La Era Patriarcal en Palestina

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La Era Patriarcal en Palestina

 

Es difícil describir la vida cotidiana de los cananeos durante el período patriarcal pues sabemos muy poco acerca de ellos. Casi ninguno de los registros escritos de Palestina pertenece a ese período, y los pocos que se han hallado son muy cortos. Por lo tanto, podemos describir con algún grado de exactitud sólo unas pocas fases de la vida palestina antes del siglo XV.

La población.-

La población de Palestina en la primera mitad del segundo milenio estaba formada por gente que vivía en pueblecitos y aldeítas, y por nómades que vivían en los límites de la tierra fértil y que se trasladaban de lugar en lugar en busca de pastos. La mayoría de los pueblos estaban protegidos por muros bien construidos, los que pocas veces tenían más de una puerta. Con excepción de algunos de los puertos, como Biblos y Ugarit en Siria, y Gaza en Palestina, pocas veces las ciudades cubrían más de quince acres [unas siete hectáreas].

Durante la era patriarcal, la clase gobernante en Palestina estaba formada por los amorreos, cuyo modo de vida probablemente no difería del de los moradores de Mesopotamia. Naturalmente vivían en las ciudades, regían el país, y pueden haber sido los dueños de la mayor parte de las tierras agrícolas. Sus casas no diferían mucho de las de Mesopotamia, que ya han sido descritas. Sin embargo, las excavaciones han demostrado que la mayoría de las casas de Palestina eran más pequeñas que las del valle del Eufrates y del Tigris. Los profesionales y campesinos de Palestina pertenecían a las diversas tribus de los cananeos.
Para tener una comprensión de la apariencia, implementos de guerra y vestiduras de este pueblo, es instructivo un grabado en colores que hay en la pared de una tumba de un noble egipcio en Beni Hasán. Describe la llegada de 37 palestinos, de los cuales 15 están realmente retratados. Estos hombres y estas mujeres de tez clara, en marcado contraste con los oscuros egipcios que aparecen en la misma figura, son dirigidos por su jefe. Este tiene el típico nombre amorreo ‘Abi-shar, que significa «mi padre es rey» y el título de «gobernante de un país extranjero». El y dos de los otros hombres que lo acompañan están representados con vestidos de colores que les cubren el cuerpo desde los hombros hasta las rodillas, pero dejan en libertad los brazos y un hombro. Los colores rojo y azul dominan en los vestidos de lana de todos


Los hombres y las mujeres del cuadro, pero el vestido del jefe tiene el dibujo más complicado de todos. Tres de los otros hombres sólo llevan taparrabos con un diseño rojo sencillo sobre fondo blanco. Dos de los hombres tienen vestidos blancos largos. Las cuatro mujeres del cuadro llevan vestidos de colores con un diseño semejante al del atavío de los hombres. Sin embargo, sus vestidos son más largos y llegan hasta más abajo de la rodilla. Los vestidos de las mujeres también ostentan dibujos intrincados de figuras azules y rojas entretejidas en la tela. Un niñito lleva sólo un taparrabo rojo.
Los hombres llevan sandalias, con la excepción del jefe y de uno de los otros hombres. Estas eran probablemente de cuero, aunque esto no se puede comprobar por el cuadro. Las mujeres y el niñito llevan un tipo de zapato cerrado o mocasín. No resulta claro por qué el jefe está descalzo mientras que sus acompañantes, con una sola excepción, llevan zapatos o sandalias. Todos los hombres tienen cabello oscuro, cortado a la altura del cuello. También se los muestra con barbas puntiagudas, pero parecen estar afeitados sus labios superiores. Las mujeres aparecen con cabellos largos y sueltos, aunque un anillo o banda en la parte alta de la cabeza evita que el cabello les caiga en la cara.
Algunos de los hombres, como también el niño, llevan lanzas largas; dos hombres tienen arcos grandes y en la espalda llevan aljabas con flechas. Varios hombres tienen pesadas jabalinas, y uno lleva un hacha grande. Dos hombres llevan en la espalda botellones de cuero para agua; uno toca una lira de ocho cuerdas de diseño rectangular. Los burros usados para el transporte llevan a algunos de los niños de la familia y también unos objetos que parecen fuelles de herrero. Si en verdad se tratara de fuelles, esto sugeriría que estos palestinos eran tal vez obreros profesionales que trabajaban metales, aunque la inscripción que acompaña declara que traían a Egipto stibium, cosmético muy apreciado.
Por esta descripción puede verse que el cuadro de la tumba de Beni Hasán nos da una excelente idea de la gente de Palestina, y no nos equivocaremos mucho en imaginarnos a Abrahán, que vivió en la época cuando se pintó este cuadro, como alguien parecido al «gobernante de un país extranjero, ‘Abi-shar», y a la familia y séquito de Abrahán como semejantes a las de ‘Abi-shar.

Agropecuaria.

La mayor parte de la población de Palestina estaba compuesta por campesinos. No se sabe si eran dueños de sus tierras o solamente arrendatarios. Los productos principales del país eran cebada, trigo, uvas, higos y aceitunas.
La agricultura de Palestina no dependía del agua de inundaciones o del riego como en Egipto y Mesopotamia, sino de la lluvia. Por lo tanto, era de importancia decisiva la lluvia que caía desde octubre hasta abril. La lluvia «temprana» viene en octubre y noviembre y ablanda el suelo lo suficiente para permitir la arada y la siembra. Las fuertes lluvias de diciembre y enero penetran profundamente en el suelo y hacen que crezca la semilla. Las suaves precipitaciones de la «lluvia tardía» en la primavera son necesarias para que madure el grano. El volumen de las lluvias, y por lo tanto también la fertilidad, dependían de la geografía y la topografía. Las laderas occidentales de las montañas eran fértiles, pero las orientales, áridas.
El vino se elaboraba en lagares excavados en la roca, donde las uvas eran pisadas por los pies de los lagareros. (Ver Amós 9: 13.) Un canal comunicaba el lagar con una artesa donde se juntaba el jugo de uva, tirosh. Este fermentaba por la adición de levadura, shemer. El vino fermentado resultante, jemer, era almacenado en grandes jarrones o ánforas.
El aceite de oliva también se elaboraba en lagares abiertos tallados en la roca. En 170 estos lagares, de forma semejante a una taza, las aceitunas eran aplastadas con piedras, y el aceite era llevado por un canal a una artesa que servía de depósito. El aceite se usaba en la preparación de alimentos (cf. Lev. 2), como medicina (cf. Isa. 1:6), para ungir el cuerpo (Miq. 6:15) y como combustible para lámparas (Exo. 27:20). El aceite de oliva era uno de los principales productos de exportación de Palestina y Siria, porque el olivo no existía en los grandes países civilizados de Egipto y Mesopotamia, donde se necesitaban grandes cantidades de aceite.
La riqueza de Canaán no sólo consistía en productos agrícolas, sino también en animales, especialmente cabras y ovejas, que proporcionaban la lana para tejer ropas, cueros para cantimploras, sandalias y carpas, leche para fabricar manteca [mantequilla] y queso, y carne para alimento y para los sacrificios. El ganado era también evidentemente exportado pues aparecen referencias al ganado de Palestina en inscripciones egipcias. Sin embargo, es posible que el ganado hubiese llegado a Egipto como botín de guerra o como tributo.

Productos técnicos.

Palestina fue tributario de Egipto durante la mayor parte del período patriarcal. El tributo anual agotaba las riquezas del país, y no permitía que surgiese un nivel superior de vida. La cultura palestina estuvo por lo tanto en un nivel inferior a la de Mesopotamia o Egipto. Esto se ve en la calidad inferior de sus productos técnicos. He aquí dos ejemplos: las excavaciones han demostrado que las joyas eran de mano de obra inferior y los edificios públicos nunca tenían una construcción tan sólida como en Egipto y Mesopotamia. Aun para la construcción de templos, palacios o murallas de ciudades, los bloques de piedra eran tallados en forma tosca, y sus espacios intermedios eran rellenados con argamasa y ripio. Lo que se dice de las joyas y piedras de construcción también es cierto de otros objetos de uso diario. Sin embargo, nuestro conocimiento es muy fragmentario pues pocos objetos han sobrevivido, con excepción de muchas piezas de alfarería.


Creencias.

Lo que sabemos de la religión cananea procede mayormente de la era de la conquista y será descrito en el segundo tomo de este comentario. Probablemente la religión más antigua no difería mucho de la posterior. Sin embargo, puede haber sido algo menos inmoral, como puede concluirse por la declaración de Jehová a Abrahán: «Porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí».
Se han excavado las ruinas de algunos templos sencillos, de dos recintos, de la era patriarcal en ciudades cananeas, y también ciertos «lugares altos», que eran sitios al aire libre dedicados al culto de los dioses. Altares, cubetas para libaciones y columnas erigidas que eran monumentos al sol o phalli erecti, para promover la fertilidad, caracterizaban estos santuarios cananeos. Los cananeos tenían un panteón de muchos dioses. «El» era el padre de los dioses, Ashera su esposa; de sus hijos, Baal, el dios de las tormentas y la fertilidad alcanzó mayor fama, y también era popular su feroz hermana Anath como diosa de la guerra. Además de los mencionados, se adoraba una hueste de otros dioses. Los deberes religiosos consistían en la oblación de sangrientos sacrificios de animales sobre altares de piedra y el derramamiento de vino delante de los emblemas sagrados.
Idolos domésticos, los así llamados terafim, parecen haber gozado de gran popularidad porque muchísimos de estos ídolos de forma tosca se han hallado en cada excavación. Indudablemente cada hogar debía haber tenido los suyos y se creía en su utilidad. Esto incluía generalmente una diosa desnuda, cuyos rasgos sexuales estaban acentuados pues probablemente se creía que promovía la fertilidad natural y evitaba la esterilidad.
No se sabe nada de los conceptos morales de los cananeos de la era patriarcal, ni de sus prácticas judiciales, pero es razonable creer que conocían las leyes de Mesopotamia 171 y tal vez las siguieron. Esto puede inferirse porque la escritura y el idioma babilónicos se usaban en la correspondencia internacional en Palestina, y también porque era amorrea la clase dominante en Mesopotamia, como también en Palestina.
Esta era la gente entre la cual peregrinaba Abrahán y edificaba altares al Dios verdadero.


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