia Adventista del Séptimo Día considera que sus escritos fueron inspirados por el Espíritu Santo y, por lo tanto, “son una permanente y autorizada fuente de verdad que proporciona consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia”.2 Sin embargo, esto no significa que estén al mismo nivel que la Biblia (muchos menos por encima de ella). Aunque ambos fueron inspirados, los escritos de Elena de White “establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual debe ser probada toda enseñanza y toda experiencia”.3 En otras palabras, solo el texto bíblico tiene autoridad canónica.
En los escritos inspirados de Elena de White se encuentran incontables citas, referencias y alusiones bíblicas, incluyendo algunas extensas narraciones de eventos bíblicos que abundan en detalles que no están presentes en el texto bíblico, pero que lo complementan. En los últimos años, algunos investigadores han realizado un descubrimiento fascinante: algunos de estos detalles extrabíblicos que Elena de White presenta coinciden con matices que se encuentran en el texto bíblico original, pero que se han perdido al ser traducidos a los idiomas modernos, como el inglés, el español o el portugués.4
Esto es significativo porque Elena de White nunca estudió los idiomas bíblicos originales formalmente, ni tampoco de manera autodidacta. De hecho, solo asistió a la escuela primaria hasta los nueve años y dominaba únicamente el idioma inglés. Dado que desconocía completa mente los idiomas hebreo, arameo y griego, es claro que su conocimiento de detalles exegéticos no provenía de su estudio personal del texto original.
Entonces, ¿realmente Elena de White describió detalles que solo pueden ser descubiertos mediante un exhaustivo y profundo estudio de los idiomas bíblicos originales? ¿Cómo pudo hacerlo si ella carecía de conocimiento de esas lenguas?
Te invito a analizar dos casos, uno en el Antiguo Testamento y otro en el Nuevo Testamento, en los que Elena de White relató detalles extrabíblicos que, aunque están ausentes de las traducciones modernas, sí pueden descubrirse mediante un profundo análisis del texto bíblico original. Luego, en la conclusión, reflexionaremos en cómo es posible que ella, sin conocer los idiomas bíblicos, pudo relatar estos detalles.
El descanso sabático en Éxodo 5
Al relatar cómo Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud, Elena de White mencionó que una de las primeras cosas que Moisés y Aarón hicieron al llegar a Egipto fue restaurar la observancia del sábado entre los israelitas: “Ya el rey había oído hablar de ellos y del interés que estaban despertando entre el pueblo. Se encendió su ira y les dijo: ‘Moisés y Aarón, ¿por qué hacen cesar al pueblo de su trabajo? Vuelvan a sus tareas’ [Éxo. 5:4]. Ya el reino había sufrido una gran pérdida debido a la intervención de estos forasteros. Al pensar en ello, añadió: ‘Ahora que el pueblo del país es mucho, ustedes los quieren apartar de su trabajo’ [Éxo. 5:5]. Durante su esclavitud, los israelitas habían perdido hasta cierto punto el conocimiento de la Ley de Dios, y se habían apartado de sus preceptos. El sábado había sido despreciado por la generalidad, y las exigencias de los ‘comisarios de tributos’ habían hecho imposible su observancia. Pero Moisés había mostrado a su pueblo que la obediencia a Dios era la primera condición para su liberación; y los esfuerzos hechos para restaurar la observancia del sábado habían llegado a los oídos de sus opresores”.5
Ya sea que lo leamos en inglés, español o portugués, Éxodo 5:5, el texto bíblico citado por Elena de White, no parece mostrar que Moisés hubiera intentado restablecer la observancia del sábado entre sus compatriotas. Sin embargo, un minucioso análisis de los términos hebreos utilizados en este texto ofrece una perspectiva muy diferente. La frase “apartar de su trabajo” (Éxo. 5:5) está formada en hebreo por el verbo hishebātem, la preposición min y el sustantivo sibelotam. La primera palabra, hishebātem, es la forma hifil (causativa) del verbo shabāt, que usualmente significa “hacer cesar”;6 la preposición min significa “de”; y el sustantivo sibelotam significa “carga” o “trabajo forzado”.7 No obstante, hay una interesante conexión morfosintáctica que sugiere un significado que va más allá de dejar de trabajar. Después de todo, esta forma verbal “es única en la Biblia hebrea porque […] se asocia con una palabra para trabajo con la preposición ‘de’ (min)”. El único caso en que esto también sucede es en Génesis 2:3, donde el verbo shabāt está conectado sintácticamente con la preposición min a un término para “trabajo”.8 Allí se dice que “y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó [shabāt] de (min) toda la obra (melā’jeto) que había hecho en la creación”.
En otras palabras, solo en dos textos bíblicos apare ce el verbo shabāt, la preposición min y un término con el significado de “trabajo”: Génesis 2:3 y Éxodo 5:5. De modo que el relato del Éxodo nos está remitiendo al relato de la Creación y al establecimiento del sábado, indicándonos de esa manera que los israelitas no estaban meramente dejando de trabajar, sino descansado sabáticamente.
Debe tenerse en cuenta que ninguna traducción al inglés disponible en el tiempo de Elena de White traduce Éxodo 5:5 de alguna manera que sugiera que los israelitas comenzaron a guardar el sábado.9 Los comentarios del Éxodo disponibles en el siglo XIX tampoco mencionaban esta interpretación.10 Es realmente sorprendente que el relato de Elena de White refleje un matiz presente en el texto hebreo que había pasado completamente desapercibido a los intérpretes bíblicos de su época.
La estrella de Belén como una angelofanía en Mateo 2
Al relatar la historia del nacimiento de Jesús, Mateo incluye la aparición de una estrella que guía a los sabios del Oriente hasta Belén. El texto bíblico narra cómo “la estrella que [los sabios] habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo donde estaba el niño” (Mat. 2:9). La Escritura no describe exactamente qué era esta “estrella” y las explicaciones incluyen una supernova, un cometa y una conjunción planetaria, entre otras propuestas.11
Sin embargo, Elena de White presentó una interpretación diferente: “Los magos habían visto una luz misteriosa en los cielos la noche en que la gloria de Dios inundó las colinas de Belén. Al desvanecerse la luz, apareció una estrella luminosa que se demoró en el cielo. No era una estrella fija ni un planeta, y el fenómeno excitó un agudo interés. Esa estrella era una distante compañía de ángeles resplandecientes, pero los sabios lo ignoraban. Sin embargo, tenían la impresión de que la estrella era de especial importancia para ellos”.12
A primera vista, nada en el texto bíblico permite sugerir que esta estrella era una angelofanía, es decir, la aparición de ángeles. Sin embargo, la estructura narrativa de la historia de la Natividad presenta ciertas características particulares que impactan en la comprensión del texto.
El especialista en el Nuevo Testamento Raymond Brown señala que en la historia de la Natividad existen tres angelofanías, y cada una es introducida de la misma manera mediante una “cláusula introductoria de reanudación que conecta […] una aparición [angélica] con lo que precede”.13 Cada una de estas cláusulas se distingue por consistir en “un genitivo absoluto con un pospositivo de, y seguido por idou”.14 Esta construcción sintáctica se utiliza en Mateo 1:20; 2:13 y 19, cada vez que un ángel aparece.
Sin embargo, existe una cuarta construcción sintáctica que sigue esta misma estructura característica de las angelofanías: en Mateo 2:9, donde también aparece una cláusula introductoria que inicia con la conjunción pospositiva de seguida de un participio nominativo y un genitivo absoluto (akousantes tou basileōs), y la interjección idou. La diferencia es que en esta construcción no se presenta a un ángel, sino a la estrella de Belén. Nótese las semejanzas de las cuatro construcciones en la siguiente tabla:
1-“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor…” (Mat. 1:20).
Tauta de autou enthymēthentos, idou angelos kyriou (Mat. 1:20).
Conjunción postpositiva (de) + genitivo absoluto (autou enthymēthentos) + idou + angelos kyriou.
2-“Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella…” (Mat. 2:9).
Oi de akousantes tou basileōs eporeuthēsan kai idou, ho astēr (Mat. 2:9).
Conjunción postpositiva (de) + participio nominativo y genitivo absoluto (akousantes tou basileōs) + idou + ho aster.
3-“Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor…” (Mat. 2:13).
Anajōrēsantōn de autōn, idou, angelos kyriou (Mat. 2:13)
Conjunción postpositiva (de) + genitivo absoluto (Anajōrēsantōn autōn) + idou + angelos kyriou.
4-“Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor…” (Mat. 2:19)
Teleutēsantos de tou Herōdou, idou angelos kyriou (Mat. 2:19).
Conjunción postpositiva (de) + genitivo absoluto (Teleutēsantos tou Herōdou) + idou + angelos kyriou.
En otras palabras, Mateo utiliza la misma construcción sintáctica en cláusulas introductorias reanudativas para introducir las angelofanías y también la estrella de Belén. Es una manera muy sutil de caracterización literaria, mediante la cual Mateo parece estar indicando que los sabios del Oriente vieron, en realidad, una angelofanía.
Además, debiera recordarse que ya en el Antiguo Testamento se identifican a los ángeles con estrellas (por ejemplo, en Juec. 5:20; Job 25:5; 38:7). Además, el comportamiento de esta estrella difícilmente encaje con el de un cometa, una supernova o una conjunción planetaria. El texto bíblico la describe apareciendo repentinamente en el oriente (Mat. 2:2), para luego moverse en el cielo guiando a los sabios hasta Judea y deteniéndose sobre Belén (Mat. 2:9). Sería difícil explicar este comportamiento por parte de un cuerpo celeste.
Si embargo, lo más curioso es que ningún exégeta o comentarista del siglo XIX apoyó esta interpretación de la estrella de Belén.15 Elena de White fue la única intérprete de su tiempo en apoyar esta lectura, que solo puede descubrirse mediante un detallado análisis del texto griego de Mateo.
Conclusión En este artículo se mostró dos ejemplos de cómo Elena de White presentó en sus narraciones dos detalles “extra bíblicos” que, aunque no pueden percibirse en traducciones de la Biblia, sí pueden descubrirse mediante un estudio profundo del texto en su idioma original. Esto es fascinante porque Elena de White nunca estudió hebreo ni griego, por lo que ella jamás podría haber descubierto estos matices del texto original por sí misma.
Ante esto, surge una pregunta inevitable: ¿Cómo pudo ella presentar estos detalles? Creo que la explicación más sencilla y coherente es esta: el mismo Espíritu Santo que inspiró las Escrituras canónicas también inspiró los escritos proféticos de Elena de White, lo que le permitió transmitir la verdad bíblica en toda su profundidad y plenitud.
Referencias
1-George R. Knight, Introducción a los escritos de Elena G. de White (Bs. As.: ACES, 2014), p. 114.
2-Creencias de los adventistas del séptimo día (Bs. As.: ACES, 2007), p. 246.
3-Ibid., p. 246.
4-Ver Richard M. Davidson “Ellen White’s Insights into Scripture in Light of the Original Biblical Languages”, en The Gift of Prophecy in Scripture and History, ed. Alberto R. Timm y Dwain N. Esmond (Review & Herald, 2015), pp. 152-166; Karl Boskamp, “Algunas interpretaciones antiguas del relato de la Aqedah: Aportes Ibid., p. 525. Ibid. de la literatura rabínica a la exégesis bíblica y algunos puntos de contacto con la lectura adventista”, en “La palabra que Yo te diga, esa hablarás”: Estudios selectos en el Pentateuco, ed. Merling Alomía (Theologika, 2017), pp. 19-48; y Eric E. Richter, “Elena G. de White y los idiomas bíblicos originales”, Theologika 37.2 (2022), pp. 154-170. El presente artículo es un resumen de esta última obra. Ibid., p. 525. Ibid. de la literatura rabínica a la exégesis bíblica y algunos puntos de contacto con la lectura adventista”, en “La palabra que Yo te diga, esa hablarás”: Estudios selectos en el Pentateuco, ed. Merling Alomía (Theologika, 2017), pp. 19-48; y Eric E. Richter, “Elena G. de White y los idiomas bíblicos originales”, Theologika 37.2 (2022), pp. 154-170. El presente artículo es un resumen de esta última obra.
5-Elena de White, Patriarcas y profetas (Bs. As.: ACES, 2015), pp. 262, 263.
6- Luis Alonso Schökel, Diccionario bíblico hebreo-español (Trotta, 1989), p. 747.
7-Ibid., p. 525
8- Mathilde Frey, “Sabbath in Egypt? An Examination of Exodus 5”, Journal for the Study of the Old Testament 39.3 (2015), p. 257.
9-Ver Richter, “Elena G. de White y los idiomas bíblicos originales”, p. 161.
10-Ibid
11-Raymond E. Brown, The Birth of the Messiah: A Commentary on the Infancy Narratives in the Gospels of Matthew and Luke (Doubleday, 1993), pp. 171-173.
12-Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Bs. As.: ACES, 2008), pp. 41, 42.
13-Brown, The Birth of the Messiah, p. 108.
14- Ibid.
15-Ver Richter, “Elena G. de White y los idiomas bíblicos originales”, pp. 164, 165
Eric Richter director asociado de Ministerio.
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