Los Libros Apócrifos del Nuevo Testamento.
Doctor E. J. Goodspeed
Doctor A. de Santos Otero
Doctor Hennecke-Schneemelcher
Los apócrifos del NT nunca tuvieron entre los cristianos la estima de
que gozaron los apócrifos del AT. Pocos de ellos fueron alguna vez considerados
serios candidatos a la canonicidad. Montague Rhodes James, en su prefacio a
The Apocryphal New Testament, dice que el lector puede verificar la sabiduría
de esta decisión leyendo por sí mismo tal literatura: «Muy
pronto se verá que no hay dudas de por qué se excluyeron del Nuevo
Testamento: lo hicieron solos» (pp xi, xii). Véase Seudoepigráficos.
Ninguno de los libros clasificados como apócrifos del NT son anteriores
al s II d.C. Ninguno de ellos puede reclamar con razón haber sido escrito
por apóstoles o tener autoridad apostólica, una de las pruebas
de canonicidad para la iglesia primitiva. Su calidad literaria y espiritual
los señala definidamente como de segunda clase. Veamos las clasificaciones
y algunas de sus obras.
I. Evangelios apócrifos.
Las referencias y citas de los Evangelios extrabíblicos esparcidos en
los escritos patrísticos, combinados con antiguas listas de obras y fragmentos
no canónicos de manuscritos procedentes de Egipto, proporcionan pruebas
de la existencia de unos 50 Evangelios apócrifos. De muchos de ellos
poco o nada se sabe, más que su nombre. Sólo se pueden mencionar
aquí unos pocos de los más destacados.
1. Evangelio de los Egipcios.
Se originó en Egipto y se escribió en griego poco antes de mediados
del s II d.C. Esta obra encabeza la lista de Evangelios heréticos que
da Orígenes. Nuestra principal fuente de información con respecto
a él es Clemente de Alejandría (c 150-c 220 d.C.), quien conservó
unas pocas citas y quien nos dice que era leído y aceptado por los ascéticos
encratitas. También se refieren a él otras 2 obras: la Refutación
de todas las herejías de Hipólito, y el Panarion de Epifanio.
Estos escritores revelan que, además de ser fuertemente ascéticos
en sus enseñanzas, apoyan el sabelianismo (una herejía que hace
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo meros aspectos sucesivos de
una unidad eterna) y la idea de la fluidez del alma.
2. Evangelio de los Hebreos.
Llamado así porque fue usado por cristianos de origen judío en
Egipto, o por cristianos con tendencias fuertemente judías. Está
constituido mayormente por material tomado del Evangelio canónico según
Mateo. Se lo conoce por unas pocas citas de escritores cristianos tempranos,
principalmente Jerónimo. Con referencia a la tentación, pone en
boca de Jesús: «Aun ahora mi madre, el Espíritu Santo, me
tomó por uno de mis propios cabellos y me llevó al gran monte
Tabor». Jerónimo menciona 2 incidentes interesantes, relacionados
con la resurrección, que se encuentran en este Evangelio. En uno de ellos
se cuenta que Jesús le dijo a Pedro y a los que estaban con él:
«He aquí, tóquenme y vean que no soy un espíritu descarnado
(demonio)». En el otro se declara: «Ahora bien, el Señor, cuando
hubo dado la tela de lino al siervo del sacerdote, fue hacia Santiago y se le
apareció (porque Santiago había jurado que no comería pan
desde que había participado de la copa del Señor hasta que lo
viera resucitado de entre los que duermen)».
3. Evangelio de Pedro.
Trabajo con seudónimo del s II d.C. caracterizado por el antijudaísmo
y el docetismo (enseñanza que niega la verdadera humanidad de Jesús
al atribuirle sólo un cuerpo como de fantasma), y en consecuencia niega
la realidad de sus sufrimientos. Un fragmento de este Evangelio fue descubierto
en 1886 en una tumba en Akhmim, en 78 el Alto Egipto, y fue publicado en 1892.
Su naturaleza docetista se revela claramente en 2 citas: «Y trajeron dos
malhechores, y crucificaron al Señor entre ellos. Pero él guardó
silencio, como si no sintiera dolor». «Y el Señor clamó
en voz alta diciendo: ‘Mi poder, mi poder, tú me has abandonado’. Y después
de haber dicho esto, fue llevado arriba».
4. Evangelio de los Ebionitas.
Obra escrita probablemente en griego, hacia fines del s II d.C., para promover
los puntos de vista cismáticos de los ebionitas, judíos cristianos
afectados por el gnosticismo. Orígenes lo conoció como Evangelio
de los Doce apóstoles. Se sabe de su existencia mayormente por las citas
que de él hace el Panarion de Epifanio. Los ebionitas eran vegetarianos,
y su Evangelio describe la alimentación de Juan como de miel silvestre
y tortas sumergidas en aceite.
5. Evangelios de Tomás.
a) Uno pretende ser «la narración de Tomás el israelita,
el filósofo, con respecto a las obras de la niñez de Jesús».
Se ocupa mayormente de una serie de supuestos milagros realizados por Jesús
mientras era niño, entre los 5 y los 12 años. De acuerdo con estos
informes, Jesús niño poseía poderes sobrenaturales, pero
eran usados a menudo con fines destructivos y vengativos. La gente hasta se
quejaba ante José: «Tú, que tienes este niño, no puedes
vivir con nosotros en la aldea: o le enseñas a bendecir o [le enseñas]
a no maldecir; porque mata a nuestros niños» (cp IV). b) Otro es
un trabajo también llamado Evangelio de Tomás, una colección
de más de 100 dichos (lóguion) de Jesús, que menciona la
literatura patrística. Algunos eran conocidos por un papiro encontrado
en Oxirrinco.* La colección completa en una traducción copta fue
descubierta en Nag Hamadí,* en Egipto, en 1946. Curiosamente, uno de
estos «Dichos de Jesús», ya conocido por una colección
encontrada en Oxirrinco, atribuye al Señor esta declaración: «Si
no guardáis el sábado como sábado, no veréis al
Padre» (Dicho Nº 28).
6. Protoevangelio de Santiago.
Uno de tantos «Evangelios de la infancia» que intentaron glorificar
la niñez de Jesús. Pretende promover la santidad y la veneración
de la Virgen María. Siguiendo el modelo del relato del nacimiento de
Samuel, narra el anuncio angélico del nacimiento de María a Joaquín
y Ana, sus padres, en respuesta a sus fervientes oraciones, y cómo María,
al igual que Samuel, fue presentada al Señor y educada en el templo.
Describe la milagrosa concepción de Jesús, y su vida en el hogar
de José, un viudo anciano. Declara que Zacarías, padre de Juan
el Bautista, fue asesinado por Herodes al no querer revelar el lugar donde se
escondía Elisabet y Juan cuando mataron a los niños de Belén.
Con respecto a este Evangelio, pretendidamente escrito por Santiago, el hermano
del Señor, el Dr. E. J. Goodspeed, dijo: «Ningún Evangelio
es más completamente ficticio que éste».
7. Evangelio de Nicodemo.
Uno de «Evangelios de la pasión», también llamado Hechos
[o Actas] de Pilato. Data de mediados del s IV d.C., y está constituido
por 2 partes diferentes: a) la narración del juicio, de la pasión
y de la resurrección, donde se destacan particularmente las partes desempeñadas
por Pilato y por Nicodemo; b) un relato del supuesto descenso al infierno. Los
hipotéticos documentos de Pilato con respecto a Jesús son pura
fantasía.
Conjunto de relatos fantásticos de viajes de los grandes líderes apostólicos. Surgieron en la iglesia primitiva para suplementar el breve informe que da nuestro libro canónico de los Hechos, que se centra en Pedro (Hch. 1-12) y en Pablo (13-28). Y aunque se dan los nombres de los apóstoles en el capítulo 1, nada se dice en la obra del trabajo o de la suerte de la mayoría de ellos. Aun la narración acerca de Pablo se corta de repente, sin dar ninguna información acerca de lo que ocurrió con su juicio.
Los Hechos apócrifos pretenden responder las preguntas que surgen naturalmente
de este silencio, pero los informes son de carácter puramente legendario.
Exaltan a los apóstoles por sobre el nivel de la realidad y hacen de
ellos personajes fantásticos. Aunque pueda haber algo de verdad en algunos
incidentes que se narran, en su mayor parte están desprovistos de valor
histórico. Se explayan en relatos maravillosos de naturaleza milagrosa.
Son de un carácter fuertemente ascético. Las relaciones matrimoniales
son consideradas como malas. La mayoría de ellos presenta puntos de vista
heréticos con respecto a Jesús conocidos como docetismo, y algunos
enseñan una forma ingenua de modalismo, doctrina que no hace una distinción
clara entre el Padre y el Hijo. Sin embargo, contienen pasajes de ferviente
piedad y sincera devoción. Sólo mencionaremos 5 de los más
destacados Hechos apócrifos.
1. Hechos de Juan.
Narración ficticia de los viajes del apóstol escrita en el s II
d.C. Contiene relatos imaginarios de sus milagros y discursos. Es especialmente
digno de notar por su exposición del punto de vista docetista de nuestro
Señor (véase I, 3). Jesús aparece en 79 formas variables
y cambiantes: como joven y como anciano, como inmaterial y como cuerpo sólido
(capítulos 89-93). Podía andar sin comer ni dormir (89). No dejaba
huellas cuando caminaba (93). Sus sufrimientos no fueron reales y en la crucifixión
fue un fantasma (97-101). Así, los Hechos de Juan presentan al apóstol
enseñando exactamente la doctrinas que su Evangelio y sus epístolas
estaban destinadas a enfrentar y a refutar.
2. Hechos de Pablo.
De acuerdo con Tertuliano, es una novela apostólica producida por un
presbítero del Asia antes del 190 d.C. y después del martirio
de Policarpo, que ocurrió c 155 d.C. Sólo quedan fragmentos de
él. Es notable por su famosa descripción de Pablo como un hombre
de baja estatura, calvo, de piernas curvadas, cejijunto y con una nariz prominente.
También contiene el bien conocido relato de Pablo y Tecla. Tecla es una
virgen que deshace su compromiso con Tamyris, después de escuchar las
enseñanzas del apóstol que exaltan las virtudes de la virginidad,
y luego lo sigue. La obra también consigna algunas supuestas correspondencias
intercambiadas con la iglesia de Corinto (a veces llamada 3 Corintios), y un
informe del martirio de Pablo. El libro expresa una fuerte aversión al
matrimonio y contiene varias presuntas bienaventuranzas del apóstol acerca
de la castidad, incluyendo la que dice: «Bienaventurados son los que tienen
esposa como si no la tuvieran, porque heredarán a Dios». Durante
un buen tiempo Hechos de Pablo fue altamente estimado en el Oriente.
3. Hechos de Pedro.
Libro con los milagros y las palabras de Pedro, producido cerca del fin del
s II o comienzos del s III d.C. Se han recuperado, de diversas fuentes, unos
2/3 del texto. Narra cómo Pedro llegó a Roma, y cuenta lo que
hizo y enseñó allí, particularmente su oposición
a Simón el Mago, quien había desviado a la mayor parte de los
miembros de la iglesia de Roma. Al refutar al mago, Pedro hace toda clase de
milagros, como hacer hablar a un perro, nadar a un arenque muerto, hablar a
un bebé como si fuera un adulto, y que varias personas se levanten de
los muertos. De acuerdo con la narración, la enseñanza de Pedro
sobre el ascetismo y la castidad causa la separación de muchas mujeres
de sus esposos, lo que finalmente le trae dificultades con las autoridades,
las que están decididas a matarlo. Al principio cede a los ruegos de
sus amigos y huye de Roma. Pero al salir se encuentra con el Señor Jesús
que entra en la ciudad, y Pedro le pregunta a Jesús: «Señor,
¿a dónde vas?» (la famosa leyenda del Quo Vadis). La respuesta
fue: «Voy a Roma para ser crucificado». Pedro entonces regresa y es
crucificado cabeza abajo, a su pedido. Hechos de Pedro es de interés
para el estudioso de la historia de la observancia del sábado y del domingo,
puesto que el libro designa específicamente al 1er día de la semana
como el «día del Señor».
4. Hechos de Andrés.
Obra que cuenta los viajes y los hechos maravillosos del apóstol Andrés
en el Ponto, en Bitinia, en Macedonia y en Grecia. Los eruditos no están
de acuerdo en la fecha de su composición, pero lo más probable
es que se haya escrito antes del 200 d.C. y cerca del tiempo de Hechos de Pablo.
Hay alguna evidencia de que este último pueda tener alguna dependencia
de aquél. Como Hechos de Pedro y Hechos de Pablo, el de Andrés
considera la relación conyugal como mala y estimula el celibato y la
continencia. El apóstol persuade a Maximila, esposa de Aegetes, procónsul
de Grecia, a abandonar a su esposo; como consecuencia, Andrés sufre el
martirio. Lo crucifican, pero permanece en la cruz 3 días, y luego de
rehusar la liberación, finalmente sucumbe.
5. Hechos de Tomás.
Relato de los viajes de «Judas» Tomás, escrito probablemente
hacia fines del s II d.C. Se conserva íntegramente. Los eruditos están
divididos en cuanto a la lengua en que se escribió: mientras algunos
opinan que fue escrito en siríaco, otros creen que fue en griego; finalmente
hay quienes sostienen que el libro se redactó en ambos idiomas. Trasunta
fuertes ideas gnósticas, usa fraseología maniquea y enseña
el ascetismo. La vida abstemia de Tomás se describe así: «Ayuna
continuamente y ora, y come sólo pan, con sal, y su bebida es el agua,
y no viste más que una pieza de ropa en tiempo bueno y en invierno, y
no recibe nada de ningún hombre y lo que tiene lo da a otros» (capítulo
20). El libro presenta una condición indispensable para la salvación:
la abstinencia de relaciones sexuales, que llama «sucio trato sexual»
(capítulo 12). Consiste de 13 «hechos» de Tomás, seguidos
por un informe de su martirio. El relato comienza con una reunión de
los apóstoles en Jerusalén para dividir las regiones del mundo
para el servicio cristiano. Tomás recibe la India como su suerte, pero
rehúsa aceptar esta misión aun después que Jesús
se le aparece y trata de dispersar sus temores. El Señor entonces lo
vende como esclavo carpintero a un mercader (Abanes) enviado por el rey de la
India. En la India, el ministerio de Tomás está lleno de lo milagroso
y sobrenatural. La cría de un asno habla. Una serpiente es obligada a
80 absorber el veneno del cuerpo de un joven asesinado, con lo que vuelve a
la vida. Una joven que fue muerta recibe otra vez la vida y relata los horrores
de su experiencia en el infierno. Cuatro asnos salvajes son llamados como sustitutos
de unas bestias de carga exhaustas. Uno de ellos exorciza un demonio de una
mujer y de su hija. Tomás es liberado de la prisión para bautizar
a unos conversos, y después de su retorno, el sello de las puertas de
la prisión aparecen como si no se hubieran roto. Todo el libro está
desprovisto de valor histórico, aunque el autor usó personajes
históricos.
6. Hechos secundarios.
Entre las obras de importancia secundaria se podría nombrar Hechos de
Felipe, Hechos de Mateo, Hechos de Andrés y Mateo, Hechos de Pedro y
Andrés, Hechos de Andrés y Pablo, Hechos de Bartolomé,
Hechos de Simón y Judas, Hechos de Tadeo, Hechos de Bernabé, etc.
Epístolas apócrifas.
Escritos de este tipo no son muy numerosos y tampoco impresionantes. Las epístolas del NT son más difíciles de imitar que los Evangelios o los Apocalipsis, y por lo tanto, es más fácil descubrir sus falsificaciones.
Dos cartas espurias pretenden ser la correspondencia entre Jesús y Abgaro, rey de Edesa. Las Homilías clementinas comienzan con una supuesta carta de Pedro a Santiago. Obras atribuidas a Pablo incluyen la Epístola a los laodicenses, que pretende ser la carta mencionada en Col. 4:16; la perdida epístola a los Corintios (cf 1 Co. 5:9), que es parte del apócrifo Hechos de Pablo; y la falsificada correspondencia de Pablo con Séneca: 14 cartas, 6 atribuidas a Pablo y 8 a Séneca. También se deberían mencionar la pseudo Epístola de Tito, el discípulo de Pablo, acerca del estado de castidad. Finalmente, una Epístola de los apóstoles, escrita a mediados del s II «para todos los hombres» en el nombre de los apóstoles de Jesús. Ninguna de ellas puede pretender con justicia un lugar en el canon del NT.
Padres Apostólicos.
Más importantes que las epístolas apócrifas son las así
llamadas de los Padres Apostólicos, que generalmente no se incluyen en
la literatura apócrifa del NT, pero algunas de los cuales durante un
tiempo tuvieron pretensiones serias de canonicidad. Varios de estos escritos
están en la forma de epístolas o cartas.
1. 1 Clemente.
Carta de la iglesia de Roma a la de Corinto escrita entre el 75 y 110 d.C.,
y más probablemente alrededor del 95 d.C. El verdadero autor de la carta,
de acuerdo con la tradición de la iglesia primitiva, fue Clemente, cabeza
de la iglesia de Roma. Su tema principal es un llamamiento a la iglesia de Corinto
a eliminar sus diferencias y a someterse a la autoridad de los ancianos, algunos
de los cuales habían sido depuestos. Contiene la aseveración clara
más temprana del principio de la sucesión apostólica (capítulo
44). También las referencias no canónicas más tempranas
referentes a Pedro y a Pablo, y constituyen un valor para el estudio del canon
del NT por sus citas, alusiones y referencias a los libros del mismo. Aparentemente,
fue aceptado como canónico por Clemente de Alejandría (muerto
c 220 d.C.). El Manuscrito bíblico llamado Códice Alejandrino,
del s V d.C., lo incluye, y un Manuscrito de la versión siríaca
del s XII d.C. lo incluye entre las cartas de Pablo y las epístolas católicas.
Fue mencionado como parte del NT en los cánones apostólicos de
c 350 d.C.
2. 2 Clemente.
No es realmente una carta ni es de Clemente. Es un sermón, escrito a
mediados del s II d.C., que se asoció con 1 Clemente. Es una apelación
al arrepentimiento, a una vida pura y piadosa, y a creer en Cristo y en la resurrección.
3. Epístola de Bernabé.
Obra anónima que se originó en la 1ª mitad del s II d.C.,
y que la tradición erróneamente atribuye a Bernabé, el
amigo de Pablo.
4. El Pastor de Hermas.
Homilía del s II d.C. atribuida a un Hermas de Roma, quien pretendía
tener el don de profecía. Este libro consiste mayormente de alegorías,
y representa un intento de restablecer la autoridad del don profético
que se estaba perdiendo en la iglesia. Algunos lo consideraron canónico;
fue incluido en el NT en el Códice Sinaítico.
5. La Didajé (o Enseñanzas de los Doce apóstoles).
Manual para la iglesia que data probablemente del s II d.C. Está dividido
en 2 partes: la primera posiblemente sea una obra judía llamada Los dos
caminos; y la segunda, una especie de manual de organización eclesiástica.
Apocalipsis apócrifos.
1. Ascensión de Isaías.
Obra mixta, judeo-cristiana, de alrededor del s II d.C., transmitida en forma
completa sólo en una traducción etíope. La 1ª parte
(capítulos 1-5), considerada de origen judío, relata la historia
del martirio de Isaías, quien murió «aserrado» (cf He.
11:37). La 2ª parte, llamada «la visión que Isaías…
vio» (capítulos 6-11), describe el viaje del profeta a través
de los 7 cielos, durante el cual vio muchos misterios relativos a Cristo («el
amado»): su descenso a la tierra y su crucifixión, su ascensión
y su lugar a la diestra de la gloria.
2. Apocalipsis de Pedro.
Este escrito, de 81 mediados del s II d.C., es el más importante de los
Apocalipsis apócrifos cristianos. Se debe distinguir del Apocalipsis
de Pedro gnóstico, descubierto en 1946 en Nag Hamadí.* Se ha conservado
parte en un fragmento griego descubierto en 1886 en la tumba de un monje cristiano
en Akhmim, Alto Egipto, como también en una traducción etíope
conocida desde 1910, que se considera más cerca del original que el fragmento
griego. Este Apocalipsis, que alcanzó gran circulación y mucha
estima, es digno de notarse por sus vívidas descripciones del castigo
preciso por pecados específicos de los perdidos. Son atormentados sobre
ruedas incandescentes y ríos de fuego por demonios con serpientes, gusanos
y buitres. Estas descripciones derivan de fuentes no cristianas como el orfismo
y el pitagorismo. También incluye una breve descripción del paraíso
de los redimidos, perfumado y lleno de frutos.
3. 5 Esdras.
Idéntico al 4 Esd. 1 y 2 en los Mss latinos. Contiene una invectiva,
que recuerda pasajes del AT, contra el pueblo judío «duro de cerviz»
por causa de sus pecados (capítulo 1), y promesas consoladoras a sus
sucesores, los cristianos, como pueblo de Dios (capítulo 2).
4. 6 Esdras.
Idéntico al 4 Esd. 15 y 16 en los Manuscritos latinos. Estos 2 capítulos
describen la suerte y la destrucción total que viene a «toda la
redonda tierra» por causa de la maldad. Pero Dios librará a sus
elegidos de esos días de terrible desolación.
5. Sibilas cristianas.
El término «sibila» designaba a una de varias clases de mujeres
antiguas quienes, en estado de éxtasis, predecían eventos futuros.
Los oráculos sibilinos judeo-cristianos están expresados en exámetros
griegos. Evidentemente, los primeros 5 libros son judíos con interpolaciones
cristianas. Los libros 6 al 8 son puramente cristianos. El 6 contiene un himno
a Cristo y al bendito árbol sobre el que fue «extendido». El
8, de 500 líneas, es el más importante. Comienza con un anuncio
de condenación de la depravada y atea Roma. Luego sigue un canto de triunfo
escatológico de Cristo. Las letras iniciales de las líneas griegas
217-250 forman el famoso acróstico (IESOUS): «Jesucristo, Hijo de
Dios, Salvador». El libro cierra con un himno a Dios y al Logos que se
encarnó. El 7 presenta varias profecías escatológicas y
preceptos morales y rituales.
6. Apocalipsis de Pablo.
Libro de fines del s IV o V d.C. que pretende describir lo que Pablo vio cuando
fue «arrebatado hasta el tercer cielo» (2 Co. 12:2-4). Comienza con
una introducción que cuenta el hallazgo de la revelación de Pablo
en una caja de mármol bajo su casa en Tarso, junto con el calzado que
usaba cuando «caminaba enseñando la palabra de Dios». Luego
sigue la queja: «¿Por cuánto tiempo transgredirás
y añadirás pecado a pecado y tentarás al Señor que
te hizo?» Después de ser arrebatado al 3er cielo, Pablo presencia
la aprobación de un alma justa y la condena de un alma impía.
Describe la «ciudad de Cristo» con sus 12 muros, 12 torres, 12 puertas
y 4 ríos. Allí encuentra a muchos santos del AT y a María
la madre de Jesús. Luego se le muestra la terrible condenación
de varias clases de pecadores. Por causa de los ángeles, de Pablo y de
los cristianos que oran sobre la tierra, un grupo tendrá respiro del
castigo los domingos.
7. Apocalipsis de Tomás.
Profecía de las «señales que ocurrirán al fin del
mundo», pretendidamente revelada al apóstol por el «Hijo de
Dios el Padre y… el padre de todos los espíritus». Probablemente
fue escrita en latín por el s V d.C. Es singular por el hecho de que
presenta 7 señales del fin para los 7 días de tiempo.
8. Apocalipsis de Esteban.
Esta obra, que cuenta la reaparición de Esteban, el 1er mártir
cristiano, evidentemente fue muy valiosa para la herejía maniquea. Fue
condenada en el s VI d.C., junto con los Apocalipsis de Pablo y de Tomás,
por el Decretum Gelasianum; no se sabe de ningún texto que haya sobrevivido.
9. Apocalipsis de la Virgen.
En 2 Apocalipsis independientes, uno griego y otro etíope, se narra que
la Virgen María vio los tormentos de los perdidos.
Escritos gnósticos apócrifos.
Para un análisis de estos libros apócrifos de naturaleza gnóstica, descubiertos en Nag Hamadí en traducciones coptas, véase Nag Hamadí.
Apócrifos modernos.
Existe cierta cantidad de escritos religiosos, producidos en tiempos modernos,
que pretenden estar basados en documentos antiguos, pero que han sido expuestos
como falsificaciones o como ficción. Entre ellos están:
1.
Libro de Jasher, 1751, por Jacob Ilive.
2.
Crucifixión de Jesús vista por un testigo, 1851.
3.
Hechos 29, 1871.
4.
Informe de Pilato, 1879, por W. D. Mahan (edición ampliada, 1884, llamada
The Archaeological and the Historical Writings of the Sanhedrin and Talmuds
of the Jews [Los escritos arqueológicos e históricos del Sanedrín
y los Talmud de los judíos], o The Archko Volume [El volumen Archko],
o la Archko Library [La Biblioteca Archko]).82
5.
Confesiones de Poncio Pilato, 1889, escrito como ficción por un obispo
libanés.
6.
Vida desconocida de Cristo, 1894, por Nicolás Notovitch.
7.
Segundo libro de los Hechos, por mucho tiempo perdido, 1904, por Kenneth G.
Guthrie.
8.
Evangelio de Acuario, 1911, por Levi H. Dowling.
9.
Los libros perdidos de la Biblia, 1926.
Bib.: M. R. James, The Apocryphal New Testament [El NT apócrifo] (Oxford,
1955); Hennecke-Schneemelcher, New Testament Apocrypha [Apócrifos del
NT], tr. y ed. por R. McL. Wilson, 2 ts (Filadelfia, 1963,1965); E. J. Goodspeed,
Famous Biblical Hoaxes or Modern Apocrypha [Famosas falsificaciones bíblicas
o Apócrifos modernos] (Grand Rapids, Mich., 1956); A. de Santos Otero,
Los Evangelios apócrifos, 7ª ed. (Madrid, BAC, 1991).
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