¿Qué es el monoteísmo?
Ángel Manuel Rodríguez
Los diccionarios definen «monoteísmo» como la creencia de que hay un solo Dios; del griego mono (uno) y theos (Dios). Los estudiosos de todas las tradiciones cristianas han analizado hasta qué punto este término encarna la perspectiva bíblica de Dios. Estos estudiosos se preguntan si la Biblia reconoce la existencia de otros dioses. Describiré algunas de estas cuestiones y haré algunos comentarios sobre los materiales bíblicos.
1. El monoteísmo y la Biblia: Los estudiosos bíblicos creían que todas las religiones eran originalmente monoteístas, pero que poco a poco se introdujo en sus sistemas de creencias la idea de la existencia de muchos dioses. Otros sostienen que el monoteísmo es el producto final de un extenso proceso que comenzó con la convicción de que había muchos dioses o numerosas fuerzas espirituales. Pero este enfoque evolutivo del monoteísmo es ajeno a la Biblia. En los últimos tiempos, los estudiosos han reconocido que los materiales bíblicos sobre el tema son más complejos que lo que se creía con anterioridad. Pero aun así se preguntan si una comprensión estrecha del monoteísmo en sí, describe la perspectiva bíblica de Dios. Esto depende de cómo se defina el término.
2. Uno, pero muchos: La Biblia afirma claramente que existe un Dios supremo. Este es el Dios que se presenta en el primer versículo de la Biblia, en Génesis 1:1. Fue el Señor que creó todas las cosas sin esfuerzo, es decir, sin enfrentar fuerzas opositoras. Al momento de la Creación, era el único Dios y Señor. Hallamos pasajes que expresan que «no hay otro fuera de él [Dios]» (Deut. 4:35), que «Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra; no hay otro» (Deut. 4:39; véase también Isa. 44:6-8). Muchos otros pasajes apoyan la utilización del término «monoteísmo» para la comprensión bíblica de Dios.
Sin embargo, no podemos ignorar otras evidencias que complican el tema, en especial en pasajes como el Salmo 82, donde se afirma que Dios está en medio de los «dioses» en juicio, donde pronuncia un veredicto final contra ellos: «Vosotros sois dioses y todos vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis» (vers. 6). Esto ha sido llamado el «monoteísmo monárquico», es decir, los otros dioses están bajo el mando de Dios (Sal. 95:3); pero esto se acerca demasiado al politeísmo (la creencia en la existencia y la adoración de muchos dioses). El Nuevo Testamento reconoce la existencia de al menos otro «dios»: «Entre los incrédulos, el dios de este mundo les cegó el entendimiento» (2 Cor. 4:4).
Aun el primer mandamiento podría entenderse como una implicación de la existencia de otros «dioses»: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxo. 20:3). Lo que resulta sorprendente del primer mandamiento es que –hasta donde sé– esa prohibición era desconocida en las religiones del antiguo Cercano Oriente. Esas religiones no conocían a un Dios celoso que exigía la exclusividad en el servicio y la adoración de su pueblo. Por el contrario, honrar a todos los dioses era considerado una virtud que traía beneficios a los practicantes.
3. Carácter único de Dios: Al examinar esta pregunta tenemos que enfatizar una cosa: que la Biblia presenta a Dios como absolutamente santo, único e incomparable (Deut. 6:4; Isa. 6:3). Es el Ser no creado, el Eterno (Isa. 43:10; 44:6-8). Aunque él eligió habitar con sus criaturas, su misma naturaleza lo ubica fuera del ámbito de su creación. Los que son llamados «dioses» en realidad son criaturas y por lo tanto difieren en esencia de Dios. Fueron creados por él por medio de Cristo (Col. 1:16), pero eligieron rebelarse (Jud. 6) y procuraron ocupar el lugar de Dios en la vida de los seres humanos (Isa. 14:13, 14; Efe. 2:1, 2). Se proclamaron «dioses», pero aún son responsables ante el Señor y no pueden funcionar en forma totalmente independiente de él (Job 1:6-12; Col. 2:10). Esta comprensión bíblica de Dios y la naturaleza de los «dioses» puede ser que no encaje dentro de una definición tradicional y estrecha del monoteísmo, pero es monoteísta porque no reconoce la existencia de ningún otro ser que sea de alguna forma similar al Señor Dios o que participe de su naturaleza distintiva. La singularidad de Dios no niega la pluralidad de los seres que conforman la Trinidad, pero estos jamás deberían ser considerados una pluralidad de «dioses». El misterio de la Trinidad reside en el misterio de su singularidad.
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