La Humanidad de Cristo – Parte 3
La Humanidad de Cristo – Parte 3
Si Cristo no nació
con una inclinación al mal, ¿comprende El realmente la fuerza
de mis tentaciones?
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado. — Heb. 4:15.
El Señor oirá. El sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en cada momento de tentación. – Mensaje para los Jóvenes, 65.
Las seducciones que Cristo resistió son las mismas que nosotros encontramos tan difíciles de resistir. – Conflicto de los Siglos, 91.
Se resiste la tentación cuando se influye poderosamente sobre el hombre para que haga una mala acción, y éste sabiendo que puede ceder, por fe se resiste a cometerla, aferrándose firmemente del poder divino. Esta fue la angustiosa prueba por la que pasó Cristo. – Conflicto de los Siglos, 1058.
Cristo fue realmente tentado, no solamente en el desierto, sino a través de toda su vida. En toda situación El fue tentado como nosotros, y debido a que El resistió la tentación exitosamente en todas sus formas, nos dejó un ejemplo perfecto. — Christ Tempted As We Are, p. 4.
Mientras Cristo fue tentado
«a través de toda su vida» (ver la declaración anterior),
¿sintió él la medida completa de nuestra culpa y la fuerza
plena de nuestras inclinaciones malas constantemente –en todo momento de cada
día de su vida?
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de
pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse
hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre,
combatiendo contra el pecado. — Heb. 12:3, 4.
En el desierto. No fue solamente por los fuertes dolores de hambre que hicieron el sufrimiento de Cristo tan intenso; fue la culpa de los pecados del mundo, que precionaba tan pesadamente sobre él. El que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros. Con este terrible peso de culpa sobre El, sostuvo la más fiera prueba sobre el apetito; por sobre el amor al mundo y sus honores; y por sobre el orgullo de la ostentación, que conduce a la presunción. – Youth Instructor, 28 de diciembre de 1899.
El peso de los pecados del mundo estaba presionando su alma, y su semblante expresaba pesar indecible, una angustia profunda que el hombre caído nunca percibió. El sintió la arrolladora marea del mal que inundaba el mundo. El se dio cuenta de la fuerza de la indulgencia del apetito y de la pasión no santificada que controlaba al mundo. – Review and Herald, 4 de agosto de 1874.
En el Getsemaní. Cristo asumía ahora una actitud diferente de la que jamás asumiera antes. . . .Los pecados de los hombres descansaban pesadamente sobre Cristo, y el sentimiento de la ira de Dios contra el pecado abrumaba su vida. – Deseado de Todas las Gentes, 637, 638.
En la cruz. La
culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón.
La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado
por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su
Hijo. . . .
Sintió la angustia que el pecador sentirá cuando la misericordia
no interceda más por la raza culpable. El sentido del pecado, que atraía
la ira del Padre sobre él como substituto del hombre, fue lo que hizo
tan amarga la copa que bebía el Hijo de Dios y quebró su corazón.
– Deseado de Todas las Gentes, 701.
En sus horas finales mientras colgaba de la cruz, experimentó en toda su plenitud lo que el hombre experimenta cuando lucha contra el pecado. Comprendió cuán malo puede llegar a ser un hombre cuando se rinde al pecado. Se dio cuenta de las terribles consecuencias de la transgresión de la ley de Dios, pues pesaba sobre él la iniquidad de todo el mundo. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1058; Youth Instructor, 20 de julio de 1899.
¿Qué le hubiera pasado a Cristo si el hubiese cometido un pecado?
Permitió Dios que bajase su Hijo. . . .Le dejó arrostrar los peligros de la vida en común con toda alma humana, pelear la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna. – Deseado de Todas las Gentes 33.
Si Satanás pudiese haber tentado a Cristo para que pecara en lo más mínimo, hubiera herido la cabeza del Salvador. Pero como sucedió, sólo puedo herir su talón. Si la cabeza de Cristo hubiera sido herida, habría perecido la esperanza de la raza humana. La ira divina habría descendido sobre Cristo como descendió sobre Adán. Cristo y la iglesia habrían quedado sin esperanza. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1105; Signs of the Times, 9 de junio de 1898.
Debido a que Cristo es Dios y Dios es inmortal, ¿Cómo podría Cristo haber quedado «sin esperanza» (ver la cita anterior)?
Cuando Cristo fue crucificado, su naturaleza humana fue la que murió. La Deidad no disminuyó y murió; esto habría sido imposible. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1088.
Para el honor y la gloria de Dios, su amado Hijo –el Garante, el Sustituto– fue entregado y descendió a las prisiones del sepulcro. La nueva tumba lo acogió entre sus cámaras de roca. Si un sólo pecado hubiera tentado su carácter, la piedra nunca se hubiese corrido de la puerta de su cámara de roca, y el mundo con su carga de culpabilidad hubiese perecido. Pero fue sólo por un momento que el divino Conquistador pareció el conquistado. La serpiente magulló el talón, pero Cristo no pudo ser retenido por la muerte. La piedra fue quitada. El Señor Jesús salió de su prisión un triunfante, majestuoso Conquistador, y proclamó sobre el sepulcro rentado de José, «Yo soy la resurrección y la vida.» — Manuscrito 81, 1893; Manuscritos Liberados, No. 846.
¿Por qué Cristo
corrió semejante riesgo?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
— Juan 3:16.
Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra sólo por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo. A este resultado de su gran sacrificio, a su influencia sobre los seres de otros mundos, así como sobre el hombre, se refirió el Salvador cuado poco antes de su crucifixión dijo: «Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo.» (Juan 13:31, 32). El acto de Cristo, de morir por la salvación del hombre, no sólo haría accesible el cielo para los hombres, sino que ante todo el universo justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás. – Patriarcas y Profetas, 55.
Aquel que es el único que con eficacia puede reprimir el pecado en este mundo de oscuridad, evitará el pecado en el cielo. . . .Los ángeles del cielo están protegidos contra la apostasía por medio de la eficacia de la cruz. Sin la cruz no estarían más seguros contra el mal de lo que estuvieron los ángeles antes de la caída de Satanás. La perfección angelical fracasó en el cielo. La perfección humana fracasó en el Edén, el paraíso de la bienaventuranza. Todos los que deseen seguridad en la tierra o en el cielo deben acudir al Cordero de Dios.
El plan de salvación, al poner de manifiesto la justicia y el amor de Dios, proporciona una salvaguardia eterna contra la apostasía en los mundos que no cayeron, así como también para aquellos [personas] que serán redimidos por la sangre del Cordero. – Comentario Bíblico, tomo 5, 1106, 1107.
Conclusión
Todos los hombres más talentosos de la tierra podrían ocupar completamente
desde ahora hasta el juicio, todas las facultades que Dios les ha dado para
ensalzar el carácter de Cristo; pero aun así fracasarían
en presentarlo como él es. Los misterios de la redención, que
abarcan el carácter divino-humano de Cristo, su encarnación, su
expiación por el pecado, podrían emplear las plumas y las facultades
mentales más elevadas de los hombres más sabios, desde ahora y
hasta que Cristo sea revelado en las nubes del cielo con poder y gran gloria.
Pero aunque esos hombres procuraran con toda su autoridad presentar una descripción
de Cristo y su obra, la descripción no alcanzaría a la realidad…
El tema de la redención ocupará la mente y la lengua de los redimidos por todos los siglos eternos. El reflejo de la gloria de Dios brillará para siempre jamás procedente del rostro del Salvador. – Comentario Bíblico, tomo 6, 1115.
Tomará toda la eternidad comprender la ciencia de la redención, para entender algo de lo que significa que el Hijo del Dios infinito diera su vida por la vida del mundo. – Signs of the Times, 16 de enero de 1893.
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