Las Sagradas Escrituras y las Culturas
Las Sagradas Escrituras y las Culturas
Pr. Angel Manuel Rodríguez
He escuchado decir que los profetas, cuando escribieron la Biblia, lo hicieron bajo el efecto de la influencia del medio cultural en el cual vivieron. ¿Hasta qué punto esto es verdad, y cómo afecta esto a la revelación y a la inspiración de la Biblia?
 Es difícil responder esta pregunta 
  de forma sintética. Pero permítanme ofrecer algunas sugerencias. 
  Los descubrimientos arqueológicos hacen imposible negar que hay significativos 
  paralelismos entre el Antiguo Testamento y las instituciones sociales, las ideas 
  religiosas y las prácticas de la Antiguo Cercano Oriente. Sin embargo, 
  no deberíamos exagerar aquellas similitudes y concluir que los profetas 
  fueron simples productos de su entorno religioso y social. El texto bíblico 
  reconoce aquellos elementos culturales de los cuales Dios mismo se valió, 
  de las culturas que fueran accesibles a los profetas para transmitir un mensaje 
  especial para su pueblo.
  Un estudio de las prácticas del Antiguo Cercano Oriente y su posible 
  relación con el texto bíblico sugiere que en el Antiguo Testamento 
  Dios trató con las antiguas prácticas paganas de modos diferentes:
  
1) Repudio y condenación de las ideas 
  paganas. Dios repudió una cantidad de prácticas del Antiguo Cercano 
  Oriente porque eran totalmente incompatibles con su carácter y propósitos 
  para su pueblo. Por ejemplo, la consulta a los espíritus de los muertos 
  era una práctica religiosa común que Dios rechazó (Deut. 
  18:10, 11). Él también condenó los sacrificios de niños 
  (Lev. 20:1). La lista podría extenderse, pero es claro que los profetas 
  fueron informados acerca de las prácticas religiosas de las naciones 
  circundantes y que, a través del ministerio de ellos, Dios expresó 
  su rechazo a la mayor parte de las creencias y prácticas religiosas imperantes.
  
2) Denuncia a las ideas paganas. En otras 
  ocasiones Dios usó a los profetas para denunciar las creencias y prácticas 
  religiosas de los vecinos del pueblo de Israel. Dios dio un mandamiento específico 
  contra la adoración de imágenes, y también utilizó 
  expresiones fuertes para demostrar lo absurdo de la adoración de los 
  ídolos (Isa. 46:6, 7). Oseas también tuvo participación 
  en los pronunciamientos contra los cananitas por causa de los ritos paganos 
  de la fertilidad. De acuerdo con él, fue Dios, y no Baal quien, como 
  parte de un pacto de amor, envió la lluvia, fertilizó la tierra 
  y bendijo a su pueblo (Ose. 2:5, 8). Para los israelitas no era necesario realizar 
  ritos a la fertilidad con el propósito de lograr que el Señor 
  bendijera la tierra, los animales y a su pueblo.
  
3. Adaptación de prácticas sociales: 
  Algunas veces, Dios se valió de prácticas que no eran israelitas 
  y las adaptó a la teocracia. Un buen ejemplo es la monarquía. 
  En Egipto, el rey era considerado divino, y en la mayor parte del Antiguo Cercano 
  Oriente el monarca ocupaba un lugar muy cerca de lo divino (o era divinizado 
  después de su muerte). En Israel, el rey era el siervo del Señor, 
  un vasallo de Jehová que era el verdadero rey de Israel. El concepto 
  de la monarquía del Antiguo Cercano Oriente fue redefinido con el propósito 
  de hacerlo compatible con la fe israelita. En otros casos, para darle un carácter 
  más humano, a través de la legislación Dios toleró 
  alguna práctica social no apropiada, adaptándola al pacto que 
  había celebrado con su pueblo (p. ej., la esclavitud, la poligamia). 
  Dios no desarraigó totalmente a Israel de su entorno cultural propio 
  del Antiguo Cercano Oriente.
  
4. Incorporación de diferentes materiales 
  y técnicas literarias: Un estudio de los documentos legales encontrados 
  en el Antiguo Testamento sugiere que Dios permitió que fueran seleccionadas 
  algunas prácticas legales del Antiguo Cercano Oriente que fueran compatibles 
  con los valores y principios del pacto que había celebrado con su pueblo. 
  En Proverbios tenemos una colección de dichos sabios escritos por un 
  autor que pudo no haber sido israelita. Aun así, el autor bíblico, 
  bajo la inspiración del Espíritu, los incorporó al libro 
  (Prov. 30:1-33; compárese con 31:1-9). Las técnicas y las formas 
  literarias utilizadas en la literatura cananita fueron también usadas 
  por los profetas para comunicar el mensaje que el Señor les dio.
  
Como resultado de un cuidadoso estudio de cada paralelismo específico, podemos determinar cuál de las cuatro reacciones o actitudes hacia las prácticas del Antiguo Cercano Oriente explicadas previamente es presentada en el registro bíblico. El significado del texto, entonces, es determinado por su contexto, porque es solamente gracias a ese método que podemos informarnos acerca de los elementos que Dios utilizó valiéndose del trasfondo cultural del Antiguo Cercano Oriente. El certificar que Dios participó activamente en los procesos de rechazo, denuncia, adaptación e incorporación, nos permite actualmente honrar la naturaleza divina de la inspiración y justificar la necesidad de someternos a la autoridad de las Escrituras.
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