Los Libros Apócrifos del Nuevo Testamento.

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p align=»center»>Doctor Montague Rhodes James
Doctor E. J. Goodspeed
Doctor A. de Santos Otero
Doctor Hennecke-Schneemelcher


Los apócrifos del NT nunca tuvieron entre los cristianos la estima de que gozaron los apócrifos del AT. Pocos de ellos fueron alguna vez considerados serios candidatos a la canonicidad. Montague Rhodes James, en su prefacio a The Apocryphal New Testament, dice que el lector puede verificar la sabiduría de esta decisión leyendo por sí mismo tal literatura: «Muy pronto se verá que no hay dudas de por qué se excluyeron del Nuevo Testamento: lo hicieron solos» (pp xi, xii). Véase Seudoepigráficos.

Ninguno de los libros clasificados como apócrifos del NT son anteriores al s II d.C. Ninguno de ellos puede reclamar con razón haber sido escrito por apóstoles o tener autoridad apostólica, una de las pruebas de canonicidad para la iglesia primitiva. Su calidad literaria y espiritual los señala definidamente como de segunda clase. Veamos las clasificaciones y algunas de sus obras.
I. Evangelios apócrifos.
Las referencias y citas de los Evangelios extrabíblicos esparcidos en los escritos patrísticos, combinados con antiguas listas de obras y fragmentos no canónicos de manuscritos procedentes de Egipto, proporcionan pruebas de la existencia de unos 50 Evangelios apócrifos. De muchos de ellos poco o nada se sabe, más que su nombre. Sólo se pueden mencionar aquí unos pocos de los más destacados.
1. Evangelio de los Egipcios.
Se originó en Egipto y se escribió en griego poco antes de mediados del s II d.C. Esta obra encabeza la lista de Evangelios heréticos que da Orígenes. Nuestra principal fuente de información con respecto a él es Clemente de Alejandría (c 150-c 220 d.C.), quien conservó unas pocas citas y quien nos dice que era leído y aceptado por los ascéticos encratitas. También se refieren a él otras 2 obras: la Refutación de todas las herejías de Hipólito, y el Panarion de Epifanio. Estos escritores revelan que, además de ser fuertemente ascéticos en sus enseñanzas, apoyan el sabelianismo (una herejía que hace del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo meros aspectos sucesivos de una unidad eterna) y la idea de la fluidez del alma.
2. Evangelio de los Hebreos.
Llamado así porque fue usado por cristianos de origen judío en Egipto, o por cristianos con tendencias fuertemente judías. Está constituido mayormente por material tomado del Evangelio canónico según Mateo. Se lo conoce por unas pocas citas de escritores cristianos tempranos, principalmente Jerónimo. Con referencia a la tentación, pone en boca de Jesús: «Aun ahora mi madre, el Espíritu Santo, me tomó por uno de mis propios cabellos y me llevó al gran monte Tabor». Jerónimo menciona 2 incidentes interesantes, relacionados con la resurrección, que se encuentran en este Evangelio. En uno de ellos se cuenta que Jesús le dijo a Pedro y a los que estaban con él: «He aquí, tóquenme y vean que no soy un espíritu descarnado (demonio)». En el otro se declara: «Ahora bien, el Señor, cuando hubo dado la tela de lino al siervo del sacerdote, fue hacia Santiago y se le apareció (porque Santiago había jurado que no comería pan desde que había participado de la copa del Señor hasta que lo viera resucitado de entre los que duermen)».
3. Evangelio de Pedro.
Trabajo con seudónimo del s II d.C. caracterizado por el antijudaísmo y el docetismo (enseñanza que niega la verdadera humanidad de Jesús al atribuirle sólo un cuerpo como de fantasma), y en consecuencia niega la realidad de sus sufrimientos. Un fragmento de este Evangelio fue descubierto en 1886 en una tumba en Akhmim, en 78 el Alto Egipto, y fue publicado en 1892. Su naturaleza docetista se revela claramente en 2 citas: «Y trajeron dos malhechores, y crucificaron al Señor entre ellos. Pero él guardó silencio, como si no sintiera dolor». «Y el Señor clamó en voz alta diciendo: ‘Mi poder, mi poder, tú me has abandonado’. Y después de haber dicho esto, fue llevado arriba».
4. Evangelio de los Ebionitas.
Obra escrita probablemente en griego, hacia fines del s II d.C., para promover los puntos de vista cismáticos de los ebionitas, judíos cristianos afectados por el gnosticismo. Orígenes lo conoció como Evangelio de los Doce apóstoles. Se sabe de su existencia mayormente por las citas que de él hace el Panarion de Epifanio. Los ebionitas eran vegetarianos, y su Evangelio describe la alimentación de Juan como de miel silvestre y tortas sumergidas en aceite.
5. Evangelios de Tomás.
a) Uno pretende ser «la narración de Tomás el israelita, el filósofo, con respecto a las obras de la niñez de Jesús». Se ocupa mayormente de una serie de supuestos milagros realizados por Jesús mientras era niño, entre los 5 y los 12 años. De acuerdo con estos informes, Jesús niño poseía poderes sobrenaturales, pero eran usados a menudo con fines destructivos y vengativos. La gente hasta se quejaba ante José: «Tú, que tienes este niño, no puedes vivir con nosotros en la aldea: o le enseñas a bendecir o [le enseñas] a no maldecir; porque mata a nuestros niños» (cp IV). b) Otro es un trabajo también llamado Evangelio de Tomás, una colección de más de 100 dichos (lóguion) de Jesús, que menciona la literatura patrística. Algunos eran conocidos por un papiro encontrado en Oxirrinco.* La colección completa en una traducción copta fue descubierta en Nag Hamadí,* en Egipto, en 1946. Curiosamente, uno de estos «Dichos de Jesús», ya conocido por una colección encontrada en Oxirrinco, atribuye al Señor esta declaración: «Si no guardáis el sábado como sábado, no veréis al Padre» (Dicho Nº 28).
6. Protoevangelio de Santiago.
Uno de tantos «Evangelios de la infancia» que intentaron glorificar la niñez de Jesús. Pretende promover la santidad y la veneración de la Virgen María. Siguiendo el modelo del relato del nacimiento de Samuel, narra el anuncio angélico del nacimiento de María a Joaquín y Ana, sus padres, en respuesta a sus fervientes oraciones, y cómo María, al igual que Samuel, fue presentada al Señor y educada en el templo. Describe la milagrosa concepción de Jesús, y su vida en el hogar de José, un viudo anciano. Declara que Zacarías, padre de Juan el Bautista, fue asesinado por Herodes al no querer revelar el lugar donde se escondía Elisabet y Juan cuando mataron a los niños de Belén. Con respecto a este Evangelio, pretendidamente escrito por Santiago, el hermano del Señor, el Dr. E. J. Goodspeed, dijo: «Ningún Evangelio es más completamente ficticio que éste».
7. Evangelio de Nicodemo.
Uno de «Evangelios de la pasión», también llamado Hechos [o Actas] de Pilato. Data de mediados del s IV d.C., y está constituido por 2 partes diferentes: a) la narración del juicio, de la pasión y de la resurrección, donde se destacan particularmente las partes desempeñadas por Pilato y por Nicodemo; b) un relato del supuesto descenso al infierno. Los hipotéticos documentos de Pilato con respecto a Jesús son pura fantasía.

Hechos apócrifos.

Conjunto de relatos fantásticos de viajes de los grandes líderes apostólicos. Surgieron en la iglesia primitiva para suplementar el breve informe que da nuestro libro canónico de los Hechos, que se centra en Pedro (Hch. 1-12) y en Pablo (13-28). Y aunque se dan los nombres de los apóstoles en el capítulo 1, nada se dice en la obra del trabajo o de la suerte de la mayoría de ellos. Aun la narración acerca de Pablo se corta de repente, sin dar ninguna información acerca de lo que ocurrió con su juicio.

Los Hechos apócrifos pretenden responder las preguntas que surgen naturalmente de este silencio, pero los informes son de carácter puramente legendario. Exaltan a los apóstoles por sobre el nivel de la realidad y hacen de ellos personajes fantásticos. Aunque pueda haber algo de verdad en algunos incidentes que se narran, en su mayor parte están desprovistos de valor histórico. Se explayan en relatos maravillosos de naturaleza milagrosa. Son de un carácter fuertemente ascético. Las relaciones matrimoniales son consideradas como malas. La mayoría de ellos presenta puntos de vista heréticos con respecto a Jesús conocidos como docetismo, y algunos enseñan una forma ingenua de modalismo, doctrina que no hace una distinción clara entre el Padre y el Hijo. Sin embargo, contienen pasajes de ferviente piedad y sincera devoción. Sólo mencionaremos 5 de los más destacados Hechos apócrifos.
1. Hechos de Juan.
Narración ficticia de los viajes del apóstol escrita en el s II d.C. Contiene relatos imaginarios de sus milagros y discursos. Es especialmente digno de notar por su exposición del punto de vista docetista de nuestro Señor (véase I, 3). Jesús aparece en 79 formas variables y cambiantes: como joven y como anciano, como inmaterial y como cuerpo sólido (capítulos 89-93). Podía andar sin comer ni dormir (89). No dejaba huellas cuando caminaba (93). Sus sufrimientos no fueron reales y en la crucifixión fue un fantasma (97-101). Así, los Hechos de Juan presentan al apóstol enseñando exactamente la doctrinas que su Evangelio y sus epístolas estaban destinadas a enfrentar y a refutar.
2. Hechos de Pablo.
De acuerdo con Tertuliano, es una novela apostólica producida por un presbítero del Asia antes del 190 d.C. y después del martirio de Policarpo, que ocurrió c 155 d.C. Sólo quedan fragmentos de él. Es notable por su famosa descripción de Pablo como un hombre de baja estatura, calvo, de piernas curvadas, cejijunto y con una nariz prominente. También contiene el bien conocido relato de Pablo y Tecla. Tecla es una virgen que deshace su compromiso con Tamyris, después de escuchar las enseñanzas del apóstol que exaltan las virtudes de la virginidad, y luego lo sigue. La obra también consigna algunas supuestas correspondencias intercambiadas con la iglesia de Corinto (a veces llamada 3 Corintios), y un informe del martirio de Pablo. El libro expresa una fuerte aversión al matrimonio y contiene varias presuntas bienaventuranzas del apóstol acerca de la castidad, incluyendo la que dice: «Bienaventurados son los que tienen esposa como si no la tuvieran, porque heredarán a Dios». Durante un buen tiempo Hechos de Pablo fue altamente estimado en el Oriente.
3. Hechos de Pedro.
Libro con los milagros y las palabras de Pedro, producido cerca del fin del s II o comienzos del s III d.C. Se han recuperado, de diversas fuentes, unos 2/3 del texto. Narra cómo Pedro llegó a Roma, y cuenta lo que hizo y enseñó allí, particularmente su oposición a Simón el Mago, quien había desviado a la mayor parte de los miembros de la iglesia de Roma. Al refutar al mago, Pedro hace toda clase de milagros, como hacer hablar a un perro, nadar a un arenque muerto, hablar a un bebé como si fuera un adulto, y que varias personas se levanten de los muertos. De acuerdo con la narración, la enseñanza de Pedro sobre el ascetismo y la castidad causa la separación de muchas mujeres de sus esposos, lo que finalmente le trae dificultades con las autoridades, las que están decididas a matarlo. Al principio cede a los ruegos de sus amigos y huye de Roma. Pero al salir se encuentra con el Señor Jesús que entra en la ciudad, y Pedro le pregunta a Jesús: «Señor, ¿a dónde vas?» (la famosa leyenda del Quo Vadis). La respuesta fue: «Voy a Roma para ser crucificado». Pedro entonces regresa y es crucificado cabeza abajo, a su pedido. Hechos de Pedro es de interés para el estudioso de la historia de la observancia del sábado y del domingo, puesto que el libro designa específicamente al 1er día de la semana como el «día del Señor».
4. Hechos de Andrés.
Obra que cuenta los viajes y los hechos maravillosos del apóstol Andrés en el Ponto, en Bitinia, en Macedonia y en Grecia. Los eruditos no están de acuerdo en la fecha de su composición, pero lo más probable es que se haya escrito antes del 200 d.C. y cerca del tiempo de Hechos de Pablo. Hay alguna evidencia de que este último pueda tener alguna dependencia de aquél. Como Hechos de Pedro y Hechos de Pablo, el de Andrés considera la relación conyugal como mala y estimula el celibato y la continencia. El apóstol persuade a Maximila, esposa de Aegetes, procónsul de Grecia, a abandonar a su esposo; como consecuencia, Andrés sufre el martirio. Lo crucifican, pero permanece en la cruz 3 días, y luego de rehusar la liberación, finalmente sucumbe.
5. Hechos de Tomás.
Relato de los viajes de «Judas» Tomás, escrito probablemente hacia fines del s II d.C. Se conserva íntegramente. Los eruditos están divididos en cuanto a la lengua en que se escribió: mientras algunos opinan que fue escrito en siríaco, otros creen que fue en griego; finalmente hay quienes sostienen que el libro se redactó en ambos idiomas. Trasunta fuertes ideas gnósticas, usa fraseología maniquea y enseña el ascetismo. La vida abstemia de Tomás se describe así: «Ayuna continuamente y ora, y come sólo pan, con sal, y su bebida es el agua, y no viste más que una pieza de ropa en tiempo bueno y en invierno, y no recibe nada de ningún hombre y lo que tiene lo da a otros» (capítulo 20). El libro presenta una condición indispensable para la salvación: la abstinencia de relaciones sexuales, que llama «sucio trato sexual» (capítulo 12). Consiste de 13 «hechos» de Tomás, seguidos por un informe de su martirio. El relato comienza con una reunión de los apóstoles en Jerusalén para dividir las regiones del mundo para el servicio cristiano. Tomás recibe la India como su suerte, pero rehúsa aceptar esta misión aun después que Jesús se le aparece y trata de dispersar sus temores. El Señor entonces lo vende como esclavo carpintero a un mercader (Abanes) enviado por el rey de la India. En la India, el ministerio de Tomás está lleno de lo milagroso y sobrenatural. La cría de un asno habla. Una serpiente es obligada a 80 absorber el veneno del cuerpo de un joven asesinado, con lo que vuelve a la vida. Una joven que fue muerta recibe otra vez la vida y relata los horrores de su experiencia en el infierno. Cuatro asnos salvajes son llamados como sustitutos de unas bestias de carga exhaustas. Uno de ellos exorciza un demonio de una mujer y de su hija. Tomás es liberado de la prisión para bautizar a unos conversos, y después de su retorno, el sello de las puertas de la prisión aparecen como si no se hubieran roto. Todo el libro está desprovisto de valor histórico, aunque el autor usó personajes históricos.
6. Hechos secundarios.
Entre las obras de importancia secundaria se podría nombrar Hechos de Felipe, Hechos de Mateo, Hechos de Andrés y Mateo, Hechos de Pedro y Andrés, Hechos de Andrés y Pablo, Hechos de Bartolomé, Hechos de Simón y Judas, Hechos de Tadeo, Hechos de Bernabé, etc.


Epístolas apócrifas.

Escritos de este tipo no son muy numerosos y tampoco impresionantes. Las epístolas del NT son más difíciles de imitar que los Evangelios o los Apocalipsis, y por lo tanto, es más fácil descubrir sus falsificaciones.

Dos cartas espurias pretenden ser la correspondencia entre Jesús y Abgaro, rey de Edesa. Las Homilías clementinas comienzan con una supuesta carta de Pedro a Santiago. Obras atribuidas a Pablo incluyen la Epístola a los laodicenses, que pretende ser la carta mencionada en Col. 4:16; la perdida epístola a los Corintios (cf 1 Co. 5:9), que es parte del apócrifo Hechos de Pablo; y la falsificada correspondencia de Pablo con Séneca: 14 cartas, 6 atribuidas a Pablo y 8 a Séneca. También se deberían mencionar la pseudo Epístola de Tito, el discípulo de Pablo, acerca del estado de castidad. Finalmente, una Epístola de los apóstoles, escrita a mediados del s II «para todos los hombres» en el nombre de los apóstoles de Jesús. Ninguna de ellas puede pretender con justicia un lugar en el canon del NT.

Padres Apostólicos.

Más importantes que las epístolas apócrifas son las así llamadas de los Padres Apostólicos, que generalmente no se incluyen en la literatura apócrifa del NT, pero algunas de los cuales durante un tiempo tuvieron pretensiones serias de canonicidad. Varios de estos escritos están en la forma de epístolas o cartas.
1. 1 Clemente.
Carta de la iglesia de Roma a la de Corinto escrita entre el 75 y 110 d.C., y más probablemente alrededor del 95 d.C. El verdadero autor de la carta, de acuerdo con la tradición de la iglesia primitiva, fue Clemente, cabeza de la iglesia de Roma. Su tema principal es un llamamiento a la iglesia de Corinto a eliminar sus diferencias y a someterse a la autoridad de los ancianos, algunos de los cuales habían sido depuestos. Contiene la aseveración clara más temprana del principio de la sucesión apostólica (capítulo 44). También las referencias no canónicas más tempranas referentes a Pedro y a Pablo, y constituyen un valor para el estudio del canon del NT por sus citas, alusiones y referencias a los libros del mismo. Aparentemente, fue aceptado como canónico por Clemente de Alejandría (muerto c 220 d.C.). El Manuscrito bíblico llamado Códice Alejandrino, del s V d.C., lo incluye, y un Manuscrito de la versión siríaca del s XII d.C. lo incluye entre las cartas de Pablo y las epístolas católicas. Fue mencionado como parte del NT en los cánones apostólicos de c 350 d.C.
2. 2 Clemente.
No es realmente una carta ni es de Clemente. Es un sermón, escrito a mediados del s II d.C., que se asoció con 1 Clemente. Es una apelación al arrepentimiento, a una vida pura y piadosa, y a creer en Cristo y en la resurrección.
3. Epístola de Bernabé.
Obra anónima que se originó en la 1ª mitad del s II d.C., y que la tradición erróneamente atribuye a Bernabé, el amigo de Pablo.
4. El Pastor de Hermas.
Homilía del s II d.C. atribuida a un Hermas de Roma, quien pretendía tener el don de profecía. Este libro consiste mayormente de alegorías, y representa un intento de restablecer la autoridad del don profético que se estaba perdiendo en la iglesia. Algunos lo consideraron canónico; fue incluido en el NT en el Códice Sinaítico.
5. La Didajé (o Enseñanzas de los Doce apóstoles).
Manual para la iglesia que data probablemente del s II d.C. Está dividido en 2 partes: la primera posiblemente sea una obra judía llamada Los dos caminos; y la segunda, una especie de manual de organización eclesiástica.

Apocalipsis apócrifos.

1. Ascensión de Isaías.
Obra mixta, judeo-cristiana, de alrededor del s II d.C., transmitida en forma completa sólo en una traducción etíope. La 1ª parte (capítulos 1-5), considerada de origen judío, relata la historia del martirio de Isaías, quien murió «aserrado» (cf He. 11:37). La 2ª parte, llamada «la visión que Isaías… vio» (capítulos 6-11), describe el viaje del profeta a través de los 7 cielos, durante el cual vio muchos misterios relativos a Cristo («el amado»): su descenso a la tierra y su crucifixión, su ascensión y su lugar a la diestra de la gloria.
2. Apocalipsis de Pedro.
Este escrito, de 81 mediados del s II d.C., es el más importante de los Apocalipsis apócrifos cristianos. Se debe distinguir del Apocalipsis de Pedro gnóstico, descubierto en 1946 en Nag Hamadí.* Se ha conservado parte en un fragmento griego descubierto en 1886 en la tumba de un monje cristiano en Akhmim, Alto Egipto, como también en una traducción etíope conocida desde 1910, que se considera más cerca del original que el fragmento griego. Este Apocalipsis, que alcanzó gran circulación y mucha estima, es digno de notarse por sus vívidas descripciones del castigo preciso por pecados específicos de los perdidos. Son atormentados sobre ruedas incandescentes y ríos de fuego por demonios con serpientes, gusanos y buitres. Estas descripciones derivan de fuentes no cristianas como el orfismo y el pitagorismo. También incluye una breve descripción del paraíso de los redimidos, perfumado y lleno de frutos.
3. 5 Esdras.
Idéntico al 4 Esd. 1 y 2 en los Mss latinos. Contiene una invectiva, que recuerda pasajes del AT, contra el pueblo judío «duro de cerviz» por causa de sus pecados (capítulo 1), y promesas consoladoras a sus sucesores, los cristianos, como pueblo de Dios (capítulo 2).
4. 6 Esdras.
Idéntico al 4 Esd. 15 y 16 en los Manuscritos latinos. Estos 2 capítulos describen la suerte y la destrucción total que viene a «toda la redonda tierra» por causa de la maldad. Pero Dios librará a sus elegidos de esos días de terrible desolación.
5. Sibilas cristianas.
El término «sibila» designaba a una de varias clases de mujeres antiguas quienes, en estado de éxtasis, predecían eventos futuros. Los oráculos sibilinos judeo-cristianos están expresados en exámetros griegos. Evidentemente, los primeros 5 libros son judíos con interpolaciones cristianas. Los libros 6 al 8 son puramente cristianos. El 6 contiene un himno a Cristo y al bendito árbol sobre el que fue «extendido». El 8, de 500 líneas, es el más importante. Comienza con un anuncio de condenación de la depravada y atea Roma. Luego sigue un canto de triunfo escatológico de Cristo. Las letras iniciales de las líneas griegas 217-250 forman el famoso acróstico (IESOUS): «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador». El libro cierra con un himno a Dios y al Logos que se encarnó. El 7 presenta varias profecías escatológicas y preceptos morales y rituales.
6. Apocalipsis de Pablo.
Libro de fines del s IV o V d.C. que pretende describir lo que Pablo vio cuando fue «arrebatado hasta el tercer cielo» (2 Co. 12:2-4). Comienza con una introducción que cuenta el hallazgo de la revelación de Pablo en una caja de mármol bajo su casa en Tarso, junto con el calzado que usaba cuando «caminaba enseñando la palabra de Dios». Luego sigue la queja: «¿Por cuánto tiempo transgredirás y añadirás pecado a pecado y tentarás al Señor que te hizo?» Después de ser arrebatado al 3er cielo, Pablo presencia la aprobación de un alma justa y la condena de un alma impía. Describe la «ciudad de Cristo» con sus 12 muros, 12 torres, 12 puertas y 4 ríos. Allí encuentra a muchos santos del AT y a María la madre de Jesús. Luego se le muestra la terrible condenación de varias clases de pecadores. Por causa de los ángeles, de Pablo y de los cristianos que oran sobre la tierra, un grupo tendrá respiro del castigo los domingos.
7. Apocalipsis de Tomás.
Profecía de las «señales que ocurrirán al fin del mundo», pretendidamente revelada al apóstol por el «Hijo de Dios el Padre y… el padre de todos los espíritus». Probablemente fue escrita en latín por el s V d.C. Es singular por el hecho de que presenta 7 señales del fin para los 7 días de tiempo.
8. Apocalipsis de Esteban.
Esta obra, que cuenta la reaparición de Esteban, el 1er mártir cristiano, evidentemente fue muy valiosa para la herejía maniquea. Fue condenada en el s VI d.C., junto con los Apocalipsis de Pablo y de Tomás, por el Decretum Gelasianum; no se sabe de ningún texto que haya sobrevivido.
9. Apocalipsis de la Virgen.
En 2 Apocalipsis independientes, uno griego y otro etíope, se narra que la Virgen María vio los tormentos de los perdidos.

Escritos gnósticos apócrifos.

Para un análisis de estos libros apócrifos de naturaleza gnóstica, descubiertos en Nag Hamadí en traducciones coptas, véase Nag Hamadí.

Apócrifos modernos.

Existe cierta cantidad de escritos religiosos, producidos en tiempos modernos, que pretenden estar basados en documentos antiguos, pero que han sido expuestos como falsificaciones o como ficción. Entre ellos están:
1.
Libro de Jasher, 1751, por Jacob Ilive.
2.
Crucifixión de Jesús vista por un testigo, 1851.
3.
Hechos 29, 1871.
4.
Informe de Pilato, 1879, por W. D. Mahan (edición ampliada, 1884, llamada The Archaeological and the Historical Writings of the Sanhedrin and Talmuds of the Jews [Los escritos arqueológicos e históricos del Sanedrín y los Talmud de los judíos], o The Archko Volume [El volumen Archko], o la Archko Library [La Biblioteca Archko]).82
5.
Confesiones de Poncio Pilato, 1889, escrito como ficción por un obispo libanés.
6.
Vida desconocida de Cristo, 1894, por Nicolás Notovitch.
7.
Segundo libro de los Hechos, por mucho tiempo perdido, 1904, por Kenneth G. Guthrie.
8.
Evangelio de Acuario, 1911, por Levi H. Dowling.
9.
Los libros perdidos de la Biblia, 1926.
Bib.: M. R. James, The Apocryphal New Testament [El NT apócrifo] (Oxford, 1955); Hennecke-Schneemelcher, New Testament Apocrypha [Apócrifos del NT], tr. y ed. por R. McL. Wilson, 2 ts (Filadelfia, 1963,1965); E. J. Goodspeed, Famous Biblical Hoaxes or Modern Apocrypha [Famosas falsificaciones bíblicas o Apócrifos modernos] (Grand Rapids, Mich., 1956); A. de Santos Otero, Los Evangelios apócrifos, 7ª ed. (Madrid, BAC, 1991).

 


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