Libro de Levítico
Libro de Levítico
Tercer libro del Pentateuco. Es un manual de ceremonias religiosas que consiste
mayormente de reglamentos relacionados con el santuario, las funciones sacerdotales
y el sistema de sacrificios. Su título hebreo proviene de la palabra
inicial, Wayyigrâ’ «Y llamó». El Talmud se refiere al
libro con «La ley de los sacerdotes» o «La ley de los sacrificios».
La LXX lo llama Leuitikón [Sacerdocio o servicio] «Levítico»,
[Perteneciente o que se refiere a los] «Levitas». La Vulgata dice
Leviticus, de donde viene nuestro nombre español.
I. Autor.
Desde tiempos remotos, judíos y cristianos han sido unánimes en
atribuir el libro a Moisés, cuya autoría no había sido
discutida hasta la era moderna de la alta crítica. Los argumentos que
le niegan a Moisés la autoría del Pentateuco se basan sólo
en conjeturas y presentan tantos problemas que son indignos de la atención
seria de los eruditos bíblicos conservadores. Levítico pertenece,
tal vez, al período de unos 30 días inmediatamente posteriores
a la erección del tabernáculo junto al monte Sinaí (Ex.
40:17 cƒ Nm. 1:1). Este período comprende la dedicación del
servicio del santuario y la realización de las instrucciones contenidas
en Levítico, que sin duda fueron comunicados por Dios a Moisés
durante ese tiempo.
II. Tema.
El libro trata principalmente del sacerdocio y del servicio del santuario. No
contiene todas las instrucciones que Dios le dio a Israel sobre estos temas
(Nm. 3:1-9:23; 15:1-41; 18:1-19:22; 28:1-30:16), pero constituye el cuerpo fundamental
de la revelación y de los reglamentos que tienen que ver con ellos. Dios
ordenó los servicios y cultos del santuario para que fueran una lección
objetiva del gran plan de salvación y del ministerio de Cristo en favor
de los pecadores. Estas ceremonias ilustraban los medios por los que el pecador
puede hallar liberación de la culpabilidad del pecado por medio del arrepentimiento.
Al fin de cada año, las ceremonias del Día de la Expiación
eran un símbolo de la eliminación del pecado del campamento (Lv.
16).
Fundamental para el sistema de los sacrificios era el concepto de tabernáculo
como morada de Dios, y el de la realidad de su presencia 710 en medio de los
israelitas. En el centro de las ceremonias del santuario estaba la verdad-símbolo
de que la «sangre hará expiación de la persona» (17:11)
y que «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (He.
9:22). Esta realidad estaba implícita en todos los sacrificios con sangre,
que prefiguraban a Cristo como el Cordero de Dios (véase Is. 53:7; Jn.
1:29; 1 Co. 5:7) y reflejaban la naturaleza vicaria de su gran ofrenda en la
cruz (ls. 53:4, 5).
Explícito e implícito en todo el sistema de ritos judíos
estaba el concepto de la diferencia entre «común» y «santo».
El pecador era totalmente inmundo y no era digno de acercarse a Dios, pero el
Creador bondadosamente había provisto un medio para limpiar toda «impureza»,
lo que le permitía al pecador contrito entrar a la divina presencia y
obtener su bendición. Diariamente, los diversos sacrificios ordenados
«cubrían» el pecado y, por lo tanto, liberaban al pecador de
la culpa (Lv. 1:1-7:38), y el rito anual del Día de la Expiación*
«limpiaba» el santuario de los pecados simbólicamente acumulados
durante el año (Lv. 16).
III. Contenido.
Los primeros 7 capítulos de Levítico detallan los reglamentos
básicos con respecto a los diferentes sacrificios. Los cps 8 y 9 tienen
que ver con la consagración del tabernáculo y del sacerdocio.
El breve interludio histórico del cp 10 cuenta cómo 2 de los hijos
de Aarón desobedecieron la instrucción acerca de hacer diferencia
entre lo sagrado y lo común, por lo que sufrieron la muerte. Todos los
tipos de impureza personal se detallan en los cps 11-15, con los ritos establecidos
para la purificación. El cp 16 trata de la purificación del santuario,
y el cp 17 de ciertas reglas relacionadas con ella. Leyes morales y civiles
ocupan los cps 18-20, y los cps 21-27 se dedican a diversas otras leyes con
respecto a los sacerdotes, al sábado, a las fiestas especiales, al santuario
y a la adoración, junto con ciertas leyes que protegían a las
personas y la propiedad.
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