Comentario Leccion EGW 12 Julio – Septiembre 2012
1 y 2 de Tesalonicenses
Notas de Elena G. de White
Lección 12
22 de Septiembre de 2012
El anticristo
Tesalonicenses 2:1-12
Sábado 15 de septiembre
Cristo nos dice cuándo será introducido el día de su reino. No nos dice que todo el mundo será convertido, sino que “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Al dar el evangelio al mundo, tenemos la posibilidad de apresurar la venida del día de Dios. Si la iglesia de Cristo hubiera llevado a cabo la obra señalada tal como el Señor lo mandó, todo el mundo ya hubiera sido amonestado y el Señor Jesús hubiera venido a la tierra en poder y gran gloria.
Gran poder debe asistir al mensaje de la segunda aparición de Cristo. No debemos descansar hasta ver muchas almas convertidas a la bendita esperanza del regreso del Señor. En los días de los apóstoles el mensaje que ellos llevaron produjo una verdadera obra, convirtiendo las almas de los ídolos para servir al Dios viviente. La obra que tenemos que realizar hoy es exactamente tan real, y la verdad es exactamente tan verdadera; solo que ahora debemos dar el mensaje con mucho más fervor ya que la venida del Señor está más cerca… El mensaje para este tiempo es positivo, sencillo y de la más profunda importancia. Debemos obrar como hombres y mujeres que lo creemos. Esperar, vigilar, trabajar, orar, amonestar al mundo: he aquí nuestra obra. (La maravillosa gracia de Dios, p. 353).
Domingo 16 de septiembre:
El problema (2 Tesalonicenses 2:1-3)
En los días del apóstol Pablo, los hermanos tesalonicenses actuaban bajo la falsa impresión de que el Señor volvería en sus días, y Pablo escribió para corregirla. Por eso declaró los acontecimientos que debían suceder antes de que ocurriera el advenimiento. Afirmó: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
Antes de que los hermanos pudieran esperar la venida de Cristo, debía manifestarse el hombre de pecado y hacer su obra de ensalzamiento y blasfemia. Ese gran suceso debía ser precedido por una apostasía; se revelaría una forma de anticristo, y debía actuar la levadura de la apostasía con poder creciente hasta el fin del tiempo (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 922).
Pablo declaró que Cristo vendría por segunda vez con poder y grande gloria para establecer su reino sobre la tierra. Toda autoridad sería subyugada y él gobernaría sobre todas las naciones. Pablo era un adventista; presentaba el importante evento de la segunda venida de Cristo con tal poder y razonamiento, que dejó una profunda e inamovible impresión en la mente de los tesalonicenses. Ellos tenían gran fe en la segunda venida, pero temían que no pudieran vivir para ser testigos de ese evento. Pablo no los dejó con la impresión de que Cristo volvería en sus días. Por el contrario, les declaró los eventos que tendrían lugar antes que ocurriera, y los amonestó a no dejarse “mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”.
Pablo se dio cuenta que había peligro de que sus palabras fueran interpretadas en forma errónea, y que algunos consideraran que él había tenido una revelación especial que indicaba lo inmediato de la venida de Cristo. Eso podría causar confusión, desánimo e incredulidad. Por lo tanto aconsejó a los hermanos a no aceptar tales mensajes como proviniendo de él (Folleto: Redemption: or the Teachings of Paul and His Mission lo the Gentiles, pp. 46, 47).
Lunes 17 de septiembre:
Una respuesta corta de Pablo (2 Tesalonicenses 2:3, 4)
El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran apostasía que daría como resultado el establecimiento del poder papal. Declaró que el día de Cristo no vendría, “sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. Y más adelante advirtió a sus hermanos acerca de que “ya está en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:3, 4, 7). Ya en aquella época vio cómo se introducían subrepticiamente en la iglesia los errores que habrían de preparar el camino para el desarrollo del papado.
Poco a poco, al principio con cautela y en silencio, y más tarde en forma más abierta, el misterio de la iniquidad llevó a cabo su obra engañosa y blasfema, y aumentó su fortaleza para lograr el dominio de las mentes de los hombres. Casi imperceptiblemente las costumbres paganas se introdujeron en la iglesia cristiana. El espíritu de transigencia y conformidad fue restringido por un tiempo por causa de la fiera persecución que sufrió la iglesia bajo el paganismo. Pero cuando la persecución cesó, y el cristianismo entró en las cortes y los palacios de los reyes, la iglesia puso a un lado la humilde sencillez de Cristo y los apóstoles, para adoptar la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos; y en lugar de los mandamientos de Dios puso teorías y tradiciones humanas. La conversión nominal de Constantino a principios del siglo IV causó gran regocijo, y el mundo, recubierto con el manto de la justicia, se introdujo en la iglesia. De allí en adelante la obra corruptora progresó rápidamente. El paganismo, vencido en apariencia, fue realmente el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones llegaron a formar parte de la fe y el culto de los profesos seguidores de Cristo. (La historia de la redención, pp. 342, 343).
Pablo, en su segunda epístola a los tesalonicenses, expone el poder que intentaría quebrantar la ley de Dios. Advirtió a los creyentes acerca de la gran apostasía y del blasfemo anticristo que desarrollaría su obra antes que Cristo viniera por segunda vez. “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios… Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”. El profeta Daniel, describiendo el mismo poder, declara: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25)
¡Cuán plenamente han sido cumplidas estas profecías por parte de la iglesia romana! No solamente ha intentado cambiar los tiempos y la ley de Dios, sino que abiertamente declara que lo ha hecho por su autoridad, y que el mundo protestante, por observar el domingo, reconoce su supremacía. Esta es la brecha de la que habla Isaías, que el pueblo de Dios ha sido llamado a reparar (Signs of the Times, 12 de junio, 1893).
Martes 18 de septiembre:
El que detiene (2 Tesalonicenses 2:5-7)
En la medida en que el espiritismo imita más de cerca al cristianismo nominal de nuestros días, tiene también mayor poder para engañar y seducir. De acuerdo con el pensar moderno, Satanás mismo se ha convertido. Se manifestará bajo la forma de un ángel de luz. Por medio del espiritismo han de cumplirse milagros, los enfermos sanarán, y se realizarán muchos prodigios innegables. Y como los espíritus profesarán creer en la Biblia y manifestarán respeto por las instituciones de la iglesia, su obra será aceptada como manifestación del poder divino.
La línea de separación entre los que profesan ser cristianos y los impíos es actualmente apenas perceptible. Los miembros de las iglesias aman lo que el mundo ama y están listos para unirse con ellos; Satanás tiene resuelto unirlos en un solo cuerpo y de este modo robustecer su causa atrayéndolos a todos a las filas del espiritismo…
El espiritismo hace aparecer a Satanás como benefactor de la raza humana, que sana las enfermedades del pueblo y profesa presentar un sistema religioso nuevo y más elevado; pero al mismo tiempo obra como destructor. Sus tentaciones arrastran a multitudes a la ruina. La intemperancia destrona la razón, los placeres sensuales, las disputas y los crímenes la siguen. Satanás se deleita en la guerra, que despierta las más viles pasiones del alma, y arroja luego a sus víctimas, sumidas en el vicio y en la sangre, a la eternidad. Su objeto consiste en hostigar a las naciones a hacerse mutuamente la guerra; pues de este modo puede distraer los espíritus de los hombres de la obra de preparación necesaria para subsistir en el día del Señor. (El conflicto de los siglos, pp. 645, 646).
A pesar del decaimiento general de la fe y de la piedad, hay en esas iglesias verdaderos discípulos de Cristo. Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el poder de Dios serán derramados sobre sus hijos. Entonces muchos se separarán de esas iglesias en las cuales el amor de este mundo ha suplantado al amor de Dios y de su Palabra. Muchos, tanto ministros como laicos, aceptarán gustosamente esas grandes verdades que Dios ha hecho proclamar en este tiempo a fin de preparar un pueblo para la segunda venida del Señor. El enemigo de las almas desea impedir esta obra, y antes que llegue el tiempo para que se produzca tal movimiento, tratará de evitarlo introduciendo una falsa imitación. Hará aparecer como que la bendición especial de Dios es derramada sobre las iglesias que pueda colocar bajo su poder seductor; allí se manifestará lo que se considerará como un gran interés por lo religioso. Multitudes se alegrarán de que Dios esté obrando maravillosamente en su favor, cuando, en realidad, la obra provendrá de otro espíritu. Bajo un disfraz religioso, Satanás tratará de extender su influencia sobre el mundo cristiano. (El conflicto de los siglos, p. 517).
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14).
El solemne y sagrado mensaje de amonestación debe proclamarse en los campos más difíciles y en las ciudades más pecaminosas, en todo lugar donde no haya brillado todavía la luz del gran triple mensaje. Cada cual ha de oír la última invitación a la cena de bodas del Cordero. De pueblo a pueblo, de ciudad a ciudad, de país a país, debe irse proclamando el mensaje de la verdad presente, no con ostentación externa, sino en el poder del Espíritu.
El mensaje del poder renovador de la gracia de Dios será proclamado a todo país y clima, hasta que la verdad circunde el mundo. Entre los que sean sellados habrá quienes vendrán de toda nación, tribu, lengua y pueblo. De todo país se reunirán hombres y mujeres que estarán delante del trono de Dios y del Cordero exclamando: “La salvación pertenece a nuestro Dios que esta sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:10).
Todo el mundo debe ser iluminado con la gloria de la verdad de Dios. La luz debe brillar en todos los países y para todas las gentes. Y el brillo de la luz debe proceder de los que la han aceptado. La Estrella de la mañana se ha levantado delante de nosotros, y debemos hacer brillar su luz en los senderos de los que viven en tinieblas (¡Maranata: El Señor viene!, p. 259).
Miércoles 19 de septiembre:
El anticristo revelado (2 Tesalonicenses 2:8-10)
Los papas se han ensalzado por encima del Dios del cielo por la forma en que han tratado la Palabra divina. Esta es la razón por la que en la profecía se especifica al poder papal como al “hombre de pecado”. Satanás es el originador del pecado. El poder que hace que se altere cualquiera de los santos preceptos de Dios, es el hombre de pecado. El poder papal ha hecho precisamente esta obra bajo la dirección especial de Satanás.
Aunque los que están a la cabeza del papado pretenden tener gran amor por Dios, él los considera como que lo aborrecen. Han convertido la verdad de Dios en mentira. Adulterar los mandamientos de Dios y colocar en su lugar tradiciones humanas es la obra de Satanás. Así se aparta al mundo religioso de Dios, pues él declara “Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. Dios cumplirá esta palabra. (Comentario bíblico adventista, tomo 7, pp. 922, 923).
Se me ha indicado que diga que en el futuro será necesaria una gran vigilancia. No debe existir la torpeza espiritual en el pueblo de Dios. Los espíritus del mal procuran activamente controlar las mentes humanas. Los hombres están siendo reunidos en atados, listos para ser consumidos por los fuegos de los últimos días. Aquellos que descartan a Cristo y su justicia, aceptarán los engaños que están inundando al mundo. Los cristianos deben ser sobrios y vigilantes, y resistir firmemente a su adversario el diablo, quien anda como león rugiente en busca de alguien a quien devorar. Habrá personas que, sometidas a la influencia de los espíritus malignos, realizarán milagros. Enfermarán a las gentes arrojando sobre ellas sus ensalmos, y luego quitarán su hechizo e inducirán a algunos a decir que los enfermos fueron curados milagrosamente. Satanás ha hecho esto vez tras vez.
No necesitamos ser engañados. Pronto ocurrirán escenas maravillosas con las cuales Satanás estará estrechamente relacionado. La Palabra de Dios declara que Satanás obrará milagros. Hará enfermar a la gente y después quitará repentinamente de ella su poder satánico. Eso hará que se considere sanados a los enfermos. Estas obras de curación aparente pondrán a prueba a los adventistas. Muchos que tienen gran luz dejarán de andar en la luz, porque no han logrado una unidad con Cristo. (Mensajes selectos, tomo 2, p. 61).
Cristo dice: “Por sus frutos los conoceréis”. Si aquellos por medio de los cuales se efectúan curaciones, debido a esas manifestaciones están dispuestos a excusar su desdén por la ley de Dios y continúan en su desobediencia, aunque tengan poder en cualquier grado o hasta un grado máximo, eso no significa que tienen el gran poder de Dios; por el contrario, es el poder de obrar milagros del gran engañador. Él es transgresor de la ley moral y emplea todo engaño a su alcance para que los hombres sean enceguecidos y no reconozcan su verdadero carácter. Se nos advierte que en los últimos días obrará mediante señales y prodigios mentirosos; y continuará con esos prodigios hasta la terminación del tiempo de gracia, para que pueda mostrarlos como una prueba de que es un ángel de luz y no de tinieblas. (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 923).
Cuando el Espíritu de Dios sea retirado de la tierra, el poder satánico se manifestará más y más. El conocimiento que él tiene por haber sido el querubín cubridor y haber estado en conexión con Dios, lo usará para subyugar a aquellos que han caído; usará todo el poder de su exaltado intelecto para representar mal a Dios e instigar la rebelión contra Jesús, el Comandante del cielo. La sinagoga de Satanás está llena de agentes quienes, bajo su consejo y su bandera, promueven su culto. No es extraño encontrar un cierto refinamiento y una manifestación de grandeza intelectual en la vida y el carácter de aquellos que son inspirados por los ángeles caídos. Satanás puede impartir conocimiento científico y dar cátedra en filosofía, historia y sabiduría humana. (Signs of the Times, 28 de mayo, 1894).
Jueves 20 de septiembre:
Verdad y mentiras (2 Tesalonicenses 2:10–12)
Cristo es la fuente de nuestra fortaleza. Él es la vid, nosotros los pámpanos. Debemos recibir nutrición de la Cepa viva. Privados de la fuerza y nutrición de aquella Cepa, somos como miembros del cuerpo sin cabeza, y estamos en la misma posición en la cual Satanás quiere que estemos, para poder dominamos como le agrade. Él obra “con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por lo tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira”. El espiritismo es una mentira. Se basa en la gran mentira original: “No moriréis”. Miles cortan la Cabeza y el resultado es que los miembros actúan sin Jesús como cabeza, y otro guía al cuerpo. Satanás los domina (Joyas de los testimonios, tomo 1, p. 100).
Me ha sido mostrado que Satanás no puede manejar las mentes a menos que ellas cedan a su dominio. Los que se apartan de la rectitud están ahora en serio peligro. Se separan de Dios y del cuidado vigilante de los ángeles de Dios, y Satanás, que siempre está en acecho para destruir las almas, empieza a presentarles sus engaños y los pone en extremo peligro. Y si ellos se dan cuenta, y tratan de resistir a los poderes de las tinieblas y de libertarse de la trampa de Satanás, no les resulta tarea fácil. Se han aventurado a penetrar en terreno de Satanás y él los reclama. No vacilará en emplear todas sus energías y en llamar en su ayuda a toda la hueste del mal para arrebatar a una sola alma de la mano de Cristo.
Aquellos que han tentado al demonio a que los tiente, tendrán que hacer esfuerzos desesperados para libertarse de su poder. Cuando empiecen a trabajar en favor de sí mismos, acudirán a rescatarlos los ángeles de Dios, a quienes han entristecido. Satanás y sus ángeles no están dispuestos a perder su presa. Luchan con los santos ángeles y es severo el conflicto. Y si aquellos que han errado continúan suplicando y confiesan con profunda humildad sus errores, los ángeles de irresistible poder prevalecerán y los arrebatarán del poder de los ángeles malos. (Mensajes para los jóvenes, pp. 57, 58).
Especialmente solemne es la declaración del apóstol respecto a aquellos que rehusaran recibir “el amor de la verdad”. “Por tanto, pues —declaró concerniente a todos los que deliberadamente rechazaran los mensajes de verdad— les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad”. Los hombres no pueden rechazar con impunidad las amonestaciones que Dios les envía en su misericordia. De aquellos que persisten en apartarse de sus amonestaciones, Dios retira su Espíritu y los abandona a los engaños que aman.
Así bosquejó Pablo la nefasta obra de aquel poder del mal que subsistiría durante largos siglos de tinieblas y persecución antes de la segunda venida de Cristo. Los creyentes tesalonicenses habían esperado inmediata liberación; ahora se les alentó a emprender valerosamente, en el temor de Dios, la obra que tenían por delante. El apóstol les recomendó que no descuidaran sus deberes ni se entregaran a la espera ociosa. Después de sus brillantes expectativas de inmediata liberación, la rutina de la vida diaria y la oposición que debían afrontar podían parecerles doblemente penosas. Por lo tanto los exhortó a estar firmes en la fe (Los hechos de los apóstoles, p. 216).
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