Lo que consigues no es lo que ves 2
Casa Publicadora Brasilera
Comentarios de la Lección de Escuela Sabática
I Trimestre de 2015
Proverbios
Lección 6
(31 de enero al 7 de febrero de 2015)
Lo que consigues no es lo que ves
Introducción
“Antes, como está escrito: ‘Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón humano, son las que Dios ha preparado para los que lo aman’. Pero Dios nos lo reveló por el Espíritu, porque el Espíritu lo explora todo, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:9, 10). Debemos confiar en la Palabra y no en nosotros mismos.
En tiempos del Antiguo Testamento, el hombre pasó a confiar en el sacerdote y en ritual del santuario en vez de confiar en Dios (Jeremías 17:5-8). El libro de Proverbios nos protege contra el engaño de confiar en el brazo del hombre, pues sólo Dios es la Fuente de la sabiduría y la salvación. “Confía en el Señor, y haz el bien; habita en la tierra y cultiva la fidelidad; deléitate en el Señor, y Él te dará los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, y Él obrará; exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía” (Salmo 37:3-6). En contrapartida, el pecado está delante de nosotros.
La lección de esta semana alerta contra las trampas del pecado, que arruina muchas familias, mientras que la rectitud tiende a elevar y fortalecer a las familias. Los caminos de la negligencia, la mundanalidad y la sensualidad se presentan como desafíos a alcanzar para los que andan en ellos, pero que en realidad los que se engañan a sí mismos son destruidos. El deleite carnal es pecaminoso y vano, pero los que confían en el Señor seguirán caminos rectos.
La certeza del necio
El orgullo crece a partir de la raíz del rencor. Esa raíz debe ser arrancada o no podremos vencer en esta área. El insensato y escarnecedor trata con desdén las cosas sagradas y no hay piedad en su manera de hablar. El hombre malo se engaña a sí mismo, continúa en su error y se burla del sacrificio por el pecado; pero los que las desdeñan desprecian a Cristo. No sabemos qué aflicciones en la conciencia o pasiones consumidoras atormentan al pecador próspero, pero con total certeza, Satanás es su rey. “Menosprecia todo altivo, y es rey sobre los soberbios” (Job 41:34).
Según Salomón, el necio aparenta estar sin guía, sin problemas, y confiado en su fuerza. La única esperanza que posee es esta vida. Él es su propio dios. Sólo piensa en sí mismo. Pablo describe una figura profética semejante al necio de Proverbios: “La aparición de ese inicuo es obra de Satanás, con gran poder, señales, y prodigios mentirosos, y con todo tipo de maldad, que engaña a los que se pierden. Se pierden porque rehusaron amar a la verdad, para ser salvos. Por eso Dios les envía un poderoso engaño, para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los que no quisieron creer a la verdad, antes se complacieron en la maldad” (2 Tesalonicenses 2:9-11). Su destino será la muerte eterna por la intervención del Señor: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Así se corrompen, hacen cosas abominables, no hay quien haga el bien” (Salmo 14:1).
El temor del sabio
En el mismo capítulo donde encontramos a los necios o insensatos, encontramos a los sabios. Ellos temen al Señor, y ese santo temor los guarda de las cosas impuras. La sabiduría es su honra. Hasta los hombres malos reconocen la excelencia de ellos. Bueno es tener a Dios como nuestro Amigo: Él no nos abandonará. El hombre recto se arriesga a desagradar a quien está por encima de él, pero traerá la verdad a la luz. Los que temen al Señor para obedecerle y servirle se basan en la confianza y serán preservados.
Así proceden los sabios. Desean el reino de Cristo y hacen lo que pueden para que muchos sean añadidos a su iglesia. Aprenden con Cristo la paciencia y la mansedumbre.
Los piadosos, aun cuando tengan que enfrentar dolores, y algún temor a la muerte, tienen la bendita esperanza que Dios –quien no puede mentir– les ha dado. La sabiduría toma posesión del corazón y, de este modo, regula los afectos y los temperamentos. La piedad y la santidad aumentan la laboriosidad, la sobriedad y la honestidad. El Rey que gobierna en el Cielo y en la Tierra, recompensará a los siervos fieles que honren el evangelio en el desempeño de su cargo. El temor de los sabios está en el Señor. Ellos son tranquilos, pacientes, compasivos y sensibles. Las nueve bienaventuranzas de Mateo 5:1-12, y las nueve cualidades del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), forman parte de su vida. Así son los sabios que temen al Señor.
“Los ojos de Jehová”
Proverbios 15:1-7 habla de la manifestación de la insensatez y de la sabiduría en el habla. El pensamiento esencial es la omnisciencia de Dios y su constante vigilancia sobre la existencia. “Los ojos del Señor están en todo lugar, mirando a malos y buenos” (Proverbios 15:3). Los pecados, los actos y los sufrimientos secretos están bajo los ojos de Dios. Esto sirve de consuelo para los santos y aterroriza a los pecadores, junto a la promesa de que muy pronto, Él se levantará para traer juicio sobre todos (Apocalipsis 14:6, 7).
La omnisciencia divina escruta todas las cosas, nada se escapa de su vista y su control. Salomón escribió en su conclusión del libro de Eclesiastés que todas las cosas están evidentes ante los ojos de Jehová, y que Él mismo juzgará todas las obras, hasta incluso las más ocultas (Eclesiastés 12:12-14). El Salmo 139 revela que Dios nos conoce antes de haber sido engendrados. Jesús es eterno. A respecto, Pablo escribió: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Ante esta revelación nos sentimos seguros y tranquilos, pues Dios nos observa y todo está claro ante sus ojos. “¿Qué clase de personas debéis ser en santa y piadosa conducta, esperando y acelerando la venida del día de Dios?” (2 Pedro 3:11, 12))
El gozo de Dios
“Yo me alegré cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’” (Salmo 122:1). Hay gozo cuando nos alegramos al adorar al Señor. El culto que le ofrecemos a Dios debe ser racional y agradable (Romanos 12:1, 2).
Proverbios 15:8, 7 trata acerca del camino de la vida, y una vez más enfatiza el conocimiento de Dios: Él contempla la morada desconocida de los muertos y vigila los pensamientos de los hombres.
Entre los puntos destacados en esta sección, tenemos el rechazo de Dios en aceptar sacrificios ofrecidos por hombres inicuos y su deleite en aceptar las oraciones de los justos, así como la satisfacción que el hombre temeroso de Dios puede disfrutar, aun en medio de circunstancias adversas. El corazón alegre y sabio sólo aportará gozo, pues el Señor será su consejero y se gozará con Él. El espíritu sombrío, impaciente y desagradecido, que brota del orgullo y de un vínculo indebido con el mundo, hace que el hombre permanezca inquieto consigo mismo y con su prójimo. El hombre sabio procura adquirir más sabiduría, y crece en la gracia y el conocimiento de Dios. Pero la mente carnal se contenta sólo cuando se alienta a sí misma. La sabiduría es necesaria para adecuar las palabras a toda ocasión. Dios se goza en aquél que tiene fe y está listo para servir y obedecer (Mateo 25:34-41; Lucas 4:16-20).
Proverbios 15:18-33 presenta sugerencias acerca de la senda de la vida. Esta senda se destaca en el versículo 24, que fue traducido por A. D. Power de este modo: “La senda de la vida, para el prudente, va hacia arriba, para que él pueda desviarse del Seol [sepultura] que está abajo”. Para el humilde, es deleite escuchar el buen testimonio de la salvación a través de Cristo.
La reprensión fiel y amiga contribuye a la vida espiritual y conduce a la vida eterna. Los pecadores, al preferir agradar el cuerpo, subestiman el alma y se hacen daño a sí mismos. El temor de Dios nos hará dispuestos a escudriñar las Escrituras con reverencia, y a seguir la dirección del Espíritu Santo. Cuando humildemente dependemos de la gracia divina, somos exaltados en la justicia de Cristo, y Él se goza con nosotros.
La soberanía de Dios
Dios es omnipotente, y eso lo podemos percibir en el control que Él tiene de todas las cosas creadas. La propia naturaleza revela su omnipotencia (Salmo 19:1-7). Todos los acontecimientos son evidentes ante Él (Proverbios 20:24; 21:31; Daniel 2-7). Nada escapa a su presencia (Mateo 25:33).
Proverbios 16:1. Sólo entenderemos este versículo observando la gracia renovadora de Dios que prepara al corazón para toda buena obra. Esto nos enseña que no nos bastamos nosotros mismos para pensar y decir algo que sea sabio y bueno. Nuestros antecedentes son inútiles, no hay nada bueno en nosotros. Pero Dios usa al impío para ejecutar la justa venganza y finalmente será glorificado por su destrucción. Aun cuando los pecadores se fortalezcan a sí mismos y unos con otros, no escaparán de los juicios divinos.
Proverbios 16:18, 19. La ambición no tiene lugar en el corazón de los que sirven a Dios, puesto que su centro no está en ellos, sino en el semejante. Satanás fue el primero en tener orgullo en el corazón (Ezequiel 28:17; Isaías 14:12, 13). Cuando los hombres desafían los juicios divinos y creen que están fuera de su alcance, es señal de que justamente están cerca. No temamos el orgullo de nuestro prójimo, temamos el nuestro. Aun cuando estemos expuestos al desprecio del mundo, la humildad es mucho mejor que la altivez, la cual nos aparta de Dios. El que entiende la Palabra de Dios encontrará el bien.
Proverbios 16:33. La suerte está echada. Greenston concluye claramente que esto no es una aprobación a echar suertes para determinar respuestas a interrogantes y mucho menos para determinar la voluntad de Dios. Es simplemente una declaración de que el echar suertes, en un acto humano de búsqueda de la voluntad divina, está bajo el control de Dios. Hoy debemos considerar todas las indicaciones de la Providencia acerca de nuestros asuntos, como determinantes de lo que buscamos saber. Benditos son aquellos que se entregan a la voluntad divina, porque el Señor sabe lo que es bueno para ellos. Dios es el Agente que conduce la vida de aquellos que le temen (Josué 1:9). Dios no actúa a través de la casualidad, el azar, o la suerte. Él está al control de todo, y escruta todas las cosas animadas e inanimadas (Salmo 37:5).
Para estudiar y meditar
Nuestra comprensión de la realidad es muy limitada, y sin Dios las cosas empeoran. Él es nuestra Fuente de estabilidad y convicción. Nuestra religión, cuando se basa en la Palabra, trae fe, razón y seguridad, aunque Satanás intenta opacar esta belleza revelada. En el Edén, él mezcló la verdad con la mentira y se puso por encima de Dios, prometiendo algo que no podría dar: la vida. Hoy, continúa realizando esa obra maligna. Hace que el mundo vaya de mal en peor. La perversidad, la corrupción, la pornografía, la lascivia, el adulterio, la homosexualidad, han opacado la imagen de Dios en el hombre, Miles aceptan las propuestas de Satanás. Pero Pablo nos invita a vivir un evangelio integral: espíritu, alma y cuerpo preparados para el regreso de Jesús (1 Tesalonicenses 5:23). Cuando vivamos eso en nuestra vida, Dios pasa a ser nuestro Pastor, Guía, y Aquél que nos recibirá en su Casa. Confía en Él.
Dr. Raildes do Nascimento
Profesor
Facultad Adventista de Amazonia
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