El don de profecía, tema 4

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El don profético desde Abraham hasta Moisés.

DE ABRAHAM A JOSÉ

ABRAHAM

El siguiente personaje que la Biblia nos presenta en la era patriarcal es al “padre de la fe”, también llamado “el amigo de Dios”. El trato y la comunión de Abraham con el Señor eran tan íntimos, que Dios lo honró en su Palabra con los epítetos anteriores. Cuando Abimelech, ignorando quién era Abraham, quiso perjudicarlo arrebatándole a su esposa, Dios en sueños le habló al rey pagano y le dijo en Génesis 20:7: “Devuélvele su mujer a este hombre porque es profeta.”

 A Abraham se le concedió el don de profecía.

 Dios se le reveló a Abraham en muchas formas y en maneras diversas:

  1. En visiones (Génesis 15:5 y 17:1-21)
  • Mediante materializaciones humanas (Génesis 18:2-23)
  • Mediante un ángel (Génesis 22:15)
  • En sueños (Génesis 15:12-16)

Elena G. de White escribe en referencia clara al padre de la fe y amigo de Dios:

Patriarcas y Profetas, páginas 117-118:Abraham había honrado a Dios, y el Señor le honró haciéndolo partícipe de sus consejos y revelándole sus propósitos.”

A través de su larga y difícil carrera, este adalid de la fe comunicó a su posteridad la

esperanza de un salvador y redentor del hombre. En el monte Moria, por experiencia propia, llegó a comprender más plenamente el plan de salvación. Por eso Dios le comunicó su voluntad y le dio un conocimiento claro de sus requerimientos y de su ley. Fue hecho heredero de la promesa que en él serían benditas todas las familias de la tierra.

ISAAC

Hijo de Abraham, fue uno de los patriarcas que también recibió el don de profecía. La

Biblia nos revela poco de su vida, sin embargo, hay claras referencias de que Dios le concedió el don profético:

Génesis 26:24: “Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, que yo soy contigo, y yo te bendeciré, y multiplicaré tu simiente por amor de Abraham mi siervo.”

Su larga vida, sin duda, fue un testimonio fiel de una relación íntima con Dios. Así, Isaac es claramente otro miembro del linaje por medio de los cuales Dios reveló su voluntad y sus propósitos.

En la carta a los Hebreos, también se le incluye entre los héroes de la fe, juntamente con Abraham y con Jacob, herederos de la vida eterna.

Hebreos 11:20: “Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto de cosas venideras” Véase también Génesis 27:27-29 y 39-40.

JACOB

A Jacob se le dieron muchas revelaciones y sueños. Desde el mismo día en que salió de

su hogar huyendo de su hermano, Dios se le reveló en Bethel mediante un sueño. Soñó una escalera que estaba apoyada en la tierra y que su extremo superior tocaba el cielo. En ella los ángeles del cielo subían y bajaban. Dios estaba en lo alto, el cual dijo:

Génesis 28:10-13: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac tu padre: la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu simiente.”

Patriarcas y Profetas, páginas 183-184: Hasta el tiempo de la rebelión del hombre contra el gobierno divino, había existido libre comunión entre Dios y el hombre. Pero el pecado de Adán y Eva separó al cielo de la tierra, de manera que el hombre no podía comunicarse con su Hacedor. Sin embargo, no se dejó al mundo en solitaria desesperación. La escalera representa a Jesús, el medio señalado para comunicarnos con el cielo. . . Todo esto se le reveló a Jacob en un sueño. Aunque su mente comprendió en seguida una parte de la revelación, sus grandes y misteriosas verdades fueron el estudio de toda su vida, y las fue comprendiendo mejor.

JOSÉ

A José, hijo predilecto de Jacob, desde muy niño se le dieron sueños proféticos acerca de los acontecimientos futuros de la familia de su padre (Ver Génesis 37:6-11). Más tarde, recluido injustamente en una cárcel egipcia, pudo descifrar los sueños a dos oficiales del faraón (Génesis 40).

Cuando Dios quiso dar un mensaje al faraón mediante sueños, y no pudiendo este hallar a alguien que se los interpretara, mandó llamar a José de la cárcel para que le interpretase aquellos sueños siniestros (Génesis 41). Antes de declararle los sueños al faraón, José dirigió la atención del monarca pagano al Dios verdadero, como aquel de quien viene la sabiduría y el conocimiento. José le dijo en Génesis 41:16: “No está en mí, Dios será el que responda paz a Faraón.”

La interpretación era tan clara y convincente, que el rey reconoció que José era según Génesis 41:38, 39: “el hombre en quien está el Espíritu de Dios.”

Sacado de la cárcel y llevado al palacio de Faraón como gobernador de toda la tierra de Egipto, en medio de la pompa y la adulación mundanal, tentado a caer víctima del embrujo del poder, José mantuvo fidelidad inquebrantable al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob su padre. Más tarde al tratar con sus hermanos y al darse a conocer a ellos, reveló un espíritu de perdón para quienes le desearon el mal.

Génesis 45:5: “Vosotros pensasteis mal sobre mí, mas Dios lo encaminó a bien para ver lo que vemos hoy y para mantener con vida a muchos pueblos.”

Con la muerte de José, la dispensación patriarcal llega a su fin. Terminan 2500 años de

historia sagrada. Hay poca historia, pero la información dada es de inestimable valor para la humanidad.


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