Traducciones Antiguas del Antiguo Testamento – Parte 2
Traducciones Antiguas del Antiguo Testamento – Parte 2
B. Septuaginta.
La más importante y la más vieja de
las versiones antiguas del AT es la Septuaginta (se abrevia LXX). Con excepción
de los Rollos* del Mar Muerto, que marcaron época, los más antiguos
manuscritos del AT son copias de esta traducción al griego. Por tanto,
la LXX tiene gran importancia tanto desde el punto de vista del texto como de
la historia. La apócrifa Carta de Aristeas presenta un informe de la
traducción del Pentateuco que en la actualidad está muy desacreditado.
Según este escrito, la versión habría sido hecha por 70
(o más exactamente 72) eruditos judíos en Alejandría, bajo
la dirección del bibliotecario Demetrio Falereo; de allí el nombre
de «Versión de los Setenta» o Septuaginta. En realidad, fue
obra de muchas personas -lo que resulta evidente por la diversidad de estilos
y métodos que se ven en ella- y no se terminó hasta c 150 a.C.
De acuerdo con la Carta de Aristeas, la traducción se hizo porque se
consideraba que la Escritura era digna de ocupar un lugar en la biblioteca real.
Los eruditos modernos creen que este interés cultural es una razón
insuficiente para la producción de esta versión, y que el verdadero
motivo era satisfacer las necesidades religiosas de los judíos de lengua
griega que vivían en Alejandría. Tal vez un incentivo adicional
para su producción haya sido el deseo de esos judíos de demostrar
la superioridad de su religión, y un modo de acercarse al mundo helénico.
Esta versión es de alto valor, tanto desde
el punto de vista textual como del histórico. Puesto que se la produjo
antes de la Era Cristiana, es de gran ayuda para la recuperación del
texto hebreo anterior a los masoretas. La LXX preparó el camino para
la obra misionera de los cristianos, y fue su primera Biblia. Era el AT de Pablo
y de la iglesia primitiva, y muchas de las citas del AT que aparecen en el NT
provienen de ella. Le dio forma al vocabulario religioso del NT y fue la base
de otras importantes traducciones. Los eruditos expertos en lenguas semíticas
han descubierto en ella una herramienta útil para el estudio de la morfología
y la gramática hebreas.
Los 2 manuscritos más conocidos de la LXX son Biblias griegas que provienen de la mitad del s IV d.C.: el Códice Vaticano (B) y el Códice Sinaítico (N). De la 1ª parte del s V nos viene el Códice Alejandrino (A); también del s V es el Códice Efraemi (C), que es un palimpsesto (copia hecha sobre pergaminos, cuyo texto anterior ha sido borrado por raspadura). Existen unos 30 manuscritos unciales (escritos sólo con letras mayúsculas) que contienen el texto de la LXX, algunos de los cuales son más bien fragmentarios; más de 1.500 manuscritos en minúscula, que por lo general son posteriores a los unciales; y unos 30 leccionarios. Anteriores a éstos son los papiros. Los papiros bíblicos llamados Chester Beatty incluyen partes de 8 manuscritos distintos de la LXX, cuyas fechas varían desde el s II hasta el s IV d.C., en los que están representados 8 libros del AT (Gn., Nm., Dt., Is., Jer., Ez., Dn. y Est.). También hay en existencia 21 hojas de Ez. de los papiros de John H. Scheide (de la mitad del s III d.C.), y 33 hojas mutiladas del Códice Freer de los Profetas Menores (de la última parte del s III a.C.). Pero anteriores a cualesquiera de éstos son 2 fragmentos del Dt.: el Papiro Fuad 266 (de los ss II o I a.C.), con partes de Dt. 18, 20, 24-27, 31; y el papiro griego 458 de la Biblioteca de John Rylands (del s II a.C.), que contiene porciones de Dt. 23-27 y 28. Las cavernas de Qumrán nos proporcionaron papiros o fragmentos en cuero de Ex. (7QLXX), Lv. (4QLXX) y Nm. (4QLXX), tal vez del s I a.C. o del s I d.C. Una copia fragmentaria de los Profetas Menores en griego, a la que se le asigna la fecha del s I d.C., surgió a la luz en la cueva del Wâd§ Murabba{at en 1952.
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