¿Qué vino Bebió Jesús?
Jesucristo bebía vino, y eso puede chocar algunos bautistas».
Esa declaración – de que Jesús usaba bebida alcohólica
– fue hecha por el evangelista Billy Graham durante una convención
de los bautistas del sur de los Estados Unidos, en Filadelfia, hace algún
tiempo. Que sepamos, esta aseveración nunca fue contestada; el silencio
es sorprendente y chocante.
Los hechos, sin embargo, son estos: Jesús produjo milagrosamente vino
en las bodas de Caná. La palabra vino, sin embargo, no implica necesariamente
bebida fermentada. Significa apenas un producto de la viña. Se puede
encontrar una analogía en el uso corriente de la palabra cidra, que
tanto indica la bebida fuerte como la exenta de fermentación. Cristo
ciertamente se refería al vino no fermentado cuando dijo que «nadie
pone vino nuevo en odres viejos». En la Versión Septuaginta de
la Biblia, la palabra hebraica para jugo de uva, tirosh,
es traducida por lo menos 33 veces por la palabra griega oinos,
vino, y el adjetivo «nuevo» no está presente. Oinos,
por lo tanto, claramente puede representar un producto no-fermentado en el
Nuevo Testamento.
Es inconcebible que nuestro Señor, después del recibimiento del Espíritu, haya producido en Su primer milagro intoxicantes, principalmente lo que representa el mayor oponente de la vida del Espíritu. «No se embriaguen con vino, pues eso será la perdición de ustedes. Al contrario, queden llenos del Espíritu de Dios» (Efesios 5:18; La Biblia Hoy). También no se puede admitir que haya preparado vino fermentado, esto es, corrompido, para las bodas de Caná. El Señor de la vida en ninguna hipótesis iría a producir algo que tuviese tal característica. Eso arruinaría el gran símbolo de la Comunión. «Ustedes anuncian la muerte del Señor», dijo Pablo refiriéndose al vino tomado durante la Santa Cena (I Cor. 11:26). La muerte del Señor difería de todas las otras muertes en razón de que Su cuerpo no sufrió «corrupción». Su cuerpo, soma, no se volvió un cadáver, ptoma (Hechos 2:27-31). La palabra ptoma no es mencionada ninguna vez en las narrativas de la pasión y muerte de nuestro Señor.
Descubrimientos hechos por la moderna Fisiología dejan perfectamente claro el contraste entre la copa del Señor y la copa de los demonios! Nada podría tipificar más adecuadamente el poder de Cristo que comunica vida en el trigo y la uva, alimentos considerados completos. El fruto de la vid contiene los delicados elementos que, en nuestros días, son considerados esenciales para la sobrevivencia y desarrollo del organismo. El contenido general de la uva es el siguiente: 2,8% de albúminas; 83,7% de carbohidratos; 1,2% de ácidos y extractos; y 2,3% de sales minerales. La fermentación destruye 98,5% de las albúminas, 98% de los carbohidratos, 47% de los ácidos y extractos y 76% de las sales minerales. La vida se agota. La soma de la uva se vuelve una ptoma, un cadáver líquido.
¿Podría Jesús, el Creador, haber fabricado una bebida destructiva al venir en la carne? En Su vida humana, hay dos momentos en que empleó Su poder creativo – al crear vino en Caná y al crear pan para alimentar a los hambrientos al pie de la montaña. ¿Habría creado El pan percán? ¿Habría creado peces podridos? ¿Habría creado vino fermentado? Sería increíble…
¿Qué decir de la recomendación de Pablo a Timoteo para que usase un poco de vino por causa de su estómago? Ningún remedio mejor podría ser indicado para ayudar a la digestión de Timoteo y resolver sus problemas estomacales (ver I Tim. 5:23) que el jugo de la uva. El azúcar contenido en la uva es una substancia que pasa directamente a la circulación sin requerir digestión. Fuera de esa substancia, favorable en esos casos, el alcohol también pasa inalteradamente a las células del organismo, destruyendo las defensas lipóides y demostrando afinidades letales, especialmente para los tejidos nerviosos. Así nuevamente tenemos el duelo entre la uva que transmite vida y el alcohol que transporta la muerte.
El alcohol reduce el calor orgánico. No tiene ningún provecho para la actividad, pues no puede ser utilizado para el trabajo muscular. En lugar de ayudar a la actividad, reduce el tiempo de reflejo en todos los sentidos. No tiene valor medicinal. Ha sido factor preponderante en todo tipo de enfermedades y es la única y directa causa en muchas de ellas, especialmente las de naturaleza mental. Acorta la vida conforme se demuestra por una cantidad de conclusiones de estudio.
Cómo podría Jesús, en quien estaban todos los tesoros de la sabiduría, desconocer tales hechos ? Cómo podría El llegar a fabricar y a hacer uso de vino fermentado ? «El debe haber sido meramente un producto de Su época»! Es a ese problema teológico que nos lleva el mal empleo de la historia de Caná de la Galilea.
El vino que Jesús proveyó para la fiesta de Caná, y
que ofreció de el a los discípulos como símbolo de Su
propia sangre, era el puro jugo de la uva. Fue Jesús que, en el Antiguo
Testamento, hizo esta advertencia al pueblo Israelita: «El vino es escarnecedor,
y la bebida fuerte alborotadora; todo aquel que por ella es vencido, no es
sabio» (Prov. 20:1). Fue El mismo que prescribió abstinencia a
la madre de Sansón (Jueces 13:3-4,14). Cristo no contradice Sus propias
enseñanzas.
El Vino en el Antiguo Testamento.
Tres vocablos distintos son empleados en el Antiguo Testamento para designar
tres especies de vino.
1.- Yayin – Gen. 9:21.-
Es el más usado, porque aparece nada menos que 140 veces. Esta palabra
es empleada indistintamente sin considerar si el vino es fermentado o no.
2.- Tirosh – Deut. 12:17.-
Es empleado 38 veces. Al contrario de la palabra anterior, esta indica que
el vino no es fermentado. Algunas veces es traducido como vino nuevo o mosto.
0 comentarios