Traducciones Antiguas del Nuevo testamento – Parte 1
Traducciones Antiguas del Nuevo testamento – Parte 1
A. Versiones latinas del NT.
1. Latina Antigua. Apareció en la última
mitad del s II d.C., quizás en el Norte de Africa, donde existía
una iglesia floreciente que tenía su centro en Cartago. Puesto que la
separan sólo 2 ó 3 generaciones de los autores verdaderos de los
libros del NT, es un testimonio muy importante de su texto primitivo y uno de
los testigos descollantes del tipo de texto occidental. En la actualidad todavía
existen unos 50 fragmentos del NT en latín antiguo. Aunque no contienen
todo el NT, esos manuscritos, junto con las citas en los escritos de los Padres
de la Iglesia, abarcan casi todo el NT. Sobre la base de estas citas patrísticas
los manuscritos se dividen en 3 tipos: el africano, usado por Cipriano; el europeo,
que se encuentra en traducciones al latín (del s II) de las obras de
Ireneo; y el italiano, que aparece en los escritos de Agustín. Sin embargo,
muchos eruditos ponen en tela de juicio la existencia del italiano. Una cantidad
de los manuscritos en latín antiguo se remontan a los ss IV y V, y son
muy importantes.
2. Vulgata. El NT de la Vulgata es una revisión
más o menos conservadora de la versión Latina Antigua, cotejada
con algunos antiguos manuscritos griegos. Jerónimo completó la
revisión de los Evangelios en el 384 d.C., y el resto en los años
siguientes. Sin embargo, no existe seguridad de que haya hecho solo todo ese
trabajo. La nueva versión no fue recibida con mucho entusiasmo, pero
se la fue aceptando gradualmente; sólo en el s VII la Vulgata alcanzó
pleno consenso. En el ínterin, la versión Latina Antigua y la
Vulgata sufrieron una interpenetración que aumenta la complejidad de
su historia literaria. Durante la Edad Media se hicieron varios intentos para
preservar el verdadero texto de la Vulgata: por Casiodoro (6 c 583 d.C.); por
Alcuino, durante el reinado de Carlomagno (s VIII); y por Teodolfo (s IX).
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