Métodos de estudio de la Biblia
Métodos
de estudio de la Biblia
Investigación del Lic. Romero e hijos.
Métodos
de estudio de la Biblia
Investigación del Lic. Romero e hijos.
En el Concilio Anual de 1986, que se realizó en Río de Janeiro,
Brasil, los líderes representantes de todo el campo mundial aprobaron
el informe de la comisión de la Asociación General sobre «Métodos
de estudio de la Biblia» (GCC-A). Este documento, cuidadosamente redactado,
fue publicado el 22 de enero de 1987, paginas 18-20. En general, todos los creyentes
en la Biblia adoptan este informe como el que refleja los principios de interpretación
que han sido aceptados históricamente por los cristianos. Para una discusión
de cómo se han relacionado los eruditos adventistas con este documento,
véase el capítulo 4 de este libro. Lo que sigue es el texto completo
de «Métodos de estudio de la Biblia», tal como fue aprobado
en Río de Janeiro.
Votado, Aprobar el informe de la Comisión Métodos de Estudio de
la Biblia (GCC-A), que reza como sigue:
Estudio de la Biblia: Presuposiciones, principios y métodos
1. Preámbulo
Esta declaración se dirige a todos los miembros de la Iglesia con el
propósito de proporcionar pautas acerca de cómo estudiar la Biblia,
tanto para los eruditos bíblicos especializados como para los demás.
Los adventistas del séptimo día reconocen y aprecian las con-
tribuciones de los eruditos bíblicos que a lo largo de la historia han
desarrollado métodos de estudio de la Biblia útiles y confiables,
consistentes con las afirmaciones y las enseñanzas de la Escritura. Los
adventistas están comprometidos en aceptar la verdad bíblica y
están dispuestos a seguirla, usando todos los métodos de interpretación
que sean consistentes con lo que la Escritura dice de sí misma. Estos
están bosquejados en las presuposiciones que se detallan más abajo.
En décadas recientes, el método más destacado en estudios
bíblicos ha sido conocido como el método histórico-crítico.
Los eruditos que lo usan, tal como está formulado clásicamente,
actúan sobre la base de presuposiciones que, previo al estudio del texto
bíblico, rechazan la veracidad de los relatos de los milagros y otros
eventos sobrenaturales que se narran en la Biblia. Aun un uso modificado de
este método -retener el principio de la crítica que subordina
la Biblia a la razón humana- es inaceptable para los adventistas.
El método histórico-crítico minimiza la necesidad de la
fe en Dios y la obediencia a sus mandamientos. Además, como un método
así le resta importancia al elemento divino en la Biblia como un libro
inspirado (incluyendo la unidad que resulta de esto), y desestima o malinterpreta
la profecía apocalíptica y las porciones escatológicas
de la Biblia, instamos a los estudiantes adventistas de la Biblia a que eviten
confiar en el uso de las presuposiciones y las deducciones resultantes asedadas
con el método histórico-crítico.
En contraste con el método histórico-crítico y sus presuposiciones,
creemos que será de utilidad exponer los principios del estudio de la
Biblia que son consistentes con las enseñanzas de las mismas Escrituras,
preservan su unidad y están basados sobre la premisa de que la Biblia
es la palabra de Dios. Un enfoque así nos conducirá a una experiencia
satisfactoria y provechosa con Dios.
2. Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia
a. Origen
1) La Biblia es la Palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por
el cual se revela a los seres humanos.
2) El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con
pensamientos, con ideas y con información objetiva; a su vez ellos expresaron
esto en sus propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión
indivisible de elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado
a expensas del otro (2 Ped. 1:21; cf. El conflicto de los siglos, pp. 7, 8).
3) Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de
la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena
continua de revelación ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo
comunicaba la verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió como
fue impelido por el Espíritu Santo, recalcando el aspecto de la verdad
que fue guiado a enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia
adquirirá una comprensión madura de cualquier tema al reconocer
que la Biblia es su propio y mejor intérprete, y que, cuando se la estudia
en su totalidad, describe una verdad consistente y armoniosa (2 Tim. 3:16; Heb.
1:1,2; cf. Mensajes Selectos tomo 1, pp. 21-23; El Conflicto de los Siglos,
pp. 7, 8).
4) Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano Oriente
y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para servir
como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y situacionales,
en todas las edades.
b. Autoridad
1) Los 66 libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento son la revelación
clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia
es la palabra de Dios, y ella sola es la norma por la cual toda enseñanza
y experiencia debe ser probada (2 Tim. 3:15-17; Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6;
Isa. 8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb. 4:12).
2) La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y
de los actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica
normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura
son históricamente ciertos. Por ejemplo, los once primeros capítulos
del Génesis constituyen un informe objetivo de eventos históricos.
3) La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo
divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia secular
es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la salvación.
Mientras que a veces puede haber procedimientos paralelos empleados por los
estudiantes de la Biblia para determinar los hechos históricos, las técnicas
normales de investigación histórica, basadas como están
en presuposiciones humanas y centralizadas en el elemento humano, son inadecuadas
para interpretar las Escrituras, que son una mezcla de lo divino y lo humano.
Únicamente un método que reconozca plenamente la naturaleza indivisible
de la Escritura puede evitar una tergiversación de su mensaje.
4) La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella
ni está por encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras
deben estar en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas
a ser corregidas por la Escritura (1 Cor. 2:1-6). Dios se propone que la razón
humana sea usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo
al autoridad de su Palabra antes que independientemente de ella.
5) Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la
naturaleza, está en armonía con la Palabra Escrita y debe ser
interpretada a la luz de la Escritura.
3. Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura
a. El Espíritu capacita al creyente para aceptar, entender y aplicar
la Biblia a su propia vida, mientras busca el poder divino para rendir obediencia
a todos los requisitos bíblicos y para apropiarse personalmente de todas
las promesas de la Biblia. Sólo los que siguen la luz que ya recibieron
pueden esperar recibir nueva iluminación del Espíritu (Juan 16:13,
14; 1 Cor. 2:10-14).
b. La Escritura no puede ser interpretada correctamente sin la ayuda del Espíritu
Santo, porque es el Espíritu el que capacita al creyente para que entienda
y aplique la Escritura. Por consiguiente, cualquier estudio de la Palabra debería
comenzar con una petición para tener la dirección e iluminación
del Espíritu.
c. Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el
espíritu humilde de un principiante que trata de escuchar lo que dice
la Biblia. Deben estar dispuestos a someter todas las presuposiciones, opiniones
y las conclusiones de la razón al juicio y la rectificación de
la misma Palabra. Con esa actitud, el estudiante de la Biblia puede acercarse
directamente a la Palabra, y con un estudio concienzudo puede llegar a un entendimiento
de los elementos esenciales de la salvación, aparte de explicaciones
humanas, por muy útiles sean. Para una persona así, el mensaje
bíblico llega a ser significativo.
d. La investigación de la Escritura debe estar caracterizada por un deseo
sincero de descubrir y obedecer la voluntad de Dios más bien que buscar
apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.
4. Métodos de estudio de la Biblia
a. Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al
significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente
la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo de
eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las traducciones
auspiciadas por una denominación particular o por un grupo de miras estrechas.
Ejercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una
traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos
entrenados usarán los textos en hebreo y griego, que también los
capacitarán para examinar las variantes de lectura en los antiguos manuscritos
de la Biblia.
b. Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no
conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:
1) Análisis del mensaje libro por libro.
2) Método de versículo por versículo.
3) Estudio que busca una solución a un problema específico de
la
vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular o una
respuesta bíblica a una cuestión específica.
4) Estudio por temas (fe, amor, segunda venida y otros).
5) Estudio de palabras.
6) Estudio biográfico.
c. Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje
bíblico que se está estudiando.
d. Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como
se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas
básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda
la Escritura:
(1) la persona y la obra de Jesucristo; y (2) la perspectiva del gran conflicto,
incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el
primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y
de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos
temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos
sobre ella.
e. Reconozca que la Biblia es su propio intérprete, y que el significado
de las palabras y los pasajes se determina mejor al comparar diligentemente
Escritura con Escritura.
/. Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo
con las oraciones y los párrafos que le preceden y le siguen. Trate de
relacionar las ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del
libro bíblico que está estudiando.
g. Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas
en las cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección
del Espíritu Santo.
h. Determine el tipo literario que está usando el autor. Algún
material bíblico consta de parábolas, proverbios, alegorías
y profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos
presentaron gran parte de su material como poesía, es provechoso usar
una versión de la Biblia que presente este material en estilo poético,
porque los pasajes que emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados
de la misma manera que los que emplean prosa.
i. Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se conforma
en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso para
no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto bíblico.
Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun cuando
el autor [escritor] no haya querido decir eso.
J Tome nota de la gramática y del orden de la oración, para descubrir
el significado que le dio el autor [escritor]. Estudie las palabras claves del
pasaje comparando su uso en otras partes de la Biblia por medio de una concordancia
v con la ayuda de léxicos v diccionarios bíblicos.
i. En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores
históricos y culturales. La arqueología, la antropología
y la historia pueden contribuir a entender el significado del texto.
/. Los adventistas del séptimo día creemos que Dios inspiró
a Elena de White. Por consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico
determinado ofrecen una guía inspirada al significado de los textos sin
agotar su significado o reemplazar la tarea de la exégesis (véase
por ejemplo. El Evangelismo, p. 190; El Conflicto de los Siglos, pp. 204, 205,
653; El otro poder, pp. 33-36).
m. Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los
diferentes comentarios y ayudas secundarias (tales como obras eruditas) para
ver cómo otros han abordado el pasaje. Después, evalúe
cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista
de la Escritura como un todo.
n. Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:
1) La Biblia afirma el poder Dios para predecir el futuro (Isa. 46:10).
2) La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente
para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos
de la profecía son fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida
santa y la preparación para la segunda venida (Mat. 24:44; Apoc. 22:7,10,11).
3) El centro de atención de muchas profecías está en Cristo
(tanto en su primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo
del fin.
4) Las normas para interpretar la profecía se encuentran dentro de la
misma Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos
históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos
de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, y el mismo
Antiguo Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.
5) En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías
del Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales:
por ejemplo, Israel representa a la iglesia; Babilonia, a la religión
apóstata, etc.
6) Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía
no apocalíptica (como se encuentra en Isaías y Jeremías)
y la profecía apocalíptica (como se encuentra en Daniel y el Apocalipsis).
Estas clases diferentes tienen características diferentes.
a) La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios; la
profecía apocalíptica es más universal en su alcance.
b) La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza
condicional, declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones
si obedecen y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica
recalca la soberanía de Dios y su control sobre la historia.
c) La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis
local al día de Jehová del tiempo del fin; la profecía
apocalíptica presenta el curso de la historia desde el tiempo del profeta
hasta el fin del mundo.
d) Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica
generalmente son largas. Por ejemplo, los 400 años de la servidumbre
de Israel (Gen. 15:13) y los 70 años de la cautividad babilónica
(Jer. 25:12). Las profecías de tiempo en la profecía apocalíptica
generalmente están expresadas en términos cortos. Por ejemplo,
10 días (Apoc. 2:10) o 42 meses (Apoc. 13:5). Los períodos de
tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos
mayores de tiempo real.
7) La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe
ser interpretada en conformidad con esto. Al interpretar símbolos, pueden
usarse los métodos siguientes:
a) Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del
mismo pasaje (por ejemplo. Dan. 8:20, 21; Apoc. 1:20).
b) Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por
el mismo autor [escritor].
c) Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes
de la Escritura.
d) Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar luz
sobre el significado de los símbolos, aunque el uso bíblico pueda
alterar esos significados.
8) La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para interpretarlo.
La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un ejemplo de esto.
o. Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en detalle
y en énfasis (por ejemplo, cf. Mat. 21:33-44, Mar. 12:1-11 y Luc. 20:9-18;
o 2 Rey. 18-20 con 2 Crón. 32). Cuando estudie pasajes semejantes, examínelos
primero con cuidado para estar seguro de que los paralelos se refieren realmente
al mismo evento histórico. Por ejemplo, muchas de las parábolas
de Jesús pudieron haber sido presentadas en diferentes ocasiones a diferentes
auditorios y con fraseología diferente.
En los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno debe
reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus
partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó
a escribir. Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza,
la diversidad y la variedad de la Escritura (El Conflicto de los Siglos, pp.
7, 8). El lector debe permitir que cada escritor de la Biblia sea visto y oído,
y al mismo tiempo reconocer la unidad básica de la revelación
divina.
Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o contradicción,
busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias pueden ser
debidas a errores sin importancia de los copistas (Mensajes Selectos, 1.1, p.
18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y elección
de materiales de varios autores [escritores], quienes escribieron bajo la dirección
e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios en
circunstancias diferentes (Ibid., pp. 24, 25; El conflicto de los siglos, p.
8.).
Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia
en detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal
del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio, hasta que
podamos disponer de más información y mejores evidencias para
resolver la aparente discrepancia.
p. Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de
revelar la voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que
uno no interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante
reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del Oriente y están
expresados en sus modelos de pensamiento.
Expresiones tales como ‘Pero Jehová endureció el corazón
de Faraón» (Exo. 9:12), «Un espíritu malo de parte de
Jehová» (1 Sam. 16:15), los salmos imprecatorios, y los «tres
días y tres noches» de Jonás al compararlas con la muerte
de Cristo (Mat. 12:40), generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan
desde un punto de vista diferente.
Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano Oriente
para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía
la responsabilidad a una persona por actos que no cometió pero que permitió
que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras comúnmente
le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar
occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como
por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.
Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden divina
de Dios a Israel de empeñarse en guerras y ejecutar a naciones enteras.
Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un gobierno civil por
medio del cual Dios gobernaba en forma directa. Tal estado teocrático
fue único. Ya no existe más y no puede ser considerado como un
modelo directo para la práctica cristiana.
Las Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que
Dios aceptó pero que no estaban en armonía como los principios
espirituales de la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados
con el uso del alcohol, la poligamia, el divorcio y la esclavitud. Aunque no
es explícita la condenación de semejantes costumbres sociales
profundamente arraigadas. Dios no necesariamente respaldó o aprobó
todo lo que permitió y soportó en las vidas de los patriarcas
y en Israel. Jesús hizo esto claro en su declaración con respecto
al divorcio (Mat. 19:4-6, 8).
El espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración.
Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las
profundidades del pecado hasta el ideal divino. Por consiguiente, no debemos
aceptar como modelos las acciones de hombres pecadores como se registran en
la Biblia.
Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al
hombre. Por ejemplo, el Sermón del Monte de Jesús amplía
y trata más extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo
mismo es la revelación final del carácter de Dios a la humanidad.
Aunque desde Génesis hasta Apocalipsis en la Biblia hay una unidad de
principio a fin, y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada,
Dios eligió revelarse a sí mismo a seres humanos y por medio de
seres humanos, y encontrarlos donde estaban en términos de sus capacidades
espirituales e intelectuales. Dios no cambia, pero despliega progresivamente
su revelación a los hombres en la forma en que son capaces de comprenderla
(Juan 16:12; Comentario Bíblico Adventista, t. 7, pp. 956, 957; t. 7A,
pp. 386, 387;
Mensajes selectos, 1.1, pp. 23, 24). Cada experiencia o declaración de
la Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración
o experiencia es necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en
día. Debe entenderse tanto el espíritu como la letra de las Escrituras
(1 Cor. 10:6-13; El Deseado de todas las gentes, p. 123; Joyas de los testimonios,
1.1, pp. 437-440).
q. Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas
tales como: ¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios
intenta trasmitir a través de la Escritura? ¿Qué significado
tiene este texto para mí? ¿Cómo se aplica a mi situación
y circunstancias hoy en día? Al hacerlo así, reconozca que aunque
muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante contienen
principios eternos aplicables a cada edad y cultura. i
5. Conclusión
En la introducción al libro El conflicto de los siglos, Elena de White
escribió:
«Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma
de los hombres, es una unión de lo divino con lo humano. Esta unión
existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del
hombre. Se puede pues decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros» (Juan 1:1) (p. 8).
Así como es imposible para los que no aceptan la divinidad de Cristo
entender el propósito de su encamación, así también
es imposible para los que ven la Biblia sencillamente como un libro humano,
entender su mensaje, por cuidadosos y rigurosos que sean en sus métodos.
Aun los eruditos cristianos que aceptan la naturaleza divino-humana de la Escritura,
pero cuyos planteamientos metodológicos los mueven a detenerse mayormente
en sus aspectos humanos, corren el riesgo de vaciar al mensaje bíblico
de su poder, al relegarlo a un segundo plano, mientras se concentran en el medio.
Se olvidan que el medio y el mensaje son inseparables, y que el medio sin el
mensaje es una cáscara vacía que no puede dirigirse a las necesidades
espirituales vitales de la humanidad.
Un cristiano comprometido usará sólo aquellos métodos que
puedan hacer plena justicia a la naturaleza dual e inseparable de la Escritura,
aumenten su habilidad para entender y aplicar su mensaje, y fortalezcan su fe.
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