omentario Leccion EGW 02 Julio – Septiembre 2012
III Trimestre de 2012
1 y 2 de Tesalonicenses
Notas de Elena G. de White
Lección 2
14 de Julio de 2012
Conservar las relaciones
Sábado 7 de julio
En el primer capítulo a la carta a los Corintios, Pablo nos ha dejado una instrucción, que todo obrero verdadero necesita estudiar, especialmente los siguientes versículos: “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:23-25). He aquí una lección de consecuencias especiales, para todo obrero de la viña del Señor. Predicar para agradar los oídos de la gente no resultará en una obra sólida, mientras la verdad no sea proclamada de una manera que los lleve a la cruz de Jesucristo. El mensajero de Dios debe presentar las verdades eternas sencillamente, y mantener delante de la gente en forma clara y precisa, el peligro de descuidar los intereses eternos. Para que el yo se mantenga fuera de la vista, Jesucristo debe ser elevado y exaltado (La voz: Su educación y uso correcto, pp. 355, 356).
Domingo 8 de julio:
Oposición en Tesalónica
Cuando se proclamaron así las verdades del evangelio en Tesalónica con gran poder, se cautivó la atención de grandes congregaciones. “Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y Silas; y de los griegos religiosos grande multitud, y mujeres nobles no pocas”.
Como en los lugares adonde fueron anteriormente, los apóstoles tropezaron aquí con acérrima oposición. “Los judíos que eran incrédulos”, tuvieron “celos”. Estos judíos no contaban entonces con el favor del poder romano, porque no mucho antes habían provocado una insurrección en Roma. Eran mirados con suspicacia, y su libertad era restringida en cierta medida. Vieron ahora una oportunidad para aprovecharse de las circunstancias, a fin de rehabilitarse, y al mismo tiempo arrojar oprobio sobre los apóstoles y sobre los conversos al cristianismo.
Se proponían hacer esto uniéndose con “algunos ociosos, malos hombres”, por medio de los cuales lograron alborotar la ciudad. Con la esperanza de encontrar a los apóstoles, asaltaron “la casa de Jasón”; pero no hallaron a Pablo ni a Silas. Y “no hallándolos”, la turba, en su loco chasco, “trajeron a Jasón, y a algunos hermanos a los gobernadores de la ciudad, dando voces: Estos que alborotan el mundo, también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús”.
Como no se halló a Pablo ni a Silas, los magistrados pusieron bajo fianza a los creyentes acusados, para mantener la paz. Temiendo violencias adicionales, “los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea”.
Los que enseñan hoy verdades poco populares no necesitan desanimarse si en ocasiones no son recibidos más favorablemente, aun por los que pretenden ser cristianos, de lo que lo fueron Pablo y sus colaboradores por la gente entre la cual trabajaron. Los mensajeros de la cruz deben velar y orar, y seguir adelante con fe y ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús. Deben exaltar a Cristo como el mediador del hombre en el Santuario celestial, en quien se concentraban todos los sacrificios de la dispensación del Antiguo Testamento, y por cuyo sacrificio expiatorio los transgresores de la ley de Dios pueden hallar paz y perdón (Los hechos de los apóstoles, pp. 186, 187).
Lunes 9 de julio:
El incidente en Berea
Los creyentes tesalonicenses se veían muy molestados por hombres que se levantaban entre ellos con ideas y doctrinas fanáticas. Algunos andaban “fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear”. La iglesia había sido debidamente organizada, y se habían nombrado dirigentes para que actuaran como ministros y diáconos. Pero había algunos voluntariosos e impetuosos que rehusaban someterse a aquellos que ocupaban puestos de autoridad en la iglesia. Los tales aseveraban tener no solamente derecho a juzgar por su cuenta, sino también a presentar insistentemente sus conceptos a la iglesia. En vista de esto, Pablo llamó la atención de los tesalonicenses al respeto y la deferencia debidos a aquellos que habían sido escogidos para ocupar puestos de autoridad en la iglesia (Los hechos de los apóstoles, p. 212).
En Berea Pablo encontró judíos que estaban dispuestos a investigar las verdades que enseñaba. El informe de Lucas declara de ellos: “Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres”.
La mente de los bereanos no estaba estrechada por el prejuicio. Estaban dispuestos a investigar la verdad de la doctrina presentada por los apóstoles. Estudiaban la Biblia, no por curiosidad, sino para aprender lo que se había escrito concerniente al Mesías prometido. Investigaban diariamente los relatos inspirados; y al comparar escritura con escritura, los ángeles celestiales estaban junto a ellos, iluminando sus mentes e impresionando sus corazones.
Doquiera se proclaman las verdades del evangelio, aquellos que desean sinceramente hacer lo recto son inducidos a escudriñar diligentemente las Escrituras. Si en las escenas finales de la historia terrenal, aquellos a quienes se proclaman las verdades probatorias siguieran el ejemplo de los bereanos, escudriñando diariamente las Escrituras, comparando con la Palabra de Dios los mensajes que se les dan, habría un gran número de leales a los preceptos de la ley de Dios donde ahora hay comparativamente pocos. Pero cuando las verdades impopulares de la Biblia se presentan, muchos se niegan a hacer esta investigación. Aunque no pueden contradecir las claras enseñanzas de las Escrituras, manifiestan, sin embargo, extrema indisposición a estudiar las evidencias ofrecidas. Algunos arguyen que aunque estas doctrinas sean en verdad ciertas, importa poco que ellos acepten o no la nueva luz; y se aferran a fábulas agradables por las cuales el enemigo suele extraviar las almas. Así sus mentes son cegadas por el error y ellos se separan del cielo (Los hechos de los apóstoles, pp. 188, 189).
Martes 10 de julio:
Interludio en Atenas
Entre los que escucharon las palabras de Pablo había algunos en cuyas mentes produjeron convicción las verdades presentadas; pero no quisieron humillarse para reconocer a Dios y aceptar el plan de la salvación. Ninguna elocuencia de palabras, ni fuerza de argumentos, puede convertir al pecador. Solo el poder de Dios puede aplicar la verdad al corazón. El que se aparta persistentemente de este poder no puede ser alcanzado. Los griegos buscaban sabiduría; sin embargo, el mensaje de la cruz era locura para ellos porque estimaban su propia sabiduría más que la que viene de lo alto.
En su orgullo de intelectual y humana sabiduría puede hallarse la razón por la cual el mensaje evangélico tuvo comparativamente poco éxito entre los atenienses. Los sabios según el mundo que acudan a Cristo como pobres y perdidos pecadores, llegarán a ser sabios para salvación; pero aquellos que acudan como hombres distinguidos, enalteciendo su propia sabiduría, no recibirán la luz y conocimiento que solo él puede dar.
Así afrontó Pablo el paganismo de sus días. Sus labores en Atenas no fueron totalmente inútiles. Dionisio, uno de los ciudadanos más eminentes, y algunos otros, aceptaron el mensaje evangélico, y se unieron plenamente con los creyentes.
La inspiración nos ha dado esta vislumbre de la vida de los atenienses, que, con todo su conocimiento, refinamiento y arte, estaban sin embargo sumidos en el vicio, para que pudiera verse cómo Dios, mediante su siervo, reprendió la idolatría y los pecados de un pueblo orgulloso y confiado en sí mismo. Las palabras del apóstol y la descripción de su actitud y del ambiente que lo rodeaba, como los traza la pluma inspirada, habían de transmitirse a todas las generaciones venideras como testimonio de su firme confianza, su valor en la soledad y adversidad, así como de la victoria ganada en favor del cristianismo en el mismo corazón del paganismo.
Las palabras de Pablo contienen un tesoro de conocimiento para la iglesia. Estaba en una posición desde donde hubiera podido fácilmente decir algo que irritara a sus orgullosos oyentes y lo metiera en dificultad. Si su discurso hubiera sido un ataque directo contra sus dioses y los grandes hombres de la ciudad, hubiera estado expuesto a sufrir la suerte de Sócrates. Pero con un tacto nacido del amor divino, apartó cuidadosamente sus mentes de las deidades paganas, y les reveló el Dios verdadero, que era desconocido para ellos (Los hechos de los apóstoles, pp. 195, 196).
Miércoles 11 de julio:
Llegada a Corinto
Pablo dejó a sus compañeros para que lo siguieran más tarde, y se fue directamente a Corinto. Aquí él adoptó un curso de acción diferente del que había utilizado en Atenas. En ese lugar, había adaptado su estilo al carácter de la audiencia, dedicando gran parte de su tiempo a discutir la religión naturalista, respondiendo ciencia con ciencia, lógica con lógica, y filosofía con filosofía. Pero cuando analizó el tiempo y el trabajo que había dedicado para exponer el cristianismo, comprendió que su enseñanza no había dado mucho fruto y decidió cambiar su estilo en el futuro. Determinó evitar la discusión de teorías y la presentación de argumentos muy elaborados, y exponer directamente a los pecadores la doctrina de la salvación mediante Cristo. En su epístola a los hermanos corintios les describió cuál había sido la forma de trabajar entre ellos:
“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:1-5).
Aquí el apóstol nos da la forma más exitosa de convertir a las almas de la ignorancia y las tinieblas del error a la luz de la verdad. Si los ministros siguieran el ejemplo de Pablo en este asunto, tendrían mayor éxito en sus esfuerzos. Si todos los que ministran en palabra y doctrina pusieran como prioridad el alcanzar la pureza de corazón y vida, y se conectaran más íntimamente con el cielo, tendrían más poder para convencer a las almas y convertirlas a Dios (Folleto: Redemption: or the Teachings of Paul and His Mission to the Gentiles, pp. 60, 61).
Los obreros de Dios deben ser multifacéticos, con amplitud de carácter, y no pensar que existe una sola manera de trabajar, sino variar cada vez que lo requieran las circunstancias o la clase de personas a las que se desea alcanzar. Deben vigilar sus características y puntos débiles a fin de que la mente pueda alcanzar el debido equilibrio. Esto es necesario para alcanzar el éxito en sus labores. Tanto los obreros jóvenes como los mayores deben estar constantemente mejorando sus métodos para alcanzar a la gente. No deberían contentarse pensando que su forma de actuar es perfecta y que todos los demás deben seguir su ejemplo. Todos nuestros métodos y planes deben ser ejecutados de acuerdo al modelo divino (The Atlantic Canvasser, 11 de diciembre, 1890).
Jueves 12 de julio:
Pablo abre su corazón
Mientras Pablo estaba en Corinto trabajando en la predicación y la enseñanza, así como en su trabajo manual, Silas y Timoteo vinieron de Macedonia. El placer de encontrarse con estos fieles colaboradores le dio nuevo celo y ánimo para enfrentarse a una oposición creciente que había estorbado grandemente sus labores. El apóstol reconoce que en esa ciudad estaba “con debilidad, y mucho temor y temblor”, pero Dios lo consoló con la llegada de sus amigos. Dios desea que los compañeros de tareas en el evangelio mantengan sus corazones unidos los unos con los otros con lazos de amor cristiano, a fin de animarse y consolarse mutuamente.
Pablo había enviado a Timoteo a visitar los lugares donde había trabajado anteriormente, y especialmente para confirmar y establecer la iglesia en Tesalónica. El informe de Timoteo fue de gran ánimo para Pablo, y decidió escribirles a estos amados hermanos dos cartas que hoy tenemos con nosotros. Su amor por aquellos que habían abrazado la doctrina de Cristo y que habían soportado el reproche y la persecución hasta entonces desconocida para ellos, llenaba su corazón (Sketches From the Life of Paul, pp. 109, 110).
En esta primera epístola, Pablo se refirió a su manera de trabajar entre los tesalonicenses. Declaró que no había tratado de ganar conversos por medio del engaño o dolo. “Según fuimos aprobados de Dios para que se nos encargase el evangelio, así hablamos; no como los que agradan a los hombres, sino a Dios, el cual prueba nuestros corazones. Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como sabéis, ni tocados de avaricia; Dios es testigo; ni buscamos de los hombres gloria, ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos blandos entre vosotros como la que cría, que regala a sus hijos: tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no solo el evangelio de Dios, mas aun nuestras propias almas; porque nos erais carísimos” (Los hechos de los apóstoles, p. 208).
Pablo era un ejemplo viviente de lo que debe ser cada cristiano. Vivía para la gloria de Dios. Sus palabras llegan resonando hasta nuestro tiempo: “Para mí el vivir es Cristo”. “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. El que una vez fuera perseguidor de
Cristo en la persona de sus santos, ahora exhibe ante el mundo la cruz de Cristo. El corazón de Pablo ardía de amor por las almas, y consagró todas sus energías para la conversión de los hombres. Nunca vivió un obrero más abnegado, ferviente y perseverante. Su vida era Cristo; realizaba las obras de Cristo. Todas las bendiciones que recibía eran estimadas como otras tantas ventajas para ser usadas en bendecir a otros (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1112).
Estén vuestros corazones llenos de amor por las almas. Con un interés profundo y tierno trabajad por los que se hallan a vuestro alrededor. Si veis a uno que comete un error tratad con él en la forma como Cristo ha señalado en su Palabra y ved si no podéis resolver este asunto con ternura cristiana. Orad con él y creed que el Salvador os mostrará el camino de salida de ese problema.
Los ministros necesitan mucha de la gracia de Dios a fin de llevar a cabo su obra en forma aceptable. Cuando un ministro encuentra a los miembros de una iglesia indispuestos unos contra otros, debe pedir una tregua y esforzarse porque todos se comprendan armoniosamente. Nunca debe dar consejos ni órdenes cortantes y dictatoriales. Esto no es necesario. Es un trabajo más que inútil…
El Señor os llama a ejercer una influencia elevadora. Recibid en el corazón las verdades de la Palabra de Dios. Únicamente así podréis tener la mente de Dios. Colocaos bajo la influencia modeladora de su Espíritu Santo. Entonces tendréis un poder mucho mayor para el bien…
Dondequiera que reine el amor de Jesús, hay paz y descanso. Donde se tiene este amor es como si hubiera una corriente refrescante en el desierto, que transforma la aridez en fertilidad (El evangelismo, pp. 462, 463).
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