Más sobre Colosenses 2: 14-17

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Más sobre Colosenses 2: 14-17

En Colosenses 2: 14-17 el apóstol Pablo dice que nadie debiera juzgarnos acerca de los días de reposo, de las comidas o las bebidas, por lo que se deduce que el sábado está abolido”.

La posición histórica de la Iglesia a en relación con Colosenses 2: 14-17, es que los «sábados» (vers.16) referidos en este versículo son los días festivos prescritos en la ley de Moisés (Lev. 23: 32,37-39), pero que no se refiere al sábado séptimo día de la semana, cuya observancia está regulada en el Decálogo. Al revisar los diferentes enfoques adoptados por la iglesia encontramos que se defendió la postura histórica utilizando algunos de los siguientes argumentos.

1. Los creyentes de Colosas estaban confundidos por una herejía por la cual buscaban imponerles los requerimientos de la ley ceremonial judía y necesitaban distinguir entre la ley moral y la ceremonial. Esta herejía contenía algunos elementos paganos y gnósticos, pero su meollo parece haber sido un ceremonialismo legalista judaico. Lógicamente, Pablo les escribió que la realización de rituales como medio de salvación, no sólo era vano, sino que implícitamente negaba el mesianismo de Cristo. Y, entonces, el apóstol les enseñó a los colosenses a identificar las partes de la ley que no estaban vigentes, por lo que mencionó varios rituales y festividades prescritos en la ley ceremonial.

2) Las actividades religiosas enumeradas en el versículo 16 son similares, en orden y contenido, a las que se refieren en otras partes de las Escrituras en las que se cita a los sacrificios y las festividades de la ley ceremonial. Por ejemplo, en Ezequiel 45: 17, donde Dios dice: «Mas al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el sacrificio y la libación en las fiestas de la casa de Israel» (véase también 2 Crón. 2: 4; 8: 13; Ose. 2: 11). Aunque algunos creen que los sábados mencionados en Ezequiel y en otros pasajes se relacionan primeramente con el séptimo día de la semana, sin duda, también involucran a los sábados ceremoniales.

3) Tanto el contexto mayor como el contexto inmediato sugieren que Pablo se estaba refiriendo fundamentalmente a las festividades y las ordenanzas de la ley ceremonial. En Colosenses 1, Pablo exalta a Cristo como el Hijo de Dios, el Creador, el Unico que merece adoración y honra, el Unico que proporciona perdón y redenci6n. Resalta uno de sus grandes temas: el «estar en Cristo». De este modo, si bien Colosenses 1: 16 habla del perdón que Cristo le ofrece al creyente, en el contexto mayor, el tema principal del mensaje de Pablo es la grandeza de Cristo y la importancia de «estar en él», por lo que obviamen te, la circuncisión, las comidas ceremoniales, las bebidas, los sábados y las nuevas lunas no tienen ningún valor para la salvación.

La palabra clave en el pasaje que pone énfasis en que «los días de reposo» (sábados) del versículo 16, son los sábados ceremoniales, es «sombra» (skía, como opuesto a soma, cuerpo), una palabra que se utiliza de un modo similar en Hebreos 8: 5 y 10: 1. Pablo dice que la comida, la bebida, los días de reposo, las nuevas lunas son «una sombra de lo que ha de venir» (Col. 2: 17). Una sombra no tiene substancia, para poder existir depende de algo que le de corporeidad (el soma arroja la skía). Su existencia culmina cuando alcanza la realidad. De este modo, «sombra» describe bien a los diferentes elementos de la ley ceremonial, incluyendo los sábados ceremoniales, porque apuntan hacia la vida, el ministerio y el reino de Cristo como realidad. Difícilmente, Pablo se pudiese referir al sábado -mandamiento constitutivo del Decálogo– como a una sombra de algo, porque el sábado es una realidad. Su significado no surge del futuro, sino del pasado, del mismo origen de la creación del mundo (Gén. 2: 2, 3; Exo. 20: 8-11).

Los que reconocen que de las setenta veces que la palabra shabbath aparece en el NT, en cincuenta y nueve ocasiones se refiere al sábado, séptimo día de la semana. Pero sostienen que en Colosenses 2 se refiere al «sábado ceremonial». Defienden esta postura, no sobre una base lingüística, sino sobre la base que ofrece el texto. Sostienen que la cantidad de veces que se utiliza una palabra de cierta manera no es lo que determina el significado de todas las situaciones, sino que el contexto es el factor determinante.

Este aspecto puede ilustrarse muy bien con la palabra hebrea torá. En algunas ocasiones se refiere al Pentateuco, en otras a los Diez Mandamientos, a veces a toda la voluntad revelada de Dios, y a veces a la instrucción dada por un rey, un maestro, una madre, un padre, un sabio, una mujer sabia, o un poeta.

Muchos comentadores se inclinan a sostener que Pablo se refiere aquí a los sábados ceremoniales y no al séptimo día, entre ellos: Adam Clarke, Jamieson, Fausset y Brown y Albert Bames.

4) Si el apóstol Pablo hubiera intentado anunciar a los creyentes de Colosas que el sábado ya no estaba en vigencia, seguramente sus noticias hubieran creado una conmoción, y no solamente en Colosas, sino en otras ciudades. Si bien esta perspectiva se funda en el argumento del silencio, es obvio considerar que si Pablo envió sus cartas a las distintas congregaciones, y éstas vislumbraron que la muerte de Cristo en la cruz abolió el sábado, se hubiera levantado una ola de preguntas, de discusiones que hubieran quedado registradas, como sucedió con temas como la circuncisión, la adoración a los ídolos, la fornicación y otros. (véase Hech. 15).

Pero la carta de Pablo no produjo esta impresión. Sus lectores comprendieron que él hablaba de ritos y de ceremonias vinculados con la ley judía. Se dieron cuenta que la cruz había abolido los sacrificios rituales, las festividades, las comidas, y las bebidas, los sábados ceremoniales y las nuevas lunas.

Estos han sido los enfoques tradicionales que se pueden encontrar en diferentes publicaciones, pero la siguiente es una perspectiva más moderna, diferente a la tradicional, aunque coherente con el texto destinado a los colosenses, con el contexto de la epístola y con el trasfondo histórico y cultural.

5) El apóstol Pablo en este capítulo maneja ciertos conceptos como «tradiciones» (parádosis, Col. 2: 8), «plenitud» (pléroma,
Col. 2: 9), «filosofías» (filosofía, Col. 2: 8), «comidas y bebidas»
(brósis, pósis, Col. 2: 16), «principados y potestades» (arjé,: esousía (, Col. 2: 15), «acta de los decretos» (jeirógrafon, Col. 2: 14).

Todos estos elementos tienen correspondencia dentro del «judaísmo gnóstico». Pablo, posiblemente, está refutando en su carta a los Colosenses, falsas enseñanzas caracterizadas por errores teológicos y prácticos.

El error teológico de los falsos maestros de Colosas consistía en invitar a los cristianos a dar adoración a potestades cósmicas (Col. 2: 15), lo que se manifestaba en el culto a los ángeles (Col. 2: 18). Esta fuente de autoridad, de acuerdo con Pablo, tenía su fundamento en tradiciones (Col. 2: 8) y pretendía orientarse hacia la sabiduría (Col. 2: 23). Posiblemente, los maestros de Colosas alentasen a los cristianos no solamente a ofrecer ciertas prácticas rituales y ascéticas (Col. 2: 11, 14, 16, 17,21,23), sino en la observancia de ciertos días. Y por este proceso se aseguraban la participación dentro de la «plenitud divina» (Col. 2: 9, 10). El error teológico consistía en interponer una mediación de seres inferiores, así como los ángeles, en lugar de la mediación de Cristo, que es la «cabeza de todo principado y toda potestad» (Col. 2: 10).

El error práctico.Consistía en insistir en un ascetismo estricto y en ciertas manifestaciones rituales reveladas en «echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal» (Col. 2: 11), en un riguroso trato del cuerpo (Col. 2: 23), en la prohibición de tomar ciertos alimentos y bebidas (Col. 2: 16,21), y en la observancia de determinados días y estaciones, ciertos festivales, nuevas lunas y sábados (Col. 2: 16). Posiblemente, los cristianos de Colosas habían llegado a creer que el someterse a estas prácticas, rigurosas y ascéticas, no solamente estuviesen entregándose a Dios, sino que por ellas recibían una protección extra que les aseguraba pleno acceso a la divinidad.

En la base de esta perspectiva, encontramos que el sábado es mencionado no en un contexto que discuta si es obligatorio observarlo por formar parte de la ley o no, sino más bien en un contexto de prácticas y creencias sincretistas (en las que se incorporarían elementos del Antiguo Testamento y también del paganismo).

No se nos informa qué clase de observancia del sábado practicaban estos «maestros» de Colosas pero, es posible, que fuese observado de una forma rigurosa y supersticiosa.

Pero, ¿qué es lo que fue clavado en la cruz? El apóstol Pablo menciona en la epístola a los colosenses un «acta de decretos que había contra nosotros (jeirógrafon), que fue quitada de en medio y clavada en la cruz» (Col. 2: 14). ¿Se está refiriendo a la ley de Moisés y sus ordenanzas? ¿Afirmaba que Dios había clavado esta ley en la cruz? Si adoptamos esta interpretación, hay base para decir que el sábado podía estar incluido entre las ordenanzas que fueron clavadas en la cruz. Pero también podemos preguntamos si quitar los códigos morales y la ley ceremonial serviría para proveer la seguridad del perdón divino. Esto es improbable. Lo único que lograría sería dejar a la humanidad sin códigos morales. Pero la culpa no se quita destruyendo las leyes morales.

Esta «acta de decretos que había contra nosotros», posiblemente, era una referencia a un libro de registros en los cuales se anotaban los pecados. Debemos recordar que los judíos entendían que todos los pecados eran minuciosamente registrados, así como también las buenas obras. Creían que al acumular méritos podían llegar a salvarse, si es que la balanza marcaba más en su haber que en su contra. Por ejemplo, el Tanhuma Midrash, dice: «Cuando un hombre peca, Dios escribe la deuda de muerte. Si el hombre se arrepiente, la deuda se cancela (es decir, se invalida). Si no se arrepiente, lo escrito continúa vigente (válido)» (Tanhuma Midrash, 140b; citado por S. Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, pág. 349).

Esta era la constante lucha que todo judío tenía. Pero Pablo está aquí diciéndoles que Dios quitó y «clavó en la cruz» el instrumento que recordaba el pecado. En el libro apócrifo Apocalipsis de EIía s, se describe a un ángel sosteniendo un libro, llamado jeirógrafon,

En el que se registraban los pecados del vidente. El jeirógrafon sería, entonces, un libro de registro de pecados, y eso es lo que se destruye, pero no la ley de Moisés, pues ésta no era un libro de registros de pecados, sino de ordenanzas y de leyes.
No se crucificó la base legal, sino los registros escritos de nuestros pecados. Y al quitar los registros escritos se quitaron también los cargos que había contra nosotros y que nos acusaban. Pablo confirma la plenitud del perdón divino provisto mediante la cruz de Cristo. Al destruir las evidencias de nuestros pecados, Dios «despojó a los principados y a las potestades» (Col. 2: 15), y ya no podrían actuar como acusadores de los creyentes (Apoc. 14: 10). Por lo tanto, los cristianos no necesitan sentirse incompletos y buscar la participación de la plenitud de la divinidad (pléroma) a través de «regulaciones» (dogmata). Los que a través del bautismo han muerto y han renacido con Cristo, pueden vivir en la certeza de la redención y el perdón que él nos brinda. Se desprende de toda esta argumentación paulina que no se impugna a la ley moral, ni al sábado contenido en ella. De hecho, en el capítulo no aparece ninguna referencia a la ley moral.

El documento que fue clavado en la cruz no contiene un código de leyes morales o ceremoniales, sino el registro de nuestros pecados. La solución que nos brinda Pablo es aceptar que en la cruz Dios borró nuestros pecados y faltas y nos dio la plenitud del perdón. El énfasis de Pablo está en reafirmar la esencia del Evangelio, al damos la buena noticia de que Dios clavó en la cruz el registro de nuestros pecados, para ofrecemos toda la plenitud de su amor y salvación.


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