LAS PLAGAS DE APOCALIPSIS 16

Publicado por - en

Versículo 1. Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles:
Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

Oí. Ver com. cap. 1:2, 10.

Una gran voz. Cf. cap. 1: 10.

Desde el templo. Esta pareciera ser la voz de Dios porque los siete ángeles portadores de las siete plagas ya habían salido del templo (cap. 15:6) y «nadie podía entrar en el templo» (ver com. vers. 8).

Siete ángeles. En cuanto al significado del número «siete» en el Apocalipsis, ver com. cap. 1:11.

Id. Aunque Juan no especifica el momento en que se da esta terrible orden, el contexto demuestra que será proclamada inmediatamente después del fin del tiempo de gracia, pero antes de la venida de Cristo (cf. com. cap. 15:8).  Es evidente que la serie de calamidades sin precedentes que aquí se predice es aún futura (ver com.  «derramad… las siete copas»). El hecho de que la primera plaga se derrame sobre los hombres que han recibido la marca de la bestia y adoran su imagen (cap. 16:2), sitúa las plagas después del aparecimiento de la imagen y de la colocación de la marca (ver com. cap.
13;14-17), y después del pregón del tercer ángel, que amonesta contra la bestia y su señal (ver com. cap. 14:9-11).  Además, el hecho de que las siete últimas plagas constituyan la plenitud de la ira divina sin mezcla de misericordia (cap. 14: 10; 15: 1; 16: 1), claramente muestra que ha terminado el tiempo de gracia para aquellos sobre los cuales caerán (ver com. cap. 22: 11).  El hecho de que durante la quinta plaga los hombres aún sufran las llagas de la primera plaga (cap. 16: 11), claramente señala que las plagas serán derramadas una tras otra y dentro de un período relativamente corto (ver com. vers. 2).  También parece que el juicio de la Babilonia simbólica durante la séptima plaga (vers. 19), precederá al juicio de los reyes de la tierra en el momento de la venida de Cristo (ver com. cap. 17: 16; 18: 11, 20; 19: 21 11-19; cf. cap. 6: 15-17; 14: 14).

Derramad… las siete copas. Es decir, castigad la tierra con las calamidades representadas por las siete copas (cap. 15: 7).  Las siete últimas plagas son parecidas en ciertos aspectos a las diez plagas de Egipto (Exo. 5: 1 a 12: 30).  Ambas son una manifestación de la superioridad de la autoridad y el poder de Dios.  Ambas terminan con la derrota decisiva de los hombres que han preferido desafiar a Dios, y por lo tanto concluyen con la liberación de su pueblo escogido de una situación que de otra manera sería irremediable.  Ambas demuestran la justicia de Dios y dan honra y gloria a su nombre.
Cada una de las diez plagas de Egipto fue completa y dolorosamente literal, y cada una tenía el propósito de demostrar cuán falsas eran las pretensiones de la religión falsa y cuán vano era confiar en ella (ver com.  Exo. 7: 17; 12: 12; cf.  PP 344, 822-824).  Las siete últimas plagas también serán literales, y cada una asestará un golpe decisivo contra algún aspecto de la religión apóstata, y por lo tanto tienen matices simbólicos.  Por ejemplo, es evidente que el primer ángel no derramó un compuesto químico literal contenido en una copa literal sobre los hombres que habían recibido una señal literal impuesta por una bestia literal; pero el ángel quizá sea literal, y los hombres sobre quienes cae su copa son sin duda literales, y sus sufrimientos son igualmente literales.  El contenido simbólico de la tercera plaga es evidente (Apoc. 16: 5-6).

La ira de Dios. Ver com. 2 Rey. 13: 3; Apoc. 14: 10.  Quizá pueda preguntarse por qué Dios atormenta a los hombres de una manera tan terrible como la que se describe en el cap. 16, después de la terminación del tiempo de gracia, cuando ya no habrá oportunidad para arrepentirse. ¿Por qué no viene Cristo inmediatamente para poner fin al reinado del pecado?  En los tiempos del AT Dios permitió a menudo diferentes calamidades, como invasiones, hambres, enfermedades, terremotos y otras más, como medios de corrección y disciplina para llamar a la gente al arrepentimiento (Isa. 1: 5-9; 9: 13; 10: 5-6; 26: 9; Jer. 2: 30; 8: 3; Ose. 7: 10; Joel. 1: 4; 2: 12-14; Amós 4: 6-11; Hag. 1: 5-11; ver com. 1 Sam. 16: 14; 2 Crón. 18: 1-8).  Es evidente que las siete últimas plagas no pueden tener un propósito tan benévolo (ver com.  «Id»); pero a pesar de todo no puede quedar duda de que las plagas cumplen una función necesaria 853 en el cumplimiento del plan del ciclo. Puede observarse que las primeras cinco plagas son en cierto sentido de naturaleza similar, pues su propósito es inducir a los hombres a comprender que han estado luchando contra Dios (ver CS 698); pero en vez de arrepentirse lo maldicen con más odio que nunca antes, y se vuelven más rebeldes y contumaces (Apoc. 16: 9, 11, 21).  Las plagas sirven para revelar el espíritu de rebelión que domina totalmente sus corazones.  Se comprueba que la cizaña siempre será cizaña (cf. Mat. 13: 24-30, 36-43), y que ¡ajusticia de Dios se hace evidente al destruirla (cf.  CS 728).  Por otra parte, las pruebas del gran tiempo de angustia que acompañará a las siete plagas demostrarán cuál es el carácter de los santos.  También los inducirán a confiar más plenamente en Dios.  Cf. com. Apoc. 7: 4. Así como la disposición de morir por otro es la manifestación suprema del amor (Juan 15: 13), así también el deseo de matar representa el máximo odio. Durante las dos últimas plagas se producirá una situación que revelará plenamente esa diferencia, aun a los mismos participantes, y tanto para los hombres como también para los ángeles se destacará ¡ajusticia de Dios al poner fin a la historia humana (ver Rom. 14: 11; Fil. 2: 10; CS 696-698; cf.  PP 265; cf. com.  Apoc. 16: 13-14, 16-17).  Entonces quedará demostrado ante el universo que todos los que componen el pueblo remanente preferirían morir antes
que desobedecer a Dios, y que los que escogieron servir a Satanás, matarían, si les fuera permitido, a todos los que estorbaron su propósito de regir la tierra.  Sorprendidos en el mismo acto de intentar hacer cumplir el decreto de muerte, están sin excusa delante de Dios.  Ver com. cap. 16: 17. De esta manera se traza una línea muy clara entre los que sirven a Dios y los que no le sirven, y por medio de los inconversos se permitirá que el diablo demuestre cómo hubiera sido el universo si se le hubiese permitido dominarlo a su antojo (ver CS 4l).  Cf. com. cap. 7: 1.

Sobre la tierra. O sobre los habitantes de la tierra.

Versículo  2. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían  la marca de la bestia, y que
adoraban su imagen.

El primero. Los adjetivos ordinales para cada ángel implican que las plagas serán sucesivas (ver com. vers. 1, 11).

Ulcera. Gn hélkos, «úlcera», «llaga», «herida supurante».  En la LXX hélkos se usa para
designar los tumores que se produjeron en los egipcios (Exo. 9: 9-10), la «úlcera» que no podía curarse (Deut. 28: 27) y la sarna maligna que azotó a Job (Job 2: 7).  El renombrado poder milagroso de los espíritus que cooperarán con la cristiandad apóstata (Apoc. 13: 13-14; 18: 2; 19: 20), evidentemente resultará vano contra esta «úlcera maligna y pestilente» (ver com. cap. 16: 14).  Queda al descubierto de manera innegable la falsedad de la confianza que los hombres han depositado en un poder obrador de milagros (cf.  Exo. 8: 19).

Maligna y pestilente. O «dolorosa y grave», «penosa y molesta».

Los hombres. Esta primera descarga de la «ira de Dios» (vers. 1) caerá sobre los que no han prestado atención ni al mensaje del tercer ángel que les advertía contra la adoración de «la bestia y su imagen» (cap. 14:9)-, ni a la exhortación final de Dios para que alieran de la Babilonia simbólica (cap. 18: 1- 4). Esta plaga no será universal (ver CS 686).

Marca de la bestia. Ver com. cap. 13: 16.

Adoraban su imagen. Ver com. cap. 13: 14-15.

Versículo  3. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar; y éste se convirtió en sangre como de muerto ; y murió todo ser vivo que había en el mar.

Sobre el mar. Durante la tercera plaga serán igualmente afectados «los ríos, y.. las fuentes de las aguas» (vers. 4).  El mar es útil principalmente como vía para el comercio e intercambio internacional.  Se ha sugerido que con la obstrucción de los viajes y el comercio internacional (cap. 13: 13-17; 16: 13-14; 17: 3, 12) bajo esta plaga, Dios tiene el propósito de demostrar claramente su desagrado
por el plan de Satanás de unir a las naciones bajo su dominio.  Compárese con el caso de Balaam (Núm. 22: 21-35).  Esta segunda plaga, como la primera, no es de carácter mundial (ver com.  Apoc. 16: 2; CS 686).

Sangre. Sin duda en consistencia, olor, y color, pero no necesariamente en su composición.

Como de muerto. No puede imaginarse nada más desagradable que la sangre coagulada de un muerto.

Versículo 4. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.

Ríos y.. fuentes de las aguas. Las aguas dulces de «los ríos y [las] fuentes de aguas» eran muy útiles en los tiempos bíblicos, especialmente para beber, bañarse y regar.  La segunda plaga sin duda ocasionará graves inconvenientes y tal vez la interrupción de los
viajes (ver com. vers. 3), pero los efectos de la tercera serán inmediatos y graves.  Compárese con la primera plaga de la tierra de Egipto 854 (ver com. Exo. 7: 17, 19).  Esta plaga, como las dos anteriores, no es universal (ver CS 686).

Versículo 5 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.

Oí. Ver com. cap. 1:2, 10.

Ángel de las aguas. Es decir, el que tenía jurisdicción sobre las aguas.  Compárese con los ángeles de los cap. 7:1 y 14-18, que tienen poder sobre los «vientos» y sobre el
«fuego», respectivamente.  Puede referirse al ángel encargado de derramar la
tercera plaga sobre los «ríos y.. las fuentes de las aguas».

Justo eres tú. La terrible naturaleza de la tercera plaga indudablemente exige una declaración en defensa de Dios, que la autoriza.  El es completamente justo en esta
demostración de su «ira» (ver com. cap. 15:3-4; 16: 1).

Señor. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de esta palabra.  La
omiten la BJ, BA, BC y NC.

Que eres y que eras. Ver com. cap. 1:4.

El Santo. La inmutabilidad de Dios contrasta agudamente con los cambios devastadores que sucederán en la tierra.

Estas cosas. Es decir, las primeras tres plagas y posiblemente las que aún están por caen

Versículo 6 Por cuanto derramaron las sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.

Por cuanto derramaron. Sin duda se incluye la sangre aún no derramada de los santos vivos que han sido señalados para el martirio (ver com. cap. 17:6; 18:20).  Cuando los impíos condenan a muerte al pueblo de Dios, son tan culpables de su sangre como si ya
la hubieran derramado (CS 686; cf.  Mat. 23:35).

Santos y… profetas. Ver com.  Hech. 9:13; Rom. 1:7; Apoc. 18:20.

Tú les has dado. Una afirmación de que la plaga proviene directamente de Dios (ver com. vers. 1; cf.  CS 40-41).

Lo merecen. Su castigo corresponde exactamente con su crimen.  Los impíos merecen el castigo que se les aplica; no es en ningún sentido un acto arbitrario de Dios (ver com. vers. l).

Versículo 7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios
Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

Oí. Ver com. cap. l: 2, 1 0.

Otro. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto: «y oí al altar diciendo».
Esto probablemente signifique que habló el ángel que servía o estaba junto al
altar (cf. cap. 14:18).  Difícilmente sea el altar quien habla.

El altar. 0 sea el altar del incienso, pues no se menciona un altar de holocaustos en el
cielo (cf. cap. 8:3; 9:13; 14:18).  En cuanto a la función del altar del incienso en el servicio del tabernáculo antiguo, ver com.  Exo. 30:1, 6.

Ciertamente. Literalmente «sí».

Señor Dios Todopoderoso. Ver com. cap. 1:8.

Juicios. Sus «actos de juicio», lo que equivale a las plagas divinas.

Verdaderos y justos. (Ver com. cap.  1:5; 3:7; 6: 10; 15:3.) Dios es «verdadero» al derramar estos terribles juicios sobre los que han rechazado la misericordia divina porque él es fiel a su palabra: cumple lo que ha prometido hacer (cap. 14:9-11; etc.). Es
«justo» porque la justicia exige el castigo de los que han desafiado al cielo. Ver com. cap. 16: 1.

Versículo 8  En cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres fuego.

Sobre el sol. Según el texto griego, las primeras tres plagas son derramadas «en» (eis) la tierra, el mar y las fuentes y ríos de aguas, respectivamente.  Las próximas tres son derramadas «sobre» (epí) el sol, el trono de la bestia y el río Eufrates, respectivamente. Algunos MSS dicen que la séptima es derramada «en» (eis) el aire; sin embargo, la evidencia textual (cf. p. 10) establece el texto «sobre (epí) el aire».  No es claro qué diferencia, si es que la hay, quiso hacer la Inspiración.

Fue dado. O «se le permitió».

Quemar a los hombres con fuego. El sol calienta y da ánimo a los seres vivientes, controla el crecimiento de las plantas, el clima, y muchos otros procesos naturales necesarios para el mantenimiento de la vida en la tierra, pero bajo la cuarta plaga enviará un exceso de calor y energía que atormentará a los hombres y destruirá la vida. Los habitantes de la tierra sufrirán sin duda directamente por este intenso calor, pero su peores resultados evidentemente serán la sequía y el hambre más espantosas que jamás haya conocido el mundo (ver CS 686).  Esta plaga será acompañada de un hambre por la Palabra de Dios (cf.  Amos 8:11-12).  En toda la tierra habrá una desasosegada búsqueda, aunque vana, de un medio para aliviar el sufrimiento y la necesidad ocasionados por las primeras cuatro plagas y evitar futuras calamidades (CS 687).  Esa búsqueda no es motivada por un pesar piadoso, sino por el dolor que sentirá el mundo (ver com. 2 Cor. 7:9-11); su propósito es escapar de la angustia ocasionada por las plagas, no el de buscar una genuina reconciliación con Dios.  Por lo tanto, Satanás convencerá a los habitantes de la tierra de que no son pecadores, pero que han errado al tolerar al pueblo escogido de Dios (ver PE 34; com.  Apoc. 16:14).  Esta plaga, como las tres anteriores, no es universal (CS 686).

Versículo 9  Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

Blasfemaron. Gr. blasfeméo, (ver com. cap. 13: 1).  Blasfemar el nombre de Dios es
expresarse de él en una manera despreciativa. Durante la cuarta plaga los hombres comenzarán a echarle la culpa a Dios por sus sufrimientos, pero comprenderán finalmente que están luchando contra él (ver com. cap. 16: 1).

El nombre de Dios. O sea directamente a Dios, pues el nombre representa a la persona que lo lleva (ver com.  Mat. 6:9; Hech. 3:16).

Poder sobre estas plagas. Considerarán las plagas como una demostración del poder divino (ver com. vers. 1).

No se arrepintieron. En vez de reconocer su culpa, comenzarán a culpar de su desgraciada situación a los que han permanecido fieles y leales a Dios (ver PE 34; CS 682).Con absoluta perversidad se niegan a doblegarse ante la voluntad divina, y demuestran ser lo que realmente son: siervos incondicionales de Satanás  (ver com. vers. 1). El que se niega a arrepentirse, demuestra que se opone completa y decididamente a Dios.

Para darle Gloria. Es decir reconocerlo como «verdadero y justo» (ver com. vers. 7). Los que sufren por causa de las plagas se negarán a reconocer que están equivocados y
que Dios tiene la razón, a pesar de los duros castigos que impulsarían a hombres honrados y contritos a enmendar sus caminos (cf. Isa. 26: 9-10). Esto comprueba que sus corazones están completamente endurecidos y son insensibles ante la misericordia y la severidad divinas (ver com. Exo 4: 21; Efe. 4: 30; Apoc. 16: 1).

Versículo 10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,

El trono. «El trono de la bestia» es evidentemente su sede. «La bestia» representa en primer lugar al papado que ha resurgido, no tanto en su aspecto religioso como en su pretendido papel de potencia mundial que domina a otras potencias de mundo (ver com. cap. 13: 1-2 , 10; 17: 3, 8-9, 11).

Su reino. Exceptuando el pequeño remanente que aún resiste su supremacía , Satanás cuenta a todo el mundo como sus súbditos, y por medio del papado que ha restablecido procurará en forma particular asegurar su dominio indiscutido sobre toda la raza humana (ver CS 627, 637, 714; 2JT 175; 3JT 171; com. cap. 16: 13-14; 17:
8, 12; cf. cap. 19: 19). Durante esta plaga el mundo entero parece estar envuelto por un manto de tinieblas, o sea, que mientras los hombres impenitentes estén buscando la luz en un mundo espiritualmente oscuro (cap. 16: 8-9), Dios enviará sobre ellos tinieblas físicas que simbolizan la noche espiritual más oscura que cubrirá la tierra (ver com. vers. 13- 14).

Cubrió de tinieblas. El griego dice «su reino quedó oscuro, sugiriendo que permaneció a oscuras durante cierto tiempo. Estas son tinieblas físicas (ver com. vers. 1), acompañadas de frío y angustia. La ausencia de luz y calor será tanto más impresionante y dolorosa después del calor intenso experimentado durante la cuarta plaga.

Mordían de dolor sus lenguas. El tiempo del verbo griego indica acción continuada: «seguían mordiéndose o «se mordían vez tras vez» Un intenso frío posiblemente acompañado a las prolongadas tinieblas.

Versículo 11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

Blasfemaron. Los hombres confirmarán su odio perverso contra Dios. Su proceder durante la cuarta plaga (ver com. vers. 9) persiste sin  tregua.

Dios del cielo. Ver com. cap. 11: 13.

Sus dolores. Es decir, los efectos de las plagas (vers. 10).

Sus úlceras. O sea los efectos de la primera plaga (vers. 2). Las llagas de la primera plaga evidentemente no serán fatales de inmediato, por lo menos en todos los casos.
Las plagas sin duda caerán sucesivamente y no juntas, y sus efectos perdurarán
(ver com. vers. 2).

No se arrepintieron. Ver com. vers. 9.

Versículo 12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.

El sexto ángel. Por lo general, los comentadores adventistas aceptan dos interpretaciones de los vers. 12- 16. Según la primera interpretación, «el gran río Eufrates» representa el imperio otomano; el secamiento de sus aguas, el debilitamiento
gradual de ese imperio. Los «reyes del oriente» simbolizan las naciones del Oriente; y el Armagedón, el valle literal de Meguido en el norte de Palestina. Por lo tanto, el debilitamiento del imperio otomano se considera como una preparación del camino para que las naciones orientales vengan a combatir contra las del Occidente en el valle de Meguido.
Según la otra interpretación, el Eufrates representaba a los pueblos sobre las cuales domina la Babilonia simbólica; y el secamiento de sus aguas indican que le quitan su apoyo a Babilonia. Los «reyes del oriente» simbolizan a Cristo y los que le acompañan; y el Armagedón, la última batalla del gran conflicto entre Cristo y Satanás, que se librará en el campo de batalla de esta tierra.  De manera que el retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica se considera como la eliminación de la última barrera para su derrota y castigo finales.
Según la primera opinión, la batalla del Armagedón comenzará como un conflicto
esencialmente político, pero llegará a su clímax con la aparición de Cristo y los ejércitos del cielo.  Según el segundo punto de vista, la batalla del Armagedón comenzará cuando los poderes religiosos y políticos de la tierra unidos, comiencen su ataque final contra el pueblo remanente de Dios.
Estas dos opiniones parecen excluirse mutuamente, pero en verdad tienen mucho
en común. Los defensores de ambas opiniones sobre el Armagedón, están generalmente de acuerdo en los siguientes puntos:
1. Que será la última gran batalla de la historia de esta tierra y que aún está
en el futuro.
2. Que será «la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso» (vers. 14).
3. Que «el gran río Eufrates» simboliza gentes.
4. Que los tres «espíritus inmundos» (vers.13) representan al papado, al
protestantismo apóstata y al espiritismo (o paganismo).
5. Que estos tres «espíritus» son los instrumentos que reunirán a las naciones
para la batalla.
6. Que los instrumentos de la reunión -«tres espíritus inmundos»- son de
naturaleza religiosa, y las fuerzas que se congregarán son políticas y
militares.
7. Que los preparativos para la batalla se harán durante la sexta plaga, pero
que la batalla se librará durante la séptima plaga.
8. Que en una fase será una batalla real entre personas reales que emplean
armas reales.
9. Que habrá derramamiento de sangre en una escala sin precedentes.
10. Que estarán implicadas todas las naciones de la tierra.
11. Que Cristo y los ejércitos del cielo finalmente intervendrán y terminarán
la batalla.
12. Que los santos vivos presenciarán la batalla, pero no participarán
directamente en ella.

La diferencia fundamental entre las dos opiniones consiste en la interpretación de los términos «Eufrates», «reyes del oriente» y «Armagedón».  La primera opinión sostiene que estos tres términos tienen un significado geográfico; pero el segundo punto de vista afirma que deben interpretarse en una manera completamente figurada, según los términos del contexto de los cap. 13 al 19. Hay más explicaciones sobre los distintos puntos de semejanzas y diferencias entre las dos opiniones en com. vers. 12-19.  Cf. com.  Dan. 11: 36-40. Como es de esperarse, hay diversas variantes y modificaciones en estas dos opiniones principales sostenidas por algunos comentadores adventistas; sin embargo, no hay suficiente espacio para considerarlas.  Jaime White sostenía la antigua opinión de que la batalla del Armagedón es la batalla entre Cristo y las naciones de los impíos en ocasión de la segunda venida (Review and Herald, 21-1-1862, p. 61).  Urías Smith creía que la batalla del Armagedón incluiría
también una reunión política y militar de las naciones en Palestina (Las profecías de Daniel y el Apocalipsis, t. 2, pp. 317-325).

El gran río Eufrates. Ver p. 742; com. cap. 9: 14.  Los defensores de una y otra opinión convienen en que Juan no se está refiriendo al río literal como un río, ni al secamiento de sus aguas literales.  Hay también un reconocimiento general de que las aguas del río Eufrates representan a seres humanos (cf. cap. 17: 15).  Sin embargo, según la primera opinión el Eufrates representa al antiguo imperio otomano, por cuyo territorio corría este río, y que desde la caída de ese imperio a fines de la Primera Guerra Mundial, representa a Turquía, su sucesor moderno.  Este punto de vista supone que el término Eufrates, aunque no se refiere al río literal, tiene sin embargo un significado geográfico literal y designa la región geográfica cruzada por el río, el valle de Mesopotamia.  Durante más de
1.000 años esta región fue gobernada por los árabes musulmanes y los turcos, y más recientemente por el gobierno de Iraq. De acuerdo con el segundo punto de vista, el significado del término Eufrates
debe determinarse por el contexto, el cual revela que el vocablo Babilonia se usa exclusivamente como un símbolo del cristianismo apóstata (ver com. cap. 14: 8; 17: 5) El río Eufrates fue histórica y geográficamente el río de la Babilonia literal (Jer. 51: 12-13, 63-64), y como el río de la Babilonia simbólica, «la gran ciudad» (ver com.  Apoc. 17: 18), el Eufrates no 857 tendría aquí su anterior significado literal y geográfico, sino que debe entenderse en términos de su símbolo paralelo: la Babilonia simbólica.  Las aguas del Eufrates serían entonces las «muchas aguas» del cap. 17:13, 15 sobre
las cuales se sienta la Babilonia simbólica: los «moradores de la tierra», a quienes ha «embriagado con el vino de su fornicación» (cap. 17:2; cf. cap. 13:3-4, 7-8, 14-16).

El agua. Ver com. cap. 17:1, 15

Se secó. La flexión del verbo griego expresa que el secamiento se ha completado.  Según la primera opinión, el secamiento del río Eufrates comenzó a cumplirse en el desmembramiento paulatino del imperio otomano, y el cumplimiento completo de este detalle profético es aún futuro. Según la segunda opinión, el secamiento de las aguas del Eufrates se refiere al retiro del apoyo humano a la Babilonia simbólica en relación con la sexta plaga (ver com.  «gran río Eufrates», com.  Apoc. 16:14, 16-17, 19; cf. Isa. 44:26 a 45:2).  Los exponentes de esta opinión creen que los resultados del secamiento están descritos simbólicamente en Apoc. 16:18-19; 17:15-18, y literalmente en CS 711-714.

Preparado. Según el primer punto de vista, el «camino a los reyes del oriente» comenzó a prepararse con el desmembramiento del imperio otomano (ver com.  «secó»). Según la segunda opinión, el «camino» será «preparado» cuando se le retire el apoyo humano a la Babilonia simbólica (ver com. vers. 1, 12, 14, 17).  Según el primer punto de vista, esta preparación es de carácter geográfico y militar; según el segundo, de carácter moral y espiritual.

El camino. Gr. hodós, «camino», «carretera».  En el contexto de los vers. 12-16, este será el «camino» por el cual los «reyes» y sus ejércitos pasarán por el Eufrates
para reñir una batalla contra sus opositores.  Según el primer punto de vista, este «camino» pasaría geográficamente por el valle de Mesopotamia, anteriormente parte del territorio del imperio otomano.  Según la segunda opinión, el «camino» es figurado, o sea el «camino» por el cual se prepara la situación de la tierra para que Cristo y los ejércitos del cielo triunfen sobre Babilonia (vers. 19) y los «reyes de la tierra» (vers. 14).

Reyes del oriente. Literalmente «reyes de la salida del sol» (ver com. cap. 7:2).  En  armonía con el significado geográfico que atribuyen al «gran río Eufrates», los que apoyan la primera opinión entienden a los «reyes del oriente» en un sentido geográfico, o sea las naciones situadas al este del valle de Mesopotamia. Según el segundo punto de vista, «los reyes del oriente» representan a Cristo y
los que le acompañarán.  Interpretan la frase «reyes del oriente», como las otras expresiones simbólicas de Apoc. 16:12, en el hecho histórico de Ciro cuando conquistó a Babilonia y luego libró al pueblo de Dios, los judíos, para que regresaran a su tierra natal.

Versículo 13 13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;

Vi. Ver com. cap. l: l.

De la boca. La boca es el instrumento del habla.  Estos «tres espíritus inmundos» que salen de las bocas del «dragón», de la «bestia» y del «falso profeta», representan la
política que esta triple unión religiosa proclamará al mundo, la cual se menciona en el cap. 17:2 como el «vino» de Babilonia (ver com. cap. 16:14; 17:2, 6).

Dragón. Ver com. cap. 12:3; 13: l. El primer miembro de esta triple unión religiosa se identifica generalmente con el espiritismo o con el paganismo.  Este último consiste principalmente en la adoración de espíritus maléficos, y por eso se parece esencialmente al espiritismo moderno tal como se practica en los países cristianos.

La bestia. Ver com. cap. 13: l; 17:3, 8.

Falso profeta. Evidentemente debe identificarse con la segunda bestia del cap. 13:11-17 (ver com. vers. 11), que apoya a la primera bestia de los vers. 1-10, y que por medio de los milagros que tiene el poder de hacer en presencia de la bestia (vers. 12-14), engaña a los hombres para que le hagan a ésta una «imagen».  Cf. cap. 19:20; 20: 10.

Tres espíritus inmundos. Los defensores de ambas opiniones concuerdan en identificar al «dragón», la»bestia» y el «falso profeta», con el espiritismo moderno (CS 645) o paganismo, el papado, y el protestantismo apóstata (cf. cap. 13:4, 14-15; 19:20; 20: 10), respectivamente.  Los «tres espíritus inmundos» evidentemente simbolizan o representan a este trío maléfico de poderes religiosos, que juntos constituyen la «gran Babilonia» de los últimos días (cap. 16:13-14, 18-19; ver com. cap. 16: 19; 17:5).

A manera de ranas. Tal vez no deba atribuirse ningún significado a esta comparación, que quizá sólo tiene el propósito de destacar lo repulsivo que son los «tres espíritus
inmundos» delante de Dios.

Versículo 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios
Todopoderoso.

Espíritus de demonios. En los Evangelios el término «espíritu inmundo» se usa como equivalente de «diablo» (Mar. 1:27, 34; 3:11, 15; 6:7; etc.). Ver Apoc. 18:2; cf. 2JT 176-177.

Hacen señales. O «hacen milagros», es decir, «señales y prodigios mentirosos» (ver com. 2 Tes. 2:9) con el propósito de confirmar el poder y la autoridad de la persona que
los hace (ver t. V, pp. 198-199).  Estos milagros también se mencionan en cap.13:13-14; 19:20.  Las manifestaciones sobrenaturales de varias clases son el medio por el cual Satanás- obrando mediante diversos instrumentos humanos-logrará unir al mundo con el propósito de exterminar a los que constituyen laúnica barrera que se opondrá a su dominio indiscutido sobre la humanidad.

Reyes de la tierra. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto «reyes de todo el mundo». Los «reyes» son los poderes políticos de la tierra, en contraste con la triple unión religiosa del vers. 13 (ver el comentario respectivo) que congrega a las naciones de la tierra para que se unan en una cruzada con el fin de destruir al pueblo de Dios (3JT 285; CS 618, 682).  Esta liga mundial político-religiosa (ver com. cap. 17:3) aspirará a gobernar todo el mundo.  De acuerdo con el primer punto de vista, estos «reyes» representan las naciones del Occidente en contraste con los «reyes del oriente» (cap. 16:12), es decir, las naciones del Oriente.  Según el segundo punto de vista, la frase «reyes de la tierra y de todo el mundo» incluye a las naciones del Oriente y del Occidente (ver com. vers. 12).  Hay más información en cuanto a la identidad de los «reyes de la tierra» y al éxito transitorio de esta unión, en cap. 17:2, 12, 14; ver com. vers. 12; cf. 3JT 171.

Reunirlos. Según la primera opinión, este acto de congregarlos consistirá en los preparativos políticos y militares de los «reyes de la tierra en todo el mundo».  Según la segunda, se refiere a los esfuerzos que hará la triple unión religiosa para concertar una acción unificada de los poderes políticos de la tierra con el propósito de luchar contra el remanente del pueblo de Dios.

La batalla. Los defensores de ambas interpretaciones concuerdan en que se describen distintos aspectos de la misma batalla en los cap. 14:14-20; 16:12-19; 17:14-17; 19:11-21; cf. 6T 406.  Según el primer punto de vista, ésta es principalmente una batalla político – militar que se librará entre las naciones de Oriente y Occidente en el valle de Meguido (ver com. cap. 16:12-13).  De acuerdo con la segunda opinión, en esta batalla las naciones se unen para destruir al pueblo de Dios, y por lo tanto es ante todo un conflicto religioso.

Aquel gran día. Es decir, el día de la ira de Dios (ver com. vers. l).  La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto «del gran día de Dios Todopoderoso».  Ver com.
Isa. 2:12.

Dios Todopoderoso. Ver com. cap. 1: 8.

Versículo 15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.

He aquí. O «Mira que vengo» (BJ).

Vengo como ladrón. Es decir, para los impíos (ver com. 1 Tes. 5:2, 4; 2 Ped. 3: 10; cf.  Mat. 24:43; Luc. 21:35).

Bienaventurado. O «feliz» (ver com.  Mat. 5:3).

El que vela. Ver com.  Mat. 24:42.  Los santos deben estar alerta, vigilando para que no
sean engañados (ver com.  «Vengo como ladrón»).

Guarda sus ropas. Es decir, se mantiene fiel en su fe y carácter, y es plenamente leal a Dios, Ver com.  Mat. 22: 11.

Para que no ande desnudo. O pierda su vestidura de carácter por haber perdido su fe. Cf. cap. 17:16.

Vean. Quizá significa la gente en general.

Su vergüenza. Es decir, que ha abandonado su fe.  Aun cuando el destino de cada uno ya ha sido fijado al finalizar el tiempo de gracia (ver com. cap. 22: 11), el pueblo
de Dios no debe cesar en su vigilancia, sino permanecer alerta a medida que
Satanás intensifica sus engaños.

Versículo 16 y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

Los. O sea los reyes de la tierra del vers. 14.

Reunió. Así dice el texto establecido.  Algunos pocos MSS dicen «reunieron».  El que
los reúne o reunirá será el ángel del vers. 12; y los que los «reunieron» o reunirán serían los tres espíritus inmundos de los vers. 13 y 14.  El contexto parecería favorecer el plural.  «Los convocaron» (BJ); «los reunieron» (BA).
En cuanto al proceso de reunirlos, ver com. vers. 14. Los que apoyan ambas posibles interpretaciones convienen en que la reunión tendrá lugar durante la sexta plaga, pero que la batalla se librará durante la séptima (ver Smith, op. cit. p. 324; com.  Apoc. 16:12, 17). Según el primer punto de vista, las fuerzas 859 militares de la tierra serán reunidas en el valle de Meguido, al norte de Palestina (ver com. vers. 12, 14).  Según el segundo punto de vista, los reyes de la tierra se unirán en pensamiento y propósito (ver com. cap. 17:13, 17).  Cf.  Sal. 83:4-5.

Lugar. Gr. tópos, «lugar», que se usa para referirse a una ubicación geográfica, a un «lugar» en un libro, o, figuradamente, a «condición» o «situación , como en Hech. 25:16 y Heb. 12:17.  Según la primera opinión, que pone énfasis en los factores geográficos, se referiría al valle de Meguido, la llanura de Esdraelón en el norte de Palestina (ver com.  Apoc. 16:12, 14).  Según el segundo punto
de vista, que destaca el significado figurado de las diversas expresiones de los vers. 12-16 (ver com. vers. 12), sería la «condición» o estado mental en que se congregarán los reyes de la tierra: el pacto para aniquilar al pueblo de Dios (ver com. cap. 16:14; 17:13).

En hebreo.Juan quizá tenía en mente que sus lectores estudiaran la palabra Armagedón como término «hebreo», y que revisaran la historia hebrea para que se pudiera
comprender este nombre simbólico.

Armagedón. Gr.  Harmagedon, una transliteración del hebreo, como lo explica Juan.  La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto Harmagedón, pero unos 80 MSS tardíos dicen MagedÇn o MageddÇn.  Una cantidad de otras variantes aparecen una o dos veces cada una.  En vista de que ningún lugar geográfico ha tenido jamás -hasta donde se sepa- este nombre, no es claro su significado.  Las opiniones también difieren en cuanto a la palabra o palabras hebreas de la cual se hizo la transliteración al griego.  La palabra Harmagedon está compuesta por dos
palabras hebreas, la primera de las cuales puede haber sido ir, «ciudad», aunque más probablemente har, «montaña»; sin embargo, algunos manuscritos antiguos omiten la primera sílaba ar- o har- completamente. Para la segunda parte del nombre, -magedon, se han sugerido dos raíces etimológicas diferentes: (1) que -magedon deriva del Heb. megiddo o megiddon (1
Rey. 9: 15; Zac. 12: 11), la antigua ciudad de Meguido, destacada en diferentes etapas de la historia de los hebreos (Juec. 4: 7, 13; 2 Crón. 35: 22); (2) que -mage – dÇn deriva de mo’ed, la palabra hebrea usada comúnmente en el AT para «congregación» (Exo. 27:21; 28:43; 29:4, 10-11, 30, 32; etc.), para una» fiesta» específica (ver com.  Lev. 23: 2), y para una «compañía» y los «lugares
de congregación» (Lam. 1:15; 2:6).  La primera raíz etimológica vincula el nombre compuesto Armagedón con el medio geográfico e histórico de la antigua Meguido, mientras que la segunda -lingüísticamente menos posible- sugiere una posible relación con el gran conflicto entre Cristo y Satanás. En Isa. 14: 13, donde har-mo’ed se traduce «monte del testimonio» y se refiere
a la montaña sobre la cual estaba el templo de Salomón, en el norte de la antigua Jerusalén, se representa a Lucifer como aspirando a sustituir a Dios como soberano y gobernante de Israel (ver el comentario respectivo) Cf. «tabernáculo del testimonio» (Exo. 33:7; etc.). Los que sostienen la primera opinión acerca del Armagedón, consideran que ese nombre se deriva del Heb. har-megiddo, «monte de Meguido», y lo interpretan, tal como se usa en Apoc. 16: 16, en términos del ambiente geográfico y relacionándolo históricamente con la antigua ciudad de Meguido.  Los que
sostienen la segunda opinión, entienden que la primera raíz etimológica es simbólica; es decir, a la luz de los sucesos históricos de la historia del AT en relación con las proximidades de la antigua Meguido (ver. Juec. 4: 4 a 5: 31, especialmente cap. 5:31; cap. 6: 33 a 7: 25; 1 Rey. 18: 36-40; Sal. 83; cf. 2 Crón. 35: 20-24), pero sin atribuirle significado geográfico al término
Armagedón en Apoc. 16:16 (ver com. vers. 12).  También entienden que har-mo’ed se usa en una forma figurada, guiándose por su uso en Isa. 14: 13, en su relación con el gran conflicto entre Cristo y Satanás (ver Apoc. 12:7-9, 17; 17:14; 19:11-21). En todo caso, el nombre Armagedón, del Gr. Armagedon, sigue siendo enigmático. No hay duda de que representa el desenlace final cuando Cristo triunfará gloriosamente.  Sin embargo, la palabra en sí no proporciona información geográfica ni cronológica acerca de este gran acontecimiento.

Versículo 17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.

Séptimo ángel. En cuanto al significado del número siete en el Apocalipsis, ver com. cap. l:11.

Por el aire. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto «sobre el aire», BJ (ver
com. vers.  8).  El efecto de esta plaga parece ser universal.

Una gran voz. Evidentemente la voz de Dios.  Cf. cap. 1:10.  Ver CS 693-694; 1JT 131-132.

Del templo del cielo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de la frase «del cielo».

Del trono. En otras palabras, la declaración constituye una proclama oficial del Soberano del universo (ver com. cap. 4:2-5).

Hecho está. Estas palabras también se pronunciarán otra vez en la restauración de la tierra nueva (cap. 21: 6).  Palabras similares -«Consumado es»- fueron pronunciadas
por nuestro Señor al morir en la cruz (Juan 19: 30) al concluir su ministerio de sacrificio, asegurando así el éxito del plan de redención.  Este dramático anuncio señala en el contexto de Apoc. 16: 17 el momento cuando se descubrirá por completo el misterio de la iniquidad, cuando se desenmascarará el verdadero carácter de la unión religioso-política universal de los vers. 13-14, 19 (ver
el comentario respectivo y com. vers. l). Dios permitirá que las fuerzas del mal avancen hasta el punto de tener aparente éxito en su siniestro designio de exterminar al pueblo de Dios; pero cuando
llegue el momento señalado en el decreto de muerte (ver com. vers. 14) y los impíos avancen con gritos de triunfo para aniquilar a los santos (CS 689, 6931 PE 283, 285), se escuchará la voz de Dios que declarará: «Hecho está».  Esta declaración pondrá fin al tiempo de la angustia de Jacob (cf. com. vers. 15), liberará a los santos, y dará comienzo a la séptima plaga (PE 3637, 282-285; CS
693-694; 1JT 131-132).

Versículo 18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.

Voces. O «sonidos», «ruidos».  Cf. cap. 4:5; 8:5; 11: 19.  Lo que dicen las «voces» puede ser semejante a la declaración del cap. 11: 15 (cf.  CS 698).

Truenos. O «fragor de truenos» (BJ).

Un gran temblor de tierra. Un terremoto literal como lo implica el resto del vers. 18 (ver com. vers. l; cf. vers. 20-21), pero acompañado por un terremoto figurado que desmenuza a la Babilonia simbólica (vers. 19).  Así como un terremoto literal deja una ciudad en ruinas, un terremoto simbólico traerá ruina y desolación a la «gran Babilonia» (ver com. cap. 17: 16; 18: 6-8, 21), La triple unión de los vers.13-14 se desintegrará (cf.  Isa. 28:14-22).

Cual no lo hubo jamás. Tanto literal como figuradamente.

Versículo 19 y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
La gran ciudad. Es decir, la Babilonia simbólica (ver com. cap. 17: 5, 18; 18: 10).

Dividida en tres partes. La Babilonia simbólica de los últimos días estará compuesta por el papado, el protestantismo apóstata y el espiritismo moderno (ver com. vers. 13-14); pero ante la voz de Dios (cap. 16: 17; 17: 17), esta triple unión de organizaciones
religiosas apóstatas perderá su cohesión, unidad y poder de obrar.  Cf.  Hab.3: 3-16.

Ciudades de las naciones. Juan continúa con la figura de un terremoto que deshace una ciudad literal.  Se refiere ahora mediante una figura similar a las organizaciones políticas, representadas en los vers. 13-14, como los «reyes de la tierra».  En cuanto a
lo apropiado de una «ciudad» para representar las organizaciones religiosas apóstatas y a «ciudades» como sus aliados políticos, ver com. cap. 11: 5; 17: 18.

Cayeron. Las fuerzas políticas de la tierra también perderán la unidad de propósito para
el cual fueron congregadas durante la sexta plaga (ver com. vers. 14, 16; cap.17: 13, 7).  Habrá un terrible despertar entre ellos cuando la voz de Dios libere de sus enemigos a su pueblo que le espera (ver CS 694-695, 712).  Los componentes de la liga universal político-religiosa del cap. 16: 13-14 comenzarán a luchar entre sí, y los «diez reyes» del cap. 17: 12-16 se vengarán de la Babilonia simbólica (ver com. cap. 17: 17).  Las huestes de la tierra llenas de furor se volverán contra sus caudillos y lucharán entre sí con las armas que antes se proponían usar para exterminar a los santos (ver PE 290; CS
714).  Habrá luchas y derramamiento de sangre por doquiera; el mundo será inundado con sangre (ver com. cap. 14: 20). Cuando Cristo aparezca, serán acallados el estruendo de las armas y el tumulto
de la batalla terrenal al descender los ejércitos del cielo.  «En la loca lucha de sus propias desenfrenadas pasiones y debido al terrible derramamiento de la ira de Dios sin mezcla de piedad, caen los impíos habitantes de la tierra: sacerdotes, gobernantes y el pueblo en general, ricos y pobres, grandes y pequeños» (CS 715).  Para una descripción más completa de esta batalla, ver com. cap. 17: 14; 19: 11-21; cf.  PE 282, 290; CS 714-715.  Compárese con las descripciones notablemente semejantes de Jos. 10: 7-14; Juec. 7: 19-23; 1 Sam. 14: 19-20; 2 Crón. 20: 22-24; Isa. 19: 2; 34: 8- 10; 51: 21-23; 63: 1-6; Jer. 25: 12-15, 29-38; Eze. 38: 14-23; Hag. 2: 22; Zac. 14: 13. 861

La gran Babilonia. Ver com. cap. 14: 8; 7: 1, 5.

Vino en memoria. Ver com. cap. 18: 5. Una expresión bíblica común que indica que ha llegado la hora en que se derramará el castigo divino (Sal. 109: 14; Eze 21: 23-24; cf
Jer. 31:34).

Para darle. Compárese con las palabras de los profetas respecto a la ciudad literal de
Babilonia (Isa. 51: 17, 22; Jer. 25: 15-16).

El cáliz. Una expresión bíblica común que simboliza los sufrimientos y castigos  que se
derraman (ver Sal 11: 6; 75: 8, Isa. 51: 17,22-23; Jer. 25: 15-17, 28; 49: 12; Mat. 26:39).  En cuanto a la naturaleza del cáliz que se da a beber a la Babilonia simbólica, ver com.  Apoc. 17: 16; 18: 5-8; cf. com. cap. 14: 10.

Vino. Ver com. cap. 14: 10; cf. cap. 17: 2.

Ardor. 0 «furia» (ver com. vers. 1).

Su ira. Ver com. cap. 14: 10; 16: 1.

Versículo 20 Y toda isla huyó, Y los montes no fueron hallados.

Toda isla. Estas convulsiones terrestres se describen como un resultado del terremoto del vers. 18.  Cf. cap. 6: 14.

Los montes. Cf. cap. 6: 14.

Versículo 2l Y cayó del cielo sobre los hombres u enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Di por la Plaga del granizo; porque
su plan fue sobremanera grande.

Enorme granizo. En Exo. 9: 18-22 se halla el comentario sobre la plaga de granizo que cayó en Egipto.  En cuanto al granizo como arma del castigo divino, ver Jos. 10: 11;
Eze. 13: 11, 13, y como castigo divino en el último gran día de la ira de Dios,
ver Job 38: 22-23; Isa. 28: 17-18; 30: 30; Eze. 38: 22; Apoc. 11: 19.

Un talento. Aproximadamente unos 34 kg. de peso ( 75 lbs.) (ver t. 1, P. 174).

Blasfemaron contra Dios. Aquellos sobre quienes caen las plagas maldicen a Dios por tercera vez. Manifiestan así su completo desprecio por él, aun en medio de sus castigos más dolorosos (ver com. vers. 1, 9, 11).

COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1 2JT 67; PE 64, 121, 124; TM 432

2 CS 498, 503

2-6 CS 686

5 TM 432

8-9 CS 686

9-11 PE 282, 289

13-14 CS 618; 2 JT 15l; PE 262

14 CS 612, 681; MeM 317; PE 87

15 DTG 589; PVGM 260

16 3JT 13

17 CS 671, 694; FE 363; 1JT 64; PP 544; 7T 235

18 CS 694; PP 101

19 FE 363

19-21 CS 695

20-21 PP 101

21 PP 544


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *