Jesús como Hijo del Hombre
Jesús como Hijo del Hombre
En el AT se usa con frecuencia esta expresión
idiomática que significa «hombre»; es decir, «ser humano».
En este sentido aparece casi 100 veces en el libro de Ezequiel (Ez. 2:1, 3,
6, 8; 3:1, 3; etc.) como la forma en que Dios se dirigió al profeta cuando
le habló en visión. En Dn. 7:13 y 14, «un hijo de hombre»
aparece en la visión de Daniel, a quien los eruditos conservadores por
lo general identifican como el Mesías. Aquí, como en los Evangelios,
el Mesías es identificado como un ser humano. La expresión «uno
como un hijo de hombre» en este pasaje probablemente se deba entender como
«uno que parecía un ser humano», o «uno con forma humana»,
o «uno como un ser humano». En la literatura apocalíptica judía
el «hijo del hombre» es primariamente un ser celestial que aparecería
en el día final como juez.
«Hijo del Hombre» fue la designación
favorita de Jesús para sí mismo, y aparece más de 80 veces
en los Evangelios. El título destaca la realidad de su naturaleza humana,
así como el similar, «Hijo de Dios», afirma su divinidad. Ningún
otro se dirigió a él como «Hijo del Hombre». Jesús
era el «Hijo del Hombre» no sólo en un sentido estrictamente
histórico ( cf Lc 1:31-35; Ro. 1:3, 4; Gá. 4:4), sino también
en otro más elevado. El título lo designa como el Cristo encarnado
(Jn. 1:14; Fil. 2:6-8) y presenta un mudo testimonio acerca del milagro por
el que el Creador y la criatura se unieron en una persona divino-humana. La
Divinidad se identificaba con la humanidad para que la humanidad pudiera ser
restaurada otra vez a la imagen divina. El título era algo menos desafiante
y provocativo que el de «Hijo de Dios»; sin embargo también
tenía connotaciones mesiánicas muy claras. Por la forma en que
Jesús lo usó, recordaba a Dn. 7:13 y 14, donde el «hijo de
hombre» recibe su dominio eterno. En por lo menos 2 casos (Mt. 24:30; 26:64),
la forma en que usó la expresión claramente refleja la escena
descripta en Dn. 7, tal vez en parte para dirigir la mente de los hombres hacia
él, como la persona de la que habló Daniel. Cuando fue llevado
ante el Sanedrín, Jesús afirmó que le había sido
dada «autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre»
(Jn. 5: 27), con lo que asociaba el título con la escena del juicio en
Dn. 7. Más tarde, les dijo a los discípulos que cuando viniera
como Hijo del Hombre, «en su gloria», se sentaría «en
su trono de gloria» (Mt. 25:31) para juzgar, como lo aclaran los versículos
siguientes.
En un sentido, el título «Hijo del Hombre» ocultaba en parte su pretensión de ser el Mesías, ya que de acuerdo con la costumbre hebrea podía significar sencillamente «hombre». Pero, por otro lado, también revelaba en parte su pretensión de ser el Mesías, en vista de la forma en que se lo usaba en el AT, como ya se ha mencionado. La pregunta suscitada en las mentes de sus oyentes acerca del título se hace evidente en la ocasión, 4 días antes de la crucifixión, cuando le preguntaron directamente: «¿Quién es este Hijo del Hombre»? (Jn. 12:34). Resulta claro que los discípulos comprendían la relación entre los títulos «Hijo de Dios» e «Hijo del Hombre», porque en el encuentro en Cesarea de Filipo, cuando Jesús les preguntó: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?… ¿Quién decís que soy yo?», Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt. 16:13-16). El título «Hijo del Hombre» nos asegura que el Hijo de Dios realmente vivio para vivir sobre la Tierra como un hombre entre los hombres y para morir como un hombre en favor de sus semejantes. «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mr. 10:45).
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