¿Debe un Cristiano Bailar? – Parte 2
Carlos A. Steger
Doctor en Teología
Características de las danzas bíblicas
Del análisis de los textos bíblicos surgen claramente dos características
del baile o la danza tal como la practicaban los israelitas en tiempos del Antiguo
Testamento.
En primer lugar, nunca bailaban en grupos mixtos. Danzaban las mujeres solas (Éxo. 15:20; Juec. 21:21, 23; 1 Sam. 18:6, 7; 21 :11, 29:5); o la hija de Jefté sola (Juec. 11:34); o David solo (2 Sam. 6:14, 16, 21; 1 Crón. 15:29); pero nunca en grupos mixtos.
[La traducción de la versión Reina Valera Revisada de 2 Samuel 6:5: Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová, es incorrecta. La palabra sahaq, que aparece 36 veces en el Antiguo Testamento, no significa danzar sino reirse, divertirse, burlarse o jugar. Las mejores versiones en castellano la traducen regocijarse o celebrar en este pasaje, no danzar. De modo que este texto no indica que el pueblo en su conjunto, hombres y mujeres, hayan danzado en la procesión que trasladó el arca. El hecho de que el autor de 2 Samuel utilizó palabras diferentes para referirse por un lado a la danza de David y por otro a la alegría de todo el pueblo, debiera prevenirnos de traducir sahaq por danzar, lo que se corrobora por el significado de esta palabra en el resto del Antiguo Testamento.]
La única excepción se encuentra en Éxodo 32:17-19, donde Moisés dice que el culto al becerro de oro estaba acompañado de cantos (que de lejos parecían alaridos de pelea) y danzas. Los israelitas habían aprendido a rendir este tipo de culto en Egipto, donde se adoraba al buey Apis, que representaba a Osiris, el dios Sol. El baile que usaban los egipcios en la adoración al buey Apis era indecente y sensual, e iba acompañado del más grosero libertinaje. Con los sentidos embotados por la ingestión de bebidas alcohólicas (Exo. 32:6), los israelitas se entregaron a una orgía desenfrenada. Dios la sintetizó diciendo que el pueblo se había corrompido (v. 7). La palabra traducida corrompido es la misma que se utiliza en Génesis 6:12 para describir la condición del mundo antediluviano: Toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
Evidentemente el Señor tenía sobrados motivos para desaprobar enérgicamente este único caso que se registra en la Biblia de un baile realizado por hombres y mujeres juntos. En todas las otras referencias bíblicas, el baile o la danza era realizada por un solo sexo.
En segundo lugar, el baile o la danza de los israelitas no se realizaba como una diversión sensual sino como una expresión de gozo o una manifestación de alabanza y adoración a Dios. En contraste con el baile desenfrenado que practicaban las naciones vecinas como parte de sus cultos idólatras, la danza de los israelitas no era pasional ni licenciosa. No existe pasaje bíblico que insinúe una connotación sexual para la danza.
[Alguno podría pensar que Isaías 3:16 se refiere a una danza de carácter sensual. En este pasaje Dios condena a las hijas de Sion porque se ensorberbecen, y andan con el cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando (tafaf), y haciendo son con los pies. El término hebreo tafaf aparece sólo esta vez en todo el Antiguo Testamento, y significa literalmente dar pasos cortos o caminar con paso menudo, lo cual no necesariamente es danzar. La actitud de las hijas de Sion, sin embargo, dejaba mucho que desear y aparentemente era provocativa.]
Si ese hubiera sido el caso, se encontrarían alusiones a la danza en el Cantar de los Cantares; pero en este libro el baile o la danza no se mencionan siquiera una vez. Por otro lado, hay suficientes indicaciones en cuanto a la forma como se bailaba o danzaba en Israel como para descartar completamente todo propósito lujurioso. Las palabras hebreas dan la idea de saltos y movimientos circulares, sea en rondas o en forma individual, o como parte de las procesiones religiosas. Tampoco hay referencias a bailes realizados de noche, sino de día y al aire libre. Además el atuendo de los participantes consistía normalmente de túnicas largas y sueltas, que no llamaban la atención a las formas del cuerpo.
Por todas estas características,
entonces, es evidente que el baile o la danza de los tiempos bíblicos
no era una diversión licenciosa. El único caso de baile excitante
y sensual mencionado en la Biblia es el de la hija de Herodías, quien
danzó seductoramente para el rey Herodes y sus huéspedes en el
día de su cumpleaños (Mat. 14:6; Mar. 6:22).
Mt. 14: 6:
“Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de
Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes…”
De hecho, no es éste un ejemplo digno de imitar, pues tuvo como consecuencia inmediata la muerte de Juan el Bautista, y la extinción de la última oportunidad para arrepentirse que tenía Herodes.
Si los tiempos cambiaron,
¿no deberían cambiar los principios?
Hasta aquí el análisis de las referencias bíblicas acerca
del baile y la danza. Lo realizado por los israelitas, ¿justifica que
los cristianos del siglo XXI participen de los bailes? Por lo ya expuesto podemos
contestar simplemente que NO (ver Patriarcas y profetas, p. 766):
“El hecho de que, en su alegría reverente, David bailó delante
de Dios ha sido citado por los amantes de los placeres mundanos para justificar
los bailes modernos; pero este argumento no tiene fundamento. En nuestros días,
el baile va asociado con insensateces y festines de medianoche. La salud y la
moral se sacrifican en aras del placer. Los que frecuentan los salones de baile
no hacen de Dios el objeto de su contemplación y reverencia. La oración
o los cantos de alabanza serían considerados intempestivos en esas asambleas
y reuniones. Esta prueba debiera ser decisiva. Los cristianos verdaderos no
han de procurar las diversiones que tienden a debilitar el amor a las cosas
sagradas y a aminorar nuestro gozo en el servicio de Dios. La música
y la danza de alegre alabanza a Dios mientras se transportaba el arca no se
asemejaban para nada a la disipación de los bailes modernos. Las primeras
tenían por objeto recordar a Dios y ensalzar su santo nombre. Los segundos
son un medio que Satanás usa para hacer que los hombres se olviden de
Dios y le deshonren.”
Pero alguien podría preguntar:
¿No podríamos hacer bailes religiosos, como en los tiempos del
Antiguo Testamento? La respuesta nuevamente es negativa, por varias razones.
En primer lugar, porque vivimos en una cultura diferente que la del Antiguo
Testamento. Aunque el ser humano tiene las mismas emociones y sentimientos en
todas las culturas, la forma de expresar esas emociones o sentimientos varía
entre una cultura y otra. Las diferencias culturales se ven en todos los aspectos
de la vida. Los principios que rigen la vida del creyente y su adoración
son universales, pero la forma de aplicarlos varía. Por ejemplo, los
hebreos manifestaban reverencia ante la presencia de Dios quitándose
los zapatos, cosa que en nuestra cultura se considera una grave falta de reverencia
y de respeto. Otro ejemplo es la exteriorización de tristeza y arrepentimiento,
que los israelitas indicaban rasgando sus vestidos y colocando ceniza sobre
sus cabezas, lo que en nuestra cultura sería visto casi como una expresión
de desequilibrio mental. Una diferencia similar ocurre en relación con
el baile y la danza, que para la mentalidad israelita tenía un sentido
muy diferente al que tiene en la sociedad contemporánea occidental.
Hay otras razones. Mientras que la danza se relaciona con el culto más
de una vez en el Antiguo Testamento, no ocurre lo mismo en el Nuevo Testamento,
que no contiene ninguna referencia al baile como parte de la adoración.
El baile se menciona solamente en los tres primeros Evangelios, y está
totalmente ausente del resto del Nuevo Testamento. Los apóstoles se refirieron
a la organización de la iglesia y la forma de realizar el culto, incluyendo
el canto, la oración la predicación y la Cena del Señor,
pero no dijeron ni una palabra acerca de la danza como parte integrante del
culto. El baile o la danza tampoco se mencionan al describir la tierra nueva
ni al detallar la adoración futura de los redimidos en el cielo.
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