Juegos de Damas, Ajedrez y Dominó
Querido hermano…
En su carta del 22 de Noviembre, Ud. nos dice que ha recibido consultas con relación a la actitud de la pluma inspirada hacia el juego de las damas y el dominó. Con respecto al dominó, no hay ninguna referencia a este juego en los escritos de ella, ya sean publicados o no. Creo que el juego del dominó ha sido siempre considerado entre nosotros como una recreación más bien sencilla e inofensiva.
La cuestión de las damas es un poquito más complicada, porque este juego también tiene la apariencia de un juego sencillo, un juego de habilidad. Creo que lo mismo puede decirse del ajedrez. Al buscar en el Comprehensive Index, encontramos esto bajo «Juego de damas»:
«Cerebro excitado y cansado por», Testimonies 1,pág. 555
«Influencia excitante de», Testimonies 1,pág. 514
«Dios lo condena», Testimonies 1,pág. 514
«Recuperación de la salud obstaculizada por», Testimonies 1, pág. 555.
En realidad hay dos declaraciones de la pluma inspirada sobre este tema, ambas parecidas. En ambos casos las damas y el ajedrez son mencionados conjuntamente.
En nuestra oficina debemos ser muy cuidadosos en no intentar explicar o interpretar los escritos del Espíritu de Profecía. Es sin embargo nuestro privilegio destacar algunos puntos sobre los cuales ella parece colocar énfasis. La primera declaración con respecto a las damas se encuentra en el artículo «Recreación del Cristiano», aparece en Testimonies, Vol. 1, p. 514. Ella discute ciertas clases de entretenimientos al hablar de la recreación. Dentro de una categoría están aquellas cosas que son nocivas. En la otra, están aquellas que son inofensivas, y que debieran sustituir a las perjudiciales.
Yo creo que debiéramos alejarnos de algunas de estas cosas como para verlas en su perspectiva total. Al mencionar las damas y el ajedrez, ella indica que estas diversiones abren la puerta a un gran mal. Producen «en algunas mentes una pasión por esos juegos que llevan a jugar por dinero y a la disipación». ¿No nos proporciona esto una guía? Yo creo que sí. Hay ciertas cosas que en sí mismas pueden no ser dañinas, pero pueden abrir las puertas para otras cosas. Pueden abrir la puerta para otras cosas, y me da la impresión que esta es la categoría en que ella coloca a las demás, al ajedrez, etc.
Esto me recuerda una declaración relacionada con el juego de la pelota. La encontrará en El Hogar Cristiano, p. 453:
“No condeno el ejercicio sencillo del juego de pelota: pero aun esto, con toda su sencillez, puede ser llevado a la exageración. Siempre temo el casi seguro resultado que sigue a estas diversiones.
Continúa entonces numerando los varios puntos que destacan los principios involucrados.
La segunda declaración sobre las damas, que aparece en Testimonies, Vol. 1, p. 555, fue publicada originalmente en el mismo panfleto que la declaración anterior, en el capítulo sobre «La Recreación del Cristiano». Así que son de la misma época. En esta segunda declaración, ella se refiere al Instituto de Salud. Ud. observará que hace referencia a la visión que le fue dada el 25 de diciembre. Ella y su esposo acababan de estar en la institución médica de Dansville, Nueva York, dirigida por el Dr. Jackson. El Dr. Jackson tenía muchas cosas buenas para ofrecer, pero se iba a un extremo al presionar a sus pacientes a que se abstuvieran de pensar en cosas serias y religiosas, y que se ocuparan en ciertos entretenimientos como una ayuda en la recuperación de la salud. El baile era una práctica habitual. Esta característica de la filosofía del Dr. Jackson fue contrastada, en la visión que recibiera ella, con los principios verdaderos que tienen que ver con la recuperación de la salud, con el uso de la mente, y con la forma en la que hombres y mujeres pueden hacer el mejor progreso para un desarrollo completo. Fue en relación a esto que ella escribió:
Se me mostró que la posición del Dr. E. Jackson concerniente a las diversiones está equivocada, y que sus puntos de vista sobre el ejercicio físico no son totalmente correctos. Las diversiones que él recomienda obstruyen la recuperación de la salud en muchos casos por cada uno de los que tratan de ayudar. El condena en gran medida el trabajo físico para los enfermos, y sus enseñanzas en muchos casos han demostrado ser muy perjudiciales para ellos. Un ejercicio mental como el que se requiere para jugar a las cartas, el ajedrez o las damas excita y agota el cerebro y obstaculiza la recuperación, mientras que una labor física, liviana y placentera ocupará el tiempo, mejorará la circulación sanguínea, aliviará y restaurará el cerebro y demostrará ser un decidido beneficio para la salud.
Volviendo ahora al capítulo sobre recreación, Ud. notará que la escritora puntualiza, que hay ciertas cosas que no son beneficiosas en su tendencia, sino que tienen una influencia excitante, y acerca de ellas comenta: «Todos esos juegos debieran ser condenados por los cristianos y reemplazados por algo perfectamente inofensivo» (p. 514). Esto nos da una considerable amplitud, pero requiere que hagamos nuestras decisiones basándonos en los principios que involucra.
Pienso que debemos profundizar por debajo del significado de una palabra para encontrar estos principios. Un cristiano vive por principios. Hay sin embargo una iglesia donde la gente no necesita pensar. No tiene que hacer decisiones. Se les indica desde arriba lo que deben o no deben hacer, y en circunstancias especiales pueden conseguir permiso del sacerdote para hacer aún aquello que la iglesia en general proscribe. Esto no sucede con nuestra denominación. Nunca fue dado el Espíritu de Profecía para tomar el lugar de la fe, el estudio, la iniciativa, o el trabajo diligente. Muestra el camino. Nos muestra algunos peligros. Pone delante de nosotros algunos principios y deberíamos ser nosotros quienes los encontramos mediante el estudio. Debemos entonces permitir que graviten en forma decisiva en la determinación de nuestras actividades y el molde que imprimamos sobre nuestras vidas.
Cuando escribió sobre recreación, siempre se refirió a la verdadera recreación. El estudio de estos principios es un desafío para nosotros. Cuando nos encontramos con algunos problemas técnicos como el del juego de las damas, y lo que ella dice acerca del mismo, algunos consejos pueden parecer ilógicos, pero a medida que profundizamos en sus implicancias vemos hacia donde tienden, y el cristiano siempre se esforzará por moldear su vida en la dirección del ideal. Yo no consideraría necesariamente un pecado jugar, en ciertas circunstancias, un partido de damas. Pero creo que estos consejos deberían guiarnos al tratar de encontrar diversiones que constituyan una mejor forma de recreación. Siempre he sentido que hay una bendición para nosotros cuando obramos en esa dirección.
No sé si estas sugerencias podrán ayudarlo, pero esto es lo que puedo decirle. Con los mejores deseos, y con un saludo afectuoso, su hermano,
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