La Inquisición – 8va. Parte
Pr. Alberto Treiyer – Doctor en Teología
El padre Roberto condenó a 50 herejes en 1239, «una parte de los cuales murieron en la hoguera y otros fueron enterrados vivos. El 13 de mayo del mismo año, ante la presencia de muchos obispos, el mismo inquisidor mandó a la hoguera en Mont-Wimer, a ciento ochenta y siete cátaros [énfasis suplido]. Un cronista de la época calificó semejante hazaña de «holocausto, muy grande y agradable a Dios.»
Algo más tarde, 210 herejes fueron condenados a la hoguera en Moissac, y las sentencias se fueron haciendo más y «más numerosas.» El 16 de marzo de 1244, en Montsegur, «doscientos perfectos [dirigentes cátaros] se negaron a convertirse y, reunidos en un círculo al pie de las murallas de Montsegur, se les prendió fuego.» En Píacenza fueron quemadas 28 carretas llenas de herejes.
Al ser los cátaros tan numerosos, y haber logrado que muchos príncipes los defendiesen, la iglesia romana decidió crear tropas armadas, «una liga católica,» cuya misión era la de ocuparse de las ciudades que ofrecían resistencia a la inquisición.» Sermiona cayó oen 1273. Ninguno de 174 dirigentes cátaros que fueron apresados aceptó retractarse, y por consiguiente, todos fueron quemados en 1276.76 Poco después fueron quemados en la hoguera 200 patarínos más. Estos no son sino unos pocos ejemplos de las terribles masacres que se llevaron a cabo para desterrar el poder evangélico que acompañaba a la predicación de los cátaros y valdenses.
En el siglo siguiente la persecución se hizo notable en Bohemia, en donde había un gran centro de la así llamada herejía. Los registros del inquisidor Havel de Jindríchuy Hradec testifican que únicamente este inquisidor trató excesIvamente mal en un espacio de 20 años (1335-1355) a 4.400 personas. Más de doscientos de ellos fueron condenados a la hoguera.
En España la Inquisíción encontró su razón de ser en la extirpación de los habitantes no cristianos, como los judíos y los musulmanes, y más tarde, en la época de la reforma, su actividad se íncrementó para contrarrestar la predicación luterana que provenía del norte de Europa. El más famoso de los inquisidores españoles fue Tomás Torquemada que sentenció a más de 100.000 personas durante su ministerio. Latinoamérica fue no sólo cristianizada, sino conquistada con la cruz y la espada. Las torturas se incrementaron a lo largo del nuevo mundo contra los indígenas que no seguían las prácticas de la nueva fe, y contra los reformadores que emigraban del norte de Europa.
A menudo los acusados eran colgados o decapitados con una espada. Esto sucedía mayormente en Italia y Francia. Los cuerpos er3n luego entregados a las llamas. Otras veces, como en los siglos precedentes eran quemados vivos públicamente. Esta fue una práctica común durante los S. XIII-XVIII. El hecho de que Ap 20:4 hable de «las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios,» no significa que los mártires iban a morir únicamente decapitados. El cuarto sello menciona que se le dio potestad «para matar con espada» y con otras formas diferentes, lo que revela que los métodos de persecución y exterminio no serían escasos (Ap 6:8).
Que los inquisidores sufrían de a momentos de remordimiento, se ve en el hecho de que los papas debieron decretar que los inquisidores que aplicaban las torturas fuesen por lo menos dos, para que uno de ellos absolviese al que aplicaba la tortura.
Que estas terribles bulas de los papas fundamentando la Inquisición no fueron el producto natural de la época, sino una creación directa del papado que impuso su carácter en la época, se ve por la resistencia tan generalizada de las poblaciones que la odiaban, y de grandes sectores de la cristiandad. En Alemania, por ejemplo, la obra tan cruel del inquisidor de Marburgo provocó una reacción tal que le fue imposible a la Inquisición establecerse allí en el S. XIII.
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