Traducciones Antiguas del Nuevo Testamento – Parte 5
Traducciones Antiguas del Nuevo Testamento – Parte 5
A. Versiones antiguas (ss XIII-XIX).
1. Versiones medievales. La mayoría de los
eruditos está de acuerdo en que existían versiones parciales de
la Biblia, en español antiguo, antes del Rey Alfonso X, el Sabio. Se
las llama «Biblias prealfonsinas», y la mayoría de sus códices
se encuentran hoy en la Biblioteca de El Escorial, en España. Pero la
llamada Biblia Alfonsina, incluida en la Historia general del mencionado rey,
es la la versión de importancia, aunque recurre con demasiada frecuencia
a la paráfrasis y no se atiene en todo al texto de la Vulgata, de la
cual pretende ser una traducción. Posteriormente a la Biblia Alfonsina
los judíos españoles tradujeron las Escrituras al español
para uso de ellos. Entre otras, cabe mencionar la Biblia medieval romanceada
judeo-cristiana, de la cual el sacerdote José Llamas publicó en
1950 una edición en Madrid.
2. Verciones judías. a. Biblia de Alba. Fue
traducida entre el 1422 y el 1433 por el rabino Moisés Arragel, por encargo
del maestre de Calatrava, don Luis de Guzmán, que le pidió no
solamente que tradujera el AT sino que además le añadiera un comentario
bíblico. El libro que resultó tiene 515 páginas y 290 miniaturas
en colores. Los comentarios se encuentran en los márgenes, en letra muy
pequeña. Con el tiempo pasó a ser propiedad del duque de Alba,
y por eso se la conoce con ese nombre. Los eruditos la tienen en alta estima
y la consideran superior a todas las versiones anteriores. Nunca se imprimió;
siempre fue manuscrita.
b. Biblia de Ferrara. La 1ª Biblia española
que se imprimió. Su nombre se debe a que en esa ciudad de Italia 2 judíos
portugueses, Duarte Pinel (Yom Tov Athías) y Jerónimo Vargas (Abrabam
Usque), publicaron (en marzo de 1553) 2 versiones de esta Biblia. La 1a, llamada
«De los judíos», fue dedicada a doña Gracia Mendes de
Nas, una famosa banquera del s XVI; la 2ª; al duque de Ferrara para uso
de los cristianos. Esta Biblia es un ejemplo de traducción literal. Conviene
aclarar que su español es ladino (sefaradí o sefaradí);
o sea, judeo-español.
3. Primera versión evangélica: La «Biblia
del Oso». Lleva este nombre porque su 1a edición -hecha en Basilea,
Suiza, en 1569- tenía en la tapa la ilustración de un oso erguido
sobre sus patas traseras, apoyado en el tronco de un árbol, tratando
de comer la miel de un panal que se hallaba en la parte superior del árbol;
se supone que así se quería ilustrar la dulzura del mensaje de
la Palabra de Dios. Tiene el mérito de ser la 1ª traducción
íntegra de la Biblia al español que se haya impreso y haya circulado.
Su traducción fue la obra monumental de un erudito y reformador español,
Casiodoro de Reina, que para su trabajo se basó en los textos originales
y consultó las versiones latinas, griegas, inglesas y alemanas. Esta
Biblia fue revisada en 1602 por un ilustre reformador español, Cipriano
de Valera, quien publicó su trabajo en Amsterdam, Holanda, ese mismo
año. Hay quienes creen que éste produjo una nueva versión
de la Biblia, pero eso no se ajusta a la realidad; sólo se limitó
a revisar y corregir la de su compatriota, y a ubicar los deuterocanónicos
al final del AT. Tiene el gran mérito de estar escrita en un lenguaje
excelente y de ser muy fiel a los idiomas originales. Es la Biblia del pueblo
evangélico de los países de América Latina y de España.
4. Primeras versiones católico romanas. a.
De Scío de San Miguel. Es una traducción de la Vulgata Latina,
y fue hecha más de 200 años después de la aparición
de la Biblia del Oso. Se la imprimió entre 1791 y 1793. Es la obra del
eminente prelado y humanista Felipe Scío de San Miguel, que la llevó
a cabo por encargo del rey Carlos III de España. Es evidente que para
cumplir su tarea no se limitó a consultar la Vulgata, sino que también
recurrió a la traducción de Reina y muy especialmente la de Ferrara.
Se la considera una versión de segunda mano, puesto que es la traducción
de una traducción. Su 1ª edición llevaba el texto latino
junto al español, y contenía numerosas notas explicativas que
trasuntaban mucha erudición, y que son de gran interés, incluso
para los estudiosos actuales. También contenía paráfrasis
de los principales libros de la Biblia. Fue sumamente popular durante la 1a
parte del s XIX; incluso, las sociedades bíblicas evangélicas
la imprimieron, previa eliminación de las notas explicativas. Cayó
en desuso durante la 2ª mitad del s XX, y no se la volvió a reimprimir.
b. De Petisco o Torres Amat. La versión de
Torres Amat, o de Petisco, llegó a ser la más popular entre los
católicos de lengua española, y entre muchos evangélicos,
a partir de mediados del siglo pasado, cuando reemplazó a la de Scío
de San Miguel. Es, al parecer, la obra del obispo y polígrafo don Félix
de Torres Amat, que la habría hecho por encargo del rey Fernando VII
de España. Pero algunos eruditos afirman que aquél se limitó
a revisar la traducción inédita de un jesuita llamado José
Miguel Petisco (1724 -1 800). Por eso, algunos editores la llaman versión
de Petisco; otros, de Torres Amat; y un 3er grupo, de Petisco y Torres Amat.
Otros eruditos salen en defensa del obispo y sostienen que sólo consultó
la Petisco, pero que no la revisó y, por tanto, su traducción
se basaría en la Vulgata. Su versión es menos literal que la de
Scío de San Miguel, y en ella abundan las paráfrasis, añadidas
con la intención de que el lector entienda mejor el texto bíblico,
adiciones que se pueden detectar fácilmente porque aparecen en cursiva.
Por esa razón, ha sido muy criticada tanto por católicos como
por protestantes. Como toda edición católica, la versión
de Torres Amat cuenta con numerosas notas explicativas e interpretativas, cuya
lectura le permite deducir al lector estudioso que el traductor tuvo ante sí
los textos hebreo y griego y otras versiones modernas, aun cuando trata de mantenerse
fiel al texto latino. En 1947 el sacerdote Juan Straubinger, un alemán
que a la sazón era profesor de Sagrada Escritura del Seminario Mayor
«San José» de La Plata, Buenos Aires, Argentina, revisó
íntegramente esta versión, suprimiendo las paráfrasis y
las explicaciones en cursiva, con lo que pasó a ser más fiel al
texto original latino. Se la puede conseguir en las librerías especializadas,
pero suele ser de alto costo. Ha perdido mucho de su popularidad anterior, porque
han aparecido otras versiones católicas de primera mano, es decir, traducidas
directamente de los textos hebreos, arameos y griegos originales; pero la edición
de Straubinger no ha desaparecido de los estantes de las librerías, y
todavía se la puede consultar.
5.Versiones de la América hispana. a. De Galván
Rivera. En fecha muy cercana a la publicación de la Biblia de Torres
Amat en España, se publicó en México una versión
española. Su traductor fue don Mariano Galván Rivera, y se imprimió
en 25 tomos entre 1831 y 1833. Se hizo sobre la base de una traducción
muy popular en Francia, llamada La Bible dzAvignon; también se la llamaba
La Bible de lzAbbé de Vence, Contenía notas y comentarios, en
especial las del teólogo francés Augustin Calmet. Esta versión
virtualmente desapareció, aunque los que la conocieron dicen que tenía
sus méritos innegables.
b. Versión Moderna de Pratt. En 1893 la Sociedad Bíblica Americana,
evangélica, publicó y difundió por la vez la Versión
Moderna del Dr. Henry B. Pratt, un norteamericano enamorado de las letras españolas
y profundo creyente en la necesidad de difundir las Escrituras en los países
que hablan este idioma. Basó su trabajo en los textos originales -hebreo,
arameo y griego-, y cotejó cuidadosamente su traducción con las
versiones de Reina, Scío de San Miguel y Torres Amat. Asimismo la comparó
con la inglesa denominada King James o del rey Jacobo (KJV), conocida también
como Versión Autorizada. Los entendidos no trepidan en señalar
las virtudes de esta traducción, que por alguna razón no pudo
desplazar el amor que evangélicos y protestantes de lengua española
le profesan a la RVR. En 1929 se dejó de imprimir, y en la actualidad
es muy difícil de encontrarla.
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