Reflexiones Lunares

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Dr. Angel Manuel Rodríguez – Teólogo

No he sido capaz de encontrar una razón bíblica para la observancia de las lunas nuevas en el Antiguo Testamento. ¿ Dónde puedo encontrarla?

      La Biblia no da razones específicas para la observancia de las lunas nuevas. Podemos ser capaces de sugerir algunas posibilidades después de examinar los textos en los que el papel de la luna y la luna nueva es discutido. Sin embargo, no tenemos espacio para analizar todos los datos bíblicos.
       1. Celebración de la luna nueva: Este era un día especial de adoración durante el cual las personas se regocijaban ante el Señor (Ose. 2:11) y descansaban de su trabajo (Amós 8:5; Núm. 29:1-3). Las personas gozaban de una comida familiar festiva (1 Sam. 20:5, 18) y aparentemente consultaban a los profetas de Dios (2 Rey. 4:23). Los sacrificios, junto con ofrendas de granos y de bebidas, eran ofrecidos en el Templo (Núm. 28:11-15; 29:2-5). Se esperaba que cada israelita participara en esta celebración.
       2. Motivación teológica: La institución de los festivales de la luna nueva parece relacionarse con la adoración a los dioses de la luna en el Antiguo Cercano Oriente. Las celebraciones de la luna nueva honraban a estos dioses y, en algunos lugares, eran realizadas cada mes. Entre algunos cananeos, el día más importante (el día de la luna llena) estaba dedicado al dios de la luna. Supuestamente, los dioses de la luna poseían conocimientos y los compartían con sus adoradores. Actuaban como jueces del cielo y de la tierra, y se los consideraba los originadores de la vida.
      El Señor prohibió la adoración de los dioses de la luna a los israelitas (Deut. 17:3). Pero sabía que la luna era un cuerpo astral impresionante, y que su pueblo intentaría adorarlo (Deut. 4:19). Por consiguiente, Dios instituyó la celebración de la luna nueva en Israel. Este debía ser un día de adoración al Creador de la luna (ver Gén. 1:16). Les recordaría a los israelitas que Dios colocó a la luna para reinar sobre la noche (Sal. 136:9) y para señalar las estaciones (Sal. 104:9); que él estableció su función sistemática (Jer. 31:35); y que Dios, no la luna, es el Juez del mundo. Cuando él juzga, la luna permanece inactiva y pierde su fulgor (Joel 3:12, 15). Además, la luna es incapaz de dar vida a los muertos (Jer. 8:1, 2) o de dañar a los siervos de Dios (Sal. 121:6).
      Mientras que los dioses de la luna reclamaban el control del destino de las personas, la celebración de la luna nueva en Israel le recordaba al pueblo de Dios que era el Señor quien los bendecía, los protegía y proveía a sus necesidades. La luna nueva introduce un fragmento de tiempo seguido siempre por la experiencia o el anuncio de un nuevo comienzo. Fue durante la luna nueva que Noé, después del diluvio, vio la cima de las montañas (Gén. 8:5) y la tierra seca (vers. 13). El Señor estaba restaurando el orden a la tierra después de un evento cataclísmico. Los israelitas llegaron al Sinaí en una luna nueva y se convirtieron en el pueblo del pacto de Dios (Éxo. 19:1). El Tabernáculo fue terminado en una luna nueva (Éxo. 40:2, 17), comenzando así un ministerio sacerdotal que señalaba a Cristo.
      Mientras que los dioses de la luna afirmaban ser dispensadores del saber, el Dios de Israel era el verdadero dispensador de conocimiento. Esto puede explicar por qué Dios les daba a los profetas revelaciones durante las lunas nuevas y por qué el pueblo los consultaba. Fue durante una luna nueva que el Señor le habló por primera vez a Moisés acerca del Tabernáculo de reunión (Núm. 1:1). Ezequiel dató, al menos, cuatro de sus revelaciones de Dios en el primer día del mes (Eze. 26:1; 29:17; 31:1; 32:1; ver también Hageo 1:1); todas ellas profecías contra los enemigos del pueblo de Dios. La celebración de la luna nueva servía para desanimar la adoración de los dioses de la luna entre los israelitas.
       3. El papel cultual de la luna nueva: La función primaria de los festivales de la luna nueva tenía que ver con el calendario; es decir, eran utilizados para establecer el tiempo para la celebración de los festivales israelitas. Por ejemplo, la Pascua era celebrada el decimocuarto día del mes (Éxo. 12:18), y la Fiesta de los Panes sin Levadura el decimoquinto día del mes (el día de la luna llena). La Fiesta de la Trompetas era celebrada el primer día del séptimo mes, seguida por el Día de la Expiación en el día décimo, y la Fiesta de los Tabernáculos en el decimoquinto día del mismo mes (Lev. 23:24, 27, 34). La luna nueva preparaba espiritual y psicológicamente a los israelitas para sus citas cultuales con el Señor. Esta parece ser otra razón para que el Señor instituyera su observancia.

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