Perfil del nuevo Papa Benedicto XVI
EFE/Desde la muerte de Karol Wojtyla ha sido el principal protagonista de sus exequias y de las Congregaciones de purpurados previas al Cónclave, como decano del Colegio Cardenalicio. A Joseph Ratzinger le correspondió oficiar la misa de funeral que reunió en torno a los restos mortales de Juan Pablo II a los principales gobernantes del mundo y a una multitud de fieles que le aclamó como santo.
También presidió la misa que precedió al inicio del Cónclave, en la que condenó el llamado «relativismo» y defendió la ortodoxia doctrinal, todo un programa para el pontificado que comienza este 18 de abril de 2005. «Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, no es ser integrista», dijo Ratzinger antes de conducir la procesión de cardenales hacia la Capilla Sixtina, de la que en 24 horas salió Papa.
En esas apreciaciones se encierra buena parte de su pensamiento, como eclesiástico y como reputado teólogo, que tiene una máxima de conducta personal y pastoral que se resume en una de sus frases favoritas: «la bondad implica también la capacidad de decir no».
Los «noes» de Ratzinger
Los «noes» de Ratzinger han sido hasta ahora los mismos que los de su predecesor Juan Pablo II en materia de moral (no al sacerdocio de las mujeres, no al matrimonio de los curas, no a la homosexualidad, que considera «un desorden objetivo»), y el uso del preservativo, lo que le ha valido el calificativo de conservador y la etiqueta de continuista.
Durante mucho tiempo ha tenido que bregar con la fama de ‘Gran Inquisidor’, por sus a veces controvertidas decisiones y afirmaciones al frente del antiguo Santo Oficio, donde ha estado nada menos que 24 años.
Polémicas que ahora volverán a primer plano fueron afirmaciones suyas como la contenida en el documento ‘Dominus Jesus’, del año 2000, en el que sostiene que «sólo en la Iglesia Católica existe la salvación eterna». En esa estela se inscriben los desencuentros con dos teólogos amigos, su colega, el suizo Hans Küng, que en 1979 fue privado del derecho de enseñar «por cuenta de la Iglesia», y su alumno en Tubinga, el brasileño Leonardo Boff.
Durante buena parte del papado del viajero Juan Pablo II, sobre todo en los últimos años, Joseph Ratzinger se ha preocupado sobre todo de la Iglesia, «una barca que hace agua», como puso de manifiesto en el Viacrucis del último Viernes santo.
«Cuánta suciedad hay en la Iglesia»
«Cuánta suciedad hay en la Iglesia y también entre aquellos que se deben entregar a la causa del sacerdocio y pertenecer completamente a ella. Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia», escribió. Crítico con la reforma litúrgica introducida por Pablo VI, también se ha mostrado contrario al exceso de «novedades» introducidas en las misas que, a su juicio, se acaban transformando en un espectáculo.
Más allá de su pensamiento y de las apariencias, Joseph Ratzinger tiene fama de hombre amable, con sentido del humor y costumbres sencillas -«soy un humilde servidor en la viña del Señor», fueron sus primeras palabras como Papa- y hasta ayer se le podía ver pasear casi a diario por las calles del Borgo Pío, adyacente al Vaticano.
Ahora es el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica, pese a que quien más postulaba su candidatura pensaba que nunca lo conseguiría, porque cuenta con muchos detractores entre los cardenales, algunos de ellos de su misma nacionalidad.
Pero los dichos existen también para que no se cumplan y, como se ha demostrado ahora, el que entra Papa en el cónclave puede salir Papa y llamarse Banedicto XVI -por cierto, el nombre que más sonaba para el nuevo Obispo de Roma-.
0 comentarios