«Banquetes y Orgías» en Egipto

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«Banquetes y Orgías» en Egipto

«Las «Fiestas-Banquetes» egipcias han pasado a la Historia por su opulencia y grandiosidad. Unas citas de celebración, donde el buen gusto y la moderación daban paso a los excesos. Una serie de drogas facilitaban el ritual orgiástico…

Egipto tiene un clima cálido. Los egipcios eran gente liberal, amantes de la vida y de los placeres. Además, a diferencia de los mesopotámicos, más toscos, los egipcios tenían más sentido del humor, y eran amantes de la diversión y la Fiesta.

Los Reyes también participaban en las actividades recreativas, hasta el punto de que, por supuesto, a su alrededor giraba el centro de la capital mundana.
El Faraón se recreaba también en su harén, y en este sentido, cabe destacar como ejemplo, que a Ramsés II se le atribuye la paternidad de 162 hijos.

Además de las recepciones suntuosas de la Corte, en donde brillaban las mejores joyas, vestidos y adornos, los miembros de la alta sociedad solían también reunirse para compartir la alegría de un festín.

En las Fiestas-Banquetes egipcias había servidores de ambos sexos. Las servidoras eran jovencitas elegantes, que lucían sugestivos tocados y que llevaban por todo vestido una túnica transparente, o tan sólo un cinturón.

Tanto los peinados como los tocados adornaban las cabezas de los asistentes, siguiendo «la moda» del dios carnero o chivo, Amón, de rostro con cornamenta.

Las servidoras depositaban sobre las cabezas de los invitados unos «panes de perfume» que se piensa que era para aromatizar la estancia, y por consiguiente, también era para animar a un determinado estado psíquico «mágico» a los comensales.

Estos Festines se organizaban por todo lo alto, y en las reuniones festivas solían intervenir muchos tipos de celebrantes: músicos, bailarinas, rapsodas, y magos, como por ejemplo, el mago Djedi, famoso por ser capaz de unir de nuevo las cabezas a los animales que previamente habían decapitado.
La Magia, presente en el banquete, no se limitaba a una mera función de espectáculo para amenizar la Fiesta, sino que La Magia era la columna vertebral de toda la cultura y religión de Egipto.

Al compás de la encandiladora música de los instrumentos, las bailarinas se movían en suaves ondulaciones.
Durante el Banquete se bebía mucho. En exceso. Se degustaban diferentes clases de vinos, y por supuesto, la bebida nacional, la cerveza.
El plato fuerte eran las carnes, en especial las de los bueyes y los bóvidos en general, es decir, animales con cuernos en sus cabezas.

Unas «salsas mágicas», picantes y poderosas» (drogas) eran saboreadas placenteramente por los invitados. Y también se disfrutaba de plantas y frutas prohibidas, algunas de las cuales hoy en día no las conocemos por ser especies desaparecidas.


Pero por si todo ello fuera poco, hacían su aparición estelar dos plantas mágicas muy especiales: las sagradas flores de loto, y los mágicos frutos de la mandrágora, que colmaban el deleite festivo de los invitados.

El ambiente al final acababa siendo irrespirable, y los convites desembocaban irremediablemente en auténticas orgías, desenlace que no tenía lugar por casualidad, sino que era el auténtico fin y objetivo final de la Fiesta.

En realidad toda la Fiesta era en definitiva un ritual orgiástico. Así, el sabroso, picante, mágico y afrodisíaco banquete, lleva al contorneante y sugerente movimiento de las bailarinas en la sensual danza, que a su vez conducen hacia el desenfreno final.

Pero la embriaguez mágica y las Fiestas-Orgías, no sólo constituían un acontecimiento normal, sino una costumbre de muy buen tono social y muy bien vista, ya que además al participar en la «Fiesta Mágica», mediante los estados de trance provocados en la Orgía sagrada, se lograba un acercamiento real al mundo sagrado y mágico de los dioses o entidades abismales.

Los banquetes, las drogas y las Orgías egipcias no sólo no atentaban contra la religión egipcia, sino que como ya se ha dicho antes, eran costumbres bien vistas, enraizadas en la cultura egipcia, y que por tanto, de una u otra manera, formaban parte forzosamente de su cultura religiosa, unida indisolublemente a la propia esencia cultural egipcia.
Por todo ello, la costumbre del banquete, además de Fiesta y diversión, acogía siempre un sentido mágico, ritual y religioso.


En los tiempos antiguos, cuando los dioses gobernaban en Egipto, los mismos dioses, es decir, los seres extraterrestres llegados desde las Tinieblas, participaban en los antecedentes de estas fiestas orgiásticas, que al mismo tiempo, tenían un carácter y sentido oficial, mágico, sagrado y religioso.

Según esta interpretación, lo que ocurría en esas Orgías religiosas ancestrales, era que las entidades divinas se materializaban con las formas físicas más variadas, mezclando a veces en sus cuerpos, partes humanas de carne y hueso, con partes animales, formando seres híbridos, tal y como parecen revelar con exactitud las representaciones artísticas egipcias, o bien, presentando otros aspectos físicos diferentes, a voluntad.

Hay que aclarar, no obstante, que los seres llegados desde el abismo, y que gobernaron como dioses, exijiendo culto hacia ellos, en realidad no eran tales divinidades, sino unas entidades superiores a los seres humanos, y abyectas, dispuestas a servirse de ellos.

En las épocas posteriores, en las que gobernaron los descendientes de los dioses, es decir los Nefilim o semidioses en Egipto, como los «Shemsu Hor» o «Seguidores de Horus», y después los reyes humanos, mucho tiempo después de la Era de los gobiernos de los dioses, si bien ya los dioses no celebraban directamente las Fiestas-Orgías, todavía indirectamente seguían participando en las Fiestas y Cultos sagrados, mediante al menos de dos formas:
1.- Por medio de estatuas.
2.- Mediante posesión.

Categorías: Religiones

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