¿Quienes Escribieron los Salmos?
¿Quienes Escribieron los Salmos?
Los salmos son la obra inspirada de varios autores.
Toda la colección en su forma final fue reunida posiblemente por Esdras,
Nehemías o algunos de los escribas inmediatamente posteriores. Ver el
comentario en el material suplementario de EGW sobre Esdras, en Esd. 7: 6-10.
Las indicaciones más antiguas que tenemos respecto al origen de los Salmos
están en los títulos o sobrescritos que aparecen al principio
de dos terceras partes de los salmos. Estos sobrescritos aparecen en hebreo
como parte del texto, y son más antiguos que la LXX. No obstante, muchos
eruditos creen que fueron puestos al comienzo de los salmos después de
que éstos se compusieron, por lo cual se duda de su validez y autenticidad.
Estos eruditos presentan los siguientes argumentos: que (1) es incierto el origen
de estos sobrescritos; (2) su contenido es a veces ambiguo u oscuro, y (3) parece
difícil hacer concordar el contenido y estilo de algunos de los salmos
con lo que afirman los sobrescritos o lo que se puede inferir de éstos.
Los estudiantes más conservadores de los salmos
se inclinan por dar mayor importancia a las declaraciones explícitas
de los sobrescritos como tradición muy antigua y valiosa: (1) porque
puede probarse que ya existían por lo menos en el segundo siglo AC, pues
están en la LXX (en verdad deben remontarse a un tiempo muy anterior,
porque los traductores de la LXX no entendieron muchas de sus expresiones);
(2) porque nos han llegado como parte del texto hebreo mismo; (3) porque los
poemas líricos hebreos desde los tiempos más antiguos tenían
sobrescritos, y (4) porque los sobrescritos proporcionan cierto material adicional
que permite una comprensión más completa del significado y mensaje
de los salmos que los tienen. Este Comentario acepta la segunda posición.
Ocho nombres de personas que aparecen en los sobrescritos
parecen ser autores, colaboradores, compiladores, músicos u otros que
se relacionaron con la composición, compilación y escritura de
la poesía lírica sagrada. Los nombres son David, Asaf, Coré,
Moisés, Hemán, Etán, Salomón y Jedutún.
El más destacado de estos nombres es el de
David. Aunque algunos críticos modernos niegan que David fuese el autor
principal del libro de los Salmos y el colaborador más prolifero de la
colección, pueden presentarse muchas razones para apoyar la creencia
tradicional. David era un verdadero poeta y músico (1 Sam. 16: 15-23;
2 Sam. 23: 1; Amós 6: 5). Era un hombre profundamente emotivo, de magnanimidad
notable (2 Sam. 1: 19-27; 3: 33, 34), y de gran fe y sentimientos profundos
que hallaron su expresión adorando con entusiasmo a Jehová. Bajo
su dirección sabia y benévola floreció la música
en Israel. La captura de la fortaleza pagana de Jebús y el traslado del
arca a un santuario en las alturas de Sión, aumentaron la importancia
del culto público y estimularon la composición de himnos y música
para el ritual sagrado.
La familiaridad de David con la naturaleza, su conocimiento
de la ley, su aprendizaje en la escuela de la adversidad, del dolor y de la
tentación, sus años de compañerismo íntimo con Dios,
su emocionante vida como rey de Israel, la seguridad que Dios le dio de que
le suscitaría un Rey eterno sobre el trono de David, fueron las experiencias
que capacitaron al rey-pastor, el hijo de Isaí, para cantar las canciones
más dulces y más tristes del alma humana sedienta de Dios. Más
aún, en los salmos abundan las referencias y alusiones a la vida de David
y las evidencias de su personalidad y capacidad poética. La vinculación
del nombre de David con los salmos y con las partes de los salmos que se citan
en 2 Sam. 22 y 1 Crón. 16: 1-36, son una prueba importante de que él
fue su autor. Las evidencias del NT al usar el nombre de David en Mat. 22: 43-45;
Mar. 12: 36, 37; Luc. 20: 42-44; Hech. 2: 25; 4: 25; Rom. 4: 6-8; 11: 9, 10;
Heb. 4: 7, aumentan el peso de este argumento. Los escritos de Elena G. de White
también proporcionan un testimonio sustancial (ver PP 694-818; Ed 159,
160).
Setenta y tres salmos llevan en su sobrescrito la
frase «de David» (en Heb. ledawid ): 37 en el Libro Primero, 18 en
el Libro Segundo, 1 en el Libro Tercero, 2 en el Libro Cuarto, y 15 en el Libro
Quinto. A estos 73 salmos se los llama comúnmente Colección Davídica.
Sin embargo, la expresión ledawid, «de David», no es en sí
misma una evidencia suficiente para atribuir a David la paternidad literaria
del salmo sobre el cual aparece la misma. La preposición hebrea le expresa
una cantidad de relaciones; ser autor es una de ellas. A veces le expresa la
idea de «pertenecer a»; de ahí que ledawid podría significar
«perteneciente a la colección de». Sin embargo, otras evidencias
se unen para demostrar que David escribió por lo menos una buena cantidad
de estos salmos. La opinión de los eruditos es que la preposición
le con relación 623 a los salmos no implica, ni mucho menos comprueba,
que ledawid signifique que David fue autor de todos esos salmos. Por otra parte,
sirve para mostrar que David fue el más destacado de los salmistas.
En el sobrescrito de 12 salmos aparece la frase (le’asaf)
(Sal. 50, 73-83). Como ocurre con la expresión ledawid, le’asaf no es
evidencia positiva de paternidad literaria. Varios de los salmos de esta colección
indudablemente fueron escritos por David (ver las introducciones a Sal. 73,
77, 80). Asaf era un levita, uno de los directores de coro de David. Como David,
Asaf era vidente y compositor (ver 1 Crón. 6. 39; 2 Crón. 29:
30; Neh. 12: 46). En la lista de cautivos que regresaron a Jerusalén,
los hijos de Asaf son los únicos cantores mencionados (Esd. 2: 41).
En el sobrescrito de 11 salmos aparece la frase «para
los hijos de Coré» (Sal. 42, 44-499 849 851 879 88). La palabra
hebrea traducida «para» es le, la misma preposición traducida
«de» en la frase «Salmo de David». Los hijos de Coré
escaparon al castigo infligido por la rebelión de su padre contra la
autoridad de Moisés (ver Núm. 16: 1-35), y sus descendientes llegaron
a ser dirigentes en el culto del templo (ver 1 Crón. 6: 22; 9: 19).
Un salmo, (el 88) designado «para los hijos
de Coré» también se denomina «Masquil de Hemán
ezraíta». Hemán era hijo de Joel y nieto de Samuel (Heb.
Shemu’el), coatita de la tribu de Leví y uno de los directores de la
música del templo (1 Crón. 6: 33; 15: 17; 16: 41, 42).
Los títulos de tres salmos (39, 62 y 77) tienen
el nombre de Jedutún, que fue jefe de un grupo de músicos del
templo (ver 1 Crón. 16: 41, 42), el cual quizá arreglaba y compilaba
música para el templo. Sin embargo, estos títulos tienen otros
nombres además del de Jedutún, y es probable que los tres salmos
no fueran escritos por éste sino que tal vez debían ser cantados
con melodías compuestas por él.
Un salmo (el 89) lleva el título de «Masquil
de Etán ezraíta» (ver 1 Rey. 4: 3 l).
En los títulos de dos salmos (72 y 127) aparece
la frase «para Salomón [lishlomoh]».
Un salmo (el 90) se titula «Oración de
Moisés [lemosheh].
Aproximadamente la tercera parte de los salmos no lleva sobrescrito alguno; por lo tanto, son enteramente anónimos (se los llama salmos huérfanos). Se ha pensado que entre los compositores de los salmos hubo otros personajes meritorios del AT tales como Esdras, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Hageo.
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